Toledo es una antigua ciudad española con una rica historia forjada por diferentes culturas como los romanos, visigodos, árabes, judíos y cristianos. Su casco histórico alberga numerosos monumentos religiosos e iglesias que datan de diferentes épocas y que ilustran la belleza arquitectónica de la ciudad. A pesar del paso del tiempo, Toledo ha sabido preservar su espíritu histórico a lo largo de los siglos.
9. Toledo es una ciudad milenaria cuyo origen se pierde
entre la historia y la leyenda. Su originalidad y
belleza le asemejan a un libro de arte, cuyas páginas
es un placer abrirlas para gozar del deleite de sus
iglesias, mezquitas, sinagogas, conventos, puentes,
murallas y edificios emblemáticos.
Forjada por romanos, visigodos, árabes, judíos y
cristianos, guarda celosamente las huellas de su
pasado. Desde lo alto de una gran roca, observa
cómo el Tajo la circunda blasonando su poderío y
gallardía de ciudad imperial.
Su casco urbano custodia todavía hoy el tiempo y la
historia entre sus calles angostas y empedradas.
Celosa de sus tradiciones, ha sabido mantener a lo
largo de los siglos, ese espíritu de antigüedad que el
trascurrir del tiempo ha depositado en ella.
20. Toledo es una hoguera.
Cada piedra es un pequeño
corazón en llamas.
En fachadas gastadas por la usura
del tiempo arden ladrillos aljamiados
y arden las cúpulas y los cimborrios
como antiguas ofrendas expiatorias
de vitrales de iglesias encendidas,
y las arduas maderas del mozárabe
y los profundos patios entrañables
y los ojos sin luz de las estatuas
y las ojivas y las claraboyas…
AZACANES EN LA CALLE DEL ÁNGEL
21. Azacán en la puerta de Alcántara.
Foto: Aberlardo Linares, 1911-20
23. TOLEDO
Siempre estuve en Toledo.
Aunque mis pasos se hayan pedido en otro
laberinto, sé que nunca salí de este recinto
de hondas nieblas e íntimos ocasos.
Siempre llevé conmigo las callejas,
los rumores del río, los gastados
oros de los ladrillos aljamiados,
los mágicos rincones de perplejas
urdimbres y la mística maraña
de blasones, de espadas y de piedras
que ennoblecen los hielos y las hiedras
de Castilla, magnífica y huraña.
Siempre estuve en Toledo.
BUEYES EN SAN MARTIN Cuando muera, sé que hay algo en su entraña
Foto: Jean Laurent, 1874-92
que me espera.
45. Puente de Alcántara antes de 1864
“…Aherrojado en las lindes de lo eterno,
guardaré el sueño que me han entregado
generaciones de hombres y de piedras.
Te seguiré soñando en la otra orilla….”
Fragmento del poema:
“Alonso de Covarrubias mira a Toledo por
última vez”
de José María Gómez Gómez
46. Puente de San Martín y San Juan de los Reyes Puente de Alcántara y Castillo de San Servando
48. Cuando el atardecer entra en los puentes,
ahondados de penumbras y de espejos,
el río es un tizón incandescente,
un fluir de luciérnagas acuáticas…
Puente San Martín
Foto: Jean Laurent, 1858-74
49. Hubo un tiempo feliz en que Toledo
era un rumor de gentes en las calles,
con sabor de intrahistoria milenaria,
de pueblo labrador y castellano.
La cantinela de los viejos carros
de mulas era música entrañable
y las mujeres en Zocodover
improvisaban tiendas y mercados,
y ofrecían sus frutos en el suelo
sobre una simple manta o en un cesto…
Tropeles de asnos de los azacanes
acarreaban agua desde el río…
y no faltaba el vendedor de loza
con su burro adornado con borlones
y aparejos de color, portando
aguaderas cargadas de cacharros,
platos, botijos, orzas y lebrillos.
Eran los años de la fiel pobreza,
la honorable pobreza de Toledo,
que contrastaba con la reciedumbre
de su historia y de sus monumentos,
testigos por entonces silenciosos
del abandono y de la decadencia.
Puente de Alcántara