Los deportistas afrodescendientes ganaron la mayoría de las medallas para los Estados Unidos y países europeos cuyas élites blancas desprecian y oprimen a las personas negras. Estas medallas sirven para promover la falsa noción de supremacía blanca. En lugar de representar a estos países, los deportistas afrodescendientes deberían entregar sus medallas a sus propias comunidades y representar su herencia africana, no a aquellos que masacraron a sus ancestros. Los gobiernos racistas no tienen derecho
Horarios empresa electrica quito 25 de abril de 2024
Juegos Olímpicos 2016: Medallas afrodescendientes y "supremacía blanca"
1. Juegos Olímpicos: Medallas afrodescendientes para la “supremacía
blanca”
rubèn ramos
1. Fueron los deportistas afrodescendientes los que ganaron la mayor cantidad
de medallas para EEUU y los países europeos donde las élites “blancas” -que
digitan a sus presidentes y controlan sus gobiernos- humillan a los negros y
negras, los desprecian y mandan que los desaparezcan.
Sobre todo en EEUU donde el “Ku Klux Klan” (KKK) sigue imponiendo la ley del
exterminio de las razas inferiores (negros, indios latinos, asiáticos, árabes).
Total, “surgió para fundar el imperio blanco y para protegerlo” tal como
anticipara Woodrow Wilson ex-presidente estadounidense (1913-21), con
ocasión de la “refundación” de la organización en 1915. Impulsor del Nuevo
Orden Mundial Capitalista de la mano con la masonería judío-sionista Wilson,
fiel a su racismo contra América latina, ordenó las invasiones de México,
Panamá, Haití, Santo Domingo.
El origen del KKK, se remite al tiempo de la Guerra Civil estadounidense (1861-
65) que enfrentó a los usurpadores del norte del territorio norteamericano (“Los
unionistas”) con los usurpadores del sur (“Los confederados”).
El KKK nació para prolongar la guerra de exterminio de todo aquél que se
negara a reconocer la “supremacía blanca” por encima de cualquier otra raza.
Similares versiones las hay en Canadá, Alemania, Francia, Holanda, Gran
Bretaña, Italia, España, Australia y otros. Todas hunden sus raíces en el
colonialismo.
2. Alguien puede pensar que “esto es historia” (en el sentido lineal) y que ahora
vivimos tiempos distintos, pues incluso EEUU tiene un presidente negro. Puede
acusarme de retrógrado o de racista. Lo cierto es que esto compromete
cuestiones sobre qué entender por historia, por histórico, por racismo.
2. Aquí y ahora, permítanme decirle a los medalleros olímpicos afrodescendientes
de Estados Unidos, de Canadá y de Europa que si algo de respeto por ellos
mismos y de vergüenza deportiva les cabe, lo que deberían hacer es entregar
sus medallas a las respectivas comunidades afrodescendientes a las que
pertenecen por origen ancestral.
Para competencias futuras, deberían asumir la representación
afrodescendiente y no la de quienes, aduciendo el mito de la “superioridad
blanca”, masacraron a sus ancestros sometiéndolos a las más crueles
prácticas de explotación y de castigo. Dejen ya, de ser utilizados como
estadísticas para ostentar una superioridad deportiva que los “blancos” no
tienen.
3. Los afrodescendientes deben dejar de prestarse al juego sucio de una
supuesta superioridad que sirve a intereses geopolíticos. Deben igualmente
sustraerse a la mercantilización de sus fortalezas, su disciplina, su entrega y
sus capacidades. Deben decirle no, al rédito mercantil que puedan representar
individualmente para las grandes comercializadoras del talento físico. Decir no
a la genuflexión y a la obsecuencia. Es un mandato de identidad, de autoestima
y de respeto por vuestros ancestros
Los gobiernos racistas de EEUU, de Francia, Gran Bretaña, Canadá no tienen
ningún derecho de ostentar medallas que ganaron quienes son considerados
de “raza inferior”. Tampoco a las ganadas por deportistas “comprados” para
asegurarse un lugar en las estadísticas. Cierto que aquí pesa mucho la
decisión personal de quien “se vende”. No importa en nombre de lo que sea,
pero traicionando elementales principios de identidad y de pertenencia. De
amor propio y de respeto consigo mismo. Pero, el mercado lo puede todo. Al
menos, mientras la “supremacía blanca” lo controle.