1. 2011, Año Internacional de las Mujeres Científicas
Como sabemos
2011 ha sido
declarado por la
Asamblea General
de Naciones Unidas
Año Internacional
de la Química,
coincidiendo con el
centenario del
Premio Nobel
otorgado a Marie
Curie –Marja
Sklodowska- por
sus aportes a la Química.
Lo que resulta menos conocido es que, aprovechando el valor simbólico de la
figura de Madame Curie, poseedora de dos premios Nobel y una de las
personas dedicadas a la ciencia más importantes de la historia
(independientemente del género), 2011 ha sido elegido también, como Año
Internacional de las Mujeres Científicas.
Se corre el riesgo, sin embargo, de que esta celebración del aporte de las
mujeres a la ciencia pase desapercibida por su carácter incidental,
contribuyendo así, una vez más, a la histórica infravaloración de sus
aportaciones. Una infravaloración acompañada de barreras que han dificultado
–cuando no llanamente impedido- su acceso a la investigación científica. Baste
recordar que hace un siglo la mujer tenía prohibido el acceso a la Universidad
en la mayor parte del mundo. Y aunque hoy el número de mujeres y hombres
sea prácticamente el mismo en las aulas universitarias de muchos países, la
mujer aún accede a puestos de responsabilidad científica en una proporción
muy inferior.
Con motivo del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, que este año 2011
lleva por lema ―La igualdad de acceso a la educación, a la capacitación y a la
ciencia y la tecnología: la vía hacia el trabajo digno para la mujer‖, queremos
contribuir a impulsar los objetivos del Año Internacional de las Mujeres
Científicas. Debemos aprovechar la ocasión que brinda esta celebración para
debatir y cuestionar los obstáculos que siguen dificultando el pleno
aprovechamiento para la ciencia de las mujeres, es decir, de la mitad de la
humanidad.
2. Y no debemos olvidar el relevante papel jugado por las mujeres científicas en
el origen y desarrollo de lo que empieza ya a denominarse nueva Ciencia de la
sostenibilidad. Es preciso recordar, en particular, la obra de Rachel Carson,
considerada a justo título la ―Madre del movimiento ecologista‖ por la enorme
influencia que tuvo su libro Primavera Silenciosa (en el que daba abundantes y
contrastadas pruebas de los efectos nocivos del DDT) en el surgimiento de
grupos activistas que reivindicaban la necesidad de protección del medio
ambiente, en su más amplio sentido, que incluye a la especie humana. Merece
la pena recordar las violentas críticas y el acoso que sufrió por parte de la
industria química, de los políticos e incluso de numerosos científicos, que
inicialmente negaron valor a sus pruebas y le acusaron de estar contra un
progreso que permitía dar de comer a una población creciente y salvar así
muchas vidas humanas. Sin embargo, apenas 10 años más tarde se reconoció
que el DDT era realmente un peligroso veneno y se prohibió su utilización
(aunque, desgraciadamente, se siguió utilizando en algunos países en
desarrollo).
No se trata, por lo demás, de un caso aislado: las revistas científicas están
repletas de trabajos relevantes en el campo de la sostenibilidad realizados por
mujeres. El Año Internacional de las Mujeres Científicas ha de ser ocasión para
poner de relieve estas aportaciones y, sobre todo, para hacer saltar los
obstáculos que aún limitan el pleno aprovechamiento de su trabajo en todos
los campos de la ciencia y, en especial, en el de la construcción de un futuro
sostenible. Como ha señalado el Secretario General de Naciones Unidas, Ban
Ki-moon: ―La igualdad de las mujeres y las niñas constituye también un
imperativo económico y social. Hasta que no se logre liberar a las mujeres y
las niñas de la pobreza y la injusticia, todos nuestros objetivos —la paz, la
seguridad, el desarrollo sostenible— correrán peligro‖.
Fuente: Educadores por la sostenibilidad. Boletín Nº 62, 8 de marzo de 2011.
Disponible en http://www.oei.es/decada/boletin062.php