La plaza era el lugar preferido del autor durante su infancia porque todos los fines de semana iba allí con su familia a jugar en el pasamanos, las hamacas y el tobogán, divirtiéndose y conociendo a otros niños aunque al final del día cada uno regresaba a su casa, y le gustaba porque nunca se cansaba ni aburría ya sea en invierno o verano.