Las Sagradas Escrituras pueden utilizarse para reprender a alguien de un error, corregir lo que está torcido y enderezarlo, e instruir a través de la educación y disciplina para formar hábitos que conduzcan a una vida santa. Al aceptar la autoridad y enseñanza de las Escrituras en cuanto a reprensión, corrección e instrucción, se puede caminar dignamente llamado por Dios.