1. Llegó el desahogo
Por Pedro José Andrade Bruno
¿Qué puede pasar durante casi 6 años? ¿Cuántas cosas se pueden vivir durante
2170 días? La respuesta es una sola. Muchas cosas, muchos cambios, muchas
experiencias transcurren en dicho período de tiempo. Ese tiempo que River tardó
para volver a coronarse campeón en primera división. Ese tiempo que tardaron
todos sus hinchas en volver a gritar y pronunciar la palabra sagrada dentro del
fútbol, esa palabra tan ansiada y anhelada por cualquier fanático a un equipo de
fútbol. La palabra ¡Campeón!
Aquella tarde dominical de junio de 2008, un juvenil marcaba dos goles que
coronaban una vez más al club más ganador de Argentina, River Plate. Aquellos
dos goles de Diego Buonannote frente a Olimpo le daba a River su título número
34. ¿Qué hincha de River o qué conocedor de fútbol se iba a imaginar que durante
los siguientes 2170 días el equipo que supo ser glorioso, que contó con los
mejores jugadores del mundo, iba a salir último del torneo argentino, iba a elegir a
un presidente que no hizo nada bien, iba a dejar de jugar las copas
internacionales, iba a jugar una promoción para evitar perder la categoría, iba a
descender a la segunda división, iba a jugar contra equipos como Desamparados,
Guillermo Brown, Boca Unidos; o peor aún, iba a perder con alguno de ellos, qué
hincha de River Plate iba a pensar que algún día tendría que sufrir para lograr un
ascenso? Sí, esas son unas de las ‘pocas’ cosas que le pasaron a River en ese
período de tiempo.
Pero como un grande que nunca dejó de ser, se cayó, se levantó y 2170 días
después volvió a la cima del fútbol argentino. El 18 de mayo de 2014 sus hinchas
volvieron a gritar ¡campeón! Y el mundo del fútbol vio la resurrección del Club
Atlético River Plate. Pero sin dudas este no será el final, por el contrario esto será
el comienzo de una nueva etapa gloriosa del club ‘millonario’.
Una refundación, un renacer desde lo dirigencial hasta lo futbolístico, desde el
escritorio con el nuevo presidente Rodolfo D’Onofrio, un hombre que en tan solo 6
meses hizo más que en los 4 años de mandato nefasto de Daniel Pasarella.
D’onofrio se supo asesorar de los que saben y conocen a River, de tipos como
Amadeo Carrizo, Enzo Francescoli, Ariel Ortega, el ‘Beto’ Alonso, el ‘Pato Fillol’,
ídolos innatos del club. En lo futbolístico ¿quién más si no él? En el banco, aunque
muy criticado, el técnico más ganador de la historia riverplatense, Ramón Ángel
Díaz, un técnico que volvió a River para ser campeón y así fue. Claro está que ese
título no fue fácil, fue sufrido como todo lo que vivió River en los últimos años.
2. Luego de salir antepenúltimo en el torneo anterior, se llegó a dudar por la
continuidad de Ramón Díaz, pero en una decisión acertada de Rodolfo D’onofrio
quien le reiteró su apoyo, Ramón continúo y 5 meses después condujo al equipo a
conseguir el título 35 en Primera División. Claro está que Ramón no lo hizo solo,
contó con un plantel de hombres, que se sobrepusieron a la mala actuación del
torneo pasado y que con solo la llegada de un refuerzo lograron conseguir un
nuevo campeonato. Pero, ¿Cuál jugador llegó? Ese jugador es nada más y nada
menos que Fernando Ezequiel Cavenaghi, aquél que volvió en el peor momento y
retornó al equipo al lugar de donde jamás debió salir y a pesar de ser echado por
el presidente de la época, volvió y regresó para ser campeón.
Aparte de Cavenaghi, este torneo contó con el gran nivel de otros jugadores como
Carlos Carbonero, Teófilo Gutiérrez, Cristian Ledesma, Jonathan Maidana,
Marcelo Barovero, Leandro Chichizola, Eder Álvarez Balanta, cada uno respondió
a su manera. Este plantel volvió a ganar en la Bombonera luego de 10 años,
retomó su poderío en el Monumental sacando 27 de 30 puntos posibles, contó con
seguridad defensiva y con efectividad en el ataque. También River contó con la
suerte del campeón en aquel penal que atajó Chichizola faltando segundos para
finalizar el partido frente a Racing.
Un párrafo aparte merece la gente de River, esos hinchas que sufrieron, lloraron
se amargaron, vivieron sus peores momentos por culpa de River. Cada domingo al
ver a River era un mal necesario, se sufría más sin verlo que viéndolo en la
cancha, partidos en donde ese River no era River, era un equipo del montón, no
era el equipo grande que supo ser. Esa gente que supo colmar domingo a
domingo las tribunas del estadio Monumental, gente que se rompía las gargantas
entonando las típicas canciones de River. “River mi buen amigo”, “Señores yo soy
del gallinero”, “Ay che bostero”, entre muchas otras, que se escuchaban sin cesar
cada domingo. Un merecido desahogo para millones de hinchas que sufrieron las
peores cosas que puede sufrir un amante y apasionado por un equipo de fútbol.
En lo personal, desde 2003 descubrí el amor verdadero, 11 años siguiendo a River
Plate, un niño desde una ciudad al nororiente de Colombia que prefería quedarse
en casa viendo a un equipo argentino en vez de ir a las “piñatas” de sus amigos de
colegio, un niño que prefería quedarse en casa a ver a River Plate en vez de salir
a pasear con su madre o padre, ese niño creció y a pesar de no recibir tantas
alegrías por su equipo siempre estuvo ahí, intentando ver cada partido semana a
semana.
Un niño que de a poco dejaba de ser niño, un niño que cambiaba, pero su pasión
estaba lejos de cambiar, al contrario, cada vez más se fortalecía. Ese niño de 9
años que lloró por primera vez por su equipo luego de perder las semifinales de
3. Copa Libertadores frente a Boca Juniors, su archirrival. Luego de adolescente
volvió a llorar un 8 de mayo de 2008 luego de ser eliminados de la Copa
Libertadores por San Lorenzo, pero ese niño-joven jamás imaginaba que iba a
llorar por algo mucho más fuerte, por la peor desgracia que puede tener un hincha
del fútbol. Ese niño, ya siendo un adolescente de 16 años, derramó lágrimas por
ver a su amado equipo caer a la segunda división. Ese joven sintió que aquella
tarde del 26 de junio de 2011 se le derrumbaba la ilusión, pero al igual que su
equipo, supo vivir el duelo, levantarse y convertir esa experiencia, en el hecho que
fortaleció su amor por River Plate. Claro está que no fue fácil, ese 2011 ha sido y
sigue siendo el peor año de aquel joven, no solo por el descenso de su equipo,
sino por situaciones personales.
Ese joven tuvo un cambio radical en su vida, se alejó de su familia para seguir su
futuro, ganó madurez, se volvió más responsable, pero hay algo que no cambió, y
fue su amor por River Plate. El hecho de ver a su equipo por internet porque no
pasaban los partidos por televisión, ir cada fin de semana a un café-internet,
porque no tenía computador en su nueva casa, solo a ver a River. Pedirle la
oficina prestada al rector de su colegio solo para tener internet y ver el partido,
bajarse del bus en un pueblo desconocido con tal de no perderse el partido, sufrir
bajonazos de presión por el sufrimiento de determinado partido, pero que
finalmente su equipo le dio un alivio, no una alegría, volver a primera división.
Ahora es turno de comenzar a celebrar, a respirar, a desahogarse, River Plate
volvió a ser campeón, volvió a ser el mejor equipo de Argentina, volverá a jugar la
Copa Libertadores, volvió a darle una alegría a su gente. Muchas gracias River,
muchas gracias Ramón, muchas gracias D’onofrio, muchas gracias jugadores,
ustedes quedarán en la historia por volver a darle una alegría a una gente que
estaba tan necesitada de festejos. Serán recordados como aquel plantel de 1975
que volvió a ser campeón luego de 18 años de sequías. Esta sequía solo duró 6
años, pero con todo lo que pasó en esos 2170 días, el tiempo se hizo más eterno,
la espera se hizo más dolorosa, la ansiedad se volvía frecuente cada domingo.
Por ahora ¡A celebrar riverplatenses! El próximo sábado 24 de mayo podrían
volver a celebrar si vencen a San Lorenzo en la Superfinal y así regalarle una
nueva alegría a sus hinchas, una alegría previa al aniversario número 113 del Club
Atlético River Plate.
¡Salud Campeón!