2. Nació en Le Cateau-Cambrésis, una pequeña localidad
al norte de Francia, en el seno de una familia dedicada al
comercio, específicamente de droguería y semillas. Inició
estudios para seguir la tradición familiar, pero durante una
convalecencia empezó a pintar y entonces descubrió su
vocación.
Se trasladó a París, asistió a cursos en la Academia Julián
y en 1892 ingresó en la Escuela de Bellas Artes, recibiendo
clases en el taller del pintor simbolista Gustave
Moreau, donde coincidió con Rouault, Camoin y
Marquet, además de relacionarse también con los artistas
Dufy, discípulos de Pierre Bonnard.
Fue un pintor conocido por su uso del color y por su uso
original y fluido del dibujo. Como
dibujante, grabador, escultor, pero principalmente como
pintor, Matisse es reconocido ampliamente como uno de
los grandes artistas del siglo XX.
3. A Matisse se le identificó con el fauvismo y para los años
20s ya se había destacado por su maestría en el lenguaje
expresivo del color y del dibujo, la cual desplegó en una
inmensa producción que se extendió por más de medio
siglo, la cual consagró su reputación como una de las
figuras centrales del arte moderno.
Al comienzo de su trayectoria artística practicó el dibujo
del natural en un estilo más bien tradicional, como se
aprecia en El tejedor bretón, y realizó copias en el Louvre.
Más adelante pasó a pintar luminosos paisajes de
Córcega y de la Costa Azul, dejándose llevar por los aires
impresionistas de la época, y practicó esporádicamente
el divisionismo.
Para él el color es el que da entidad a la pintura, el color
puede desempeñar el papel de dibujo, de
perspectiva, de sombra de volumen, etc.
4. Observa que la vida es color y lo plasma en su pintura.
La supresión de sombras y su sustitución por colores
puros hace que la pintura brille más que nunca. Matisse
dibuja con el color y lo distribuye en el espacio de
modo que éste quede sugerido sin que se produzcan
las deformaciones de la perspectiva.
El arte de Matisse es amable, de gran
luminosidad, apacible, pero no por ello ingenuo, sino
de gran virtuosismo e inteligencia. Sus ventanas se
abren al silencio, y la luminosidad no provoca
sombras, ni degradaciones, sino que se mantiene en un
estado de plenitud y de serenidad que oculta el
esfuerzo realizado. En sus obras vuelca la alegría de la
meditación, exenta de inquietudes. Su obra es un
resultado de orden, imaginación, disciplina y libertad.
Propone un arte calmado que reconforte al hombre
fatigado, que lo serene. Su espíritu domina sobre la
obra. Su arte es un camino hacia la profundidad de sí
mismo, llegados a esta meta, descubrimos el silencio.
5. En algunas de sus figuras pintadas hacia fin de siglo está
presente la influencia de Cézanne, pero a partir de 1907
su estilo se hizo más definido y pintó a la manera fauve:
supresión de detalles y tendencia a la simplificación, con
lo que obtuvo cuadros impregnados de paz y
armonía, como Lujo, calma y voluptuosidad o El marinero
de la gorra.
Mediante zonas de color diferenciadas, tradujo la forma
de los objetos y el espacio existente entre ellos, además
de introducir arabescos y crear un ritmo característico en
sus cuadros, como en Las alfombras rojas.
Su uso del color fue de una gran sensualidad, aunque
siempre muy controlada por una metódica organización
estructural. Como él mismo declaró: «Sueño con un arte
de equilibrio, de tranquilidad, sin tema que inquiete o
preocupe, algo así como un lenitivo, un calmante
cerebral parecido a un buen sillón».
6. Otro de sus rasgos peculiares es la sensación de
bidimensionalidad de cuadros como La habitación roja
(o Armonía en rojo) o Naturaleza muerta con
berenjenas, en los que la ilusión de profundidad queda
anulada mediante el uso de la misma intensidad
cromática en elementos que aparecen en primer o en
último plano.
En 1912 y 1913 viajó a Marruecos, donde la luz le inspiró
cuadros sobre paisajes mediterráneos de gran
colorido, como Los marroquíes.
Hacia 1916 se inició un período en el que se percibe la
influencia del movimiento cubista, de creciente
importancia, que se traduce en un concepto más
geométrico de las formas y una simplificación aún
mayor, como en El pintor y su modelo.
7. Hacia 1917 se instaló en Niza y produjo en este período
algunas de sus obras más célebres, como Ventana en
Niza y la serie de las Odaliscas, donde queda
claramente plasmado el gusto de Matisse por la
ornamentación y el uso de arabescos. En los años
siguientes concibió su obra en gran formato La danza.
Hacia la década de 1940, el colorido de sus telas se
tornó más atrevido, como en La blusa rumana y en el
Gran interior rojo, antecedentes de los gouaches que
realizó a finales de los años cuarenta, en los que
cortaba y pegaba papeles coloreados. Es famosa en
esta técnica su serie Jazz, de 1943-1946.
8. En 1950 decoró la capilla del Rosario de los dominicos
de Vence, en la obra que mejor expone su tendencia
simplificadora hacia formas más planas.
En cuanto a sus grabados, el número de piezas alcanza
las quinientas, entre litografías, aguafuertes y
xilografías. También esculpió en bronce y colaboró
escribiendo artículos para distintas revistas
especializadas.
En 1963 se abrió en Niza el Museo Matisse, que reúne
una parte de su obra. Henri Matisse es considerado
junto con Pablo Picasso uno de los más grandes artistas
del siglo pasado.