2. Al instante, sintió un puntazo en su dedo. Esta sensación, dolorosa además, hizo despertar al pequeño cerebro de Huguito, Nerviosín, que estaba descansando. Nerviosín estaba ansioso por saber qué es lo que había pasado. En ese momento un pequeño nervio le avisó que el pobre Huguito se había pinchado con una aguja.
3. A Nerviosín se le ocurrió una gran idea: llamar a sus amigas, las neuronas. El cerebro corrió rápidamente hacia la sustancia gris a buscarlas.
4. Las neuronas analizaron la situación y se les ocurrió que los músculos podrían ayudar a Huguito a mover su dedo para aliviar su dolor. Entonces decidieron que deberían advertir a los nervios, porque recorren todo el cuerpo y podrían decirles.
5. Las neuronas gritaron con todas sus fuerzas, en busca de ayuda, y para su suerte, un grupito de nervios que pasaba por allí, las oyó. Estos nervios se dirigieron hacia donde estaban los músculos.
6. Al llegar , los encontraron durmiendo plácidamente en sus sillones. Los nervios, desesperados, los sacudieron para sacarlos de su letargo . Uno de músculos, somnoliento, les preguntó qué necesitaban. Entre balbuceos, los nervios le avisaron que Huguito debía salir de un aprieto y los necesitaban para ello de inmediato. Los músculos se levantaron rápidamente y comenzaron a contraerse con todas sus fuerzas. Al fin, lograron rescatar a Huguito y a su pobre dedo dolorido.