1. La Pedrera: 100 años y 10 secretos
La monumentalidad del edificio de Antoni Gaudí salvó del derribo la
azotea, que superaba en altura y volumen la construcción
permitida en Barcelona.
J. Á. M. Barcelona 11
NOV 2012
Collage de La Pedrera de Barcelona a partir de varias fotografías. / JOAN SÁNCHEZ
El pasado 31 de octubre, la Casa Milà, conocida como La Pedrera, cumplió 100 años
desde que Antoni Gaudí terminó de construirla. El edificio, que nació entre críticas y burlas
de los barceloneses, se ha convertido un siglo después en uno de los mayores iconos de
la ciudad. La vivienda encargada por Pere Milà y su mujer, Roser Segimon, para residir en
la nueva arteria del paseo de Gràcia celebra su centenario con una serie de actos que
arrancaron el viernes con un concierto de la Escolanía de Montserrat y prosiguen mañana
con la inauguración de una exposición en la que este edificio se mide con otros de la
misma época y de todo el mundo. Pese a la fama del edificio, son muchas las historias
apenas conocidas. Estas son 10:
La Pedrera de Gràcia. Es un icono de Barcelona, pero en realidad está construida en el
término de Gràcia, la villa anexionada en 1897, justo en su límite inferior, junto al Camino
de Jesús, la ruta romana que, con el tiempo, acabó siendo el paseo de Gràcia.
La Pedrera ilegal. La Casa Milà se encuentra en el solar en que ocupó el chalet con jardín
de Josep Antoni Ferrer-Vidal que compraron los Milà en 1905. Tras construir la Casa Batlló
y la farmacia Gibert y decorar el bar Torino (los dos últimos, desaparecidos), en 1906 se
solicita permiso para comenzar a construir. Al año, el Ayuntamiento detuvo las obras
porque un pilar ocupaba la acera sin respetar el alineamiento de las fachadas, pero Gaudí
no hizo caso. En 1909, el Consistorio reclamó 100.000 pesetas de multa a cambio de no
derribar los 4.000 metros cúbicos que, según las ordenanzas, se habían superado. El
derribo hubiera supuesto acabar con el desván y la terraza. Al final, las autoridades no
cumplieron la sanción teniendo en cuenta el carácter monumental del edificio.
2. La Pedrera durante su construcción, en una
imagen poco conocida del edificio.
La Pedrera moderna, no
modernista. Gaudí construyó un edificio
que contaba con todas las ventajas de la
vida moderna, como ascensor, agua
caliente, gas y garaje subterráneo, que
lo convertían en una de las más
confortables de la ciudad. Normalmente
se adscribe al modernismo por ser ese
el periodo artístico del momento. Sin
embargo, La Pedrera es un edificio
inclasificable, en el que naturaleza y
geometría se unen a la libertad creativa
y la imaginación desbordada de su
autor. En opinión de Joan Bassegoda y
Daniel Giralt Miracle, dos de las autoridades sobre Gaudí, es un edificio cercano al
naturalismo organicista.
La Pedrera inacabada. Hay quien mantiene que el edificio no se ha terminado e incluso
que no tiene pleno sentido. La asociación Amics de Gaudí emprendió una campaña en
2010 para coronar el edificio con una escultura de la Virgen de bronce y cuatro metros de
altura. Incluso presentaron el boceto en yeso creado por Etsuro Sotoo a partir de un dibujo
conservado. Según la asociación, Gaudí encargó en 1909 al escultor Carles Maní que
hiciera la maqueta para colocar el conjunto sobre la puerta de acceso. Por eso en la
cornisa escribio: “Ave, gratia plena, Dominus tecum”. La Semana Trágica, o el hecho de
que no gustara el proyecto, hizo que no se materializara. A los dos años la asociación
sigue apostando por realizar la enorme escultura. Fundación Catalunya Caixa, propietaria
del edificio, dice que el tema no está sobre la mesa.
La Pedrera criticada e imaginada. La construcción de un edificio suele ir acompañada de
críticas. Pocos han recibido tantas como La Pedrera, mote que hace referencia al aspecto
rocoso del edificio. Los humoristas gráficos del momento se cebaron. Picarol la imaginó
enL’Esquella de la Torratxa como un garaje de dirigibles; Junceda, como una mona de
Pascua, e Ismael Smith, como el fruto de un terremoto. Junto a las críticas crecieron las
fantasías. Hubo quien sostuvo que era solo la base para construir el conjunto de la Virgen
y quienes creyeron que los cimientos eran tan profundos como su altura. Y la más
extendida: que en su interior las rampas permitían que los automóviles ascendieran hasta
las viviendas.
La Pedrera: dos edificios y tres fachadas. El enorme edificio, en el que parece que está
prohibida la línea recta, lo forman dos bloques independientes de seis plantas de altura,
más un sótano, un desván y la azotea, unidos solo por su parte inferior y articulados
alrededor de dos patios interiores, uno circular y uno oval. La fachada de este
macroedificio es la que da unidad a las dos construcciones y uno de los mayores logros de
Gaudí. Pero en realidad son tres fachadas: las de la calle de Provença, la del chaflán y la
del paseo de Gràcia (que, por cierto, no tiene puerta de acceso). Las tres, construidas en
3. piedra calcárea, son un mero revestimiento que no soporta ningún tipo de carga. Por eso
Gaudí pudo abrir 150 ventanas que dan gran luminosidad a las viviendas.
La Pedrera habitada. La Casa Milà se proyectó como un edificio de viviendas: para los
propios Milà, que se reservaron el piso noble, de 1.323 metros cuadrados, y para 15
inquilinos más, y pese a las críticas, tuvieron una gran aceptación desde el principio. En la
actualidad, siguen viviendo cuatro vecinos en el edificio, que pagan un alquiler de renta
antigua a Catalunya Caixa. En la planta baja continúa una de las tiendas que pronto
ocuparon el semisótano donde estaba la carbonera. Es la sastrería Mosella, instalada
desde 1928, que pronto cerrará, como anuncia en su escaparate.
La Pedrera: todo en una. Los muros de este edificio han vivido muchas historias en su
siglo de vida. Durante la Guerra Civil fue ocupado por el PSUC, cuyo secretario, Joan
Comorera, se instaló en el piso principal. En 1946, la viuda de Milà vendió el edificio a
CIPSA, que construyó 13 apartamentos en el desván. En 1966 el piso noble se transformó
en oficinas. También hubo un bingo, una academia, una fonda donde se servían cientos de
comidas y ahora un centro cultural.
La Pedrera restaurada. Hasta hace unos años la imagen de la Casa Milà era la de un
edificio gris y sucio lleno de musgo y hongos debido a la contaminación. En 1986 Caixa de
Catalunya compró el edificio e inició un completo programa de restauración, que ha
comportado invertir 53,5 millones de euros (sumados los cinco de la compra), de todo el
edificio, desde la azotea hasta el sótano.
La Pedrera del futuro. En 1984 la Unesco la reconoció como Patrimonio de la
Humanidad, junto con otras tres obras de Gaudí; en 1986 la compró la entidad financiera y
en la actualidad es sede de un centro cultural. La Fundación Catalunya Caixa, en proceso
de transformación hacia una fundación de régimen especial, tiene en el edificio su principal
activo. De los 35 millones de presupuesto con que contará, 15 provienen de la venta de
entradas para visitarlo. El futuro no está asegurado, aunque en el nombre de la nueva
entidad no podrá faltar el nombre de La Pedrera, mote que ha acabado siendo una marca
de referencia en la ciudad.