1. LAS CUEVAS DE ALTAMIRA
La cueva de Altamira es una cavidad natural en la roca en la que se conserva uno de los ciclos
pictóricos y artísticos más importantes de la Prehistoria. Está situada en el municipio español de
Santillana del Mar, Cantabria, a unos dos kilómetros del centro urbano, en un prado del que tomó el
nombre.
Las pinturas y grabados de la cueva pertenecen a los períodos Magdaleniense y Solutrense
principalmente, y alguno al Gravetiense, si bien las evidencias arqueológicas son únicamente
solutrenses y magdalenienses, e incluso con dudas, todos dentro del Paleolítico superior. Su estilo
artístico se enmarca en la denominada «escuela franco-cantábrica», caracterizada por el realismo de
las figuras representadas. Contiene pinturas polícromas, grabados, pinturas negras, rojas y ocres que
representan animales, figuras antropomorfas, dibujos abstractos y no figurativos.
Calificativos como: «Capilla Sixtina» del arte rupeste «...la manifestación más extraordinaria de
este arte paleolítico...», «... la primera cueva decorada que se descubrió y que continua siendo la
más espléndida» y «...si la pintura rupestre [paleolítica] es el ejemplo de una gran capacidad
artística, la cueva de Altamira representa su obra más sobresaliente», nos indican la gran calidad y
belleza del trabajo del hombre magdaleniense en este recinto.
Fue declarada Patrimonio de la humanidad en 1985. En el año 2008 se hizo una extensión de la
nominación a otras 17 cuevas del País Vasco, Asturias y la propia Cantabria, pasándose a llamar el
conjunto «».
2. La cueva de Altamira fue descubierta en 1868 por un cazador llamado Modesto Cubillas, quien
encontró la entrada al intentar liberar a su perro, que estaba atrapado entre las grietas de unas rocas
por perseguir a una presa. En aquel momento, la noticia del descubrimiento de una cueva no tuvo la
menor transcendencia entre el vecindario de la zona, ya que es un terreno kárstico, caracterizado por
poseer ya miles de grutas, por lo que el descubrimiento de una más no supuso ninguna novedad.