2. Puedo, pero no puedo.
Puedo vivir sin tu sonrisa
iluminada
y sin el sabor de tu dulce boca.
Puedo vivir sin tu voz
cantante
y sin el agudo timbre de tus cuerdas vocales.
Puedo vivir sin tus manos
curativas
y sin el suave tacto de tus caricias.
Puedo vivir sin tu cuerpo
esbelto
y sin su tacto sedoso
o el embriagador aroma de tu piel.
Y así seguiría enumerando,
porque sé que
hasta puedo vivir sin los abrazos de nuestros dos torsos desnudos,
que unidos a la vez crean una forma nueva en el espacio de tu dormitorio.
Y puedo vivir, porque lo sé,
sin las cosquillas que me regalabas en mis caderas con tus bellos dedos.
Y así seguiría enumerando,
porque sé que
hasta puedo vivir sin los encuentros
de nuestros dos cuerpos vestidos, que unidos a la vez crean una composición nueva
en el espacio de una calle de esta isla.
Y es que puedo vivir, porque lo sé,
sin las visitas que me regalabas o con tus visitas y yo de tu presencia no saberlo.
Pero no puedo vivir sin tus palabras sabias
que me liberan.
Pero no puedo vivir sin tus conocimientos firmes
que me elevan.
Ni mucho menos, eso sí que yo no puedo,
ni tampoco quiero,
vivir sin tu amistad que me hace sentir viva
y de mi hace un ser completo.
Y como puedo, pero no puedo,
ni tampoco quiero.
Aquí, por amplios momentos,
vivo,
sin tu saberlo,
acompañada de ti
porque tengo un liberador recurso:
te pienso.