Este documento presenta 3 razones para rechazar el evangelio de la prosperidad. 1) Abusa de la Palabra de Dios al ignorar pasajes contrarios y leerla al revés. 2) Roba la alabanza dirigida a Dios al motivar las acciones por prosperidad personal. 3) No es una buena noticia porque no prepara para la vida ni la eternidad y motiva a conformarse con lo temporal en lugar de lo eterno.
1. Grupos religiosos que veremos en el curso
0. Introducción al Curso
1. Iglesia Católica Apostólica Romana
2. Testigos de Jehová
3. Mormones
4. Adventistas del 7mo día* /
1. 4.1 similitudes Adventistas-Testigos-Mormones
5. Los Pentecostales
6. Movimiento Misionero Mundial
1. 3 razones para rechazar el evangelio de la prosperidad
7. Israelitas del nuevo pacto universal
8. Iglesia de Dios Madre
9. Los Mahikari
3. Los maestros de la prosperidad leen la Biblia al revés cuando
prometen la sombra de la prosperidad material temporal en
lugar de la realidad de la prosperidad espiritual eterna en
Jesús.
El evangelio de la prosperidad es una etiqueta que se utiliza
para describir la popular enseñanza de que los cristianos que
ponen su fe en Dios y sus promesas recibirán prosperidad en
sus finanzas, salud, y cumplirán sus objetivos de vida.
4. Millones de personas —incluyéndome a mí durante varios
años en mi vida cristiana— han sido atraídos a esta
enseñanza. Y no es sorpresa. Escuchar que el Señor del
universo está comprometido en cumplir cada uno de nuestros
deseos (convirtiéndonos así en señores de nuestro universo)
suena como evangelio (“buenas nuevas”). Sin embargo, la
verdad es que el evangelio de la prosperidad es todo menos
evangelio. Es exactamente lo opuesto a las buenas nuevas, y
todo cristiano debería rechazarlo por al menos tres razones.
5. 1. El evangelio de la prosperidad abusa
de la Palabra de Dios.
Los predicadores de prosperidad solo pueden presentar su
“evangelio” torciendo las Escrituras para que parezca que digan
cosas que no dicen. Lo hacen de muchas maneras, pero dos
estrategias prominentes son ignorar la evidencia contraria y leer la
Biblia al revés.
Aquellos que promueven el evangelio de la prosperidad tienden a
ignorar la evidencia contraria. Nos apuntarán a la prosperidad de
Salomón mientras ignoran la conclusión del mismo Salomón de
que la prosperidad material no vale nada (Ec. 2:11), o harán
referencia a las riquezas de Abraham mientras ignoran los muchos
pasajes que mencionan la extrema pobreza de Jesús y sus
apóstoles (Lc. 2:24, 9:58; 1 Co. 4:11-13) y la promesa de que los
cristianos del futuro deberían esperar persecución (2 Ti. 3:12).
6. Los predicadores de la prosperidad también tienden a leer la Biblia al
revés, interpretando el Nuevo Testamento a la luz del Antiguo
Testamento. En otras palabras, utilizan pasajes del Antiguo Testamento
como las llaves que abren el verdadero significado del Nuevo
Testamento. Aunque esto podría parecer tener sentido
cronológicamente, teológicamente no tiene sentido. Jesús nos enseña a
hacer exactamente lo contrario.
En Lucas 24:5-27, Jesús explica que Él es la clave que revela el verdadero
significado del Antiguo Testamento. Él y sus apóstoles modelan esta
forma de abordar las Escrituras a través del Nuevo Testamento,
revelando a Jesús como el verdadero día de reposo (Heb 4:1-11), el
verdadero templo (Jn. 2:21), el verdadero sacrificio (Heb. 9:11-28), el
verdadero Israel (Jn 15:1; cp. Sal. 80), etcétera. Estas sombras (así se les
llama en Heb. 8:5, 10:1) físicas en el Antiguo Testamento hallan su
cumplimiento espiritual verdadero en Cristo (Col. 2:16-17).
7. De la misma manera, la prosperidad material del Antiguo
Testamento no es el cumplimiento de las promesas de Dios,
sino una sombra de sus promesas que se cumplen
completamente en la persona de Cristo. Efesios 1:3 promete
que los cristianos poseen ahora mismo “toda bendición
espiritual” en Cristo. El contexto revela que esas bendiciones
incluyen la adopción como hijos, el perdón de pecados, el
sello y poder del Espíritu Santo, vida nueva, y mucho más. Los
maestros de la prosperidad leen la Biblia al revés cuando nos
prometen la sombra de la prosperidad material temporal en
lugar de la realidad de la prosperidad espiritual eterna en
Jesús.
8. 2. El evangelio de la prosperidad roba la
alabanza.
Es cierto que el evangelio de la prosperidad nos llama a hacer
buenas cosas, como dar financieramente a la iglesia, orar, y tener fe
en las promesas de Dios. Desafortunadamente, también te llama a
hacer esas cosas buenas por razones muy malas.
La motivación central de cada una de esas acciones es la adoración
al yo y el avance de nuestro propio reino en lugar de la adoración
al Dios trino y el avance de su reino. No se nos dice que las
hagamos porque amamos a Dios o porque Él es digno de estas
cosas; se nos dice que las hagamos para que podamos obtener
prosperidad material para nosotros.
9. De esta manera, el evangelio de la prosperidad le roba a Dios
nuestra alabanza dirigida a Él. Aunque Él no necesita nuestra
alabanza, la merece ricamente (Ro. 11:33-36). También, el evangelio
de la prosperidad nos roba a nosotros de nuestra alabanza dirigida
a Dios. Aunque Dios no necesita que le adoremos, nosotros
necesitamos muchísimo adorar a Dios. Cuando no vivimos como sus
adoradores vivimos como sus enemigos, y eso no termina bien para
nosotros (Stg. 4:4-5).
10. 3. El evangelio de la prosperidad no son
buenas nuevas.
Por maravilloso que suene en la superficie, el evangelio de la
prosperidad no es una buena noticia. No te prepara para la vida,
no te prepara para la eternidad, y te motiva a conformarte con
unas pocas cosas bonitas cuando puedes tener todas las cosas
gloriosas.
El evangelio de la prosperidad no puede equiparte para la vida.
Cuando enfrentas problemas financieros, de salud, o de la vida, la
única respuesta que el evangelio de la prosperidad puede ofrecerte
es “ten más fe”. Además de ser trillado e inútil, este consejo pone
tu salvación en tus débiles manos en lugar de ponerlas en las
manos todopoderosas de Dios, y frecuentemente lo hace durante
los tiempos de sufrimiento, cuando la fe es más difícil de obtener.
11. Por otro lado, el verdadero evangelio es una buena noticia
porque ofrece un sinnúmero de recursos para tu sufrimiento,
incluyendo a un Sumo Sacerdote que ora por ti (Heb. 4:14),
que tiene compasión de tus luchas (Heb. 4:15), que te ha
rescatado del juicio de Dios (Ro. 3:21-25), y que promete
darte todo lo que necesitas —incluyendo fe— y nunca dejarte
(Fil. 4:19; Heb. 13:5).
12. De la misma manera, el evangelio de la prosperidad no puede
equiparte para la eternidad, pues enfoca tus ojos y energía
solo en lo que puedes obtener y experimentar aquí y ahora. Al
hacerlo, virtualmente garantiza que no estarás preparado para
la eternidad. Ese es el punto de Jesús en Mateo 10:39: “El que
se aferre a su propia vida, la perderá, y el que renuncie a su
propia vida por mi causa, la encontrará” (NVI). Los únicos
cristianos que son capaces de permanecer delante de Dios en
el día del juicio son aquellos que están vestidos del lino fino
de la justicia de Cristo y la suya (Ap. 19:8). Estar vestido del
lino fino de tu diseñador favorito no te servirá de nada en ese
día.
13. Y lo peor de todo, el evangelio de la prosperidad te motiva a
intercambiar todas las cosas gloriosas que Dios te ofrece por
unas pocas cosas bonitas que el mundo te ofrece. Le enseña a
tu corazón a conformarse con un bonito auto, casa, o factura
médica cuando pudiera tener al glorioso Señor del cosmos
que sostiene todas las cosas con la Palabra de su poder. ¿No
es un trato mortal con el diablo estar dispuestos a dejar lo
que es más valioso y le costó la vida al mismísimo Hijo de
Dios por aquello que es común y cuesta nada más que unos
cuantos miles de dólares?