La década de 1950 vio a Estados Unidos y la Unión Soviética darse cuenta de que la única alternativa a una catástrofe nuclear era la coexistencia pacífica, dado que ambos habían acumulado arsenales nucleares suficientes para destruir varias veces al otro. Sin embargo, a pesar del deseo general de reducir la tensión, durante este período hubo momentos críticos definidos por enfrentamientos localizados y negociaciones.