La vida en la Tierra ha continuado por miles de millones de años a través de la reproducción y la herencia genética. Las células vivas se dividen y pasan sus genes a la siguiente generación, preservando las características de la especie y permitiendo la evolución a través de las generaciones. La continuidad de la vida depende de la habilidad de los organismos para reproducirse y asegurar que sus genes sean transmitidos eficientemente a la siguiente generación.