El documento describe dos ejemplos de mise en abyme en obras literarias. En Las mil y una noches, Sherezade cuenta la historia de Las mil y una noches dentro de la historia, creando una estructura narrativa infinita. En Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, el personaje Juan Arcadio Buendía sueña que atraviesa una sucesión infinita de cuartos idénticos a través de las puertas. Estos ejemplos ilustran la técnica narrativa de la mise en abyme, donde una historia se inclu
1. Mise en abyme. De este modo podemos encontrar en Las mil y una noches como en una
de tantas noches Sherezade elige como cuento para contarle al Sultán la
En su descripción del Aleph Borges nos dice que dentro de este se propia historia de Las mil y una noches en la que podemos prever que
puede ver entre otras cosas el Planeta Tierra dentro del cual cuando llegue a la noche en que le cuenta la propia historia de Las mil y
-obviamente- volverá a encontrarse otra vez el propio Aleph en una noches deberá de nuevo retomar la historia que volverá a incluirse a
cuyo interior, en consecuencia, podemos volver a hallar de nuevo el si misma de forma eterna.
Aleph y así sucesivamente de forma indefinida. Hay en Cien años de soledad de Gabriel García Marquez una imagen
Este fenómeno que se asemeja a una infinita concatenación de cajas similar. Uno de sus personajes, Juan Arcadio Buendía, sueña que se
chinas o matrioskas conforma una suerte de técnica narrativa levanta de la cama y al salir por la puerta se encuentra con una cuarto
llamada en francés Mise en Abyme que puede ser traducida exacto al suyo que da a su vez a otro igual y así infinitamente. De este
literalmente al español como "puesta en abismo". Esta es aplicada a modo transita en un sueño una sucesión indefinida de cuartos idénticos
la literatura para hacer referencia a las historias insertadas dentro de de los que tan solo regresará cuando despierte.
otras historias, pero aquí trataremos principalmente aquellas cuya
sucesión tienda a infinito o, al menos, apunte a ese fenómeno de “Cuando estaba solo, José Arcadio Buendía se consolaba con el
abismación. sueño de los cuartos infinitos. Soñaba que se levantaba de la
cama, abría la puerta y pasaba a otro cuarto igual, cuya puerta
abría para pasar a otro exactamente igual, con la misma cama de
cabecera de hierro forjado, el mismo sillón de mimbre y el mismo
cuadrito de la Virgen de los Remedios en la pared del fondo. De
ese cuarto pasaba a otro exactamente igual, cuya puerta abría
para pasar a otro exactamente igual, y luego a otro exactamente
igual hasta el infinito. Le gustaba irse de cuarto en cuarto, como
en una galería de espejos paralelos, hasta que Prudencio Aguilar
le tocaba el hombro. Entonces regresaba de cuarto en cuarto,
despertando hacia atrás, recorriendo el camino inverso, y
encontraba a Prudencio Aguilar, en el cuarto de la realidad. Pero
una noche, dos semanas después de que lo llevaron a la cama,
Prudencio Aguilar le tocó el hombro en un cuarto intermedio, y él
se quedó allí para siempre, creyendo que era el cuarto real”.