Frente a lo ocurrido con el avión ruso A-321 y con los ataques en París la noche del viernes 13 de noviembre nadie puede negarse a sentir como propio el dolor de los padres y familiares de quienes fueron víctimas de los mercenarios del llamado “Estado Islámico” o ISIS. Pero, resulta imprescindible explicitar de qué terrorismo estamos hablando. Esto, para poder advertir el sentido y significado de lo que se dice y hace. En este sentido, a diferencia de lo que el mandatario francés pretende hacerle creer a su pueblo proclamando que “Francia está en guerra contra el Daesh”, lo que ocurre es que Francia, como todo el Occidente judeo-cristiano ha encontrado un pretexto para seguir atacando a Oriente.
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¿“Choque de civilizaciones” o guerra de Occidente contra Oriente? El Estado Islámico es de Occidente
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¿“Choque de civilizaciones” o guerra de Occidente contra Oriente?
El Estado Islámico es de Occidente
rubèn ramos
20-11-15
Avión ruso A-321 fue destruido por bomba terrorista. Murieron 224
El dolor de los deudos de los pasajeros del avión ruso no merecerá que los
países de la “democracia occidental judeo-cristiana” izen sus banderas a media
asta, coloreen sus monumentos emblemáticos simulando banderas de los
pueblos a los que pertenecía cada uno de los muertos. Eso jamás.
No habrá minutos de silencio, ni condolencias diplomáticas, ni la prensa les
dedicará espacios íntegros, una y otra vez, a dar cuenta de sus vidas y
esperanzas.
Tampoco, ¡felizmente! habrán cínicas muestras de condolencia con besa
manos de gobernantes a reyes, reinas, príncipes y princesas corruptos,
andróginos, pusilánimes que, saliendo de su vegetativa existencia alardean de
una valentía que jamás tuvieron. Rusia, su gobierno y su pueblo, no se
prestarán a que los figurettis de la política y la prensa decadente y falaz hagan
escarnio de sus muertos.
Lo que ha quedado claro es que Occidente sigue creyendo en su mito de ser
“la” civilización. Y muchos todavía lo admiten. Para los occidentales europeos
que presumen haber olvidado sus orígenes y simbiosis, ellos son los humanos.
Los otros son los sub-humanos. Esos que no sienten ni piensan. Que, “no
saben de origen, familia, patria, pertenencia”. Los salvajes. Apenas bípedos,
pero cerdos o monos o cualquier monstruosidad. Basta ver El señor de los
anillos, Harry Potter, o Guerra de Tronos.
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¿”Choque de civilizaciones”?
Nadie puede negarse a sentir como propio el dolor de los padres y familiares
de quienes fueron víctimas de los mercenarios del llamado “Estado Islámico” o
ISIS en el centro de París. Igual o mayor sentimiento merecen quienes no
tendrán sino retazos o quizás sólo prendas de sus seres queridos. Pues eso es
todo lo que quedó después de que esos mismos actores detonaran una bomba
en el avión ruso A321 en pleno vuelo. Distingamos igual, entre quienes sufren
la pérdida de sus seres queridos y aquellos para los que el fin justifica los
medios. A estos no les importan los muertos. Ni quiénes ni cuántos.
Resulta imprescindible por ello explicitar de qué terrorismo estamos hablando.
Esto, para poder advertir el sentido y significado de lo que se dice y hace. En
este sentido, a diferencia de lo que el mandatario francés pretende hacerle
creer a su pueblo proclamando que “Francia está en guerra contra el Daesh”, lo
que ocurre es que Francia, como todo el Occidente judeo-cristiano ha
encontrado un pretexto para seguir atacando a Oriente.
El llamado “Estado Islámico”, o “Daesh”, como ahora los occidentales prefieren
sindicarlo, porque se trata de un engendro hecho para la maldad y el crimen, es
creación de Occidente. Es la alianza euro-estadounidense-israelí a través de
sus servicios de inteligencia (M19, CIA, Mossad) la que le dio origen, organizó,
armó, entrenó y sigue financiando y armando. Es, por tanto, una extensión de
la civilización occidental y judeo-cristiana para agredir, en nombre de “sus
valores” de terror y de rapiña, a la civilización oriental de la que forman parte no
sólo Oriente Medio, sino también África y Asia, con sus específicas diferencias
étnicas, religiosas y culturales.
¡Hay que acabar con Oriente!
El derribo del avión ruso, así como el tiroteo en París, deben asumirse como
parte de la estrategia de guerra de Occidente contra Oriente. Occidente
pretende acabar con su simbiosis bárbara a través de la barbarie. Dejar de ser
un subsidiario de la cultura oriental, en tanto obra y quehacer humano. Si antes
hizo mal uso de los inventos, las técnicas, la ciencia, el arte, el pensamiento, la
filosofía, la ética de los pueblos de Oriente, hoy, lo que quiere es su destrucción
total.
Siria es parte de la civilización oriental como lo
es Irák, Afganistán, Irán, Libia, Palestina, Argel,
Nigeria, Mali, Yemen. Contra estos pueblos, la
Coalición Militar Occidental dirigida por EEUU e
integrada por Francia y las demás fuerzas de la
OTAN, por los Comandos Unificados
Estadounidenses, y por los mercenarios del
Estado Islámico, lleva a cabo una guerra de agresión. Van en procura de sus
riquezas naturales y de la destrucción de sus culturas. Cuentan con la venia de
la Secretaría General de la ONU y el amén del Papa.
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Contra Siria está enfilada la agresión occidental. Su destrucción resulta clave
para asegurar la invasión a Irán, el cerco a Rusia y el aislamiento de China. Lo
he repetido varias veces. De este modo, Occidente avanzaría en su macabro
propósito de construcción del Estado Único Occidental judeo-cristiano. De ese
Estado fundamentalista nazi-sionista. Expresión misma del “Nuevo Orden
Mundial” que el jesuitismo anunció al fundar la orden de los Iluminati el 01 de
mayo de 1776 y a la que sobrevino, inmediatamente, la Independencia de
Estados Unidos y luego, la Revolución Francesa, 13 años después.
Lamentablemente, el curso de la historia va en sentido contrario y Rusia, Irán,
China, India, Brasil, así lo han demostrado. Igual, en América latina: Venezuela,
Ecuador, Bolivia, Argentina.
Nada, sin embargo, puede convencer, a “los enemigos de la humanidad”, de su
error. Y no se trata de los pueblos, ni de la gente de occidente. Se trata de
quienes, fieles a su impronta medieval pretenden hacer del mundo un lugar
para la intolerancia y el sectarismo, para el extremismo religioso, para el
racismo, para el terror y la inseguridad.
Usted los puede ver en Francia, en toda Europa, en EEUU solazándose de su
parafernalia para infundir miedo y horror; de sus allanamientos violentos, sus
operativos siniestros, su alevosía contra todo aquello que se sepa o imagine
árabe, palestino, musulmán.
Generando odios al propio tiempo que exacerbando morbos con supuestos
terroristas acribillados, inmolados despedazados, a los que no se puede
identificar o se trata de los “cerebros”. Misma secuencia de cuando lo de las
Torres Gemelas en Nueva York. Con la diferencia de que ya no se trata de
Osama bin Laden sino de Abdelhamid Abaaoud o Abu Omar al Baljiki. Uno de
los acribillados en el asalto de las fuerzas de élite de la policía francesa a una
vivienda en el barrio de Saint Denis el 18 de noviembre. Después de muerto
fue identificado por sus huellas dactilares. Lo único que falta es que sus restos
sean arrojados al mar como hicieron con el supuesto Bin Laden.
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Levantando cercos en los barrios y las calles, prohibiendo la libre circulación.
Anunciando cambios constitucionales para “garantizar la seguridad” con
estados de sitio y de excepción, suspensión de garantías y de derechos.
Multiplicando sus grupos paramilitares y sus fuerzas policiales con armamento
sofisticado y compra de vehículos de guerra para beneficio de las
transnacionales de la muerte.
Poniendo en las calles a sus ejércitos para asegurar la seguridad interna con la
“eficacia” del FBI (el aparato emblemático del chantaje y de la corrupción a
nivel mundial).
“Triplicando”, fuera de sus fronteras, sus bombardeos contra población civil
indefensa.
Enviando más armas y logística de guerra a su “Estado Islámico” y a sus
sectas en Siria, Irak, Libia, Algeria, Nigeria, Mali. Todo, en nombre de “acabar
con el terrorismo islámico” que no es otra cosa que la guerra contra el Islam; la
guerra de Occidente contra Oriente.