Fray Crispín nació en 1875 en Cuevas Altas, Málaga. Cultivó la virtud desde la infancia a través de la devoción a la Virgen María. Ingresó a la Orden Capuchina a los 30 años, donde vivió con humildad, pobreza, oración y obediencia a la regla. Trabajó en catequesis en la República Dominicana. Regresó a Andalucía en 1925, donde atrajo a los fieles por su humildad y caridad. Fue asesinado en 1936 mientras oraba en la igles
2. Nació en la aldea llamada Cuevas Altas o de San
Marcos en la provincia y diócesis de Málaga el 27 de
diciembre de 1875, recibió el nombre de Juan Silverio
por sus piadosos padres Juan Pérez Valverde y Antonia
Ruano Burgueño, cuando el 29 del mismo mes fue
bautizado en la iglesia parroquial de su pueblo.
3.
4. Cultivó las virtudes desde su infancia,
sobresaliendo por su devoción a la
Virgen asistiendo diariamente al rezo
del Rosario en la iglesia, aún en días
desapacibles y "observando en todo
muy buena conducta", por lo que su
párroco "le juzgó digno de obtener
cualquier gracia que le pudiera ser
concedida"
5.
6. Siguiendo la llamada de Dios,
ingresó en la Orden
Capuchina, a los treinta años
de edad, vistiendo el hábito
capuchino el 7 de septiembre
de 1905 dando siempre
ejemplos de silencio, caridad y
bondad.
7.
8. Hizo su primera profesión el 9 de
septiembre de 1906 y la segunda el 28
de noviembre de 1909. Marchó después
a la Custodia de Santo Domingo en
América, trabajando con dedicación y
generosa entrega en la catequesis,
siendo un verdadero colaborador en
todos los trabajos parroquiales
9. En 1925 regresó a su provincia
religiosa de Andalucía, donde
atrajo hacia sí la benevolencia
de los Hermanos y de los
fieles, por su constante
humildad, afabilidad de trato y
exquisita y delicada caridad
10. Fue notable en el Siervo de
Dios ; su generosa entrega al
Señor, su perseverancia en la
oración asidua y constante y
su fiel observancia de la Regla
y Constituciones de la Orden.
11.
12. Quienes lo conocieron destacan, como
virtudes mas sobresalientes del Siervo
de Dios, la humildad y la pobreza:
"Fray Crispín de Cuevas era muy
humilde, jamás se hacía notar; era
muy amante de la pobreza y respecto
a la comida, decía: “Hermano lo que
me corresponda”.
13. Si se le daba alguna cosa, la
tomaba; si no se le daba, no
protestaba" -dice de el él P.
Jerónimo de Málaga-. Su
humildad le hacía pa-sar
siempre por inadvertido. Se
preocupaba mu-cho por la
comunidad, procurando que
14. Junto a la humildad y pobreza,
también Fray Crispín fue un hombre
de oración, amante del silencio. Los
milicianos lo encontraron orando en la
iglesia, pero al igual que los santos
hermanos capuchinos, el silencio
rodeaba la vida de Fray Crispín,
porque su mente estaba absorta
siempre en Dios
15.
16. Su serenidad de espíritu provocó las iras de sus
verdugos que, el 3 de agosto de 1936, cuando
asaltaron el convento de manera violenta e infame, se
abalanzaron sobre él mientras oraba en la iglesia ante
los altares de San José y de la Divina Pastora,
derribándolo por tierra a golpes de fusil, de manera
salvaje y cruel.
17. Bañado en su propia sangre,
cayó bajo las armas de fuego.
Así, el Siervo de Dios, pasó de
las tristezas de la vida
presente a las alegrías de la
eterna.
18. Feligreses de Antequera, Málaga, Cañete la Real,
Ronda, Cuevas de San Marcos, y de otros lugares de la
Diócesis, peregrinaron a Tarragona para participar el
domingo, 13 de octubre de 2013, en la beatificación de
522 mártires españoles, entre ellos un grupo de nacidos
en Málaga. Han estado acompañados por el Sr. Obispo,
D. Jesús Catalá.
LOS MÁRTIRES
Fray Ángel de Cañete, Fray Gil del Puerto de Santa
María, Fray Ignacio de Galdácano, Fray José de
Chauchina, Fray Crispín de Cuevas de San Marcos, Fray
Luis María de Valencina y Fray Pacífico de Ronda son
los siete capuchinos mártires en Antequera