1. A finales de los sesenta los adolescentes en la
ciudad de Nueva York empezaron a escribir sus
nombres en las paredes de sus barrios, aunque en
realidad utilizaban pseudónimos, creandose así
una identidad propia en la calle. Estos chicos
escribían para sus amigos o incluso para sus
enemigos. Quizás el ejemplo más significativo y a
la vez el más conocido por todos sea el de Taki
183, un chico de origen griego que a la edad de 17
años comenzó a poner su apodo. Su verdadero
nombre era Demetrius (de ahí el diminutivo
“Taki”) y 183 era la calle donde vivía (poner el
nombre de la calle fue un elemento usado por
muchos más escritores). Taki trabajaba como
mensajero y viajaba constantemente en el metro
de un lado a otro de la ciudad. En el trayecto
estampaba su tag (firma) en todos los lados,
dentro y fuera del vagón. El no lo consideraba
como algo malo, de hecho respondía así a las
preguntas que le formularon en una entrevista en
el New York Times: “Simplemente es algo que
tengo que hacer. Trabajo, pago mis impuestos y no
hago daño a nadie”. Estos actos le convirtieron en
un héroe y poco después cientos de jóvenes
empezaron a imitarle.