2. “ La heroica ciudad dormía la siesta . El viento Sur, caliente y perezoso , empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte. En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo , trapos , pajas y papeles que iban de arroyo en arroyo , de acera en acera, de esquina en esquina revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles. Cual turbas de pilluelos, aquellas migajas de la basura , aquellas sobras de todo se juntaban en un montón, parábanse como dormidas un momento y brincaban de nuevo sobresaltadas, dispersándose, trepando unas por las paredes hasta los cristales temblorosos de los faroles, otras hasta los carteles de papel mal pegado a las esquinas , y había pluma que llegaba a un tercer piso, y arenilla que se incrustaba para días, o para años, en la vidriera de un escaparate, agarrada a un plomo. Vetusta, la muy noble y leal ciudad, corte en lejano siglo, hacía la digestión del cocido y de la olla podrida, y descansaba oyendo entre sueños el monótono y familiar zumbido de la campana de coro , que retumbaba allá en lo alto de la esbelta torre en la Santa Basílica. —” (Leopoldo Alas “Clarín”, La regenta , cap. I, 1884). El inicio de La Regenta, de Leopoldo Alas “Clarín”, cuando describe el ambiente provinciano de la decadente Vetusta, es un retrato que en breves y certeras pinceladas reproduce el ambiente político, social y cultural por el que atravesaba España en aquellos años del último cuarto del siglo XIX, frente al cual, como reacción y protesta surgirían los modernistas: CONTEXTO SOCIOHISTÓRICO Y CULTURAL DEL MODERNISMO EN ESPAÑA.-
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9. El ave del paraíso Ved el ave inmortal, es su figura; la antigüedad un silfo la creía, y la vio su extasiada fantasía cual hada, genio, flor o llama pura. Su plumaje es la luz hecha locura, un brillante hervidero de alegría donde tiembla la ardiente sinfonía de cuantos tonos casa la hermosura. Su cola real, colgando en catarata; y dirigida al sol, haz que desata vivo penacho de arcos cimbradores. Curvas suelta la cola sorprende, y al aire lanza cual tazón de fuente un surtidor de palmas de colores. Salvador Rueda La Perla Mirad aquel insecto de transparentes alas en los brillantes pétalos posado de aquella rosa blanca. El cielo contemplando las largas noches pasa, fija la vista en la hermosura y brillo de cierta estrella pálida. ¡Amor de un pobre insecto! ¡amor sin esperanza! La estrella no lo mira, es insensible; las estrellas no aman. En la nevada rosa se ven, por las mañanas, mil gotas cristalinas que parecen abrasadoras lágrimas. Manuel Reina