1. Graffiti y la legalidad
Este tema se ha convertido en una de las discusiones más controversiales acerca de este tipo
de expresión artística, y tiene variados puntos de vista. Primero nació de las manos de un
joven neoyorkino de origen griego apodado “Taki”, que comenzó a colocar su tag (firma) en las
calles donde transitaba. No lo veía como un acto inadecuado y solía responder, referente a
este tema, que pagaba sus impuestos como cualquier ciudadano y no le hacía daño a nadie.
Después de las hazañas hechas por este joven, evolucionó de tal manera que muchos
quisieron imitarlo, hasta el extremo de que el afán por dejar estas marcas se volvió excesivo, y
un problema para los gobiernos locales. En este contexto nacieron las primeras leyes anti-
graffiti a mediados de los años 80’
Dentro de esta sub-cultura existen distintas ramas, en donde se encuentra el “Bombing” que
continúa las raíces y la ilegalidad de los trazos rápidos de los tags y los “throwing-ups” (letras
redondeadas con relleno, y generalmente hechas con dos colores); y el de las “Piezas”, donde
el artista desarrolla toda su calidad en un muro completo, y con una amplia gama de colores.
Desde el punto de vista del gobierno criminalizan esta forma de expresión, con el argumento
de que los daños por causa de los jóvenes que realizan esta actividad son muy altos para la
ciudadanía, que debe lidiar con la limpieza de fachadas. Es incomprensible, o por lo menos
para mí, que se trate como delincuentes a los cultores de este arte, y sin embargo un
candidato que realiza una campaña que es mucho más invasiva y mucho más dañina para el
aseo y ornato de la comunidad por medio de carteles, pancartas y murales, y que ni siquiera de
da la molestia de limpiar toda su parafernalia electoral, pueda estar realizando un acto dentro
de la ley.
Por el otro lado, desde la perspectiva de un graffitero esta es una forma de expresión, versus
un cartel de publicidad manejado por los conglomerados internacionales que sólo buscan
llegar a una masa potencialmente consumidora de un producto “x”. También se añade que una
pared en blanco es una señal de alta regulación y esterilización por parte del gobierno de
turno, y que un mensaje a través de él sería una forma de darle vida. Se puede agregar que
una pared llena de tags no es tan molesta (a los ojos del artista) que una sin rayas.
Desde el ámbito legal es muy difícil y demasiado subjetivo descifrar qué tipo de rayado sería
considerado una falta y qué no. Esto sólo queda a manos del observador. Incluso, también es
subjetivo el daño que produce a la comunidad. Existen casos de personas formalizadas por
estos “ilícitos” con penas más altas que, incluso, delitos de mayor envergadura o de daños más
serios. Y como opinión personal, me parece que el gobierno tiene muchas cosas de mayor
importancia de qué preocuparse que de un simple arte, que a final de cuentas sólo intenta dar
mayor vida a una comunidad cada vez más gris.