1. Rafael Carranza Jaramillo los niños héroes historia
Los hechos
Ciudad de México, 12 de septiembre de 1847. 06:00 a.m. En otras circunstancias, hubiese sido una
plácida mañana en Ciudad de México y sus alrededores. Ver el amanecer reflejado en el lago de
Xochimilco, la gente dirigirse a su centro de trabajo o a su faena de campo a las afueras de la
ciudad, las mujeres en el mercado comprando lo necesario para abastecer la cocina. Todo el mundo
protegiéndose de un clima templado, gracias a los 2.240 metros sobre el nivel del mar donde está
situada la ciudad.
Desgraciadamente, el ambiente no estaba para romanticismos. La guerra borra toda ilusión de
tranquilidad.
Hasta ese día de septiembre, la guerra entre Estados Unidos y México, librada en 1846, arrojaba un
impresionante balance negativo para los defensores. No se había registrado una sola victoria
mexicana, aunque estuvieron a punto de lograrlo en la batalla de Buena Vista (febrero de 1847). El
noreste de México estaba ocupado por los estadounidenses; el noroeste (California) ya había sido
controlado por la Marina estadounidense desde finales de 1846.
Para empeorar la situación de los defensores, el general Winfield Scott sitió Veracruz por mar
durante 12 días en marzo de 1847, con lo que desembarcaron 12.000 hombres para dirigirse a la
capital mexicana. Luego, siguió una cadena de derrotas consecutivas: Cerro Gordo, Churubusco y
Molino del Rey. Después de esta última batalla, librada el 8 de septiembre, las tropas
estadounidenses ya estaban a las puertas de Ciudad de México.
Sólo les quedaba un obstáculo.
Construido a finales del siglo XVIII, el Castillo de Chapultepec está enclavado sobre el cerro del
mismo nombre (que significa cerro del saltamontes, en nahuátl), y está rodeado de un bosque de
pinos, cedros, cipreses y ahuehuetes, algunos de estos últimos milenarios. Está situado a 5 ½ Km.
del Zócalo. El cerro se eleva a 57 metros sobre el nivel de la ciudad, y en algunos sitios es un peñón
escarpado, casi perpendicular. La situación del Castillo (en la cumbre del cerro) les daba a los
defensores un excelente puesto de observación, pero esto convertía al castillo en blanco fácil para
un bombardeo de artillería.
El castillo era entonces la sede del Colegio Militar. Los cadetes que eran instruidos allí estaban alerta
ante la cercanía del invasor. Asimismo, estaba el Batallón de San Blas, comandado por el teniente
coronel Felipe Santiago Xicoténcatl, que contaba con 600 hombres. Entre todos, cadetes y soldados
regulares, conformaban una menguada defensa de 832 hombres, todos organizados para la defensa
del castillo, cuya responsabilidad recaía sobre el general Nicolás Bravo y sobre el general José
Mariano Monterde, director del Colegio.
Por su parte, Scott venía con sus 12.000 soldados apenas menguados por las batallas, aunque
algunos de ellos habían sufrido los embates de la fiebre amarilla. Traían varios prisioneros,
especialmente varios soldados del célebre Batallón de San Patricio que habían sobrevivido a la
batalla de Chrurubusco.
Al amanecer del 12 de septiembre, la artillería estadounidense comenzó a disparar su carga de fuego
contra el Castillo. Los cañones resonaron durante todo el día, hasta que el bombardeo cesó al caer la
tarde. El día siguiente, 13 de septiembre, amaneció con la reanudación del bombardeo del día
anterior. Sin embargo, los cañones cesaron de rugir a las 8 de la mañana. Scott había dado la orden
de atacar a la infantería.
Scott planteó el ataque por dos frentes: por el este, con tropas de la 3° División al mando del
Brigadier General Gideon Pillow, y por el suroeste, con soldados de la 4° División, comandados por el
Brigadier General John Quitman. Ambas columnas tenían un mismo objetivo, que era tomar el
Castillo y rendirlo.
Para ello, debían escalar el cerro que estaba ante ellos. Afortunadamente para los atacantes, el cerro
no era muy alto. Sin embargo, el fuego de la infantería mexicana les hizo comprender que subir la
cuesta no les sería fácil. En el avance, Pillow es herido en la pierna derecha, sin embargo ordena a
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su segundo tomar el mando y a sus hombres les conmina a seguir avanzando. Las tropas
estadounidenses continúan la ardua marcha hacia la cima. En poco tiempo, ya están a los pies del
baluarte. Han despedazado al Batallón de San Blas y han muerto la mayoría de sus integrantes,
entre ellos el teniente coronel Xicoténcatl (quien fue ascendido a coronel post-mortem por su
valiente actuación). El resto se ha replegada al castillo.
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