En el futuro del año 2161, las personas dejan de envejecer a los 25 años y sólo tienen un año más de vida a menos que obtengan más tiempo trabajando o robando de otros. Aquellos con más tiempo pueden vivir más, mientras que los pobres luchan constantemente por sobrevivir. La película explora las divisiones de clase y los efectos psicológicos de un sistema donde el tiempo es literalmente dinero.
1. EL PRECIO DEL MAÑANA (IN TIME)
Película de ciencia ficción y suspenso escrita y dirigida por Andrew Niccol y protagonizada por
Amanda Seyfried (Silvia Weis), Justin Timberlake (Will Salas), en la que nos muestra de una manera
singular como el sistema de vida toma un giro para el año 2161, en el cual el gen del
envejecimiento humano ha sido desactivado, por lo que al cumplir los veinticinco años, las
personas dejan de envejecer, pero sólo tienen un año más de vida, al pasar ese año, mueren de un
ataque cardíaco a menos que logren obtener tiempo y recarguen con él sus relojes de vida, que
llevan como un reloj digital en sus antebrazos izquierdos y que marca la cuenta regresiva de sus
vidas pues si no lo hacen mueren de un paro cardiaco.
La trama se desenvuelve bajo circunstancias que bien se las puede relacionar a fenómenos
socioculturales propios de la realidad actual y de las grandes urbes de hoy, como aspecto implícito
al estudio del urbanismo, en donde el sistema económico en la película es el tiempo ya no el
dinero como hoy, pues las personas “comunes” deben trabajar para obtener algo de tiempo para
sobrevivir mientras que los potentados son los que más tiempo tienen en sus relojes, pero pese a
poder vivir más tiempo se produce un desgaste mental en muchas personas pues al fin de cuentas
no se cumple el proceso lógico del ciclo de vida, de igual forma se sigue manteniendo la ley del
más fuerte o en este caso y como hoy también se da, el que más tiene pues al igual que hoy la
división de las clases sociales marca la diferencia en las facilidades de vida, y en la vida misma pues
son los que de alguna u otra manera buscan vivir para siempre y las mejores facilidades hasta en
los espacios urbanos privilegiados como New Grenwich, dotada de vialidad, servicios y espacios
verdes grandiosos y hasta soberbios con una realidad opuestamente crítica y deprimente pues
por otro lado están los tugurios o en este caso los guetos, en donde no existe intervenciones que
mejoren las condiciones de vida de sus habitantes, sino que al contrario son segregados hasta con
la generación de una norma legal y de hábitos, pero que al igual que hoy uno y otro no permiten
una convivencia en comunidad, sino el individualismo característica propia de las grandes ciudades
en donde todos son extraños, donde hay una zonificación determinada por las condiciones
socioeconómicas y culturales, pero que en cualquiera de ambos lados en esencia y lo más
importante es saber vivir pues el tiempo al fin de cuentas resulta ser único, en cualquiera de los
modos de vida.
Como conclusión está el hecho de que esa opresión a veces autogenerada desemboca
ocasionalmente en reacciones negativas que buscan satisfacer necesidades lógicas de las personas
de siempre querer ser o tener algo más, o al menos querer vivir mejor, y no por un egoísmo
marcado en una sociedad injusta sino porque tal vez existe una mayor conciencia de comunidad,
en cierta medida algo más solidaria y comprensiva, pero la equidad debería ser generada desde la
parte que norma las relaciones de convivencia y no lo contrario, es decir que motive la
segregación o el individualismo en la ciudad o en sus diferentes espacios, sino que al menos las
aéreas para el disfrute de las personas deben ser hechas para todos de tal modo que se pueda
lograr una integralidad escasa en estos tiempos que en poco difiere del verdadero mensaje de la
película.