1. ¿El amor es perro en la ciudad de México?
Una mirada de sentimientos complejos en la caótica ciudad de México es sin duda Amores perros (1999),
primer largometraje de Alejandro González Inárritu, joven director que empezó su carrera como locutor
de WFM (96.9 FM) en 1986 y, posteriormente estudió cinematografía en Los Ángeles con
LudwikMargules. Este primer filme del director es la primera parte de la denominada trilogía que
conforman dos cintas posteriores: 21 gramos y Babel, cintas que al igual que su opera prima, evidencian
momentos y sentimientos difíciles en la vida de cualquier persona, ya sea en Estados Unidos, Marruecos
o Japón.
Amores perros presenta historias desgarradoras con las que cualquiera puede sentirse
identificado pues en un segundo la vida puede cambiar por una decisión impulsiva y pasional o, por
emociones comunes a cualquier ser humano; al mismo tiempo, ha sido una prueba del nuevo respiro que
necesitaba el cine nacional al ser considerada y ubicada como una de las primeras diez mejores películas
mexicanas. Sólo películas como El ángel exterminador de Luis Buñuel, y Profundo Carmesí de Arturo
Ripstein, están colocadas en esos privilegiados lugares. Ahora, Arráncame la vida, es el nuevo garbanzo
del que algunos se aferran para demostrar que el cine mexicano ¿ya no está en crisis?
La película que ha sido multipremiada en el Festival de Cannes por la crítica, obtuvo el Globo de
oro y siete nominaciones al premio de la Academia, incluyendo mejor dirección y mejor película, la cual
hace transitar en un ir y venir (flashback) entre historias reales de la Ciudad de México, en donde la
pobreza, la vulnerabilidad y la ingobernabilidad hace historias crudas con protagonistas frágiles que nos
evidencian como humanos al descubierto, quizá éste sea uno de los ingredientes mágicos de la cinta.
Los personajes son emblemáticos en las tres historias donde la traición es el común
denominador: La primera, recuerda el pasaje bíblico de traición entre Caín y Abel, aunque claro, la razón
es la posesión de una mujer, protagonizada por Vanesa Bauche, quien con gran habilidad histriónica le
imprime el sello mujer de adolescente maltratada y codependiente de su pareja, un macho violento y
parásito, y al mismo tiempo asediada por el hermano Caín, personificado por Gael García Bernal, en un
papel que destaca sus cualidades actorales y no solo las de una cara bonita; el segundo discurso, por no
pocos desconocido, rememora la circunstancia de un matrimonio en crisis en el que entra una tercera en
discordia, una mujer bella con una prometedora carrera como modelo pierde más de lo ganado. La última
narración plasma “la insoportable levedad del ser” (cualquier semejanza con MilanKundera es mera
coincidencia) de un hombre atormentado por haberse entregado a una pasión ideológica que en su tiempo
se vislumbraba como promesa de libertad, pero lo hace olvidarse de su familia.
Así, Amores perros es un título que al leerse evoca dos lecturas: amores y perros como dos
protagonistas, por otro lado, amor es perros, aunque discordante en número reflexivo en el adjetivo.
Perros son los que delimitan y protegen su territorio cuando se ven amenazados, los habitantes de la
ciudad de México llegamos a ser eso, animales que siguen sus instintos de protección porque se han
dejado desprotegidas las garantías de libertad, seguridad y tranquilidad. Lo que muestran los actores, el
director de fotografía, director de arte y guionista, con gran realismo y profesionalismo es eso, la
vulnerabilidad de los habitantes de la sociedad mexicana.
Por: Ana Luisa Estrada Romero