El pintor Chang Seng-yu pintó un mural de un dragón en el templo de la Paz y la Felicidad, pero no le pintó los ojos porque creía que podía salirse del mural e irse con su familia. Más tarde, el aprendiz Lu Shi no creyó la historia y le pintó los ojos al dragón durante la noche, causando que el dragón cobrara vida y destrozara el templo, como había advertido el pintor.