Brief for amicus curiae professor Anne Krueger in support of the Republic of ...
Carta Abierta a los Presidentes Latinoamerican
1. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, marzo 2010
“VII Aniversario de la Primavera Negra de Cuba”
CARTA ABIERTA A LOS PRESIDENTES LATINOAMERICANOS
Sres. Presidentes:
El pasado 23 de febrero murió en La Habana víctima de prolongadas y crueles torturas
y como consecuencia de una huelga de hambre de más de 85 días, el cubano prisionero de
consciencia, Orlando Zapata Tamayo, quien había sido detenido durante la oleada represiva que
en marzo de 2003 desató el régimen de la isla en lo que se dio en llamar la “Primavera Negra de
Cuba”.
No obstante las calumnias que con posterioridad a tan cruel y evitable muerte ha lanzado
el gobierno de los hermanos Castro, la comunidad internacional conocía perfectamente que
este disidente cubano formaba parte del llamado “Grupo de los 75”, de ese grupo de valientes
detenidos y juzgados por el único hecho de ejercer su derecho a expresarse, y que Amnistía
Internacional reconoció como Prisioneros de Consciencia. Y a siete años de su detención, para
vergüenza ajena de todos quienes dicen respetar los tratados internacionales sobre Derechos
Humanos, ha muerto este cubano, amante de la libertad y la democracia. Para mayor vergüenza,
mientras esto sucedía, los cubanos de dentro y fuera de la isla veíamos cómo, con audaz
indiferencia hacia un pueblo condenado al ostracismo por más de cincuenta años, muchas de
vuestras excelencias estrechaban con entusiasmo la mano de uno de los máximos responsables de
su asesinato, Raúl Castro.
Al darse a conocer tan triste noticia, un profundo dolor mezclado con impotencia sacudió
el corazón de todos los nacidos en nuestra sufrida ínsula. Pero si profundo y encarnado es
nuestro dolor, muchos más dolorosos son nuestros cuestionamientos de todos estos días. Por
ejemplo, nos preguntamos: ¿Por qué ustedes, excelencias, desoyen el clamor de la comunidad
internacional que pide a gritos se condenen tan horribles crímenes; o, peor aún, por qué ni siquiera
se han sensibilizado ante la opinión de la comunidad internacional? ¿Hacia dónde miran vuestras
excelencias mientras nosotros, los cubanos, les mostramos y demostramos los horrores de la
dictadura castrista? ¿Será que la triste realidad de otros pueblos minimiza o desmiente la dura
y terrorífica realidad del pueblo de Cuba? ¿Ocurrió acaso que la cruda realidad de la China de
Mao, minimizó la dura realidad de la Alemania de Hitler, y de igual forma ésta minimizó la
terrible y tan enmascarada realidad de la Rusia de Stalin, de la Italia de Mussolini, de la España de
Franco? ¿Es que ustedes piensan que existe alguna mutación genética en el ADN de los cubanos
que nos convierte en una especie sui géneris no merecedora de los derechos inherentes a todos
los seres pensantes, y en consecuencia las víctimas de la dictadura castrista no deben figurar
en la lamentable y espeluznante nómina de los holocaustos que han mancillado la historia de
la humanidad? ¿Por qué tantas personas supuestamente inteligentes y francamente insensibles
exigen sin escrúpulos que los cubanos nos conformemos con sistemas de salud y educación
aparentemente gratuitos, y asumamos, amordazados, la violación a mansalva del resto de nuestros
derechos y libertades fundamentales? ¿Es que para los cubanos los derechos humanos han dejado
de ser indivisibles e interdependientes? ¿Es éticamente correcto hacer una apología de algunos
derechos como excusa para violar otros? ¿Existe alguna razón, vuestras excelencias, que supere
el respeto por la dignidad plena del ser humano, para que los cubanos escuchemos —porque lo
podemos escuchar— este silencio tan abyecto, un silencio que lacera aún más nuestras abiertas
2. heridas? ¿Será que el sentimiento antiimperialista supera o desplaza el desprecio que merecen
quienes comenten crímenes e inequidades ya sean los victimarios de derecha o de izquierda?
¿Cómo, siendo tan obvio, resulta tan difícil establecer analogías entre el modus operandi de las
dictaduras de derecha que asolaron a nuestro continente por los años de la bota y el hierro, con
el modus operandi del tirano caribeño? ¿Es que las declaraciones de la madre de Orlando Zapata
Tamayo no trajeron a la memoria de vuestras excelencias las denuncias que tantas madres hacían
por aquellos terribles días en que las noches anticipaban el horror? ¿Acaso a alguien podría
ocurrírsele pensar que los miles de cubanos fusilados por el gatillo castrista, que las decenas
de miles de jóvenes cubanos que, intentando escapar de la dictadura, han desaparecidos en el
Estrecho de la Florida —hoy bautizado como el Estrecho de la Muerte— fueron concebidos
en las probetas de algún laboratorio de inseminación artificial? Y suponiendo que esta insólita
hipótesis sea real, cabe preguntar: ¿El hecho de no tener madre le arrebata a los seres humanos el
derecho a la justicia? En pleno siglo XXI, siguen siendo los imperialistas los únicos responsables
de estas muertes? ¿Es que acaso puede alguien sustraerse de esa máxima que reza: “Criminal no
es sólo el que asesina a punta de lanza; criminal lo es también quien crea situaciones en las que
el hombre, obligado a vivir precarias situaciones de existencia, se lanza desesperado a un seguro
encuentro con la muerte”? ¿Es que después de tantos años de adoctrinamiento castrista, a vuestras
excelencias no les avergûenza aceptar como válido el aberrante y ridículo título de “agentes del
enemigo” con el que la dictadura caribeña pretende denigrar a todos los cubanos que pensamos
con cerebro propio? ¿Continúa siendo el embargo económico, impuesto por los Estado Unidos,
una justificación para mantener al pueblo cubano condenado al ostracismo? No saben ustedes,
excelencias, que el régimen cubano mantiene amplias relaciones comerciales con cientos de países
—ustedes entre ellos—, además de sostener sólidos y sistemáticos intercambios comerciales con
multimillonarias empresas agrícolas de los propios Estados Unidos?
Estos, vuestras excelencias, y muchos otros cuestionamientos desgarran el alma del
pueblo cubano. Y no podemos ni permanecer callados ni admitir callados el silencio cómplice de
otros. ¡No! Sentimos que ha llegado la hora de romper el silencio, la hora de que las personas
de buena voluntad se despojen sin miedo de ese romanticismo que se apoderó de la mente y del
corazón de los latinoamericanos cuando la “Revolución Cubana” parecía que efectivamente sería
una revolución. Llegó la hora de pedirles a vuestras excelencias que se despojen sin miedo de esa
deshonesta parcialidad que flota en sus discursos a la hora de condenar la intolerancia impuesta
en nuestra isla con la misma fuerza que se impuso en la Europa del Este por los años de la Guerra
Fría. Condenando a la dictadura castrista no estarían, vuestras excelencias, cometiendo un acto de
traición para con sus ideales. ¡No! Condenando a la dictadura castrista estarían ustedes actuando
con la honestidad y la justicia que merecen y necesitan tanto el pueblo de Cuba como sus propios
pueblos. Los lamentables sucesos que mantienen a Cuba en tan doloroso y cincuentenario luto
son tan condenables como las atrocidades de las que son víctimas los prisioneros de la Base
Naval de Guantánamo. Es hora de que el mundo comprenda que además del tan propagandizado
embargo económico impuesto a Cuba por los Estados Unidos, el pueblo de Cuba ha sido víctima
durante medio siglo de un cruel y devastador embargo interno: el embargo de los derechos y las
libertades, el embargo espiritual, ideológico e incluso material que nos ha impuesto el gobierno
de Fidel Castro. Los cubanos llevamos más de cincuenta años soportando un embargo impuesto
a fuerza de caprichos. ¿O es que en el caso de Cuba la perpetuidad en el poder no la ven
vuestras excelencias como una manifestación dictatorial? ¿Les parece a vuestras excelencias que
la “Revolución Cubana” es un modelo a seguir y que el camino de los pueblos latinoamericanos
3. debe estar basado en la mentira, la intolerancia y la represión? Sabemos que no. Sabemos que
muchas de vuestras excelencias creen firmemente que el camino de Nuestra América, como llamó
el Maestro de los cubanos José Martí a nuestro bello y sufrido continente, ha de ser otro. ¿Cuál?
Pues lo decidiremos entre todos. Porque continuar permitiendo que algunos, sin la autorización
de sus congéneres, se erijan en profetas de la libertad de nuestros pueblos, sería como continuar
remando en la orilla, arando en la arena; sería una absurda renuncia a elementales derechos que
nos corresponden como miembros de la raza humana. Cuando de crímenes se trata, no basta con
lamentar ni señalar. ¡No! Lo digno, lo ético, lo único admisible es condenar. Y ha de condenarse
a la dictadura castrista por la violación de los derechos humanos y las libertades fundamentales
de todos los cubanos, y exigirle sin dilación la liberación inmediata de todos y cada uno de los
hombre que hoy duermen en penumbra por el sólo hecho de pensar diferente.
Vuestras excelencias, mediante esta carta les estamos solicitando que por favor, intercedan
urgentemente en pos de que la dictadura cubana detenga sus maléficas acciones, en pos de que
no continúe pisoteando la dignidad, las libertades y los derechos de los cubanos amantes de la
libertad y de la democracia, de sus familias y de todo el martirizado pueblo de Cuba.
¡No más silencio!
¡Basta ya de desidia, de hipocresía y de silencio cómplice!
¡Libertad para los cubanos prisioneros de consciencia!
¡Por una Cuba Libre!
Respetuosamente,
En nombre del Grupo “Por Cuba en el Cono Sur”, quienes remiten,
Ibis García Alonso (Cuba)
Roberto Cruz Cruz (Cuba)
Dra. Hilda Molina (Cuba)