El arte etrusco se caracterizó por ser religioso y venerar a los difuntos, utilizando formas arquitectónicas como el arco de medio punto y la bóveda. Entre sus construcciones funerarias más importantes se encuentran los hipogeos subterráneos y los edículos sobre tumbas, así como grandes túmulos. La escultura etrusca incluyó obras como el Apolo de Veyes, la Chimera de Arezzo y el Sarcófago de los esposos, mientras su pintura decoró sepulcros.