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TABLA DE CONTENIDOS


       1. HAGA CLIC EN LA POSICIÓN EN LA QUE DESEE INSERTAR LA TABLA DE

           CONTENIDO.


       2. EN EL MENÚ INSERTAR, ELIJA REFERENCIA Y HAGA CLIC EN ÍNDICES Y TABLAS.


       3. HAGA CLIC EN LA FICHA TABLA DE CONTENIDO.


       4. PARA UTILIZAR UNO DE LOS DISEÑOS DISPONIBLES, HAGA CLIC EN UN

           DISEÑO EN EL CUADRO FORMATOS.


       5. SELECCIONE LAS DEMÁS OPCIONES DE TABLA DE CONTENIDO QUE DESEE.




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ARQUITECTURA                           3

1 INTRODUCCIÓN                            3
2 MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN              3
3 CONSTRUCCIÓN                            5
4 HISTORIA DE LA ARQUITECTURA             7
4.1 ARQUITECTURA ORIENTAL                 7
4.1.1 India y el Sureste asiático         7
4.1.2 China y Japón                       8
4.2 ARQUITECTURA PRECOLOMBINA             8
4.2.1 Arquitectura mesoamericana          8
4.2.2 Arquitectura centro andina         10
4.3 ARQUITECTURA OCCIDENTAL              10
4.3.1 Mesopotamia                        11
4.3.2 Egipto                             11
4.3.3 Arquitectura creto-micénica        12
4.3.4 Arquitectura griega                12
4.3.5 Arquitectura romana                13
4.3.6 Arquitectura paleocristiana        13
4.3.7 Arquitectura bizantina             14
4.3.8 Arquitectura prerrománica          15
4.3.9 Arquitectura románica              16
4.3.10 Arquitectura gótica               17
4.3.11 Arquitectura islámica             19
4.3.12 Arquitectura renacentista         20
4.3.13 Arquitectura barroca              20
4.3.14 Arquitectura neoclasicista        20
4.3.15 La arquitectura del hierro        21
4.3.16 Eclecticismo                      22
4.3.17 Arquitectura modernista           22
4.3.18 El rascacielos                    23
4.3.19 El hormigón armado                23
4.3.20 El movimiento moderno             24
4.3.21 El International Style            25
4.3.22 Arquitectura posmoderna           26




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ARQUITECTURA




1 INTRODUCCIÓN



Arquitectura, arte o ciencia de proyectar y construir edificios perdurables. Sigue determinadas
reglas, con objeto de crear obras adecuadas a su propósito, agradables a la vista y capaces de
provocar un placer estético.

El tratadista romano Vitrubio fijó en el siglo I a.C. las tres condiciones básicas de la arquitectura:
Firmitas, Utilitas, Venustas (resistencia, funcionalidad y belleza). La arquitectura se ha
materializado según diferentes estilos a lo largo de la historia: gótico, barroco y neoclásico, entre
otros. También se puede clasificar de acuerdo a un estilo más o menos homogéneo, asociado a
una cultura o periodo histórico determinado: arquitectura griega, romana, egipcia. El estilo
arquitectónico refleja unos determinados valores o necesidades sociales, independientemente de
la obra que se construya (casas, fábricas, hoteles, aeropuertos o iglesias). En cualquier caso, la
arquitectura no depende sólo del gusto o de los cánones estéticos, sino que tiene en cuenta una
serie de cuestiones prácticas, estrechamente relacionadas entre sí: la elección de los materiales y
su puesta en obra, la disposición estructural de las cargas y el precepto fundamental del uso al que
esté destinado el edificio.

La arquitectura vernácula, de la que no trata este artículo, se caracteriza por no seguir ningún
estilo específico, ni estar proyectada por un especialista, sino que se construye directamente por
los artesanos y normalmente utiliza los materiales disponibles en la zona.

2 MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN


La existencia de un material natural está estrechamente relacionada con la invención de las
herramientas para su explotación y determina las formas constructivas. Por ejemplo, la carpintería



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de madera apareció en las diferentes áreas boscosas del planeta, y la madera sigue siendo,
aunque su uso esté en declive, un material de construcción importante en esas áreas.

En otras zonas, las piedras naturales se utilizaron en los monumentos más representativos debido
a su permanencia y a su resistencia al fuego. Dado que la piedra se puede tallar, la escultura se
integró fácilmente con la arquitectura. El empleo de piedras naturales en la construcción está en
decadencia, debido a su elevado precio y a su complicada puesta en obra. En su lugar se utilizan
piedras artificiales, como el hormigón y el vidrio plano, o materiales más ligeros, como el hierro o
el hormigón pretensado, entre otros.

En las regiones donde escaseaban la piedra y la madera se usó la tierra como material de
construcción. Aparecen así el tapial y el adobe: el primero consiste en un muro de tierra o barro
apisonado y el segundo es un bloque constructivo hecho de barro y paja, y secado al sol.
Posteriormente aparecen el ladrillo y otros productos cerámicos, basados en la cocción de piezas
de arcilla en un horno, con más resistencia que el adobe.

Por tanto, las culturas primitivas utilizaron los productos de su entorno e inventaron utensilios,
técnicas de explotación y tecnologías constructivas para poderlos utilizar como materiales de
edificación. Su legado sirvió de base para desarrollar los modernos métodos industriales.

La construcción con piedra, ladrillo y otros materiales se llama albañilería. Estos elementos se
pueden trabar sólo con el efecto de la gravedad (a hueso), o mediante juntas de mortero, pasta
compuesta por arena y cal (u otro aglutinante). Los romanos descubrieron un cemento natural
que, combinado con algunas sustancias inertes (arena y piedras de pequeño tamaño), se conoce
como argamasa. Las obras construidas con este material se cubrían posteriormente con mármoles
o estucos para obtener un acabado más aparente. En el siglo XIX se inventó el cemento Portland,
que es completamente impermeable y constituye la base para el moderno hormigón.

Otro de los inventos del siglo XIX fue la producción industrial de acero; los hornos de laminación
producían vigas de hierro mucho más resistentes que las tradicionales de madera. Es más, los
redondos o varillas de hierro se podían introducir en la masa fresca de hormigón, aumentando al
fraguar la capacidad de este material, dado que añadían a su considerable resistencia a
compresión la excepcional resistencia del acero a tracción. Aparece así el hormigón armado, que
ha revolucionado la construcción del siglo XX por dos razones: la rapidez y comodidad de su
puesta en obra y las posibilidades formales que ofrece, dado que es un material plástico. Por otra
parte, la aparición del aluminio y sus tratamientos superficiales, especialmente el anodizado, han
popularizado el uso de un material extremadamente ligero que no necesita mantenimiento. El
vidrio se conoce desde la antigüedad y las vidrieras son uno de los elementos característicos de la
arquitectura gótica. Sin embargo, su calidad y transparencia se han acrecentado gracias a los
procesos industriales, que han permitido la fabricación de vidrio plano en grandes dimensiones
capaces de iluminar grandes espacios con luz natural.




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3 CONSTRUCCIÓN




Cuando los materiales se disponen en vertical y todas las cargas trabajan a compresión, la
estructura es bastante estable, como en el caso de los muros. El mayor problema aparece al cubrir
un espacio creado entre dos muros. Las dos soluciones básicas son el sistema adintelado
(compuesto por columnas, pilares y dinteles o vigas) y el sistema abovedado (a base de pilares,
muros, arcos y bóvedas o sus derivadas, las cúpulas). En el sistema adintelado, los dinteles o las
vigas se colocan en horizontal, apoyados sobre pilares y columnas; a su vez, encima de las vigas
descansan otras estructuras (cubiertas y forjados, entre otras) que reciben al tejado o sirven de
base para el suelo del piso siguiente. En el sistema abovedado, por el contrario, los elementos
estructurales son curvos en lugar de rectos. El muro se abre mediante arcadas, formadas por
hileras de arcos sobre pilares o columnas; para la cubierta se emplea la bóveda de cañón, que se
genera por la proyección horizontal de un arco; y si es necesario cubrir grandes espacios de
simetría central se utiliza la cúpula semiesférica o de media naranja, creada a partir de la rotación
de un arco sobre su centro.

El sistema adintelado se puede llevar a cabo con numerosos materiales, pero las piezas
horizontales han de trabajar a flexión, es decir, deben absorber esfuerzos de compresión en la
parte superior y de tracción en la inferior. Las vigas, por tanto, suelen ser de madera, hierro u
hormigón armado. Los materiales pétreos (naturales o artificiales) son poco apropiados, puesto
que resisten mal las tensiones de tracción; para utilizarlos como elementos horizontales han de
tener un canto y un peso muchos mayores. En los arcos y bóvedas, sin embargo, todos los
elementos trabajan a compresión, de modo que siguiendo este sistema se pueden cubrir grandes
espacios con piedra, ladrillo, argamasa u hormigón. Las bóvedas, en cualquier caso, generan una
serie de tensiones laterales que deben ser contrarrestadas con estribos o contrafuertes.

Otros elementos importantes en los sistemas de cubiertas son las estructuras (de madera u otros
materiales), que sirven para salvar mayores luces estructurales con un peso mucho menor que el
de una viga convencional. Las estructuras pueden ser de madera (llamadas también cuchillos), o
de acero (en forma de perfiles abiertos o tubos), que se conocen con el nombre de cerchas.
Pueden tomar cualquier forma, ya que se basan en la subdivisión de la estructura en triángulos.
Esta figura elemental, compuesta por la unión de tres segmentos unidos por sus extremos, puede
extenderse hasta el infinito por el principio de la triangulación. Para fabricarla, basta con atar
mediante una viga riostra otras dos vigas dispuestas en ángulo. Cada uno de estos triángulos está


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sometido a sus propios esfuerzos de tracción y compresión. En el siglo XVIII, los matemáticos
aprendieron a aplicar sus conocimientos al estudio de las estructuras, haciendo posible calcular las
tensiones exactas que se producen en cualquier situación. Así se inició el desarrollo de las
armaduras espaciales, que pueden ser simples cerchas planas o complejos entramados reticulares
tridimensionales.

Durante el siglo XIX, la ingeniería acomete una gran cantidad de obras de gran tamaño, como
puentes, diques y túneles. Para ello se hace imprescindible un avance científico en la edificación,
como el cálculo de estructuras o la resistencia de materiales. En la actualidad se pueden cubrir
espacios mediante estructuras colgantes que trabajan a tracción (al contrario de las bóvedas,
donde todos los elementos trabajan a compresión), o con estructuras neumáticas, cuyas
superficies se sustentan por medio de aire a presión. Los cálculos se hacen particularmente
complejos cuando se trata de estructuras elevadas, debido a que la presión del viento o el riesgo
de movimientos sísmicos pasan a ser factores más importantes que la propia gravedad.

La arquitectura también debe ocuparse del equipamiento interno de los edificios y sus
instalaciones. En las últimas décadas se han inventado complejos sistemas de acondicionamiento,
instalaciones eléctricas y sanitarias, prevención de incendios, iluminación artificial, elementos de
circulación (como pasillos, escaleras mecánicas o ascensores hidráulicos). Desde hace poco tiempo
se puede utilizar la informática para controlar todos estos sistemas, dando lugar a lo que se
conoce como edificio inteligente. Todo esto ha supuesto un incremento de las expectativas de
bienestar, pero también de los costes de la construcción.

A través de la historia se reconocen una serie de leitmotiv que han generado diferentes tipologías
constructivas. Así, las obras más conmovedoras de la arquitectura —templos, iglesias, catedrales y
mezquitas— nacen de motivaciones religiosas, y sirven para crear un lugar propicio al diálogo con
Dios, o bien para adoctrinar a los fieles, o para que éstos celebren sus rituales sagrados. Otro de
los móviles ha sido el sentimiento de seguridad: las estructuras más duraderas se construían como
elementos defensivos, como las murallas o los castillos.

Uno de los motivos que más ha impulsado a la arquitectura a lo largo de la historia ha sido el
deseo de ostentación: edificios que sean el orgullo de un pueblo, que reflejen el estatus personal o
colectivo, o palacios para reyes y emperadores, construidos como símbolos de su poder. En
general, las clases privilegiadas siempre han sido mecenas de arquitectos, artistas o artesanos, y
sus encargos se han convertido, a veces, en el mejor legado artístico de su época. En la actualidad,
su labor la desempeñan las grandes multinacionales, los gobiernos y las universidades, que llevan
a cabo su función de una forma menos personalista.

La complejidad de la vida moderna ha provocado la proliferación de tipologías constructivas. En
nuestros días, la arquitectura occidental está especialmente dedicada al diseño de viviendas
colectivas, edificios de oficinas, centros comerciales, supermercados, escuelas, universidades,
hospitales, aeropuertos, hoteles y complejos turísticos. En cualquier caso, el proyecto de un
edificio nunca se realiza de forma aislada, sino prestando especial atención a sus interacciones con
el entorno. Tanto los arquitectos como sus clientes están concienciados de este problema y se
sirven del urbanismo para evitar impactos negativos sobre las zonas antiguas de las ciudades.




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4 HISTORIA DE LA ARQUITECTURA




Los orígenes de la arquitectura se pierden junto con los del ser humano y sólo se conocen por las
escasas huellas que resisten el paso del tiempo. Sin embargo, es indudable que en la prehistoria el
hombre empleó las artes constructivas no sólo con fines funcionales, sino también simbólicos.
Prueba de ello son los numerosos restos de monumentos funerarios, cavernas artificiales o
recintos conmemorativos. Utilizando de nuevo el paralelismo con la historia de la humanidad, se
podría considerar que la historia de la arquitectura se remonta a los restos conservados del
lenguaje arquitectónico, es decir, compositivo. Así, se puede datar su inicio asociado al desarrollo
de las primeras ciudades mesopotámicas.

Para comprender mejor el curso histórico de la arquitectura se ha dividido su estudio en tres
grandes áreas cuya evolución ha sido relativamente independiente. Se trata de la arquitectura
oriental, la americana prehispánica y la occidental. Al margen de este estudio se queda la
arquitectura vernácula, que a menudo ha sido una fuente donde ha bebido la arquitectura culta,
pero cuyo desarrollo histórico es bastante restringido.

4.1 Arquitectura oriental


El concepto de arquitectura oriental es confuso y típicamente occidental. Sin embargo, resulta
bastante apropiado para englobar la arquitectura de una enorme zona geográfica que comprende
la India, Indochina, Indonesia, China y Japón. Durante mucho tiempo, las religiones y culturas de
esta parte del mundo se interrelacionan fuertemente, y con ellas van evolucionando las
arquitecturas que les son propias. Este periodo concluye con la colonización occidental (incluso en
Japón, donde la colonización fue tan sólo cultural), coincidiendo con la Revolución Industrial.

4.1.1 India y el Sureste asiático

El material constructivo típico de la arquitectura primitiva de la India es la piedra, labrada
profusamente de acuerdo con la imaginería tradicional hindú. Esta característica, unida a la
ausencia casi total de espacios estructurados, lleva a considerar estas obras como piezas
escultóricas antes que arquitectónicas.


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4.1.2 China y Japón

Entre las culturas japonesa y china se aprecian elementos comunes; sin embargo, sus
características generales son bastante diferentes. Concretamente la arquitectura de China es muy
diferente de la de Japón, tanto en la forma como en el espíritu que la alimenta.



4.2 Arquitectura precolombina




El 12 de octubre de 1492 Cristóbal Colón pisaba las tierras de América y se iniciaba así una política
de conquistas que destruyó gran cantidad de culturas autóctonas. Todas estas culturas —
colonizadas por España, Portugal e Inglaterra, principalmente— se conocen con el nombre de
precolombinas, y se puede decir que desaparecieron casi totalmente bajo el poder de los imperios
europeos. Las dos grandes áreas donde se desarrollaron las culturas más fértiles de América
fueron Mesoamérica —México, Honduras, Guatemala, Belice y El Salvador— y el centro de los
Andes —Perú, Bolivia y Ecuador. Por otra parte, las tribus nómadas del norte de América no
llegaron a realizar construcciones permanentes, aunque algunas civilizaciones más cercanas a los
focos culturales mesoamericanos, como los indios mokis o pueblo de Sonora, Arizona y Nuevo
México, construyeron con piedra y adobe. Estos pueblos indígenas americanos iniciaron su declive
hacia el año 1300 pero aún se conservan restos de sus arquitecturas rupestres y de algunos
poblados.


4.2.1 Arquitectura mesoamericana

Las dos tipologías más relevantes de la arquitectura mesoamericana fueron la pirámide y el juego
de pelota. La pirámide americana es diferente de la egipcia no sólo por su forma —escalonada y
truncada en su parte superior—, sino también por su función, que es la de acoger un santuario o

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templo en la meseta más elevada. Una práctica habitual era levantar las pirámides por capas, de
forma que se construía un edificio nuevo rodeando al antiguo cada 52 años, que era el ciclo
establecido para la renovación del mundo. El juego de pelota, que no era un deporte sino un
espectáculo ritual, solía estar relacionado con las pirámides y consistía en un espacio amurallado
de planta en doble T.

La cultura maya se extendía desde la península de Yucatán hasta Belice, Honduras y Guatemala, y
su periodo de mayor esplendor tuvo lugar entre los siglos IV y XI. Una de las primeras grandes
ciudades mayas es la de Tikal (Guatemala), de la que se conserva un enorme recinto sagrado
(siglos III-VIII) con numerosas pirámides. Sobre las plataformas de estas pirámides se elevan los
templos o santuarios, con un espacio interior cubierto por una falsa bóveda típica de la
arquitectura de esta civilización. Otro de los centros florecientes en la época clásica fue Copán
(Honduras), un centro de estudios astronómicos donde se conserva la monumental escalera de los
Jeroglíficos (mediados del siglo VIII), así como uno de los juegos de pelota más hermosos de la
civilización maya. El Palenque (llamado así por los españoles por ser un recinto amurallado) fue el
centro de esta cultura en México y su edificio más emblemático es el templo de las Inscripciones
(siglos VII-VIII), situado sobre una pirámide que, en este caso, contiene una cámara sepulcral. Ya
en el primer milenio de la era cristiana, el guerrero Kukulcán fundó la ciudad de Chichén Itzá sobre
la llanura de Yucatán. La arquitectura de esta ciudad tiene una enorme influencia de la zona que
está al norte de la capital mexicana, como muestran el templo de los Guerreros (siglos XI-XII) y la
pirámide del Castillo (siglos XI-XII), que siguen los modelos toltecas de la ciudad de Tula. Otros
edificios emblemáticos de Chichén Itzá son el Caracol (un observatorio astronómico al que se
accede a través de una escalera de caracol) y el famoso juego de pelota, flanqueado por unos
muros monumentales que están ricamente esculpidos. También en la península de Yucatán se
encuentra Uxmal, cuyo hermoso palacio del Gobernador (siglos VIII-IX), erigido sobre una meseta
artificial, muestra la maestría compositiva que se alcanzó en la etapa final del arte clásico maya.
Véase Arte y arquitectura mayas.

La llamada cultura de La Venta (1200-900 a.C.), probablemente relacionada con el pueblo olmeca,
parece haber sido una de las primeras y también la más influyente de todo el continente
americano. Su efecto se aprecia en las edificaciones de Monte Albán (siglos VI-VIII), una acrópolis
zapoteca sobre la ciudad de Oaxaca, o en el palacio de las Columnas (siglo XV) de Mitla, también
en Oaxaca, con sus espectaculares muros recubiertos de mosaicos. Otra de las civilizaciones
mesoamericanas interesantes es la de El Tajín, que ha legado su gran pirámide (siglo VII) de nichos
tallados sobre las paredes verticales. Sin embargo, la gran cultura clásica del centro de México fue
Teotihuacán, situada sobre la llanura noroeste de México-Tenochitlán. Su obra más fabulosa es la
gran pirámide del Sol, un edificio de 64 m de altura y 45.225 metros cuadrados de base, cuyo
conjunto completan la pirámide de la Luna y un área en terraplenes conocida como La Ciudadela.
Hacia el siglo VIII, la cultura teotihuacana sucumbió al empuje del pueblo tolteca que introdujo el
culto a la serpiente emplumada Quetzalcóatl, una imagen que representan a menudo en los
bajorrelieves de sus templos. La capital tolteca era Tula, donde se conserva la pirámide del templo
de la Estrella de la Mañana (c. 900), construida en cinco niveles de 2 m de altura. Un centro que
ejemplifica la transición de la época clásica a la tolteca es Xochicalco (casa de las flores), en el
actual estado de Morelos, México; su magnífico templo de Quetzalcóatl está adornado con
bajorrelieves y glifos. Por su parte, Tula fue destruida en el siglo XII por los chichimecas, que
heredaron las tradiciones artísticas teotihuacanas y toltecas, y construyeron la pirámide de
Tenayuca (siglos XIV-XV) en cinco capas superpuestas correspondientes a los ciclos de 52 años. La
arquitectura de los chichimecas puede dar una idea de la que produjeron los aztecas, que

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fundaron la gran Tenochitlán en 1325. En las excavaciones del templo Mayor, en pleno centro de
la ciudad de México, se ha descubierto una interesante infraestructura que permitió levantar el
centro ceremonial y político más importante de Mesoamérica en medio de un lago. Véase Arte y
arquitectura de Teotihuacán; Arte y arquitectura olmecas.

4.2.2 Arquitectura centro andina

A mediados del siglo XIV el Imperio inca consiguió dominar al resto de las culturas andinas, entre
las que destacaron las de Chavín, Mochica, Paracas, Nazca, Chimú, Huari y Tiahuanaco.

Entre las mejores obras realizadas por culturas preincaicas destacan el templo escalonado de
Chavín de Huantar, donde se aprecian afinidades con la cultura de La Venta, en México; la huaca
del Sol en Moche, una pirámide escalonada de ladrillos secados al sol; la Puerta del Sol en
Tiahuanaco, una puerta monolítica situada en un lugar sagrado similar al de Chavín de Huantar; la
huaca del Dragón (siglos XIV-XV) en Chan Chan (capital chimú cercana a la actual Trujillo),
construida en adobe como la mayoría de la arquitectura de la zona costera, y las chulpas, unas
pequeñas torres funerarias de base circular que aparecen en la cuenca del lago Titicaca.

Los incas se establecieron en Cuzco hacia el año 1100 y desde allí comenzaron su expansión
comenzando por los quechuas. Su arquitectura enlaza con las tradiciones de Chavín y Tiahuanaco,
como muestran las construcciones halladas en la fortaleza de Machu Picchu, situada a una altura
de 2.400 m bajo las faldas del Urubamba. Una de las características más originales de la primitiva
arquitectura inca es el ensamblaje a hueso de piedras ciclópeas, especialmente para la erección de
murallas como en Sacsahuamán (siglo XV), la fortaleza de Cuzco o en los seis monolitos graníticos
que cierran el templo de los Muertos de Ollantaytambo (siglo XV), sobre el valle del Urubamba. La
evolución del Imperio supuso el perfeccionamiento en el tallado de la piedra, como se aprecia en
las construcciones del Monte Dorado o Choquequilla (siglo XV), en el valle cercano a Cuzco de
Huaracondo. Véase Arte y arquitectura precolombina; Arte y arquitectura incas.

4.3 Arquitectura occidental


La cultura que hoy conocemos como occidental tuvo su origen en una serie de pueblos de la zona
oriental del mar Mediterráneo, que, con el devenir de la historia, fueron ampliando su influencia
hasta abarcar toda la costa de este mar. Más tarde fueron los grandes imperios, como el romano o
el macedónico, los encargados de extender su dominio por el mundo conocido. La invasión de los
pueblos bárbaros no hizo sino afianzar la cultura heredada, que a partir de entonces se conoce
como clásica, y se convierte en un canon o modelo a seguir. Los imperios coloniales han ido
imponiendo sus criterios al resto de los pueblos hasta nuestros días; en la actualidad, la cultura
occidental se extiende por todo el planeta, aunque en cada zona haya un cierto grado de mestizaje
con las culturas autóctonas.

En la evolución del mundo occidental hay una gran cantidad de caminos paralelos en distintas
zonas geográficas. Durante la edad media, tres imperios desarrollan simultáneamente lo que
podríamos conocer como cultura clásica: el bizantino en el Mediterráneo oriental, el islámico (con
diferentes centros de poder en Asia, África y el sur de Europa) y el carolingio en el centro de
Europa. Por otra parte, dos de las religiones más extendidas del mundo comparten su pertenencia


[Escriba texto]                                                                        Página 10
a esta cultura genérica: el cristianismo y el islam. Ambas tienen un origen común en la religión
judía y comparten la necesidad de apostolado, lo cual ha favorecido su expansión colonial.

4.3.1 Mesopotamia




Esta región, que coincide en su mayor parte con el actual Irak, estaba comprendida entre los ríos
Tigris y Éufrates. La ciudad asiria de Jorsabad, construida con ladrillos y adobe durante el reinado
de Sargón II (722-705 a.C.), se descubrió en 1842, y gracias a las excavaciones realizadas desde
entonces se conoce la mayor parte de su planta. Este descubrimiento supuso una base sólida para
el estudio de la arquitectura de Mesopotamia porque las antiguas ciudades de Babilonia y Ur no se
excavaron hasta finales del siglo XIX.

En la antigua arquitectura persa se observa la influencia de los griegos, con quienes los persas
mantuvieron una serie de enfrentamientos (las Guerras Médicas) en el siglo V a.C. De esta época
se ha conservado el gran recinto real de Persépolis (518-460 a.C.), construido por Darío el Grande,
y un gran número de tumbas excavadas en la roca, todas al norte de Shīrāz, en el actual Irán.

4.3.2 Egipto

La cultura urbana también fue próspera desde los primeros tiempos del antiguo Egipto. La
estabilidad política de este gran Estado se instauró por medio de una oligarquía defensora de las

Tradiciones. Sólo así, en un sistema político donde el poder se concentraba en torno al faraón y
sus sumos sacerdotes, y en una región rica en materiales pétreos (granito, piedras areniscas y
calizas), pudo llevarse a cabo la construcción de los monumentos más impresionantes del mundo
antiguo.

La obsesión de los gobernantes egipcios era edificar su propia tumba, más espléndida que la de su
predecesor. Antes de la IV Dinastía (que comienza c. 2680 a.C.), los enterramientos de los reyes de
Egipto se distinguían por medio de una mastaba, una construcción maciza de ladrillo, de planta
rectangular con los muros en talud. Ésta evolucionó hacia la pirámide escalonada y más tarde

[Escriba texto]                                                                          Página 11
hasta la definitiva pirámide de caras planas. Las pirámides mayores y mejor conservadas están en
el conjunto de Gizeh, cerca de El Cairo; entre ellas destacan la de Keops (construida c. 2570 a.C.) y
la de Kefrén (c. 2530 a.C.). Estos inmensos monumentos son la muestra del enorme poder que los
faraones ejercían sobre sus súbditos, así como de la fascinación de los arquitectos egipcios por las
formas geométricas. Por otra parte, el mismo gusto por la perfección de la forma abstracta
reaparece frecuentemente a través de la historia.

Los egipcios edificaron templos no como lugar de oración, sino para exhibir los ritos que cumplían
los que ocupaban el poder y excluir al resto de los mortales. Para ello construyeron los templos
dentro de recintos amurallados, con grandes vestíbulos repletos de columnas (salas hipóstilas) que
convierten el espacio exterior en interior, dado que a cierta distancia sólo se puede ver una masa
cerrada de piedra. Una sucesión lineal de espacios conducía hasta los recintos más sagrados. Así
nació el concepto de eje, que en los templos egipcios se extendía hacia el exterior a través de
avenidas de esfinges, dispuestas para acrecentar el espectáculo procesional de los participantes.
En estas construcciones se inicia el empleo monumental del sistema adintelado, con gruesas
columnas muy próximas entre sí, sosteniendo pesados dinteles.

Los templos mejor conocidos de Egipto están en la zona del Nilo medio, cerca de la antigua capital,
Tebas. Aquí se encuentran los templos de Luxor, Karnak y Dayr al-Bahari (siglos XV-XII a.C.), y Edfú
(siglo III a.C.). Véase Arte y arquitectura de Egipto; Templo.

4.3.3 Arquitectura creto-micénica

La arquitectura que se desarrolló en el territorio continental de la antigua Grecia y en las islas del
mar Egeo pertenece a una serie de culturas griegas, que precedieron a la llegada (c. 1000 a.C.) de
los pueblos jónicos y dóricos. La cultura minoica floreció en la isla de Creta (entre los años 3000-
1200 a.C.); su principal legado es el palacio laberíntico de Minos en Cnosos, cerca de la actual
Iraklion. En el Peloponeso, cerca de Argos, están los palacios-fortaleza de Micenas y Tirinto, y en
Asia Menor la ciudad de Troya —excavada en su totalidad por el arqueólogo alemán Heinrich
Schliemann en el último cuarto del siglo XIX. Micenas y Tirinto se consideran dos importantes
muestras de la civilización aquea, referente de los poemas épicos de Homero, la Odisea y la Iliada.
Véase Civilización del Egeo.



4.3.4 Arquitectura griega


La tipología del templo griego se compone de un santuario y el perímetro de columnas que lo
rodean y articulan el espacio exterior. En este sentido es el modelo opuesto del templo egipcio,
cuyas columnas están dispuestas dentro de un recinto amurallado. La originalidad de esta
tipología reside en que, quizás por primera vez en la historia, se da prioridad al aspecto externo de
un edificio que contiene un espacio sagrado. La arquitectura griega no abruma al observador con
una excesiva monumentalidad y rara vez está dispuesta simétricamente a lo largo de un eje, sino
que busca las relaciones espaciales sutiles, desde diferentes puntos de vista. Los templos griegos,
que siguen aproximadamente el mismo plan, tienen tamaños muy diversos: desde el pequeño
templo de Atenea Niké (427-424 a.C.) en la Acrópolis de Atenas, de aproximadamente 6 × 9 m,


[Escriba texto]                                                                            Página 12
hasta el gigantesco templo de Zeus u Olimpeión (c. 500 a.C.) en Agrigento (Magna Grecia, actual
Sicilia), que ocupa más de una hectárea.

El modelo primitivo de templo se fue modificando a lo largo de los siglos. La preocupación por el
aspecto exterior y sus relaciones con el espacio circundante llevó a los arquitectos griegos a una
carrera hacia la perfección. Fruto de este empeño son los órdenes arquitectónicos, que consisten
en una serie de reglas sobre la proporción y la articulación de las partes del edificio, especialmente
de las columnas. Hoy día se siguen llamando de igual forma, e incluso se siguen utilizando como
modelos canónicos. En ellos se regula la disposición del estilobato o plinto, la basa, el fuste,
capitel, arquitrabe, friso, cornisa y frontón, cada uno de los cuales ejercen o simboliza alguna
función estructural.

4.3.5 Arquitectura romana

La arquitectura romana tomó el relevo de la griega, pero sus resultados fueron muy distintos. En
primer lugar, contrariamente al débil concepto de nación que generaban las alianzas entre
ciudades-estado griegas, Roma llegó a ser un imperio poderoso y bien organizado, que colonizó
con su política, su lengua y su arte todo el mundo mediterráneo, llegando por el noroeste hasta las
islas Británicas y por el sureste hasta la península de Arabia. Los romanos llevaron a cabo grandes
obras de ingeniería como calzadas, canales, puentes y acueductos. Sus avances en el arte de la
edificación fueron incontables y en sus obras utilizaron toda clase de materiales constructivos
como ladrillos, argamasa, piedra, mármoles y mosaicos.

El uso del arco y la bóveda introdujo en el vocabulario clásico las formas curvilíneas; los muros
curvos producían un espacio semicircular, llamado exedra o ábside, ideal para concluir un eje. Los
elementos cilíndricos y esféricos llegaron a ser característicos de la arquitectura romana,
adecuados para cubrir los inmensos espacios propios de la escala imperial.

4.3.6 Arquitectura paleocristiana

En el año 313 el emperador romano Constantino I el Grande promulga el Edicto de Milán, por el
cual se establece en todo el Imperio la libertad religiosa y se inicia un proceso que culminará con la
declaración del cristianismo como religión oficial. Hasta este momento, el Imperio romano había
reprimido, en ocasiones con gran dureza, esta religión de origen oriental que rechazaba el culto al
emperador y a los dioses clásicos, y se iba extendiendo paulatinamente por todos los rincones del
mundo romanizado.

La arquitectura cristiana de los primeros tiempos se limita a las viviendas privadas de grandes
dimensiones que acogían las reuniones de los fieles, casi siempre escondidas de la mirada pública,
como la que se ha descubierto en Dura-Europos (siglo III), que ya presenta una serie de espacios
jerarquizados de acuerdo con su uso ceremonial. Sin embargo, este tipo de arquitectura no podía
satisfacer las necesidades simbólicas de la Iglesia, que a partir del Edicto de Milán sale de las
sombras y adopta en sus templos una tipología romana: la basílica. Este edificio se compone de un
número impar de naves longitudinales (3 o 5), separadas por filas de columnas, y la nave central es
notablemente más ancha y alta. La diferencia de alturas entre las crujías permite abrir ventanas en
la parte superior de los muros, llamadas claraboyas. Al final de la nave se dispone el altar, rodeado
de un gran ábside o exedra (también heredado del modelo romano), en donde el sacerdote oficia
la ceremonia. Una de las pocas características que difieren del modelo romano es la sustitución de

[Escriba texto]                                                                            Página 13
la bóveda (que no se volvió a emplear hasta aproximadamente el año 1000) por una cubierta de
madera a dos aguas, más ligera y por tanto con menores exigencias estructurales. El espacio de la
basílica resultaba perfecto por su carácter direccional, jerárquico y claramente articulado, con la
ventaja adicional de no haber sido utilizado por ningún otro culto religioso. En Roma aún se
conservan algunas de estas iglesias que evocan el espíritu de la arquitectura paleocristiana: son las
de Santa María la Mayor (422-430), de tres naves separadas por columnas jónicas que sostienen
un arquitrabe recto, y Santa Sabina (422-432), cuyas columnas corintias sostienen una sucesión de
arcos de medio punto peraltados.

4.3.7 Arquitectura bizantina

En el año 330 el emperador Constantino I el Grande funda la ciudad de Constantinopla (actual
Estambul), donde traslada la corte imperial, iniciando así una ruptura en el seno del Imperio
romano. A la muerte del emperador Teodosio —que en el año 391 había declarado al cristianismo
religión oficial—, el Imperio se divide definitivamente en dos partes, el Imperio de Occidente y el
Imperio de Oriente, que será conocido como Bizancio.

La arquitectura bizantina tomó como modelo la iglesia de planta central (o cruz griega), en la cual
el espacio se organiza en torno a una cúpula central. Uno de los grandes avances de la
composición espacial bizantina consistió en cubrir mediante una cúpula semiesférica (o de media
naranja) un espacio de planta cuadrada, consiguiendo así la posibilidad de articular una sucesión
de crujías cubiertas con cúpulas. Para ello se intercalan entre los apoyos y la cubierta cuatro
triángulos curvos llamados pechinas; estas pechinas parten de los vértices de cuadrado y se unen
en la parte superior formando un anillo sobre el que descansa la cúpula. Geométricamente se
pueden definir como fragmentos triangulares de una esfera de diámetro igual a la diagonal del
cuadrado de la planta y que pasa por los cuatro vértices de éste. Entre los ejemplos más notables
de cúpulas sobre pechinas destaca la de la basílica de Santa Sofía en Constantinopla (532-537),
construida durante el mandato del emperador Justiniano I. En este periodo se construyeron los
ejemplos más relevantes de arquitectura bizantina, tanto en Constantinopla como en la ciudad
italiana de Ravena, que después de pertenecer a los ostrogodos fue reconquistada por Bizancio. La
iglesia de San Sergio y San Baco (527) en Constantinopla y la de San Vital (526-547) en Ravena
reproducen el mismo modelo de planta octogonal cubierta por una cúpula y rodeada por una nave
circundante. Entretanto, otras dos importantes iglesias de Ravena, San Apolinar Nuevo (c. 520) y
San Apolinar in Classe (c. 530-549) mantienen la tipología basilical de origen paleocristiano.

La basílica de Santa Sofía (o de la Santa Sabiduría), concebida por los arquitectos Antemio de
Tralles e Isidoro de Mileto, consta de una gran cúpula central que se extiende por el eje
longitudinal siguiendo las dos exedras de los ábsides, cada una de ellas abierta a otras tres exedras
menores. De este modo se consigue que los empujes de la bóveda se trasmitan, en dirección
longitudinal, a las bóvedas de horno que cubren las exedras, hasta llegar debilitados a los
contrafuertes exteriores. El conjunto configura un espacio oval de 31 por 80 m, en el que la
cubierta central se impone sobre el resto de superficies esféricas, y al que llega luz difusa a través
de un anillo de pequeños orificios situados en la base de la cúpula.

El arte figurativo bizantino desarrolló un estilo característico; su aplicación a la arquitectura se
concreta en los mosaicos, grandes composiciones murales ejecutadas a partir de pequeñas piezas
de mármol de colores o pasta vidriada (llamadas teselas). Ésta es una técnica heredada


[Escriba texto]                                                                            Página 14
directamente de los mosaicos romanos, con la peculiaridad de que en Roma se utilizaba
únicamente en espacios domésticos.

Las iglesias bizantinas siguieron posteriormente el modelo de Santa Sofía a pequeña escala, con
una cúpula central que descarga sobre ábsides y otras superficies abovedadas dispuestas a su
alrededor. Estas iglesias proliferaron a lo largo del vasto Imperio bizantino —Grecia, los Balcanes,
Asia Menor y parte del norte de África y de Italia—, e influyeron en numerosos proyectos del
mundo cristiano occidental. Los modelos más tardíos tienden a minimizar el modelo original, con
cúpulas cada vez menores que enfatizan el espacio vertical. En la catedral de San Basilio en Moscú
(1500-1560), así como en otras iglesias ortodoxas rusas, la cúpula bizantina se convierte en una
cúpula bulbiforme, una forma decorativa que por otra parte no se manifiesta en el espacio
interior. Véase Arte y arquitectura bizantinas.

4.3.8 Arquitectura prerrománica

Una serie de pueblos bárbaros del norte de Europa fueron poco a poco penetrando en el mundo
romanizado, hasta que invadieron la totalidad del Imperio de Occidente. Sin embargo, estos
pueblos adoptaron la cultura romana y se convirtieron a la fe cristiana. A partir de entonces se
inicia un proceso de unificación de los reinos europeos que culminará Carlomagno (742-814), en
un intento de restauración del Imperio romano bajo el signo de la cruz. En la península Ibérica, sin
embargo, el reino visigodo se desmoronó un siglo antes, y fue invadido por el islam, quedando tan
sólo unos pequeños reinos cristianos al norte.

La arquitectura carolingia, como corresponde a este espíritu ‘renacentista’, siguió muchos de los
modelos tardorromanos, bien en las iglesias que siguen modelos basilicales paleocristianos, como
Saint Denis o Fulda (siglo VIII), bien en el propio palacio de Carlomagno en Aquisgrán, cuya capilla
Palatina (consagrada el año 805) recuerda a la basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén. Por otra
parte, aparecen ya una serie de variedades ligadas a las tradiciones locales que predicen la
evolución hacia el pleno románico, como los muros o las torres de Céntula (790-799) o del
proyecto de San Gall (c. 820), hallado en un antiguo pergamino.

La arquitectura visigoda, en contraste con la situación occidental de la península Ibérica, recibió
una gran influencia bizantina, marcada por el apoyo político que el Imperio oriental concedió al
reino hispánico. Las dos características más originales son el empleo de bóvedas pétreas y arcos de
herradura, estos últimos heredados posteriormente por la arquitectura califal cordobesa. Entre las
pocas iglesias conservadas destacan por su originalidad espacial San Pedro de la Nave (680-711) y
San Juan de Baños (661) que, a pesar de su antigüedad, anticipan gran parte de la arquitectura de
siglos posteriores. La arquitectura asturiana (o ramirense, en honor del rey Ramiro I) se desarrolló
en un pequeño reino cristiano al norte de la península Ibérica, en la actual España, uno de los
escasos focos de resistencia contra la invasión musulmana. Sus espacios cubiertos por bóvedas y
articulados mediante arcos fajones, producen una original sensación de verticalidad. Éstos y otros
elementos, como los contrafuertes exteriores y los arcos peraltados, la convierten en precursora
de la arquitectura románica del resto de Europa. Entre los edificios más destacados de la
arquitectura ramirense se encuentran el salón del trono del palacio del Naranco, más tarde
consagrado como Santa María del Naranco, y la iglesia de San Miguel de Lillo, ambos contruidos
junto a la ciudad de Oviedo. Otra de las arquitecturas peculiares que se desarrolló durante este
periodo en España es la arquitectura mozárabe. Los pueblos mozárabes estaban integrados por
fieles cristianos que permanecieron en territorio musulmán. Su arquitectura, por tanto, recoge

[Escriba texto]                                                                          Página 15
elementos de la arquitectura cristiana (visigoda y también europea) y de la arquitectura islámica
(especialmente de la cordobesa); un ejemplo asombroso de esta confluencia cultural es la
pequeña ermita de San Baudelio de Berlanga (siglo XI), un templo cristiano de planta centralizada,
cuya tribuna descansa sobre una miniatura de la mezquita de Córdoba. Otro de los ejemplos
destacados es la iglesia de San Miguel de Escalada (consagrada en 913), cristiana en su articulación
espacial e islámica en sus elementos estilísticos. Véase Prerrománico (arte y arquitectura); Arte y
arquitectura hispanomusulmanas.

4.3.9 Arquitectura románica

Durante la edad media la Iglesia fue la depositaria de toda la sabiduría occidental. La orden
benedictina ya estaba bien organizada en tiempos de Carlomagno, y su influencia se extendió por
toda Europa con el transcurso de los siglos. Los arquitectos de la alta edad media fueron monjes,
puesto que los monasterios, además de preservar la salud espiritual, eran los centros de
producción de la filosofía y las ciencias. La planta basilical de los primeros tiempos se modificó de
acuerdo con las necesidades litúrgicas de la misa, en la que un miembro del clero situado en el
altar dirige la oración de los fieles y oficia los ritos religiosos. El símbolo de la cruz se añadió a la
planta de los templos mediante la ubicación de un transepto, o nave perpendicular, en la zona
próxima al ábside. De esta forma se creaba la distinción entre las naves, reservadas a los fieles, y el
presbiterio, espacio posterior al transepto o crucero que contenía el recinto de los monjes (el
coro) y el altar mayor, que debe ser el punto de atención más importante del templo. Para
resaltarlo aún más, este altar mayor se enmarcaba en el ábside, una prolongación de la nave
central de forma poligonal o semicircular, que en ocasiones estaba rodeado por la girola o
deambulatorio, dispuesto como continuación de las naves laterales. En el templo también debía
haber otros altares, necesarios para la celebración de las misas diarias de los monjes, situados
dentro de pequeños absidiolos adosados al transepto y al deambulatorio. A los pies de la nave,
precediendo la entrada al templo, aparecía el nártex, una antecámara o pórtico para recibir a los
peregrinos y que no debían traspasar los catecúmenos.

Aunque muchas iglesias francesas cubren algunas de sus naves mediante bóvedas de cañón —
Saint-Savin-sur-Gartempe (nave 1095-1115), Saint-Sernin de Toulouse (c. 1080-1120) o Sainte-Foy
de Conques (comenzada en 1050)—, Saint-Philibert de Tournus (950-1120) ya dispone de todo un
catálogo de arcos de refuerzo, arcos torales, bóvedas de medio cañón y bóvedas de medio cañón
transversales que apean los esfuerzos de la gran bóveda de cañón situada sobre la nave central,
con ventanas de claraboya bajo su línea de impostas, en la parte alta de los muros. Como
resultado de esta evolución se impuso el uso de bóvedas de arista, que permiten situar fácilmente
un claristorio en la parte alta de los muros, que constituye una especie de coronación lumínica a lo
largo de la nave central, como en la catedral de Worms (siglo XI), en Alemania, o en la Madeleine
de Vézelay (siglo XII), en Francia. Los arcos de medio punto que configuran una bóveda de aristas
se apoyan sobre una planta cuadrada: de este modo, el espacio queda dividido por una fila de
crujías o fragmentos cuadrados. Para mantener la misma segmentación en las naves laterales, de
menor altura y anchura, se duplicaba en ellas el número de bóvedas.

El monasterio de Cluny, en Borgoña, fue el centro de la reforma monástica del siglo X que alentó la
evolución al románico. Tal es así que este arte se llama en ocasiones cluniacense. En el siglo XII la
mayor iglesia abacial de Europa era Cluny III (1088-1121), destruida en la Revolución Francesa,
pero restituida sobre el papel a partir de dibujos y restos conservados. Era una inmensa iglesia de
cinco naves y dos transeptos, de casi 200 m de longitud y 15 capillas o absidiolos adosadas a los

[Escriba texto]                                                                               Página 16
transeptos y al deambulatorio. Una bóveda de cañón apuntada cubría su nave central, que ya
contaba con otros elementos característicos de la arquitectura gótica, como el triforio ciego o el
piso de ventanales altos. Sus trazas ejercieron una notable influencia en la construcción de
templos románicos y góticos, no sólo en Borgoña, sino también en el resto de Europa.

Los caminos de peregrinación generaron un enorme flujo ideológico a través de la Europa
medieval. El más importante para Francia y España fue el Camino de Santiago, que conducía a los
peregrinos de toda Europa hasta los restos del apóstol Santiago hallados en la ciudad gallega de
Santiago de Compostela. A lo largo de este camino se fueron construyendo toda una serie de
iglesias de peregrinación, que culminaban en la catedral de Santiago de Compostela (c. 1075-
1128), obra románica de influencia francesa. El templo consta de tres naves, la central de ellas
cubierta por una enorme bóveda de cañón, y a sus pies se abre el pórtico de la Gloria, al parecer
ideado por el maestro Mateo, que supone una pieza clave de la escultura románica europea. En
general, en el área española del Camino de Santiago se desarrolló una forma autóctona de
arquitectura románica, con influencias orientales que en unas ocasiones derivan del contacto con
los reinos musulmanes y en otras de la antigua tradición bizantina trasmitida por los visigodos.
Entre los templos destacan las colegiatas de Toro (1160-1240) y San Isidoro de León (terminada en
el siglo XII), panteón de los reyes de Castilla; las iglesias de San Martín de Frómista (c. 1066), con
su peculiar cimborrio octogonal sobre el crucero, y Torres del Río (siglo XII), de planta centralizada;
y las catedrales de Jaca (c. 1063), Salamanca (siglo XII) y Zamora (1151-1202), cuyo cimborrio está
rematado por una cúpula gallonada de origen bizantino. También se construyeron numerosos
monasterios que acogían a los peregrinos jacobeos, como el de la orden benedictina en Silos, con
su incomparable claustro románico del siglo XI, o el derruido de San Juan de Duero (siglo XII) en la
ciudad de Soria, con sus arquerías árabes. Véase Románico.

4.3.10 Arquitectura gótica

Al comienzo del siglo XII el lenguaje arquitectónico románico va a ser sustituido por el gótico.
Aunque el cambio responde a la reforma en el seno de la Iglesia cristiana, caracterizada por el
racionalismo de los teólogos tomistas, también coincide con una serie de avances técnicos en la
edificación. El proceso de construcción de una bóveda requiere en primer lugar la colocación de




Una estructura de madera (llamada cimbra) que sostiene el conjunto hasta que la curva se cierra,
todos los elementos están ligados y se ha secado el mortero de las juntas. La cimbra de las
bóvedas de arista convencionales tiene que ser de una sola pieza para cada crujía, y por tanto se
requiere un complicado andamiaje que la haga descansar sobre el suelo. Hacia el año 1100 los

[Escriba texto]                                                                             Página 17
constructores de la catedral de Durham, al norte de Inglaterra, y puede que simultáneamente los
de San Ambrosio en Milán, inventaron un nuevo método: en primer lugar se construyen los arcos
perpiaños y los dos arcos cruzados (llamados nervios) sobre el cuadrado de la crujía de una bóveda
de arista, utilizando una cimbra ligera que se puede sujetar a los cuatro pilares de la base; después
se rellena el resto de la bóveda mediante un material de relleno conocido con el nombre de
plementería, que se puede apoyar sobre cuatro cimbras ligeras e independientes. El resultado es
un nuevo tipo de bóveda llamada de crucería o de plementos, que aporta una serie de ventajas
evidentes: el conjunto de la bóveda pesa muchos menos, puesto que los plementos no ejercen
casi ninguna función estructural y por tanto pueden ser mucho más ligeros, mientras que las
auténticas líneas de tensión se refuerzan mediante los nervios cruceros. Todos estos factores
permiten elevar la altura de las naves y ensanchar sus luces estructurales.

Otra novedad que ya presentaban algunos edificios románicos es la de los arcos y bóvedas
ojivales. La principal ventaja es de tipo compositivo. Las bóvedas de diferentes curvaturas pueden
cubrir crujías rectangulares e incluso trapezoidales, de modo que las divisiones de la nave central
pueden corresponderse con las de las naves laterales, y las bóvedas pueden seguir utilizándose en
el deambulatorio y en el ábside sin ninguna interrupción. Además, las naves con claristorio (es
decir, con un anillo de ventanas de claraboya) pueden elevarse hasta la altura máxima de las
bóvedas. Pronto estas claraboyas se convierten en grandes ventanales llamados vidrieras,
estructuradas mediante tracerías y compuestas por piezas de vidrio coloreado. El espacio de la
iglesia adquiere así una nueva luminosidad, que se ha convertido en una de las características más
propias de la arquitectura gótica.

Gracias a todos estos avances técnicos los maestros constructores pudieron construir estructuras
más esbeltas, altas y ligeras. Pero de cualquier forma las bóvedas ejercen una serie de empujes
transversales que no pueden contener unos pilares excesivamente altos, de modo que se hacía
necesario encontrar una solución constructiva que apeara estos empujes hacia el exterior. Esta
solución la constituye el sistema de arbotante y estribo, equivalente a los antiguos contrafuertes
adosados al muro, que tendrían que haber alcanzado proporciones gigantescas para aguantar los
nuevos esfuerzos laterales. El arbotante es un segmento de arco que transmite en diagonal, lejos
del pilar de apoyo, las tensiones que ejerce la bóveda, mientras que el estribo es un sólido pilar
que actúa como un contrafuerte aislado, recibiendo el empuje del arbotante y descargándolo
definitivamente en el suelo.

La nueva arquitectura evolucionó rápidamente en la Île-de-France. El origen se sitúa en la abadía
de Saint Denis (1140-1144), panteón de los reyes de Francia situado cerca de París. Los obispos de
las ciudades más prósperas, que competían por la destreza de sus artesanos y arquitectos, se
lanzaron a la carrera de la construcción de catedrales, rivalizando en esplendor y en prestigio. Los
mejores ejemplos se concentran en este área de Francia en torno a París, y entre ellas destacan,
con sus fechas de inicio: Laón (1160), París (1163), Chartres (1194), Bourges (1195), Reims (1211),
Amiens (1220) y Beauvais (1225). Otros países europeos se lanzaron a esta carrera, especialmente
los de mayor influencia francesa como Inglaterra, donde se inició la construcción de las catedrales
de Lincoln (1192) o Salisbury (1220); y España, donde se inician las obras de las catedrales de León
(c. 1255), Burgos (1222) y Toledo (c. 1226). El derrumbamiento del coro de la catedral de Beauvais
en 1284 indicó que se había alcanzado el límite estructural. La anchura de las naves principales de
estas catedrales oscila entre 9 y 15 m, pero hay que tener en cuenta que el coro de la catedral de
Beauvais se reconstruyó con una altura de 47 metros.


[Escriba texto]                                                                           Página 18
Aunque la mejor arquitectura gótica fue religiosa, también se construyeron magníficos edificios
civiles y militares. Uno de los más impresionantes es el Krak de los Caballeros (1131) en Jordania,
una fortaleza construida por la Orden de los Caballeros Hospitalarios en la época de las cruzadas.
La arquitectura militar fue una respuesta defensiva contra los avances en la tecnología militar; en
todo caso, una de las estrategias más importantes seguía siendo resistir un asedio. Muchas
ciudades se resguardaban dentro de una muralla fortificada y así se han conservado hasta
nuestros días recintos como el de la ciudad de Ávila, en España, Aigues-Mortes y Carcasona en
Francia, Chester en Inglaterra o Visby en Suecia.

Este periodo histórico coincide con un espectacular auge de la población urbana a causa del
desarrollo tecnológico y de la concentración de poder en torno a la nobleza y a la realeza, así como
por la aparición de nuevas clases sociales agrupadas en torno a los gremios de artesanos y de una
incipiente burguesía de nuevos oficios como banqueros y comerciantes. Las ciudades crecieron sin
la planificación teórica de la era romana ni de la posterior renacentista. En el norte de Europa,
donde la madera se conseguía fácilmente hasta la Revolución Industrial, las ciudades se
construyeron con este material que permitía bajos costes y rapidez en la ejecución. Las naves de
los monasterios, las lonjas y otras construcciones civiles se cubrían en ocasiones mediante grandes
estructuras de madera. En Escandinavia se construyeron las iglesias con mástiles, realizadas
enteramente en madera. En los Alpes se levantaron ciudades enteras entrecruzando vigas de
sección rectangular. En numerosas regiones floreció la construcción en ladrillo, como en
Lombardía, el norte de Alemania, Holanda, Dinamarca y España, donde numerosos alarifes
musulmanes permanecieron en el territorio reconquistado por los reinos cristianos, dando lugar a
la que se conoce como arquitectura mudéjar. Estos constructores trasmitieron a la arquitectura
cristiana toda la sabiduría árabe en materia de construcción de ladrillo, con toda su variedad de
arcos y los característicos aparejos empleados para componer muros ornamentales. Véase gótico
(arte y arquitectura).

4.3.11 Arquitectura islámica

El profeta Mahoma creó la religión musulmana, hacia el año 622 (fecha de la Hégira), en la ciudad
árabe de Medina. La mezquita es el edificio más significativo de la arquitectura islámica y su
función no responde a rituales complejos (como el templo cristiano) sino tan sólo a acoger un
espacio para la oración. El clima del desierto, donde surgió la religión musulmana, hace necesaria
la protección del sol, del viento y de la arena, de modo que los primeros modelos consistían en un
simple recinto rectangular porticado con un patio en su centro. La parte fundamental de la
mezquita la constituye la quibla, que es el muro del perímetro orientado hacia La Meca, donde
deben dirigir la oración los fieles. En el centro de la quibla se sitúa el mihrab, un nicho u hornacina
que sirve para distinguir el muro de la quibla. En ocasiones también se disponía, a la derecha del
mihrab, un mimbar o púlpito desde el que el imán (o cualquier otro tipo de jefe religioso o
político) organiza la oración y arenga a los participantes. Los elementos estructurales fueron
diferentes a lo largo de la historia, pero siempre con el predominio de la utilización del arco como
elemento sustentante. Las cubiertas, sin embargo, pueden ser planas, de madera a dos aguas,
bóvedas o cúpulas. Una característica común es la ausencia de vanos en los muros perimetrales, lo
que consolida el espacio de la mezquita como un espacio interior, indicado para el rezo, cuya única
luz procede del patio o de alguna abertura en la cubierta que produce una débil incursión de luz
cenital. El conjunto de la mezquita se completa con una torre llamada alminar o minarete, desde la
que se llama cinco veces diarias a la oración de los fieles. El modelo general subsiste hoy día,
aunque tan sólo se puede considerar como tipología a efectos de uso, puesto que numerosas

[Escriba texto]                                                                             Página 19
iglesias cristianas (como la de Santa Sofía en Constantinopla o Estambul) han pasado a ser
mezquitas sin demasiadas transformaciones.

La fe islámica prohibe las representaciones de personas y animales. Para sustituirlas, la
arquitectura islámica ha generado a lo largo de su historia una decoración característica,
empleando profusamente motivos vegetales (arabescos), geométricos y la propia caligrafía árabe.
Los materiales que se han utilizado para decorar los paramentos han sido variados: azulejos,
cerámicas, mosaicos, madera tallada, marquetería, mármoles, piedras areniscas, estucos o
mármoles con incrustaciones de gemas. Véase Arte y arquitectura islámicas.


4.3.12 Arquitectura renacentista

En Europa occidental, una revolución cultural llamada el renacimiento trajo una nueva era, no sólo
en filosofía y literatura, sino también en las artes plásticas. En arquitectura se rescataron los
principios y estilos de la arquitectura clásica, que permanecen hasta nuestros días. Este
movimiento se inició en Italia hacia el 1400 y se expandió al resto de Europa a lo largo de siglo y
medio.


4.3.13 Arquitectura barroca

El proceso de experimentación sobre las normas clásicas que se había iniciado con el manierismo
desembocó en el barroco. Así, si el manierismo seguía utilizando las disposiciones espaciales
clásicas (escasa articulación, formas geométricas primarias), el barroco rompe también con estas
normas compositivas del renacimiento para obtener una arquitectura explícitamente
escenográfica. Para ello emplea los elementos clásicos, pero los manipula de forma que resulten
ambiguos, matizándolos con un sabio manejo de la luz que añade dramatismo a los espacios.


4.3.14 Arquitectura neoclasicista

Coincidiendo con la efervescencia cultural de la Francia prerrevolucionaria, una serie de teóricos,
como el abad jesuita Marc-Antoine Laugier (Essai sur l’architecture, 1753) preconizaron como
reacción frente a los excesos del rococó una vuelta a los modelos clásicos, más racionales y
humanistas. Por otra parte, gracias a los descubrimientos de la incipiente arqueología, volvió a
ponerse de manifiesto la excelencia de la arquitectura griega y romana, que defendían los escritos
y grabados de Piranesi (defensor de los modelos romanos), o de James Stuart y Nicholas Revett
(defensores del dórico griego en su libro The Antiquities of Athens, 1762).

En Inglaterra, la ausencia de barroco pleno permitió a la arquitectura mantener ciertos tintes
clasicistas durante el siglo XVIII, como muestra el palacio de Blenheim (1705), obra de John
Vanbrugh. Sin embargo, las ideas continentales cristalizaron rápidamente en las obras de
numerosos arquitectos ingleses, como Richard Burlington, William Kent o John Wood, que
retomaron con interés la obra de Palladio y de su sucesor Inigo Jones. Más tarde, esta arquitectura
neopalladiana evolucionó hacia un estilo típicamente inglés llamado estilo georgiano. En el declive
del clasicismo aparece en Londres la figura de John Soane, un arquitecto enormemente
imaginativo cuya obra fundamental, el Banco de Inglaterra (1788-1808), se ha perdido casi por

[Escriba texto]                                                                         Página 20
entero. El estilo neoclásico se transmitió a las colonias norteamericanas, donde además se hizo
notar la influencia revolucionaria francesa. Entre las figuras más destacadas están Samuel
MacIntire (que posteriormente desarrolló el estilo federal como expresión de la independencia de
Estados Unidos) y los neopalladianos Thomas Jefferson y Benjamin Henry Latrobe.

Una de las primeras grandes obras neoclasicistas francesas es la iglesia de Sainte Geneviève
(llamada también el Panteón, comenzada en 1757) en París, obra de Jacques-Germain Soufflot,
que combina la elegancia de los órdenes griegos con la audacia constructiva de los edificios
góticos. En la época cercana a la Revolución aparecen en Francia una serie de arquitectos
neoclasicistas, como Claude Nicolas Ledoux y Étienne-Louis Boullée, conocidos como ‘los
arquitectos visionarios’, cuyos numerosos proyectos no ejecutados servirán de germen para la
arquitectura contemporánea. Su arquitectura es moralizante, defensora de la abstracción más
estricta, y se basa en la combinación de elementos geométricos puros.

En España, el reinado de Carlos III trajo las ideas de la Ilustración, y con ellas la arquitectura
clasicista. Entre los arquitectos más destacados de lo que se llamó en España ‘la arquitectura de la
razón’ cabe citar a Ventura Rodríguez, autor de la fachada de la catedral de Pamplona (1783), y a
Juan de Villanueva, que además de utilizar con rigor los lenguajes clásicos fue capaz de concebir
una arquitectura original, basada en la complejidad de los espacios, de la que su mejor ejemplo es
el Museo del Prado (1785) en Madrid. Véase Neoclasicismo.




4.3.15 La arquitectura del hierro


La Revolución Industrial, que comienza en Inglaterra hacia el año 1760, acarreó numerosos
cambios en todas las culturas del mundo. El incremento de la capacidad productiva y la invención
de nuevos procesos industriales trajeron consigo la creación de nuevos materiales de
construcción, como el hierro colado, el acero laminado o el vidrio plano en grandes dimensiones, y
con ellos la posibilidad de construir nuevas composiciones hasta entonces ni siquiera soñadas. Sin
embargo, los arquitectos siguieron utilizando los materiales tradicionales durante mucho tiempo,


[Escriba texto]                                                                          Página 21
mientras las academias de las Bellas Artes consideraban “poco artísticas” las fantásticas
estructuras diseñadas por ingenieros a lo largo del siglo XIX.

El primer edificio construido enteramente con hierro y vidrio fue el Crystal Palace (1850-1851;
reconstruido entre 1852 y 1854) en Londres, una gran nave preparada para acoger la primera
Exposición Universal, que fue proyectada por Joseph Paxton, que había aprendido el empleo de
estos materiales en la construcción de invernaderos. Este edificio fue el precursor de la
arquitectura prefabricada, y con él se demostró la posibilidad de hacer edificios bellos en hierro.

Entre los escasos ejemplos de utilización del hierro en la arquitectura del siglo XIX destaca un
edificio de Henry Labrouste, la biblioteca de Santa Genoveva (1843-1850) en París, un edificio de
estilo renacentista en su exterior pero que en su interior dejaba ver la estructura metálica. Los
edificios de hierro más impresionantes del siglo se construyeron para la Exposición Universal de
París de 1889: la nave de Maquinaria y la célebre torre (1887) del ingeniero Alexandre Gustave
Eiffel.

4.3.16 Eclecticismo

A comienzos del siglo XIX la arquitectura occidental se debatía entre diferentes recuperaciones
(revivals) de los lenguajes históricos, en una especie de agonía que se prolongó más de un siglo y
que se conoce como historicismo o eclecticismo. En el primer tercio de siglo se impuso, como
heredero directo del neoclasicismo, el llamado neogriego, entre cuyas figuras cabe destacar al
arquitecto prusiano Karl Friedrich Schinkel, que en algunos aspectos se anticipó al movimiento
moderno.

En Francia se desarrolló un estilo llamado imperio, dedicado al culto del emperador Napoleón
Bonaparte, cuya obra más emblemática es la iglesia de La Madelaine (1807-1842), una copia en el
centro de París del templo romano de la Maison Carré de Nimes. En el último tercio del siglo,
coincidiendo con la época de Napoleón III (durante el Segundo Imperio), se levantó el
impresionante edificio de la Ópera de París (1861-1875), obra neobarroca de Tony Garnier, y se
reconstruyó el centro de París, obra dirigida por el barón Haussman siguiendo los principios
urbanísticos de la época de Luis XIV.

En Inglaterra se desarrolló una corriente romántica que evolucionó hasta llegar al estilo neogótico,
uno de cuyos mejores ejemplos son los edificios del Parlamento (comenzados en 1836) en
Londres, construidas por los arquitectos Charles Barry y A. W. N. Pugin, probablemente el mejor
representante de este estilo. Otro de los estilos medievalistas que se desarrollaron durante el siglo
XIX fue el neorrománico, que influyó notablemente en la arquitectura del arquitecto
estadounidense Henry Hobson Richardson. Este arquitecto formado en París fue el precursor de la
arquitectura contemporánea estadounidense, y entre sus obras más significativas se encuentra la
Trinity Church (1872-1877) en Boston.


4.3.17 Arquitectura modernista

A finales del siglo XIX un cierto número de artistas tomó conciencia de la necesidad de una nueva
arquitectura, propia de su época y no heredada de los modelos antiguos. Nace así un movimiento
llamado en Alemania y Austria Jugendstil, en Francia y Bélgica Art Nouveau, y en Cataluña

[Escriba texto]                                                                           Página 22
Modernisme. Entre las figuras más emblemáticas se encuentran Victor Horta en Bruselas, Otto
Wagner, Joseph Maria Olbrich y Josef Hoffmann en Viena (representantes del movimiento vienés
conocido como Sezession), y el escocés Charles Rennie Mackintosh, que desarrolló un estilo propio
con reminiscencias medievales, uno de cuyos mejores ejemplos es la Glasgow School of Art (1898-
1899). Un caso aparte es el del catalán Antoni Gaudí, que comenzó su carrera en las filas del
neogótico pero más tarde evolucionó por un camino personal, que le llevó a construir una serie de
obras, casi todas ellas en Barcelona, de una originalidad inusitada. Entre éstas destacan la casa
Milá (1906-1910), un edificio de viviendas en chaflán cuya fachada de piedra ondula entre las
grandes ventanas, que predicen los pasos del movimiento moderno, el inacabado templo
expiatorio de la Sagrada Familia (1883-1826), o el onírico Parc Güell (1900-1914), donde al margen
de una imaginación desbordante se aprecia la maestría constructiva de este genial arquitecto.

4.3.18 El rascacielos

La disponibilidad de perfiles de acero en grandes cantidades, y, sobre todo, la invención del
ascensor eléctrico, permitieron en las últimas décadas del siglo XIX la construcción de edificios de
gran altura, llamados rascacielos, iniciando así una carrera que aún hoy parece no tener fin. El
arquitecto estadounidense Louis Sullivan fue el primero en dotar de una tipología expresiva a los
nuevos edificios comerciales urbanos, como muestran el Wainwright Building (1890-1891) en Saint
Louis (Missouri), el Guaranty Building (1895) en Buffalo (New York), y el Carson Pirie Scott
Department Store (1899-1904) en Chicago. Su carrera converge con la de los arquitectos de la
llamada Escuela de Chicago, cuya mayor aportación fue el desarrollo de la tipología de rascacielos,
donde consiguieron una combinación perfecta entre la mampostería de piedra en la fachada y la
estructura interior de hierro. Gracias a este sistema constructivo, en el que el esqueleto se
levantaba rápidamente y sobre él se disponía el cerramiento, se conseguían resolver dos de los
mayores problemas que planteaba la ciudad moderna: la escasez de terreno y la escasez de
tiempo.

Otro de los méritos de Sullivan consiste en haber sido el maestro de Frank Lloyd Wright, uno de los
mejores arquitectos del siglo XX. Véase Arte y arquitectura de Estados Unidos.

4.3.19 El hormigón armado

La atención de los arquitectos franceses de principios del siglo XX se concentró en otro nuevo
material constructivo: el hormigón armado. Auguste Perret construyó numerosas obras
investigando sobre el lenguaje propio de este material, entre las que destacan el edificio de
viviendas de la calle Franklin (1902-1903) y el Théâtre des Champs Elysées (1911-1914), ambos en
París. Tony Garnier proyectó, durante su estancia en Roma, una ciudad entera construida en
hormigón, que apareció publicada en 1917 con el título de La cité industrielle. En Viena, Adolf Loos
publicó en 1908 su artículo Ornamento y delito, mientras proyectaba y construía una arquitectura
extremadamente despojada. Peter Behrens fue uno de los fundadores del Deutsche Werkbund
(Asociación para el Progreso de la Industria Alemana), y su edificio para la fábrica de turbinas de la
AEG (1908-1909) en Berlín lo convirtió en el pionero alemán de la arquitectura moderna.




[Escriba texto]                                                                            Página 23
4.3.20 El movimiento moderno




Uno de los principales catalizadores del diseño y la arquitectura del movimiento moderno fue la
Bauhaus. Esta escuela de arte (Weimar, 1919-1925; Dessau, 1926-1933) aunó las experiencias de
arquitectos, artistas y diseñadores de numerosos países, interesados en investigar sobre los
principios del arte moderno. El director de la primera etapa fue Walter Gropius, que además
proyectó los edificios de la nueva sede en Dessau, y su sucesor fue Ludwig Mies van der Rohe. La
nueva arquitectura pudo demostrar sus virtudes en los Siedlungen (edificios de viviendas de bajo
coste) construidos en Berlín y Frankfurt, mientras que la exposición de nuevas tipologías
residenciales en la Weissenhof Siedlung (1927) de Stuttgart consiguió reunir la obra de Mies,
Gropius, J. J. P. Oud y Le Corbusier. Estas demostraciones insistían en el papel social de la
arquitectura del movimiento moderno, capaz de construir viviendas dignas (el existenzminimun) y
al mismo tiempo barato. Por otra parte, Mies van der Rohe mostró las capacidades expresivas de
la nueva arquitectura en el pabellón alemán de la Exposición Universal de Barcelona (1929), un
edificio sutil que explora las posibilidades de la planta libre, construido con materiales nobles
como travertino, mármol, ónice y acero cromado. Gropius, su discípulo Marcel Breuer y Mies
tuvieron que huir de Alemania con la llegada del nazismo y se exiliaron en Estados Unidos, donde
los tres ejercieron una gran influencia acrecentada por su labor docente.

Le Corbusier es sin duda el arquitecto más influyente del siglo XX. Su extensa carrera comenzó con
la publicación de los primeros escritos, donde clamaba por una estética similar a la de las
máquinas y preconizaba la sustitución de la ciudad tradicional por una nueva ciudad de rascacielos
dispuestos sobre enormes espacios arbolados. Su villa Savoie (1929-1931), en los alrededores de
París, es uno de los arquetipos de la arquitectura contemporánea. En ella se combina la
complejidad espacial, que juega con una sutil ambigüedad entre el interior y el exterior, con los
postulados que defendió durante años: edificio sobre pilotis, jardín sobre la terraza, planta libre,
fachada independiente de la estructura y amplios ventanales. Ya en la década de 1950 proyectó
una nueva ciudad como capital del estado indio del Punjab, llamada Chandīgarh, y proyectó los
tres edificios más representativos del Capitolio. En Francia construyó dos edificios religiosos

[Escriba texto]                                                                          Página 24
excepcionales: la iglesia de peregrinación de La Ronchamp (1950-1955) y el monasterio dominico
de La Tourette (1957-1961). Después de la primera etapa, más racionalista, esta segunda etapa
conocida como brutalista se caracteriza por el uso del hormigón de una forma más expresiva, así
como por los efectos dramáticos de luces y sombras.

Algunos ingenieros especialistas en el cálculo de estructuras como Robert Maillart, Eugène
Freyssinet, Eduardo Torroja o Pier Luigi Nervi han construido a lo largo del siglo XX algunos
edificios especialmente imaginativos, que han servido de inspiración a numerosos arquitectos
como el estadounidense de origen finés Eero Saarinen o el español afincado en México Félix
Candela.

El arquitecto finés Alvar Aalto trabajó durante más de cuatro décadas, sin adherirse plenamente a
la arquitectura de corte industrial, pero logrando un lenguaje propio que se añade al catálogo de
la mejor arquitectura moderna. Entre las aportaciones fundamentales de este arquitecto nórdico
se encuentran la sutileza en la composición espacial, el manejo de la luz natural y su especial
sentido para utilizar los materiales, sacando el máximo partido a sus cualidades expresivas. La
arquitectura escandinava ha dado muestras de una gran vitalidad a lo largo de este siglo, gracias a
figuras como el sueco Gunnar Asplund, o el danés Jørn Utzon, que proyectó la espectacular Ópera
de Sydney (1957-1973), en Australia.

En Estados Unidos la influencia de los maestros europeos se dejó sentir claramente después de la
II Guerra Mundial, especialmente a través de la figura de Louis I. Kahn, en cuyos edificios se puede
sentir la monumentalidad de la Roma antigua. Uno de los edificios emblemáticos de este
arquitecto es el Museo de Arte Kimbell (1972), en Fort Worth (Texas), donde las bóvedas de cañón
se abren por la clave hasta convertirse en lucernarios cenitales.

La influencia de los maestros del movimiento moderno se comenzó a sentir en España y en
algunos países de Latinoamérica hacia finales de la década de 1920, especialmente en Brasil,
donde la influencia de Le Corbusier es evidente sobre Lúcio Costa y Oscar Niemeyer, responsables
de la construcción de la ciudad de Brasilia siguiendo principios corbusierianos. La generación de
arquitectos racionalistas españoles, asociada en torno al GATEPAC (Grupo de Artistas y Técnicos
Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea), tuvo que disolverse al final de la
Guerra Civil española (1936-1939), y mientras que Josep Lluís Sert emigró a Estados Unidos para
hacerse cargo de la Facultad de Arquitectura de Harvard, otros arquitectos como Félix Candela y
Antonio Bonet emigraron a Latinoamérica, donde se unieron a las corrientes modernas
encabezadas por Juan O’Gorman en México y Julio Vilamajó en Uruguay. Véase Arquitectura
contemporánea española; Arquitectura contemporánea mexicana.

4.3.21 El International Style

Los arquitectos alemanes que emigraron a Estados Unidos con la llegada al poder del nazismo,
iniciaron allí una corriente más ligada a la tradición constructiva estadounidense. Uno de sus
discípulos, Philip Johnson, concretó esta corriente definiéndola como International Style (estilo
internacional), en alusión a su falta de referentes nacionales. Dentro de esta corriente se pueden
incluir la mayoría de la obras americanas de Mies Van der Rohe, como los edificios de
apartamentos de Lake Shore Drive (1951) en Chicago, y el Seagram Building (1958) en Nueva York,
este último en colaboración con el propio Philip Johnson. Este estilo degeneró en una arquitectura


[Escriba texto]                                                                          Página 25
sin carácter, que se extendió rápidamente por todo el mundo gracias a su inocuidad ideológica y a
los enormes beneficios económicos que podía generar a las empresas constructoras.




4.3.22 Arquitectura posmoderna




Como reacción al International Style, y de forma más genérica al movimiento moderno, apareció
en la década de 1960 un movimiento filosófico y artístico que se conoce con el nombre genérico
de posmodernismo. Entre las tendencias que podemos encontrar en este movimiento se distingue
una de tipo clasicista, originada a partir de la publicación en 1966 del libro de Robert Venturi
Complejidad y contradicción en la arquitectura, en el cual defendía la vuelta a los modelos de la
arquitectura tradicional. También el camaleónico Philip Johnson se adscribió a esta corriente,
apoyándola desde su puesto directivo en el MOMA (Museo de Arte Moderno de Nueva York).
Otros arquitectos que han seguido los pasos de Venturi son Michael Graves, Robert A. M. Stern, o
el catalán Ricardo Bofill.




[Escriba texto]                                                                       Página 26

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  • 1. TABLA DE CONTENIDOS 1. HAGA CLIC EN LA POSICIÓN EN LA QUE DESEE INSERTAR LA TABLA DE CONTENIDO. 2. EN EL MENÚ INSERTAR, ELIJA REFERENCIA Y HAGA CLIC EN ÍNDICES Y TABLAS. 3. HAGA CLIC EN LA FICHA TABLA DE CONTENIDO. 4. PARA UTILIZAR UNO DE LOS DISEÑOS DISPONIBLES, HAGA CLIC EN UN DISEÑO EN EL CUADRO FORMATOS. 5. SELECCIONE LAS DEMÁS OPCIONES DE TABLA DE CONTENIDO QUE DESEE. [Escriba texto] Página 1
  • 2. ARQUITECTURA 3 1 INTRODUCCIÓN 3 2 MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN 3 3 CONSTRUCCIÓN 5 4 HISTORIA DE LA ARQUITECTURA 7 4.1 ARQUITECTURA ORIENTAL 7 4.1.1 India y el Sureste asiático 7 4.1.2 China y Japón 8 4.2 ARQUITECTURA PRECOLOMBINA 8 4.2.1 Arquitectura mesoamericana 8 4.2.2 Arquitectura centro andina 10 4.3 ARQUITECTURA OCCIDENTAL 10 4.3.1 Mesopotamia 11 4.3.2 Egipto 11 4.3.3 Arquitectura creto-micénica 12 4.3.4 Arquitectura griega 12 4.3.5 Arquitectura romana 13 4.3.6 Arquitectura paleocristiana 13 4.3.7 Arquitectura bizantina 14 4.3.8 Arquitectura prerrománica 15 4.3.9 Arquitectura románica 16 4.3.10 Arquitectura gótica 17 4.3.11 Arquitectura islámica 19 4.3.12 Arquitectura renacentista 20 4.3.13 Arquitectura barroca 20 4.3.14 Arquitectura neoclasicista 20 4.3.15 La arquitectura del hierro 21 4.3.16 Eclecticismo 22 4.3.17 Arquitectura modernista 22 4.3.18 El rascacielos 23 4.3.19 El hormigón armado 23 4.3.20 El movimiento moderno 24 4.3.21 El International Style 25 4.3.22 Arquitectura posmoderna 26 [Escriba texto] Página 2
  • 3. ARQUITECTURA 1 INTRODUCCIÓN Arquitectura, arte o ciencia de proyectar y construir edificios perdurables. Sigue determinadas reglas, con objeto de crear obras adecuadas a su propósito, agradables a la vista y capaces de provocar un placer estético. El tratadista romano Vitrubio fijó en el siglo I a.C. las tres condiciones básicas de la arquitectura: Firmitas, Utilitas, Venustas (resistencia, funcionalidad y belleza). La arquitectura se ha materializado según diferentes estilos a lo largo de la historia: gótico, barroco y neoclásico, entre otros. También se puede clasificar de acuerdo a un estilo más o menos homogéneo, asociado a una cultura o periodo histórico determinado: arquitectura griega, romana, egipcia. El estilo arquitectónico refleja unos determinados valores o necesidades sociales, independientemente de la obra que se construya (casas, fábricas, hoteles, aeropuertos o iglesias). En cualquier caso, la arquitectura no depende sólo del gusto o de los cánones estéticos, sino que tiene en cuenta una serie de cuestiones prácticas, estrechamente relacionadas entre sí: la elección de los materiales y su puesta en obra, la disposición estructural de las cargas y el precepto fundamental del uso al que esté destinado el edificio. La arquitectura vernácula, de la que no trata este artículo, se caracteriza por no seguir ningún estilo específico, ni estar proyectada por un especialista, sino que se construye directamente por los artesanos y normalmente utiliza los materiales disponibles en la zona. 2 MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN La existencia de un material natural está estrechamente relacionada con la invención de las herramientas para su explotación y determina las formas constructivas. Por ejemplo, la carpintería [Escriba texto] Página 3
  • 4. de madera apareció en las diferentes áreas boscosas del planeta, y la madera sigue siendo, aunque su uso esté en declive, un material de construcción importante en esas áreas. En otras zonas, las piedras naturales se utilizaron en los monumentos más representativos debido a su permanencia y a su resistencia al fuego. Dado que la piedra se puede tallar, la escultura se integró fácilmente con la arquitectura. El empleo de piedras naturales en la construcción está en decadencia, debido a su elevado precio y a su complicada puesta en obra. En su lugar se utilizan piedras artificiales, como el hormigón y el vidrio plano, o materiales más ligeros, como el hierro o el hormigón pretensado, entre otros. En las regiones donde escaseaban la piedra y la madera se usó la tierra como material de construcción. Aparecen así el tapial y el adobe: el primero consiste en un muro de tierra o barro apisonado y el segundo es un bloque constructivo hecho de barro y paja, y secado al sol. Posteriormente aparecen el ladrillo y otros productos cerámicos, basados en la cocción de piezas de arcilla en un horno, con más resistencia que el adobe. Por tanto, las culturas primitivas utilizaron los productos de su entorno e inventaron utensilios, técnicas de explotación y tecnologías constructivas para poderlos utilizar como materiales de edificación. Su legado sirvió de base para desarrollar los modernos métodos industriales. La construcción con piedra, ladrillo y otros materiales se llama albañilería. Estos elementos se pueden trabar sólo con el efecto de la gravedad (a hueso), o mediante juntas de mortero, pasta compuesta por arena y cal (u otro aglutinante). Los romanos descubrieron un cemento natural que, combinado con algunas sustancias inertes (arena y piedras de pequeño tamaño), se conoce como argamasa. Las obras construidas con este material se cubrían posteriormente con mármoles o estucos para obtener un acabado más aparente. En el siglo XIX se inventó el cemento Portland, que es completamente impermeable y constituye la base para el moderno hormigón. Otro de los inventos del siglo XIX fue la producción industrial de acero; los hornos de laminación producían vigas de hierro mucho más resistentes que las tradicionales de madera. Es más, los redondos o varillas de hierro se podían introducir en la masa fresca de hormigón, aumentando al fraguar la capacidad de este material, dado que añadían a su considerable resistencia a compresión la excepcional resistencia del acero a tracción. Aparece así el hormigón armado, que ha revolucionado la construcción del siglo XX por dos razones: la rapidez y comodidad de su puesta en obra y las posibilidades formales que ofrece, dado que es un material plástico. Por otra parte, la aparición del aluminio y sus tratamientos superficiales, especialmente el anodizado, han popularizado el uso de un material extremadamente ligero que no necesita mantenimiento. El vidrio se conoce desde la antigüedad y las vidrieras son uno de los elementos característicos de la arquitectura gótica. Sin embargo, su calidad y transparencia se han acrecentado gracias a los procesos industriales, que han permitido la fabricación de vidrio plano en grandes dimensiones capaces de iluminar grandes espacios con luz natural. [Escriba texto] Página 4
  • 5. 3 CONSTRUCCIÓN Cuando los materiales se disponen en vertical y todas las cargas trabajan a compresión, la estructura es bastante estable, como en el caso de los muros. El mayor problema aparece al cubrir un espacio creado entre dos muros. Las dos soluciones básicas son el sistema adintelado (compuesto por columnas, pilares y dinteles o vigas) y el sistema abovedado (a base de pilares, muros, arcos y bóvedas o sus derivadas, las cúpulas). En el sistema adintelado, los dinteles o las vigas se colocan en horizontal, apoyados sobre pilares y columnas; a su vez, encima de las vigas descansan otras estructuras (cubiertas y forjados, entre otras) que reciben al tejado o sirven de base para el suelo del piso siguiente. En el sistema abovedado, por el contrario, los elementos estructurales son curvos en lugar de rectos. El muro se abre mediante arcadas, formadas por hileras de arcos sobre pilares o columnas; para la cubierta se emplea la bóveda de cañón, que se genera por la proyección horizontal de un arco; y si es necesario cubrir grandes espacios de simetría central se utiliza la cúpula semiesférica o de media naranja, creada a partir de la rotación de un arco sobre su centro. El sistema adintelado se puede llevar a cabo con numerosos materiales, pero las piezas horizontales han de trabajar a flexión, es decir, deben absorber esfuerzos de compresión en la parte superior y de tracción en la inferior. Las vigas, por tanto, suelen ser de madera, hierro u hormigón armado. Los materiales pétreos (naturales o artificiales) son poco apropiados, puesto que resisten mal las tensiones de tracción; para utilizarlos como elementos horizontales han de tener un canto y un peso muchos mayores. En los arcos y bóvedas, sin embargo, todos los elementos trabajan a compresión, de modo que siguiendo este sistema se pueden cubrir grandes espacios con piedra, ladrillo, argamasa u hormigón. Las bóvedas, en cualquier caso, generan una serie de tensiones laterales que deben ser contrarrestadas con estribos o contrafuertes. Otros elementos importantes en los sistemas de cubiertas son las estructuras (de madera u otros materiales), que sirven para salvar mayores luces estructurales con un peso mucho menor que el de una viga convencional. Las estructuras pueden ser de madera (llamadas también cuchillos), o de acero (en forma de perfiles abiertos o tubos), que se conocen con el nombre de cerchas. Pueden tomar cualquier forma, ya que se basan en la subdivisión de la estructura en triángulos. Esta figura elemental, compuesta por la unión de tres segmentos unidos por sus extremos, puede extenderse hasta el infinito por el principio de la triangulación. Para fabricarla, basta con atar mediante una viga riostra otras dos vigas dispuestas en ángulo. Cada uno de estos triángulos está [Escriba texto] Página 5
  • 6. sometido a sus propios esfuerzos de tracción y compresión. En el siglo XVIII, los matemáticos aprendieron a aplicar sus conocimientos al estudio de las estructuras, haciendo posible calcular las tensiones exactas que se producen en cualquier situación. Así se inició el desarrollo de las armaduras espaciales, que pueden ser simples cerchas planas o complejos entramados reticulares tridimensionales. Durante el siglo XIX, la ingeniería acomete una gran cantidad de obras de gran tamaño, como puentes, diques y túneles. Para ello se hace imprescindible un avance científico en la edificación, como el cálculo de estructuras o la resistencia de materiales. En la actualidad se pueden cubrir espacios mediante estructuras colgantes que trabajan a tracción (al contrario de las bóvedas, donde todos los elementos trabajan a compresión), o con estructuras neumáticas, cuyas superficies se sustentan por medio de aire a presión. Los cálculos se hacen particularmente complejos cuando se trata de estructuras elevadas, debido a que la presión del viento o el riesgo de movimientos sísmicos pasan a ser factores más importantes que la propia gravedad. La arquitectura también debe ocuparse del equipamiento interno de los edificios y sus instalaciones. En las últimas décadas se han inventado complejos sistemas de acondicionamiento, instalaciones eléctricas y sanitarias, prevención de incendios, iluminación artificial, elementos de circulación (como pasillos, escaleras mecánicas o ascensores hidráulicos). Desde hace poco tiempo se puede utilizar la informática para controlar todos estos sistemas, dando lugar a lo que se conoce como edificio inteligente. Todo esto ha supuesto un incremento de las expectativas de bienestar, pero también de los costes de la construcción. A través de la historia se reconocen una serie de leitmotiv que han generado diferentes tipologías constructivas. Así, las obras más conmovedoras de la arquitectura —templos, iglesias, catedrales y mezquitas— nacen de motivaciones religiosas, y sirven para crear un lugar propicio al diálogo con Dios, o bien para adoctrinar a los fieles, o para que éstos celebren sus rituales sagrados. Otro de los móviles ha sido el sentimiento de seguridad: las estructuras más duraderas se construían como elementos defensivos, como las murallas o los castillos. Uno de los motivos que más ha impulsado a la arquitectura a lo largo de la historia ha sido el deseo de ostentación: edificios que sean el orgullo de un pueblo, que reflejen el estatus personal o colectivo, o palacios para reyes y emperadores, construidos como símbolos de su poder. En general, las clases privilegiadas siempre han sido mecenas de arquitectos, artistas o artesanos, y sus encargos se han convertido, a veces, en el mejor legado artístico de su época. En la actualidad, su labor la desempeñan las grandes multinacionales, los gobiernos y las universidades, que llevan a cabo su función de una forma menos personalista. La complejidad de la vida moderna ha provocado la proliferación de tipologías constructivas. En nuestros días, la arquitectura occidental está especialmente dedicada al diseño de viviendas colectivas, edificios de oficinas, centros comerciales, supermercados, escuelas, universidades, hospitales, aeropuertos, hoteles y complejos turísticos. En cualquier caso, el proyecto de un edificio nunca se realiza de forma aislada, sino prestando especial atención a sus interacciones con el entorno. Tanto los arquitectos como sus clientes están concienciados de este problema y se sirven del urbanismo para evitar impactos negativos sobre las zonas antiguas de las ciudades. [Escriba texto] Página 6
  • 7. 4 HISTORIA DE LA ARQUITECTURA Los orígenes de la arquitectura se pierden junto con los del ser humano y sólo se conocen por las escasas huellas que resisten el paso del tiempo. Sin embargo, es indudable que en la prehistoria el hombre empleó las artes constructivas no sólo con fines funcionales, sino también simbólicos. Prueba de ello son los numerosos restos de monumentos funerarios, cavernas artificiales o recintos conmemorativos. Utilizando de nuevo el paralelismo con la historia de la humanidad, se podría considerar que la historia de la arquitectura se remonta a los restos conservados del lenguaje arquitectónico, es decir, compositivo. Así, se puede datar su inicio asociado al desarrollo de las primeras ciudades mesopotámicas. Para comprender mejor el curso histórico de la arquitectura se ha dividido su estudio en tres grandes áreas cuya evolución ha sido relativamente independiente. Se trata de la arquitectura oriental, la americana prehispánica y la occidental. Al margen de este estudio se queda la arquitectura vernácula, que a menudo ha sido una fuente donde ha bebido la arquitectura culta, pero cuyo desarrollo histórico es bastante restringido. 4.1 Arquitectura oriental El concepto de arquitectura oriental es confuso y típicamente occidental. Sin embargo, resulta bastante apropiado para englobar la arquitectura de una enorme zona geográfica que comprende la India, Indochina, Indonesia, China y Japón. Durante mucho tiempo, las religiones y culturas de esta parte del mundo se interrelacionan fuertemente, y con ellas van evolucionando las arquitecturas que les son propias. Este periodo concluye con la colonización occidental (incluso en Japón, donde la colonización fue tan sólo cultural), coincidiendo con la Revolución Industrial. 4.1.1 India y el Sureste asiático El material constructivo típico de la arquitectura primitiva de la India es la piedra, labrada profusamente de acuerdo con la imaginería tradicional hindú. Esta característica, unida a la ausencia casi total de espacios estructurados, lleva a considerar estas obras como piezas escultóricas antes que arquitectónicas. [Escriba texto] Página 7
  • 8. 4.1.2 China y Japón Entre las culturas japonesa y china se aprecian elementos comunes; sin embargo, sus características generales son bastante diferentes. Concretamente la arquitectura de China es muy diferente de la de Japón, tanto en la forma como en el espíritu que la alimenta. 4.2 Arquitectura precolombina El 12 de octubre de 1492 Cristóbal Colón pisaba las tierras de América y se iniciaba así una política de conquistas que destruyó gran cantidad de culturas autóctonas. Todas estas culturas — colonizadas por España, Portugal e Inglaterra, principalmente— se conocen con el nombre de precolombinas, y se puede decir que desaparecieron casi totalmente bajo el poder de los imperios europeos. Las dos grandes áreas donde se desarrollaron las culturas más fértiles de América fueron Mesoamérica —México, Honduras, Guatemala, Belice y El Salvador— y el centro de los Andes —Perú, Bolivia y Ecuador. Por otra parte, las tribus nómadas del norte de América no llegaron a realizar construcciones permanentes, aunque algunas civilizaciones más cercanas a los focos culturales mesoamericanos, como los indios mokis o pueblo de Sonora, Arizona y Nuevo México, construyeron con piedra y adobe. Estos pueblos indígenas americanos iniciaron su declive hacia el año 1300 pero aún se conservan restos de sus arquitecturas rupestres y de algunos poblados. 4.2.1 Arquitectura mesoamericana Las dos tipologías más relevantes de la arquitectura mesoamericana fueron la pirámide y el juego de pelota. La pirámide americana es diferente de la egipcia no sólo por su forma —escalonada y truncada en su parte superior—, sino también por su función, que es la de acoger un santuario o [Escriba texto] Página 8
  • 9. templo en la meseta más elevada. Una práctica habitual era levantar las pirámides por capas, de forma que se construía un edificio nuevo rodeando al antiguo cada 52 años, que era el ciclo establecido para la renovación del mundo. El juego de pelota, que no era un deporte sino un espectáculo ritual, solía estar relacionado con las pirámides y consistía en un espacio amurallado de planta en doble T. La cultura maya se extendía desde la península de Yucatán hasta Belice, Honduras y Guatemala, y su periodo de mayor esplendor tuvo lugar entre los siglos IV y XI. Una de las primeras grandes ciudades mayas es la de Tikal (Guatemala), de la que se conserva un enorme recinto sagrado (siglos III-VIII) con numerosas pirámides. Sobre las plataformas de estas pirámides se elevan los templos o santuarios, con un espacio interior cubierto por una falsa bóveda típica de la arquitectura de esta civilización. Otro de los centros florecientes en la época clásica fue Copán (Honduras), un centro de estudios astronómicos donde se conserva la monumental escalera de los Jeroglíficos (mediados del siglo VIII), así como uno de los juegos de pelota más hermosos de la civilización maya. El Palenque (llamado así por los españoles por ser un recinto amurallado) fue el centro de esta cultura en México y su edificio más emblemático es el templo de las Inscripciones (siglos VII-VIII), situado sobre una pirámide que, en este caso, contiene una cámara sepulcral. Ya en el primer milenio de la era cristiana, el guerrero Kukulcán fundó la ciudad de Chichén Itzá sobre la llanura de Yucatán. La arquitectura de esta ciudad tiene una enorme influencia de la zona que está al norte de la capital mexicana, como muestran el templo de los Guerreros (siglos XI-XII) y la pirámide del Castillo (siglos XI-XII), que siguen los modelos toltecas de la ciudad de Tula. Otros edificios emblemáticos de Chichén Itzá son el Caracol (un observatorio astronómico al que se accede a través de una escalera de caracol) y el famoso juego de pelota, flanqueado por unos muros monumentales que están ricamente esculpidos. También en la península de Yucatán se encuentra Uxmal, cuyo hermoso palacio del Gobernador (siglos VIII-IX), erigido sobre una meseta artificial, muestra la maestría compositiva que se alcanzó en la etapa final del arte clásico maya. Véase Arte y arquitectura mayas. La llamada cultura de La Venta (1200-900 a.C.), probablemente relacionada con el pueblo olmeca, parece haber sido una de las primeras y también la más influyente de todo el continente americano. Su efecto se aprecia en las edificaciones de Monte Albán (siglos VI-VIII), una acrópolis zapoteca sobre la ciudad de Oaxaca, o en el palacio de las Columnas (siglo XV) de Mitla, también en Oaxaca, con sus espectaculares muros recubiertos de mosaicos. Otra de las civilizaciones mesoamericanas interesantes es la de El Tajín, que ha legado su gran pirámide (siglo VII) de nichos tallados sobre las paredes verticales. Sin embargo, la gran cultura clásica del centro de México fue Teotihuacán, situada sobre la llanura noroeste de México-Tenochitlán. Su obra más fabulosa es la gran pirámide del Sol, un edificio de 64 m de altura y 45.225 metros cuadrados de base, cuyo conjunto completan la pirámide de la Luna y un área en terraplenes conocida como La Ciudadela. Hacia el siglo VIII, la cultura teotihuacana sucumbió al empuje del pueblo tolteca que introdujo el culto a la serpiente emplumada Quetzalcóatl, una imagen que representan a menudo en los bajorrelieves de sus templos. La capital tolteca era Tula, donde se conserva la pirámide del templo de la Estrella de la Mañana (c. 900), construida en cinco niveles de 2 m de altura. Un centro que ejemplifica la transición de la época clásica a la tolteca es Xochicalco (casa de las flores), en el actual estado de Morelos, México; su magnífico templo de Quetzalcóatl está adornado con bajorrelieves y glifos. Por su parte, Tula fue destruida en el siglo XII por los chichimecas, que heredaron las tradiciones artísticas teotihuacanas y toltecas, y construyeron la pirámide de Tenayuca (siglos XIV-XV) en cinco capas superpuestas correspondientes a los ciclos de 52 años. La arquitectura de los chichimecas puede dar una idea de la que produjeron los aztecas, que [Escriba texto] Página 9
  • 10. fundaron la gran Tenochitlán en 1325. En las excavaciones del templo Mayor, en pleno centro de la ciudad de México, se ha descubierto una interesante infraestructura que permitió levantar el centro ceremonial y político más importante de Mesoamérica en medio de un lago. Véase Arte y arquitectura de Teotihuacán; Arte y arquitectura olmecas. 4.2.2 Arquitectura centro andina A mediados del siglo XIV el Imperio inca consiguió dominar al resto de las culturas andinas, entre las que destacaron las de Chavín, Mochica, Paracas, Nazca, Chimú, Huari y Tiahuanaco. Entre las mejores obras realizadas por culturas preincaicas destacan el templo escalonado de Chavín de Huantar, donde se aprecian afinidades con la cultura de La Venta, en México; la huaca del Sol en Moche, una pirámide escalonada de ladrillos secados al sol; la Puerta del Sol en Tiahuanaco, una puerta monolítica situada en un lugar sagrado similar al de Chavín de Huantar; la huaca del Dragón (siglos XIV-XV) en Chan Chan (capital chimú cercana a la actual Trujillo), construida en adobe como la mayoría de la arquitectura de la zona costera, y las chulpas, unas pequeñas torres funerarias de base circular que aparecen en la cuenca del lago Titicaca. Los incas se establecieron en Cuzco hacia el año 1100 y desde allí comenzaron su expansión comenzando por los quechuas. Su arquitectura enlaza con las tradiciones de Chavín y Tiahuanaco, como muestran las construcciones halladas en la fortaleza de Machu Picchu, situada a una altura de 2.400 m bajo las faldas del Urubamba. Una de las características más originales de la primitiva arquitectura inca es el ensamblaje a hueso de piedras ciclópeas, especialmente para la erección de murallas como en Sacsahuamán (siglo XV), la fortaleza de Cuzco o en los seis monolitos graníticos que cierran el templo de los Muertos de Ollantaytambo (siglo XV), sobre el valle del Urubamba. La evolución del Imperio supuso el perfeccionamiento en el tallado de la piedra, como se aprecia en las construcciones del Monte Dorado o Choquequilla (siglo XV), en el valle cercano a Cuzco de Huaracondo. Véase Arte y arquitectura precolombina; Arte y arquitectura incas. 4.3 Arquitectura occidental La cultura que hoy conocemos como occidental tuvo su origen en una serie de pueblos de la zona oriental del mar Mediterráneo, que, con el devenir de la historia, fueron ampliando su influencia hasta abarcar toda la costa de este mar. Más tarde fueron los grandes imperios, como el romano o el macedónico, los encargados de extender su dominio por el mundo conocido. La invasión de los pueblos bárbaros no hizo sino afianzar la cultura heredada, que a partir de entonces se conoce como clásica, y se convierte en un canon o modelo a seguir. Los imperios coloniales han ido imponiendo sus criterios al resto de los pueblos hasta nuestros días; en la actualidad, la cultura occidental se extiende por todo el planeta, aunque en cada zona haya un cierto grado de mestizaje con las culturas autóctonas. En la evolución del mundo occidental hay una gran cantidad de caminos paralelos en distintas zonas geográficas. Durante la edad media, tres imperios desarrollan simultáneamente lo que podríamos conocer como cultura clásica: el bizantino en el Mediterráneo oriental, el islámico (con diferentes centros de poder en Asia, África y el sur de Europa) y el carolingio en el centro de Europa. Por otra parte, dos de las religiones más extendidas del mundo comparten su pertenencia [Escriba texto] Página 10
  • 11. a esta cultura genérica: el cristianismo y el islam. Ambas tienen un origen común en la religión judía y comparten la necesidad de apostolado, lo cual ha favorecido su expansión colonial. 4.3.1 Mesopotamia Esta región, que coincide en su mayor parte con el actual Irak, estaba comprendida entre los ríos Tigris y Éufrates. La ciudad asiria de Jorsabad, construida con ladrillos y adobe durante el reinado de Sargón II (722-705 a.C.), se descubrió en 1842, y gracias a las excavaciones realizadas desde entonces se conoce la mayor parte de su planta. Este descubrimiento supuso una base sólida para el estudio de la arquitectura de Mesopotamia porque las antiguas ciudades de Babilonia y Ur no se excavaron hasta finales del siglo XIX. En la antigua arquitectura persa se observa la influencia de los griegos, con quienes los persas mantuvieron una serie de enfrentamientos (las Guerras Médicas) en el siglo V a.C. De esta época se ha conservado el gran recinto real de Persépolis (518-460 a.C.), construido por Darío el Grande, y un gran número de tumbas excavadas en la roca, todas al norte de Shīrāz, en el actual Irán. 4.3.2 Egipto La cultura urbana también fue próspera desde los primeros tiempos del antiguo Egipto. La estabilidad política de este gran Estado se instauró por medio de una oligarquía defensora de las Tradiciones. Sólo así, en un sistema político donde el poder se concentraba en torno al faraón y sus sumos sacerdotes, y en una región rica en materiales pétreos (granito, piedras areniscas y calizas), pudo llevarse a cabo la construcción de los monumentos más impresionantes del mundo antiguo. La obsesión de los gobernantes egipcios era edificar su propia tumba, más espléndida que la de su predecesor. Antes de la IV Dinastía (que comienza c. 2680 a.C.), los enterramientos de los reyes de Egipto se distinguían por medio de una mastaba, una construcción maciza de ladrillo, de planta rectangular con los muros en talud. Ésta evolucionó hacia la pirámide escalonada y más tarde [Escriba texto] Página 11
  • 12. hasta la definitiva pirámide de caras planas. Las pirámides mayores y mejor conservadas están en el conjunto de Gizeh, cerca de El Cairo; entre ellas destacan la de Keops (construida c. 2570 a.C.) y la de Kefrén (c. 2530 a.C.). Estos inmensos monumentos son la muestra del enorme poder que los faraones ejercían sobre sus súbditos, así como de la fascinación de los arquitectos egipcios por las formas geométricas. Por otra parte, el mismo gusto por la perfección de la forma abstracta reaparece frecuentemente a través de la historia. Los egipcios edificaron templos no como lugar de oración, sino para exhibir los ritos que cumplían los que ocupaban el poder y excluir al resto de los mortales. Para ello construyeron los templos dentro de recintos amurallados, con grandes vestíbulos repletos de columnas (salas hipóstilas) que convierten el espacio exterior en interior, dado que a cierta distancia sólo se puede ver una masa cerrada de piedra. Una sucesión lineal de espacios conducía hasta los recintos más sagrados. Así nació el concepto de eje, que en los templos egipcios se extendía hacia el exterior a través de avenidas de esfinges, dispuestas para acrecentar el espectáculo procesional de los participantes. En estas construcciones se inicia el empleo monumental del sistema adintelado, con gruesas columnas muy próximas entre sí, sosteniendo pesados dinteles. Los templos mejor conocidos de Egipto están en la zona del Nilo medio, cerca de la antigua capital, Tebas. Aquí se encuentran los templos de Luxor, Karnak y Dayr al-Bahari (siglos XV-XII a.C.), y Edfú (siglo III a.C.). Véase Arte y arquitectura de Egipto; Templo. 4.3.3 Arquitectura creto-micénica La arquitectura que se desarrolló en el territorio continental de la antigua Grecia y en las islas del mar Egeo pertenece a una serie de culturas griegas, que precedieron a la llegada (c. 1000 a.C.) de los pueblos jónicos y dóricos. La cultura minoica floreció en la isla de Creta (entre los años 3000- 1200 a.C.); su principal legado es el palacio laberíntico de Minos en Cnosos, cerca de la actual Iraklion. En el Peloponeso, cerca de Argos, están los palacios-fortaleza de Micenas y Tirinto, y en Asia Menor la ciudad de Troya —excavada en su totalidad por el arqueólogo alemán Heinrich Schliemann en el último cuarto del siglo XIX. Micenas y Tirinto se consideran dos importantes muestras de la civilización aquea, referente de los poemas épicos de Homero, la Odisea y la Iliada. Véase Civilización del Egeo. 4.3.4 Arquitectura griega La tipología del templo griego se compone de un santuario y el perímetro de columnas que lo rodean y articulan el espacio exterior. En este sentido es el modelo opuesto del templo egipcio, cuyas columnas están dispuestas dentro de un recinto amurallado. La originalidad de esta tipología reside en que, quizás por primera vez en la historia, se da prioridad al aspecto externo de un edificio que contiene un espacio sagrado. La arquitectura griega no abruma al observador con una excesiva monumentalidad y rara vez está dispuesta simétricamente a lo largo de un eje, sino que busca las relaciones espaciales sutiles, desde diferentes puntos de vista. Los templos griegos, que siguen aproximadamente el mismo plan, tienen tamaños muy diversos: desde el pequeño templo de Atenea Niké (427-424 a.C.) en la Acrópolis de Atenas, de aproximadamente 6 × 9 m, [Escriba texto] Página 12
  • 13. hasta el gigantesco templo de Zeus u Olimpeión (c. 500 a.C.) en Agrigento (Magna Grecia, actual Sicilia), que ocupa más de una hectárea. El modelo primitivo de templo se fue modificando a lo largo de los siglos. La preocupación por el aspecto exterior y sus relaciones con el espacio circundante llevó a los arquitectos griegos a una carrera hacia la perfección. Fruto de este empeño son los órdenes arquitectónicos, que consisten en una serie de reglas sobre la proporción y la articulación de las partes del edificio, especialmente de las columnas. Hoy día se siguen llamando de igual forma, e incluso se siguen utilizando como modelos canónicos. En ellos se regula la disposición del estilobato o plinto, la basa, el fuste, capitel, arquitrabe, friso, cornisa y frontón, cada uno de los cuales ejercen o simboliza alguna función estructural. 4.3.5 Arquitectura romana La arquitectura romana tomó el relevo de la griega, pero sus resultados fueron muy distintos. En primer lugar, contrariamente al débil concepto de nación que generaban las alianzas entre ciudades-estado griegas, Roma llegó a ser un imperio poderoso y bien organizado, que colonizó con su política, su lengua y su arte todo el mundo mediterráneo, llegando por el noroeste hasta las islas Británicas y por el sureste hasta la península de Arabia. Los romanos llevaron a cabo grandes obras de ingeniería como calzadas, canales, puentes y acueductos. Sus avances en el arte de la edificación fueron incontables y en sus obras utilizaron toda clase de materiales constructivos como ladrillos, argamasa, piedra, mármoles y mosaicos. El uso del arco y la bóveda introdujo en el vocabulario clásico las formas curvilíneas; los muros curvos producían un espacio semicircular, llamado exedra o ábside, ideal para concluir un eje. Los elementos cilíndricos y esféricos llegaron a ser característicos de la arquitectura romana, adecuados para cubrir los inmensos espacios propios de la escala imperial. 4.3.6 Arquitectura paleocristiana En el año 313 el emperador romano Constantino I el Grande promulga el Edicto de Milán, por el cual se establece en todo el Imperio la libertad religiosa y se inicia un proceso que culminará con la declaración del cristianismo como religión oficial. Hasta este momento, el Imperio romano había reprimido, en ocasiones con gran dureza, esta religión de origen oriental que rechazaba el culto al emperador y a los dioses clásicos, y se iba extendiendo paulatinamente por todos los rincones del mundo romanizado. La arquitectura cristiana de los primeros tiempos se limita a las viviendas privadas de grandes dimensiones que acogían las reuniones de los fieles, casi siempre escondidas de la mirada pública, como la que se ha descubierto en Dura-Europos (siglo III), que ya presenta una serie de espacios jerarquizados de acuerdo con su uso ceremonial. Sin embargo, este tipo de arquitectura no podía satisfacer las necesidades simbólicas de la Iglesia, que a partir del Edicto de Milán sale de las sombras y adopta en sus templos una tipología romana: la basílica. Este edificio se compone de un número impar de naves longitudinales (3 o 5), separadas por filas de columnas, y la nave central es notablemente más ancha y alta. La diferencia de alturas entre las crujías permite abrir ventanas en la parte superior de los muros, llamadas claraboyas. Al final de la nave se dispone el altar, rodeado de un gran ábside o exedra (también heredado del modelo romano), en donde el sacerdote oficia la ceremonia. Una de las pocas características que difieren del modelo romano es la sustitución de [Escriba texto] Página 13
  • 14. la bóveda (que no se volvió a emplear hasta aproximadamente el año 1000) por una cubierta de madera a dos aguas, más ligera y por tanto con menores exigencias estructurales. El espacio de la basílica resultaba perfecto por su carácter direccional, jerárquico y claramente articulado, con la ventaja adicional de no haber sido utilizado por ningún otro culto religioso. En Roma aún se conservan algunas de estas iglesias que evocan el espíritu de la arquitectura paleocristiana: son las de Santa María la Mayor (422-430), de tres naves separadas por columnas jónicas que sostienen un arquitrabe recto, y Santa Sabina (422-432), cuyas columnas corintias sostienen una sucesión de arcos de medio punto peraltados. 4.3.7 Arquitectura bizantina En el año 330 el emperador Constantino I el Grande funda la ciudad de Constantinopla (actual Estambul), donde traslada la corte imperial, iniciando así una ruptura en el seno del Imperio romano. A la muerte del emperador Teodosio —que en el año 391 había declarado al cristianismo religión oficial—, el Imperio se divide definitivamente en dos partes, el Imperio de Occidente y el Imperio de Oriente, que será conocido como Bizancio. La arquitectura bizantina tomó como modelo la iglesia de planta central (o cruz griega), en la cual el espacio se organiza en torno a una cúpula central. Uno de los grandes avances de la composición espacial bizantina consistió en cubrir mediante una cúpula semiesférica (o de media naranja) un espacio de planta cuadrada, consiguiendo así la posibilidad de articular una sucesión de crujías cubiertas con cúpulas. Para ello se intercalan entre los apoyos y la cubierta cuatro triángulos curvos llamados pechinas; estas pechinas parten de los vértices de cuadrado y se unen en la parte superior formando un anillo sobre el que descansa la cúpula. Geométricamente se pueden definir como fragmentos triangulares de una esfera de diámetro igual a la diagonal del cuadrado de la planta y que pasa por los cuatro vértices de éste. Entre los ejemplos más notables de cúpulas sobre pechinas destaca la de la basílica de Santa Sofía en Constantinopla (532-537), construida durante el mandato del emperador Justiniano I. En este periodo se construyeron los ejemplos más relevantes de arquitectura bizantina, tanto en Constantinopla como en la ciudad italiana de Ravena, que después de pertenecer a los ostrogodos fue reconquistada por Bizancio. La iglesia de San Sergio y San Baco (527) en Constantinopla y la de San Vital (526-547) en Ravena reproducen el mismo modelo de planta octogonal cubierta por una cúpula y rodeada por una nave circundante. Entretanto, otras dos importantes iglesias de Ravena, San Apolinar Nuevo (c. 520) y San Apolinar in Classe (c. 530-549) mantienen la tipología basilical de origen paleocristiano. La basílica de Santa Sofía (o de la Santa Sabiduría), concebida por los arquitectos Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, consta de una gran cúpula central que se extiende por el eje longitudinal siguiendo las dos exedras de los ábsides, cada una de ellas abierta a otras tres exedras menores. De este modo se consigue que los empujes de la bóveda se trasmitan, en dirección longitudinal, a las bóvedas de horno que cubren las exedras, hasta llegar debilitados a los contrafuertes exteriores. El conjunto configura un espacio oval de 31 por 80 m, en el que la cubierta central se impone sobre el resto de superficies esféricas, y al que llega luz difusa a través de un anillo de pequeños orificios situados en la base de la cúpula. El arte figurativo bizantino desarrolló un estilo característico; su aplicación a la arquitectura se concreta en los mosaicos, grandes composiciones murales ejecutadas a partir de pequeñas piezas de mármol de colores o pasta vidriada (llamadas teselas). Ésta es una técnica heredada [Escriba texto] Página 14
  • 15. directamente de los mosaicos romanos, con la peculiaridad de que en Roma se utilizaba únicamente en espacios domésticos. Las iglesias bizantinas siguieron posteriormente el modelo de Santa Sofía a pequeña escala, con una cúpula central que descarga sobre ábsides y otras superficies abovedadas dispuestas a su alrededor. Estas iglesias proliferaron a lo largo del vasto Imperio bizantino —Grecia, los Balcanes, Asia Menor y parte del norte de África y de Italia—, e influyeron en numerosos proyectos del mundo cristiano occidental. Los modelos más tardíos tienden a minimizar el modelo original, con cúpulas cada vez menores que enfatizan el espacio vertical. En la catedral de San Basilio en Moscú (1500-1560), así como en otras iglesias ortodoxas rusas, la cúpula bizantina se convierte en una cúpula bulbiforme, una forma decorativa que por otra parte no se manifiesta en el espacio interior. Véase Arte y arquitectura bizantinas. 4.3.8 Arquitectura prerrománica Una serie de pueblos bárbaros del norte de Europa fueron poco a poco penetrando en el mundo romanizado, hasta que invadieron la totalidad del Imperio de Occidente. Sin embargo, estos pueblos adoptaron la cultura romana y se convirtieron a la fe cristiana. A partir de entonces se inicia un proceso de unificación de los reinos europeos que culminará Carlomagno (742-814), en un intento de restauración del Imperio romano bajo el signo de la cruz. En la península Ibérica, sin embargo, el reino visigodo se desmoronó un siglo antes, y fue invadido por el islam, quedando tan sólo unos pequeños reinos cristianos al norte. La arquitectura carolingia, como corresponde a este espíritu ‘renacentista’, siguió muchos de los modelos tardorromanos, bien en las iglesias que siguen modelos basilicales paleocristianos, como Saint Denis o Fulda (siglo VIII), bien en el propio palacio de Carlomagno en Aquisgrán, cuya capilla Palatina (consagrada el año 805) recuerda a la basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén. Por otra parte, aparecen ya una serie de variedades ligadas a las tradiciones locales que predicen la evolución hacia el pleno románico, como los muros o las torres de Céntula (790-799) o del proyecto de San Gall (c. 820), hallado en un antiguo pergamino. La arquitectura visigoda, en contraste con la situación occidental de la península Ibérica, recibió una gran influencia bizantina, marcada por el apoyo político que el Imperio oriental concedió al reino hispánico. Las dos características más originales son el empleo de bóvedas pétreas y arcos de herradura, estos últimos heredados posteriormente por la arquitectura califal cordobesa. Entre las pocas iglesias conservadas destacan por su originalidad espacial San Pedro de la Nave (680-711) y San Juan de Baños (661) que, a pesar de su antigüedad, anticipan gran parte de la arquitectura de siglos posteriores. La arquitectura asturiana (o ramirense, en honor del rey Ramiro I) se desarrolló en un pequeño reino cristiano al norte de la península Ibérica, en la actual España, uno de los escasos focos de resistencia contra la invasión musulmana. Sus espacios cubiertos por bóvedas y articulados mediante arcos fajones, producen una original sensación de verticalidad. Éstos y otros elementos, como los contrafuertes exteriores y los arcos peraltados, la convierten en precursora de la arquitectura románica del resto de Europa. Entre los edificios más destacados de la arquitectura ramirense se encuentran el salón del trono del palacio del Naranco, más tarde consagrado como Santa María del Naranco, y la iglesia de San Miguel de Lillo, ambos contruidos junto a la ciudad de Oviedo. Otra de las arquitecturas peculiares que se desarrolló durante este periodo en España es la arquitectura mozárabe. Los pueblos mozárabes estaban integrados por fieles cristianos que permanecieron en territorio musulmán. Su arquitectura, por tanto, recoge [Escriba texto] Página 15
  • 16. elementos de la arquitectura cristiana (visigoda y también europea) y de la arquitectura islámica (especialmente de la cordobesa); un ejemplo asombroso de esta confluencia cultural es la pequeña ermita de San Baudelio de Berlanga (siglo XI), un templo cristiano de planta centralizada, cuya tribuna descansa sobre una miniatura de la mezquita de Córdoba. Otro de los ejemplos destacados es la iglesia de San Miguel de Escalada (consagrada en 913), cristiana en su articulación espacial e islámica en sus elementos estilísticos. Véase Prerrománico (arte y arquitectura); Arte y arquitectura hispanomusulmanas. 4.3.9 Arquitectura románica Durante la edad media la Iglesia fue la depositaria de toda la sabiduría occidental. La orden benedictina ya estaba bien organizada en tiempos de Carlomagno, y su influencia se extendió por toda Europa con el transcurso de los siglos. Los arquitectos de la alta edad media fueron monjes, puesto que los monasterios, además de preservar la salud espiritual, eran los centros de producción de la filosofía y las ciencias. La planta basilical de los primeros tiempos se modificó de acuerdo con las necesidades litúrgicas de la misa, en la que un miembro del clero situado en el altar dirige la oración de los fieles y oficia los ritos religiosos. El símbolo de la cruz se añadió a la planta de los templos mediante la ubicación de un transepto, o nave perpendicular, en la zona próxima al ábside. De esta forma se creaba la distinción entre las naves, reservadas a los fieles, y el presbiterio, espacio posterior al transepto o crucero que contenía el recinto de los monjes (el coro) y el altar mayor, que debe ser el punto de atención más importante del templo. Para resaltarlo aún más, este altar mayor se enmarcaba en el ábside, una prolongación de la nave central de forma poligonal o semicircular, que en ocasiones estaba rodeado por la girola o deambulatorio, dispuesto como continuación de las naves laterales. En el templo también debía haber otros altares, necesarios para la celebración de las misas diarias de los monjes, situados dentro de pequeños absidiolos adosados al transepto y al deambulatorio. A los pies de la nave, precediendo la entrada al templo, aparecía el nártex, una antecámara o pórtico para recibir a los peregrinos y que no debían traspasar los catecúmenos. Aunque muchas iglesias francesas cubren algunas de sus naves mediante bóvedas de cañón — Saint-Savin-sur-Gartempe (nave 1095-1115), Saint-Sernin de Toulouse (c. 1080-1120) o Sainte-Foy de Conques (comenzada en 1050)—, Saint-Philibert de Tournus (950-1120) ya dispone de todo un catálogo de arcos de refuerzo, arcos torales, bóvedas de medio cañón y bóvedas de medio cañón transversales que apean los esfuerzos de la gran bóveda de cañón situada sobre la nave central, con ventanas de claraboya bajo su línea de impostas, en la parte alta de los muros. Como resultado de esta evolución se impuso el uso de bóvedas de arista, que permiten situar fácilmente un claristorio en la parte alta de los muros, que constituye una especie de coronación lumínica a lo largo de la nave central, como en la catedral de Worms (siglo XI), en Alemania, o en la Madeleine de Vézelay (siglo XII), en Francia. Los arcos de medio punto que configuran una bóveda de aristas se apoyan sobre una planta cuadrada: de este modo, el espacio queda dividido por una fila de crujías o fragmentos cuadrados. Para mantener la misma segmentación en las naves laterales, de menor altura y anchura, se duplicaba en ellas el número de bóvedas. El monasterio de Cluny, en Borgoña, fue el centro de la reforma monástica del siglo X que alentó la evolución al románico. Tal es así que este arte se llama en ocasiones cluniacense. En el siglo XII la mayor iglesia abacial de Europa era Cluny III (1088-1121), destruida en la Revolución Francesa, pero restituida sobre el papel a partir de dibujos y restos conservados. Era una inmensa iglesia de cinco naves y dos transeptos, de casi 200 m de longitud y 15 capillas o absidiolos adosadas a los [Escriba texto] Página 16
  • 17. transeptos y al deambulatorio. Una bóveda de cañón apuntada cubría su nave central, que ya contaba con otros elementos característicos de la arquitectura gótica, como el triforio ciego o el piso de ventanales altos. Sus trazas ejercieron una notable influencia en la construcción de templos románicos y góticos, no sólo en Borgoña, sino también en el resto de Europa. Los caminos de peregrinación generaron un enorme flujo ideológico a través de la Europa medieval. El más importante para Francia y España fue el Camino de Santiago, que conducía a los peregrinos de toda Europa hasta los restos del apóstol Santiago hallados en la ciudad gallega de Santiago de Compostela. A lo largo de este camino se fueron construyendo toda una serie de iglesias de peregrinación, que culminaban en la catedral de Santiago de Compostela (c. 1075- 1128), obra románica de influencia francesa. El templo consta de tres naves, la central de ellas cubierta por una enorme bóveda de cañón, y a sus pies se abre el pórtico de la Gloria, al parecer ideado por el maestro Mateo, que supone una pieza clave de la escultura románica europea. En general, en el área española del Camino de Santiago se desarrolló una forma autóctona de arquitectura románica, con influencias orientales que en unas ocasiones derivan del contacto con los reinos musulmanes y en otras de la antigua tradición bizantina trasmitida por los visigodos. Entre los templos destacan las colegiatas de Toro (1160-1240) y San Isidoro de León (terminada en el siglo XII), panteón de los reyes de Castilla; las iglesias de San Martín de Frómista (c. 1066), con su peculiar cimborrio octogonal sobre el crucero, y Torres del Río (siglo XII), de planta centralizada; y las catedrales de Jaca (c. 1063), Salamanca (siglo XII) y Zamora (1151-1202), cuyo cimborrio está rematado por una cúpula gallonada de origen bizantino. También se construyeron numerosos monasterios que acogían a los peregrinos jacobeos, como el de la orden benedictina en Silos, con su incomparable claustro románico del siglo XI, o el derruido de San Juan de Duero (siglo XII) en la ciudad de Soria, con sus arquerías árabes. Véase Románico. 4.3.10 Arquitectura gótica Al comienzo del siglo XII el lenguaje arquitectónico románico va a ser sustituido por el gótico. Aunque el cambio responde a la reforma en el seno de la Iglesia cristiana, caracterizada por el racionalismo de los teólogos tomistas, también coincide con una serie de avances técnicos en la edificación. El proceso de construcción de una bóveda requiere en primer lugar la colocación de Una estructura de madera (llamada cimbra) que sostiene el conjunto hasta que la curva se cierra, todos los elementos están ligados y se ha secado el mortero de las juntas. La cimbra de las bóvedas de arista convencionales tiene que ser de una sola pieza para cada crujía, y por tanto se requiere un complicado andamiaje que la haga descansar sobre el suelo. Hacia el año 1100 los [Escriba texto] Página 17
  • 18. constructores de la catedral de Durham, al norte de Inglaterra, y puede que simultáneamente los de San Ambrosio en Milán, inventaron un nuevo método: en primer lugar se construyen los arcos perpiaños y los dos arcos cruzados (llamados nervios) sobre el cuadrado de la crujía de una bóveda de arista, utilizando una cimbra ligera que se puede sujetar a los cuatro pilares de la base; después se rellena el resto de la bóveda mediante un material de relleno conocido con el nombre de plementería, que se puede apoyar sobre cuatro cimbras ligeras e independientes. El resultado es un nuevo tipo de bóveda llamada de crucería o de plementos, que aporta una serie de ventajas evidentes: el conjunto de la bóveda pesa muchos menos, puesto que los plementos no ejercen casi ninguna función estructural y por tanto pueden ser mucho más ligeros, mientras que las auténticas líneas de tensión se refuerzan mediante los nervios cruceros. Todos estos factores permiten elevar la altura de las naves y ensanchar sus luces estructurales. Otra novedad que ya presentaban algunos edificios románicos es la de los arcos y bóvedas ojivales. La principal ventaja es de tipo compositivo. Las bóvedas de diferentes curvaturas pueden cubrir crujías rectangulares e incluso trapezoidales, de modo que las divisiones de la nave central pueden corresponderse con las de las naves laterales, y las bóvedas pueden seguir utilizándose en el deambulatorio y en el ábside sin ninguna interrupción. Además, las naves con claristorio (es decir, con un anillo de ventanas de claraboya) pueden elevarse hasta la altura máxima de las bóvedas. Pronto estas claraboyas se convierten en grandes ventanales llamados vidrieras, estructuradas mediante tracerías y compuestas por piezas de vidrio coloreado. El espacio de la iglesia adquiere así una nueva luminosidad, que se ha convertido en una de las características más propias de la arquitectura gótica. Gracias a todos estos avances técnicos los maestros constructores pudieron construir estructuras más esbeltas, altas y ligeras. Pero de cualquier forma las bóvedas ejercen una serie de empujes transversales que no pueden contener unos pilares excesivamente altos, de modo que se hacía necesario encontrar una solución constructiva que apeara estos empujes hacia el exterior. Esta solución la constituye el sistema de arbotante y estribo, equivalente a los antiguos contrafuertes adosados al muro, que tendrían que haber alcanzado proporciones gigantescas para aguantar los nuevos esfuerzos laterales. El arbotante es un segmento de arco que transmite en diagonal, lejos del pilar de apoyo, las tensiones que ejerce la bóveda, mientras que el estribo es un sólido pilar que actúa como un contrafuerte aislado, recibiendo el empuje del arbotante y descargándolo definitivamente en el suelo. La nueva arquitectura evolucionó rápidamente en la Île-de-France. El origen se sitúa en la abadía de Saint Denis (1140-1144), panteón de los reyes de Francia situado cerca de París. Los obispos de las ciudades más prósperas, que competían por la destreza de sus artesanos y arquitectos, se lanzaron a la carrera de la construcción de catedrales, rivalizando en esplendor y en prestigio. Los mejores ejemplos se concentran en este área de Francia en torno a París, y entre ellas destacan, con sus fechas de inicio: Laón (1160), París (1163), Chartres (1194), Bourges (1195), Reims (1211), Amiens (1220) y Beauvais (1225). Otros países europeos se lanzaron a esta carrera, especialmente los de mayor influencia francesa como Inglaterra, donde se inició la construcción de las catedrales de Lincoln (1192) o Salisbury (1220); y España, donde se inician las obras de las catedrales de León (c. 1255), Burgos (1222) y Toledo (c. 1226). El derrumbamiento del coro de la catedral de Beauvais en 1284 indicó que se había alcanzado el límite estructural. La anchura de las naves principales de estas catedrales oscila entre 9 y 15 m, pero hay que tener en cuenta que el coro de la catedral de Beauvais se reconstruyó con una altura de 47 metros. [Escriba texto] Página 18
  • 19. Aunque la mejor arquitectura gótica fue religiosa, también se construyeron magníficos edificios civiles y militares. Uno de los más impresionantes es el Krak de los Caballeros (1131) en Jordania, una fortaleza construida por la Orden de los Caballeros Hospitalarios en la época de las cruzadas. La arquitectura militar fue una respuesta defensiva contra los avances en la tecnología militar; en todo caso, una de las estrategias más importantes seguía siendo resistir un asedio. Muchas ciudades se resguardaban dentro de una muralla fortificada y así se han conservado hasta nuestros días recintos como el de la ciudad de Ávila, en España, Aigues-Mortes y Carcasona en Francia, Chester en Inglaterra o Visby en Suecia. Este periodo histórico coincide con un espectacular auge de la población urbana a causa del desarrollo tecnológico y de la concentración de poder en torno a la nobleza y a la realeza, así como por la aparición de nuevas clases sociales agrupadas en torno a los gremios de artesanos y de una incipiente burguesía de nuevos oficios como banqueros y comerciantes. Las ciudades crecieron sin la planificación teórica de la era romana ni de la posterior renacentista. En el norte de Europa, donde la madera se conseguía fácilmente hasta la Revolución Industrial, las ciudades se construyeron con este material que permitía bajos costes y rapidez en la ejecución. Las naves de los monasterios, las lonjas y otras construcciones civiles se cubrían en ocasiones mediante grandes estructuras de madera. En Escandinavia se construyeron las iglesias con mástiles, realizadas enteramente en madera. En los Alpes se levantaron ciudades enteras entrecruzando vigas de sección rectangular. En numerosas regiones floreció la construcción en ladrillo, como en Lombardía, el norte de Alemania, Holanda, Dinamarca y España, donde numerosos alarifes musulmanes permanecieron en el territorio reconquistado por los reinos cristianos, dando lugar a la que se conoce como arquitectura mudéjar. Estos constructores trasmitieron a la arquitectura cristiana toda la sabiduría árabe en materia de construcción de ladrillo, con toda su variedad de arcos y los característicos aparejos empleados para componer muros ornamentales. Véase gótico (arte y arquitectura). 4.3.11 Arquitectura islámica El profeta Mahoma creó la religión musulmana, hacia el año 622 (fecha de la Hégira), en la ciudad árabe de Medina. La mezquita es el edificio más significativo de la arquitectura islámica y su función no responde a rituales complejos (como el templo cristiano) sino tan sólo a acoger un espacio para la oración. El clima del desierto, donde surgió la religión musulmana, hace necesaria la protección del sol, del viento y de la arena, de modo que los primeros modelos consistían en un simple recinto rectangular porticado con un patio en su centro. La parte fundamental de la mezquita la constituye la quibla, que es el muro del perímetro orientado hacia La Meca, donde deben dirigir la oración los fieles. En el centro de la quibla se sitúa el mihrab, un nicho u hornacina que sirve para distinguir el muro de la quibla. En ocasiones también se disponía, a la derecha del mihrab, un mimbar o púlpito desde el que el imán (o cualquier otro tipo de jefe religioso o político) organiza la oración y arenga a los participantes. Los elementos estructurales fueron diferentes a lo largo de la historia, pero siempre con el predominio de la utilización del arco como elemento sustentante. Las cubiertas, sin embargo, pueden ser planas, de madera a dos aguas, bóvedas o cúpulas. Una característica común es la ausencia de vanos en los muros perimetrales, lo que consolida el espacio de la mezquita como un espacio interior, indicado para el rezo, cuya única luz procede del patio o de alguna abertura en la cubierta que produce una débil incursión de luz cenital. El conjunto de la mezquita se completa con una torre llamada alminar o minarete, desde la que se llama cinco veces diarias a la oración de los fieles. El modelo general subsiste hoy día, aunque tan sólo se puede considerar como tipología a efectos de uso, puesto que numerosas [Escriba texto] Página 19
  • 20. iglesias cristianas (como la de Santa Sofía en Constantinopla o Estambul) han pasado a ser mezquitas sin demasiadas transformaciones. La fe islámica prohibe las representaciones de personas y animales. Para sustituirlas, la arquitectura islámica ha generado a lo largo de su historia una decoración característica, empleando profusamente motivos vegetales (arabescos), geométricos y la propia caligrafía árabe. Los materiales que se han utilizado para decorar los paramentos han sido variados: azulejos, cerámicas, mosaicos, madera tallada, marquetería, mármoles, piedras areniscas, estucos o mármoles con incrustaciones de gemas. Véase Arte y arquitectura islámicas. 4.3.12 Arquitectura renacentista En Europa occidental, una revolución cultural llamada el renacimiento trajo una nueva era, no sólo en filosofía y literatura, sino también en las artes plásticas. En arquitectura se rescataron los principios y estilos de la arquitectura clásica, que permanecen hasta nuestros días. Este movimiento se inició en Italia hacia el 1400 y se expandió al resto de Europa a lo largo de siglo y medio. 4.3.13 Arquitectura barroca El proceso de experimentación sobre las normas clásicas que se había iniciado con el manierismo desembocó en el barroco. Así, si el manierismo seguía utilizando las disposiciones espaciales clásicas (escasa articulación, formas geométricas primarias), el barroco rompe también con estas normas compositivas del renacimiento para obtener una arquitectura explícitamente escenográfica. Para ello emplea los elementos clásicos, pero los manipula de forma que resulten ambiguos, matizándolos con un sabio manejo de la luz que añade dramatismo a los espacios. 4.3.14 Arquitectura neoclasicista Coincidiendo con la efervescencia cultural de la Francia prerrevolucionaria, una serie de teóricos, como el abad jesuita Marc-Antoine Laugier (Essai sur l’architecture, 1753) preconizaron como reacción frente a los excesos del rococó una vuelta a los modelos clásicos, más racionales y humanistas. Por otra parte, gracias a los descubrimientos de la incipiente arqueología, volvió a ponerse de manifiesto la excelencia de la arquitectura griega y romana, que defendían los escritos y grabados de Piranesi (defensor de los modelos romanos), o de James Stuart y Nicholas Revett (defensores del dórico griego en su libro The Antiquities of Athens, 1762). En Inglaterra, la ausencia de barroco pleno permitió a la arquitectura mantener ciertos tintes clasicistas durante el siglo XVIII, como muestra el palacio de Blenheim (1705), obra de John Vanbrugh. Sin embargo, las ideas continentales cristalizaron rápidamente en las obras de numerosos arquitectos ingleses, como Richard Burlington, William Kent o John Wood, que retomaron con interés la obra de Palladio y de su sucesor Inigo Jones. Más tarde, esta arquitectura neopalladiana evolucionó hacia un estilo típicamente inglés llamado estilo georgiano. En el declive del clasicismo aparece en Londres la figura de John Soane, un arquitecto enormemente imaginativo cuya obra fundamental, el Banco de Inglaterra (1788-1808), se ha perdido casi por [Escriba texto] Página 20
  • 21. entero. El estilo neoclásico se transmitió a las colonias norteamericanas, donde además se hizo notar la influencia revolucionaria francesa. Entre las figuras más destacadas están Samuel MacIntire (que posteriormente desarrolló el estilo federal como expresión de la independencia de Estados Unidos) y los neopalladianos Thomas Jefferson y Benjamin Henry Latrobe. Una de las primeras grandes obras neoclasicistas francesas es la iglesia de Sainte Geneviève (llamada también el Panteón, comenzada en 1757) en París, obra de Jacques-Germain Soufflot, que combina la elegancia de los órdenes griegos con la audacia constructiva de los edificios góticos. En la época cercana a la Revolución aparecen en Francia una serie de arquitectos neoclasicistas, como Claude Nicolas Ledoux y Étienne-Louis Boullée, conocidos como ‘los arquitectos visionarios’, cuyos numerosos proyectos no ejecutados servirán de germen para la arquitectura contemporánea. Su arquitectura es moralizante, defensora de la abstracción más estricta, y se basa en la combinación de elementos geométricos puros. En España, el reinado de Carlos III trajo las ideas de la Ilustración, y con ellas la arquitectura clasicista. Entre los arquitectos más destacados de lo que se llamó en España ‘la arquitectura de la razón’ cabe citar a Ventura Rodríguez, autor de la fachada de la catedral de Pamplona (1783), y a Juan de Villanueva, que además de utilizar con rigor los lenguajes clásicos fue capaz de concebir una arquitectura original, basada en la complejidad de los espacios, de la que su mejor ejemplo es el Museo del Prado (1785) en Madrid. Véase Neoclasicismo. 4.3.15 La arquitectura del hierro La Revolución Industrial, que comienza en Inglaterra hacia el año 1760, acarreó numerosos cambios en todas las culturas del mundo. El incremento de la capacidad productiva y la invención de nuevos procesos industriales trajeron consigo la creación de nuevos materiales de construcción, como el hierro colado, el acero laminado o el vidrio plano en grandes dimensiones, y con ellos la posibilidad de construir nuevas composiciones hasta entonces ni siquiera soñadas. Sin embargo, los arquitectos siguieron utilizando los materiales tradicionales durante mucho tiempo, [Escriba texto] Página 21
  • 22. mientras las academias de las Bellas Artes consideraban “poco artísticas” las fantásticas estructuras diseñadas por ingenieros a lo largo del siglo XIX. El primer edificio construido enteramente con hierro y vidrio fue el Crystal Palace (1850-1851; reconstruido entre 1852 y 1854) en Londres, una gran nave preparada para acoger la primera Exposición Universal, que fue proyectada por Joseph Paxton, que había aprendido el empleo de estos materiales en la construcción de invernaderos. Este edificio fue el precursor de la arquitectura prefabricada, y con él se demostró la posibilidad de hacer edificios bellos en hierro. Entre los escasos ejemplos de utilización del hierro en la arquitectura del siglo XIX destaca un edificio de Henry Labrouste, la biblioteca de Santa Genoveva (1843-1850) en París, un edificio de estilo renacentista en su exterior pero que en su interior dejaba ver la estructura metálica. Los edificios de hierro más impresionantes del siglo se construyeron para la Exposición Universal de París de 1889: la nave de Maquinaria y la célebre torre (1887) del ingeniero Alexandre Gustave Eiffel. 4.3.16 Eclecticismo A comienzos del siglo XIX la arquitectura occidental se debatía entre diferentes recuperaciones (revivals) de los lenguajes históricos, en una especie de agonía que se prolongó más de un siglo y que se conoce como historicismo o eclecticismo. En el primer tercio de siglo se impuso, como heredero directo del neoclasicismo, el llamado neogriego, entre cuyas figuras cabe destacar al arquitecto prusiano Karl Friedrich Schinkel, que en algunos aspectos se anticipó al movimiento moderno. En Francia se desarrolló un estilo llamado imperio, dedicado al culto del emperador Napoleón Bonaparte, cuya obra más emblemática es la iglesia de La Madelaine (1807-1842), una copia en el centro de París del templo romano de la Maison Carré de Nimes. En el último tercio del siglo, coincidiendo con la época de Napoleón III (durante el Segundo Imperio), se levantó el impresionante edificio de la Ópera de París (1861-1875), obra neobarroca de Tony Garnier, y se reconstruyó el centro de París, obra dirigida por el barón Haussman siguiendo los principios urbanísticos de la época de Luis XIV. En Inglaterra se desarrolló una corriente romántica que evolucionó hasta llegar al estilo neogótico, uno de cuyos mejores ejemplos son los edificios del Parlamento (comenzados en 1836) en Londres, construidas por los arquitectos Charles Barry y A. W. N. Pugin, probablemente el mejor representante de este estilo. Otro de los estilos medievalistas que se desarrollaron durante el siglo XIX fue el neorrománico, que influyó notablemente en la arquitectura del arquitecto estadounidense Henry Hobson Richardson. Este arquitecto formado en París fue el precursor de la arquitectura contemporánea estadounidense, y entre sus obras más significativas se encuentra la Trinity Church (1872-1877) en Boston. 4.3.17 Arquitectura modernista A finales del siglo XIX un cierto número de artistas tomó conciencia de la necesidad de una nueva arquitectura, propia de su época y no heredada de los modelos antiguos. Nace así un movimiento llamado en Alemania y Austria Jugendstil, en Francia y Bélgica Art Nouveau, y en Cataluña [Escriba texto] Página 22
  • 23. Modernisme. Entre las figuras más emblemáticas se encuentran Victor Horta en Bruselas, Otto Wagner, Joseph Maria Olbrich y Josef Hoffmann en Viena (representantes del movimiento vienés conocido como Sezession), y el escocés Charles Rennie Mackintosh, que desarrolló un estilo propio con reminiscencias medievales, uno de cuyos mejores ejemplos es la Glasgow School of Art (1898- 1899). Un caso aparte es el del catalán Antoni Gaudí, que comenzó su carrera en las filas del neogótico pero más tarde evolucionó por un camino personal, que le llevó a construir una serie de obras, casi todas ellas en Barcelona, de una originalidad inusitada. Entre éstas destacan la casa Milá (1906-1910), un edificio de viviendas en chaflán cuya fachada de piedra ondula entre las grandes ventanas, que predicen los pasos del movimiento moderno, el inacabado templo expiatorio de la Sagrada Familia (1883-1826), o el onírico Parc Güell (1900-1914), donde al margen de una imaginación desbordante se aprecia la maestría constructiva de este genial arquitecto. 4.3.18 El rascacielos La disponibilidad de perfiles de acero en grandes cantidades, y, sobre todo, la invención del ascensor eléctrico, permitieron en las últimas décadas del siglo XIX la construcción de edificios de gran altura, llamados rascacielos, iniciando así una carrera que aún hoy parece no tener fin. El arquitecto estadounidense Louis Sullivan fue el primero en dotar de una tipología expresiva a los nuevos edificios comerciales urbanos, como muestran el Wainwright Building (1890-1891) en Saint Louis (Missouri), el Guaranty Building (1895) en Buffalo (New York), y el Carson Pirie Scott Department Store (1899-1904) en Chicago. Su carrera converge con la de los arquitectos de la llamada Escuela de Chicago, cuya mayor aportación fue el desarrollo de la tipología de rascacielos, donde consiguieron una combinación perfecta entre la mampostería de piedra en la fachada y la estructura interior de hierro. Gracias a este sistema constructivo, en el que el esqueleto se levantaba rápidamente y sobre él se disponía el cerramiento, se conseguían resolver dos de los mayores problemas que planteaba la ciudad moderna: la escasez de terreno y la escasez de tiempo. Otro de los méritos de Sullivan consiste en haber sido el maestro de Frank Lloyd Wright, uno de los mejores arquitectos del siglo XX. Véase Arte y arquitectura de Estados Unidos. 4.3.19 El hormigón armado La atención de los arquitectos franceses de principios del siglo XX se concentró en otro nuevo material constructivo: el hormigón armado. Auguste Perret construyó numerosas obras investigando sobre el lenguaje propio de este material, entre las que destacan el edificio de viviendas de la calle Franklin (1902-1903) y el Théâtre des Champs Elysées (1911-1914), ambos en París. Tony Garnier proyectó, durante su estancia en Roma, una ciudad entera construida en hormigón, que apareció publicada en 1917 con el título de La cité industrielle. En Viena, Adolf Loos publicó en 1908 su artículo Ornamento y delito, mientras proyectaba y construía una arquitectura extremadamente despojada. Peter Behrens fue uno de los fundadores del Deutsche Werkbund (Asociación para el Progreso de la Industria Alemana), y su edificio para la fábrica de turbinas de la AEG (1908-1909) en Berlín lo convirtió en el pionero alemán de la arquitectura moderna. [Escriba texto] Página 23
  • 24. 4.3.20 El movimiento moderno Uno de los principales catalizadores del diseño y la arquitectura del movimiento moderno fue la Bauhaus. Esta escuela de arte (Weimar, 1919-1925; Dessau, 1926-1933) aunó las experiencias de arquitectos, artistas y diseñadores de numerosos países, interesados en investigar sobre los principios del arte moderno. El director de la primera etapa fue Walter Gropius, que además proyectó los edificios de la nueva sede en Dessau, y su sucesor fue Ludwig Mies van der Rohe. La nueva arquitectura pudo demostrar sus virtudes en los Siedlungen (edificios de viviendas de bajo coste) construidos en Berlín y Frankfurt, mientras que la exposición de nuevas tipologías residenciales en la Weissenhof Siedlung (1927) de Stuttgart consiguió reunir la obra de Mies, Gropius, J. J. P. Oud y Le Corbusier. Estas demostraciones insistían en el papel social de la arquitectura del movimiento moderno, capaz de construir viviendas dignas (el existenzminimun) y al mismo tiempo barato. Por otra parte, Mies van der Rohe mostró las capacidades expresivas de la nueva arquitectura en el pabellón alemán de la Exposición Universal de Barcelona (1929), un edificio sutil que explora las posibilidades de la planta libre, construido con materiales nobles como travertino, mármol, ónice y acero cromado. Gropius, su discípulo Marcel Breuer y Mies tuvieron que huir de Alemania con la llegada del nazismo y se exiliaron en Estados Unidos, donde los tres ejercieron una gran influencia acrecentada por su labor docente. Le Corbusier es sin duda el arquitecto más influyente del siglo XX. Su extensa carrera comenzó con la publicación de los primeros escritos, donde clamaba por una estética similar a la de las máquinas y preconizaba la sustitución de la ciudad tradicional por una nueva ciudad de rascacielos dispuestos sobre enormes espacios arbolados. Su villa Savoie (1929-1931), en los alrededores de París, es uno de los arquetipos de la arquitectura contemporánea. En ella se combina la complejidad espacial, que juega con una sutil ambigüedad entre el interior y el exterior, con los postulados que defendió durante años: edificio sobre pilotis, jardín sobre la terraza, planta libre, fachada independiente de la estructura y amplios ventanales. Ya en la década de 1950 proyectó una nueva ciudad como capital del estado indio del Punjab, llamada Chandīgarh, y proyectó los tres edificios más representativos del Capitolio. En Francia construyó dos edificios religiosos [Escriba texto] Página 24
  • 25. excepcionales: la iglesia de peregrinación de La Ronchamp (1950-1955) y el monasterio dominico de La Tourette (1957-1961). Después de la primera etapa, más racionalista, esta segunda etapa conocida como brutalista se caracteriza por el uso del hormigón de una forma más expresiva, así como por los efectos dramáticos de luces y sombras. Algunos ingenieros especialistas en el cálculo de estructuras como Robert Maillart, Eugène Freyssinet, Eduardo Torroja o Pier Luigi Nervi han construido a lo largo del siglo XX algunos edificios especialmente imaginativos, que han servido de inspiración a numerosos arquitectos como el estadounidense de origen finés Eero Saarinen o el español afincado en México Félix Candela. El arquitecto finés Alvar Aalto trabajó durante más de cuatro décadas, sin adherirse plenamente a la arquitectura de corte industrial, pero logrando un lenguaje propio que se añade al catálogo de la mejor arquitectura moderna. Entre las aportaciones fundamentales de este arquitecto nórdico se encuentran la sutileza en la composición espacial, el manejo de la luz natural y su especial sentido para utilizar los materiales, sacando el máximo partido a sus cualidades expresivas. La arquitectura escandinava ha dado muestras de una gran vitalidad a lo largo de este siglo, gracias a figuras como el sueco Gunnar Asplund, o el danés Jørn Utzon, que proyectó la espectacular Ópera de Sydney (1957-1973), en Australia. En Estados Unidos la influencia de los maestros europeos se dejó sentir claramente después de la II Guerra Mundial, especialmente a través de la figura de Louis I. Kahn, en cuyos edificios se puede sentir la monumentalidad de la Roma antigua. Uno de los edificios emblemáticos de este arquitecto es el Museo de Arte Kimbell (1972), en Fort Worth (Texas), donde las bóvedas de cañón se abren por la clave hasta convertirse en lucernarios cenitales. La influencia de los maestros del movimiento moderno se comenzó a sentir en España y en algunos países de Latinoamérica hacia finales de la década de 1920, especialmente en Brasil, donde la influencia de Le Corbusier es evidente sobre Lúcio Costa y Oscar Niemeyer, responsables de la construcción de la ciudad de Brasilia siguiendo principios corbusierianos. La generación de arquitectos racionalistas españoles, asociada en torno al GATEPAC (Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea), tuvo que disolverse al final de la Guerra Civil española (1936-1939), y mientras que Josep Lluís Sert emigró a Estados Unidos para hacerse cargo de la Facultad de Arquitectura de Harvard, otros arquitectos como Félix Candela y Antonio Bonet emigraron a Latinoamérica, donde se unieron a las corrientes modernas encabezadas por Juan O’Gorman en México y Julio Vilamajó en Uruguay. Véase Arquitectura contemporánea española; Arquitectura contemporánea mexicana. 4.3.21 El International Style Los arquitectos alemanes que emigraron a Estados Unidos con la llegada al poder del nazismo, iniciaron allí una corriente más ligada a la tradición constructiva estadounidense. Uno de sus discípulos, Philip Johnson, concretó esta corriente definiéndola como International Style (estilo internacional), en alusión a su falta de referentes nacionales. Dentro de esta corriente se pueden incluir la mayoría de la obras americanas de Mies Van der Rohe, como los edificios de apartamentos de Lake Shore Drive (1951) en Chicago, y el Seagram Building (1958) en Nueva York, este último en colaboración con el propio Philip Johnson. Este estilo degeneró en una arquitectura [Escriba texto] Página 25
  • 26. sin carácter, que se extendió rápidamente por todo el mundo gracias a su inocuidad ideológica y a los enormes beneficios económicos que podía generar a las empresas constructoras. 4.3.22 Arquitectura posmoderna Como reacción al International Style, y de forma más genérica al movimiento moderno, apareció en la década de 1960 un movimiento filosófico y artístico que se conoce con el nombre genérico de posmodernismo. Entre las tendencias que podemos encontrar en este movimiento se distingue una de tipo clasicista, originada a partir de la publicación en 1966 del libro de Robert Venturi Complejidad y contradicción en la arquitectura, en el cual defendía la vuelta a los modelos de la arquitectura tradicional. También el camaleónico Philip Johnson se adscribió a esta corriente, apoyándola desde su puesto directivo en el MOMA (Museo de Arte Moderno de Nueva York). Otros arquitectos que han seguido los pasos de Venturi son Michael Graves, Robert A. M. Stern, o el catalán Ricardo Bofill. [Escriba texto] Página 26