La historia trata de una liebre que le pregunta a una zorra por qué la llaman "ganadora", a lo que la zorra invita a la liebre a cenar para explicárselo. Cuando llegan a la casa de la zorra, la liebre se da cuenta de que la única cena es ella misma, comprendiendo que el nombre de la zorra se debe a sus engaños y no a su trabajo. La moraleja es no pedirle lecciones a los tramposos porque uno mismo puede ser víctima de sus engaños.