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AL
PONERSE
EL
S O L
(Ensayo Filosófico)
Santiago Martín Moreno
Al Ponerse el Sol
La Sabiduría
No se alcanza sólo leyendo.
Quién lee mucho alcanza
Un alto grado de Conocimiento;
Más quien observa, contempla
Y medita, es dueño absoluto
De toda la Sabiduría.
Santiago Martín Moreno 2
Al Ponerse el Sol
AL PONERSE EL SOL
A mis hijos
Maria Luisa y
Santiago.
Santiago Martín Moreno 3
Al Ponerse el Sol
El Sol y la Luna
Iluminan mis días y mis noches,
Sin embargo, son diferentes;
Tan diferentes, que lo que uno
Calienta por el día,
El otro ha de refrescarlo
Por la noche para que se pueda
Cumplir un nuevo ciclo…
INTRODUCCIÓN
Antes de que me comiences a leer, permíteme
esta advertencia a modo de introducción.
Todo lo vertido en esta obra, no es
conocimiento, ni consejo, ni recomendación… Todo lo que
encierran esta palabras, este conjunto de locos pensamientos
nacidos de lo más íntimo de mi ser, fueron hechos de forma
egoísta pues la primera idea fue que dándole forma, borrador
tras borrador, conseguiría asimilar esto que momento a
Santiago Martín Moreno 4
Al Ponerse el Sol
momento he ido llevando a cada hoja sin ser (a veces lo he
creído así) totalmente consciente de ello. He intentado hacer
entrar en mi duro corazón cuanto ha ido saliendo de mi
cabeza, a base de mucho suplicarle al Padre que me ayudara
en este empeño.
En ningún momento he pretendido con esto
enseñar nada, y ello se comprende perfectamente, ya que
cuando llegues al final verás que no has encontrado ni una
sola palabra, ni un solo pensamiento que fuera para ti
desconocido.
Hojalá y a partir de este momento consiga con
mi comportamiento, liberar acciones anteriores, al tiempo que
alguien pueda hacer volar muchos de estos sentimientos,
ahora encerrados en mis palabras
.El autor.
PROLOGO
Ardua y difícil labor resulta prologar esta
genial obra de Santiago Martín Moreno: “AL PONERSE EL
SOL” que esperamos sea de gran provecho para el desarrollo
espiritual del lector.
Santiago Martín Moreno 5
Al Ponerse el Sol
Para comprender la profundidad de su
mensaje hay que leerlo, meditarlo repetidas veces y con ello
comprenderlo “entre líneas”.
Al leer la obra, es posible que el lector se
pregunte:¿porqué este título de “AL PONERSE EL SOL”?
Nosotros mismo no lo comprendíamos y
estamos convencidos de que es una especie de escritura
automática y que tal título ha sido dictado, inspirado o
sugerido desde lo más recóndito de su subconsciente que ha
emergido al plano consciente y se deduce tal cual plasma en su
trabajo el conocimiento y memoria subconsciente de múltiples
reencarnaciones.
En distintos capítulos tales como LA
CRUZ, LA GRACIA, LA MEDITACIÓN, LA
REGENERACIÓN, vibra como en un desgarrador
MANTRA que desde lo profundo del abismo del ser
dirige hacia lo más Divino de la Entidad Humana (Kundalini
que asciende del Chacra inferior al superior) ¡DE PROFUNDIS
CLAMAVI AD TE DOMINE”!
La Sabiduría del autor en sus cientos de
milenios de existencia quedan en especial plasmados en las
CCC sentencias que deben ser meditadas, no en el tirón de una
única lectura, sino asimiladas en jornadas de estudio lento,
ponderado, memorizado y productivo en consecuencia.
Todo ello hace que: “AL PONERSE EL SOL”,
no quiera decir el Ocaso del Astro Solar del Septenario
Universo, que el “Sol” que el autor nos recuerda que todos
llevamos dentro, en nuestra más íntima esencia, desaparezca.
Podrá perderse de la vista del ojo ciego sólo capaz de detectar
el mundo grosero; pero nuestro permanente Sol va a iluminar
Santiago Martín Moreno 6
Al Ponerse el Sol
con su Luz perpétua a otros planos; a las eternas dimensiones
del Infiníto Cosmos; porque con la eterna existencia del Sol
perpétuo nace el día que nunca muere; Este es para nosotros el
mensaje del Espíritu Universal a través de Santiago Martín
Moreno.
Andrés Jaile y Soto
Dr. en Medicina y
Cirugía
Profesor titulado de
Yoga.
A MODO DE CARIÑO
Inmerso en una sociedad inestable y en la que
el hombre se ha dejado arrastrar por la monotonía y la rutina
de aquello que llaman “educación indirecta”, o, lo que es lo
mismo, aprender aprovechando el conocimiento de los otros,
Santiago Martín sigue, aún, aprendiendo de sí mismo;
buscando en su yo más profundo, encuentra, él, la grandeza,
inmensidad y el verdadero sentido de la vida.
Alguna que otra vez le he escuchado decir: “no
leas tanto; escribe”. Sus palabras inducen a crear, a sacar a la
luz…, pero para eso, es necesario llenarse de experiencias, de
conocimientos…, “de llenar –sencillamente- los años de vida”.
Este libro está cargado de todo eso.
Santiago Martín Moreno 7
Al Ponerse el Sol
Estas ideas y estos principios, y por los que
Santiago abogará hasta el fin…, no son meras palabras; son el
fruto personal recogido por quien ha caminado durante todos
estos años por el Verdadero Sendero de la Vida.
Titulada,
María Luisa Martín Pérez.
EL
ADVENTUS
Plegaria
Que no turben tu Paz las pruebas que
necesariamente “apenarán” tu Espíritu, ni aquellas penas que
como caudal de lágrimas inundarán tu “corazón”, ni por ello
el temor acongoje tu ánimo.
Que todo te valga para que con Amor abraces
la Cruz que cargas en esta vida, pues en la conciencia plenaria
de esa Gracia conseguirás ver el rostro radiante del Padre.
Después hallarás que las tinieblas de la noche
se rendirán a ti, y disipadas permitirán que te regocijes en la
Gloria de su Luz.
Santiago Martín Moreno 8
Al Ponerse el Sol
El Padre, es la Luz Eterna brillando en los ojos
de los hombres que, entendiendo su Amor, ilumina su rostro
con los suaves perfiles de la Bondad.
Felices aquellos en quien brilla esta Luz,
porque nunca carentes de cuanto puedan precisar para la
evolución de su Espíritu, y hasta el acoso a que le pudieran
someter sus enemigos, si se muestran indiferentes, le
proporcionará beneficios.
ORACIÓN AL PADRE
Padre mío
Que meces el aire
Y lo llenas de Amor con tu nombre,
Muéstrame el sendero,
Y haz que comprenda
Que debe ser mi Voluntad
La que me hará estar
Muy cerca de Ti.
Haz que en el horno de mi pecho
Se cueza un nuevo Pan
Cada mañana;
Alimente tu Misericordia la llama
De mi caridad eterna,
Y me des la oportunidad
De volver a empezar
Porque deseo ser el más puro
Santiago Martín Moreno 9
Al Ponerse el Sol
De todos tus destellos…
Dios y su Amor;
La flor y su miel;
Ambos se dejarán
encontrar
Donde quiera que
estén
Para los que tengan
hambre.
U N T I E M PO
EL PUENTE
Me senté a tu lado, tomaste mi mano entre las
tuyas y me hablaste…
Santiago Martín Moreno 10
Al Ponerse el Sol
Hoy, creo que me convertiste en puente; un
puente entre el ayer y el mañana, entre mis padres y mis hijos,
entre una forma de amar y amar de otra forma.
Un puente entre lo que fui y lo que seré; entre
lo que tuve y lo que tendré, entre mi partida y mi meta.
Un puente, por cuyo interior quiero, deseo que
no deje nunca de correr el sentimiento hacia el luminoso y
transparente sentimiento de la Luz.
Que el rocío de mis noches se convierta en
inagotable caudal de todo aquello que solo se aprende
mirando hacia arriba, pues no en vano, es desde las alturas
desde donde nos llegan, mediante la Meditación, las ideas del
Universo…
El camino para venir
Es, ancho y llano
Por los muchos que
llegan.
El camino para ir
Es angosto y
dificultoso;
Son tan pocos los que
van,
Que entre el paso
De unos y otros,
Da lugar a que crezca
De nuevo la hierva.
Santiago Martín Moreno 11
Al Ponerse el Sol
LA UNIÓN
Siempre cogidos de la mano; no sé cuantos
senderos comenzamos y terminamos juntos, ni cuantos
caminos supieron de nuestras alegrías y nuestras tristezas, ni
cuantas veredas nos quedarán aun por recorrer.
A veces los jóvenes encuentran graciosa la
ternura que en público nos mostramos el uno al otro sin
importarnos su desnudez. Ellos son como la pasión que no se
entiende sin violencia, ni comprenden el manso y entregado
regalo del amor.
Sí, nos amamos, y eso lo aprendimos día a día,
paso a paso, como logramos aprender esa difícil, aunque no
imposible, asignatura de la Tolerancia, de la comprensión, y
porque no, la de sobrellevar mutuamente los altos y bajos
estados de ánimo que, a decir de la experiencia, nos hacen
tomar fuerzas en el arduo recorrer el camino de la Unión,
cuando tangencialmente está lleno de esas otras “fuerzas” que
no quieren vernos felices, o acaso no entienden que nosotros sí
luchamos por estar más arriba.
Nosotros lo sabemos, sabemos que hemos de
perseverar, sabemos que nuestro amor es, como rodearse de
paciencia, como la gavilla de la mies cuando es abrazada por
la cintura para que no se deshaga.
Y todo tan simple, tan sencillo… Como creer
yo en ti y tú en mí.
Santiago Martín Moreno 12
Al Ponerse el Sol
LA AYUDA
Cuando caía la tarde, mi vida estaba cansada,
y cuando llegaba el ocaso no conseguía hacer brillar a las
estrellas…
Pero un día, llegó mi tarde, y llegó mi ocaso, y
con ellos también llegó la hora de un nuevo vivir, de un vivir
nuevo, diferente y profundo…
Sentí cómo aquel otoño declinó, y dio paso a
un nuevo y hermoso silencio, aquel silencio que te envuelve,
aquel silencio que sólo te habla de cosas hermosas y puras. Y
aunque persisten las dudas y busco la soledad, cuando brotan
las preguntas, y los huesos se me notan cansados… sigo.
Tengo aun mucho por andar, y mucho aun por
vencer las resistencias negras de la carne débil, y todo
sencillamente, porque quiero creer en Ti, simplemente, porque
sé que me esperas, especialmente por que te amo…
Y ante las dudas, saco del olvido mi vieja
aunque siempre actual Fe, y ante mi soledad, me acuerdo de
Ti, de cómo me hablas dentro, muy dentro, aunque aun no he
aprendido a escucharte como yo quisiera. Y ante la pregunta
de siempre, Tú, calmas y animas mis esperanzas, y ante mi
cansancio sigues tendiéndome las manos…
No basta decir el nombre
Santiago Martín Moreno 13
Al Ponerse el Sol
De la medicina muchas veces.
Hay que tomarla, con Fe.
LA ESPERANZA
Vivo de esperanza, porque Tú me has
proporcionado el motivo que impulsa mi deseo de caminar
limpio por esta tierra de sacrificios. Porque contigo la Madre
Tierra siempre está despierta. Porque el polvo de esa tierra,
enamorado vuela, y porque ha llegado un momento en mi
vida, en el que comienzo a soñar con la vida nueva.
Por eso vivo de esperanza…
Sé que éste pobre cuerpo mío –casa de
huéspedes efímera- llamado será a desaparecer, y que su
inquilino tenga un nuevo amanecer allí donde habitan las
estrellas.
Vivo de esperanza, porque espero que ese día
llegue pronto, pues en sueños me dijeron las estrellas que para
algunas obras hacen falta brazos jóvenes y fuertes, y a mí ya
me comienzan a flaquear.
El privilegio de morir
joven,
Es poder ser gran
obrero
Santiago Martín Moreno 14
Al Ponerse el Sol
Para la Gran Obra…
LA MORAL
Sus dos lados al gusto. Sus dos formas: como
rodillas que se inclinan; como brazos que se extienden o se
cierran; como manos que se abren o se crispan; como labios
que enmudecen o se entregan; como puerta abierta o cerrada,
según entre o salga la noche, la alborada; como ventana de par
en par, o plena de hermetismo incapaz de analizar, de
reconocer que no sirve para nada…
Mas el eje que sostiene
Cada parte;
Blanco… Negro…
¿Qué conviene?
EVOLUCIÓN
(Poética)
Santiago Martín Moreno 15
Al Ponerse el Sol
¿Porque la erguida postura si la verticalidad se
ignora? Si aun no llegó la hora en que esa forma madura sea en
el humano pura aunque sea soñadora. Siempre de cara a los
ensueños, de espalda a la realidad, que llena de comodidad,
sin necesidad de empeño en ser de la vida dueño sin mayor
profundidad. La idea del Universo es para él un trabajo, no le
importa estar debajo si así evita el tropiezo más siempre
acabará con “eso” que rueda el escarabajo. No sabe de su
postura, ni quiere su realidad, y aquella universalidad, idea de
compostura, prefiere dejarla a oscuras, que no vean su verdad.
“Ayer tenía pezuñas,
Condición del animal
Que aun era irracional;
Sus dedos siguen con
Uñas…
¿Cuándo llegará el final?
LA CRUZ
Sube y baja aquel asfalto, y no es asfalto de
ciudad, sin embargo, allá en lo alto, cuando la veo caminar, no
sé porqué el sobresalto, si es ahí donde ha de estar.
Santiago Martín Moreno 16
Al Ponerse el Sol
Cada mañana, cada atardecer su afán; para ella
vale la pena, y así la seguiré viendo hasta que se lo permitan
sus fuerzas.
Siempre algo de peso entre las manos, a veces
también sobre su cabeza, más dentro de ella un pensamiento:
¿Hasta cuando me dejarán trabajar? Porque quiero hacerlo
siempre, y servir, y ser útil, que he de hacer mi contribución lo
más dulce posible.
No deja de sorprenderme su presencia en
aquella carretera aun sabiendo que después del recodo ella
está ahí; sube o baja pero no falta; a veces el retrato se me
presenta lleno de una humildad impresionada sobre un cliché
del trabajo duro, de la dura faena; cuidar la casa, el huerto, los
animales, la cosecha, llevar, traer, cargar, descargar…
Así la veo, y como así la veo, solo me resta
pedir al mundo que deje de echar cargas sobre esa espalda,
una espalda que quizás desde siempre fuera acuñada para esa
faena diaria.
Todos podrán aliviar
La carga que contraje,
Más sólo yo podré liberarme
De la esclavitud.
Santiago Martín Moreno 17
Al Ponerse el Sol
EL TIEMPO
Para pensar en Ti, debemos aprender a
entender que siempre que lo deseemos hay tiempo.
Pero…
Cuando no nos quede tiempo para todo;
Cuando advirtamos
Que aun nos queda algo por hacer;
Cuando el silencio se nos meta dentro
Como queriendo impedir la salida
De aquello que deseamos con fuerzas,
Será hora de acordarnos de Ti
Y bendito el momento en que tu Misericordia
Infinita permitió que encontráramos lo que fuimos incapaces
de ver a lo largo de tantos y tantos años.
Gracias por otorgarnos aun ese inmenso trozo
de maravilloso tiempo, y permitir que algún día, podamos
acompañarte en los grandes arcanos junto a los que poder
conseguir estar muy cerca de la Luz.
En la noche, daremos gracias
Por habérsenos permitido vivir un día más.
En la mañana, daremos gracias
Por la nueva oportunidad que se nos brinda
De poder completar lo que posiblemente
Santiago Martín Moreno 18
Al Ponerse el Sol
Dejamos a medias el día anterior.
LA AMISTAD
Inundado por el aroma de los campos del Sur,
y sentado sobre un peñasco, como elemento angular que
emerge de la tierra, me surgió el único deseo, como favor que
me fuera otorgado aquella hermosa mañana.
A vosotros, mis hermanos de nombres
profundos; de almas con vida que están por encima de la vida
misma, de honras celestiales, en la cima de vuestros esfuerzos,
en el callar de vuestras pasiones, y en el silencio de todos
vuestros gritos perdidos en la noche.
A vosotros, mis hermanos de tiempos eternos;
de horas de sueño para segundos de vida; de soledades
preñadas de amores y llantos felices al calor de una Luz
diferente.
“Qué vuestra felicidad
Sea mi felicidad,
Y el deseo de beber
Santiago Martín Moreno 19
Al Ponerse el Sol
De vuestras lágrimas.”
Hablar con el Padre…
Es una Oración individual.
Hablar del Padre…
Es una Oración colectiva.
Santiago Martín Moreno 20
Al Ponerse el Sol
LAS FUERZAS UNIVERSALES
SIETE LLAVES
Nunca empleéis la palabra
Padre
Con tan inconsciente
frivolidad;
No hay más Padre
Que aquél que lo fuera de todo
En todos los planos.
Santiago Martín Moreno 21
Al Ponerse el Sol
E L A M O R
No hay Amor más puro
Que aquél que se dio
Cuando aun se desconocía
El significado del Amor.
Siete, son las más hermosas de las Fuerzas que
definen al Padre, y porque El es cada una de ellas en su Eterna
plenitud, habremos de agradecerle su manifestación y
proyección sobre todos y cada uno de nosotros; proyección
que sólo se produce cuando se le encuentra, pues El, en su
Infinita Sabiduría, hizo al hombre libre de todo tipo de
ataduras haciéndole una única recomendación:
“Siempre que me necesites, búscame”
Y El, se deja encontrar cuando a su puerta
acudimos con las “Siete llaves”; Siete llaves que El puso en
algún lugar de nosotros y que sólo nos permitirá encontrar si
verdaderamente somos merecedores de ello.
Santiago Martín Moreno 22
Al Ponerse el Sol
Al igual que ocurre con los Mandamientos,
cuando vemos que el primero encierra a los nueve restantes,
exactamente igual, sucede con el resto de las Seis llaves, ya que
la primera es el Amor, y esa es Llave Maestra.
El Amor es la base sobre la que se apoyan
todos los pensamientos, todas las palabras y todas las obras; el
pilar para que ellos adquieran un alto grado de solidez y
pureza.
El Amor es el “Camino Real de la Vida”; el
sendero por el que transitan los humildes; los ricos de Espíritu,
porque entienden tenerlo todo cuando no tienen nada; los que
se entregan sin tan siquiera pensar en recibir algo a cambio; los
que van repartiendo sonrisas aún a pesar de su dolor; los que
van sembrando campos de esperanzas para que los oprimidos
encuentren la cosecha de la ilusión; los que sufren
calladamente porque su silencio llega hasta los huecos más
profundos de los corazones más endurecidos; los que lloran
amargamente la impotencia de la revelación; los que entienden
que compartir es mejor que dar; los que se sacrifican haciendo
de su esfuerzo un sostén para los débiles; los que entienden
que la compasión no sólo es lástima…
Santiago Martín Moreno 23
Al Ponerse el Sol
A M O R
Como cada amanecer, la silueta de aquél
hombre se enmarcaba en el sendero, bajo los arcos que los
árboles formaban como si de protegerlo se tratara.
Una mañana más, había hecho aquel recorrido,
un recorrido que le había llevado a aquel peñasco, a su
peñasco, su sencillo lugar de descanso, y en él, como cada
mañana, se sentó a esperar…
Se apreciaba en él, cómo el cabello cada vez
más blanco, hablaba por sí sólo de tantos y tantos años
haciendo el mismo camino, haciendo lo mismo…
La ya torpe agilidad para caminar, los
hombros encorvados y el cayado con que se le veía
últimamente y en el cual compensaba sus pobres fuerzas,
hacían pensar en tantos y tantos momentos haciendo lo
mismo.
Como cada amanecer, sentado sobre su piedra,
vio salir el Sol de detrás de aquellos montes y al darle el fuerte
beso con que el Sol correspondía amorosamente a la
bienvenida que el hombre le brindaba cada mañana, se dejó
notar en su rostro cómo las arrugas daban testimonio de tantos
y tantos años, de tantas y tantas bienvenidas.
Miró hacia abajo y se quedó una vez más
observando el arroyo; variadas especies de animales bebían en
las puras y cristalinas aguas, mientras algunos otros dedicaban
su entretenimiento en descomponer con su juego infantil la
Santiago Martín Moreno 24
Al Ponerse el Sol
imagen que sobre la plata del arroyo se reflejaba como en un
espejo.
Alzó la mirada y observó una hermosa
bandada de palomas blancas, y arriba, mucho más arriba, allá
en la altura, contempló embelesado la quietud que el
majestuoso águila mantenía en el espacio.
Miró a su alrededor y vio brillar una vez más
las copas de los árboles, ahora bañadas por el Sol y cómo la
brisa mañanera se le antojaban figuras diferentes.
Tampoco –como cada mañana- le pasó
desapercibida la diferencia existente entre el pequeño Olivo y
la impresionante esbeltez y grandiosidad que poseía aquel
Olmo recostado sobre la pared que guardaba uno de los dos
lados del camino cercano al arroyo.
Detuvo la mirada en una rama de Encina, al
llamarle la atención el dulce gorjeo de pajarillos de bellísimos
colores que sobre ella parecían decidir y acordar lo que iban a
hacer en este nuevo y luminoso día que se les presentaba.
Bajó la mirada y contempló el horizonte
infinito, los montes y aquella cordillera a la que el Sol ahora, la
hacía parecer como un cordón de encajes dorados.
De un hueco entre las piedras de la pared que
tenía enfrente, salió y se puso a tomar el Sol como cada
mañana una preciosa Culebra de hermosísimos y originales
colores.
Pronto ocuparía un sitial de honor, otro amigo,
el Lagarto, que menos madrugador se subirá a la parte más
alta de la pared de piedras para recibir las caricias amorosas de
Santiago Martín Moreno 25
Al Ponerse el Sol
su hermano y bienhechor el Sol, haciendo con ellas que su
color aún adquiera más belleza.
Como cada mañana y con la puntualidad de
siempre, vio llegar al viejo perro de siempre, al viejo perro “sin
nombre”, el cual, y como tantas veces hiciera, sólo se limitó a
lamerle las manos y seguir su camino por aquel camino, y sólo
Dios sabe hacia que otro destino.
El, en cambio, seguía allí, contemplando las
flores, contemplando como las mariposas de alegre y vivo
colorido, tomaban fuerzas para el nuevo día, gracias a ese
alimento que las mismas flores preparan con el mismo Amor
que, más tarde lo brindan.
Aquellas flores rojas, amarillas, azules,
blancas, verdes, anaranjadas, violetas, aún hermoseaban más,
cuando como fondo utilizaban el fresco manto de aquella
pradera entrañable, de aquella pradera que a él se le antojaba
sin igual.
Sobre los flecos de la pradera estuvo viendo
durante largo rato, como de entre aquella manada de equinos,
se destacaba una hembra que se dejaba amamantar con todo el
Amor de que era capaz, como Madre de un potrillo nervioso y
juguetón, y del que se apreciaba tendría en su día un hermoso
pelo Blanco como la nieve.
Tampoco faltó a su cita aquél campesino.
Apareció sólo, como siempre, y con una azada de regular
tamaño, comenzó la tarea que le llevaba cada mañana a aquel
trozo de tierra, pequeño o al menos así era como se veía desde
la mediana distancia. Allí, un día y otro día iba a cumplir con
el sagrado deber de mantener todas y cada una de aquellas
plantas - base de apoyo para alimentar a su familia - libres de
todo tipo de cizañas.
Santiago Martín Moreno 26
Al Ponerse el Sol
Cuando con el calor del Sol, el rocío se había
marchado para volver nuevamente por la noche, el hombre se
levantó y comenzando a desandar el camino después de haber
tomado unos sorbitos de deliciosa, pura y refrescante agua en
aquella limpia y cantarina fuente, una vez más aseguran que
se le oyó murmurar entre dientes…
“Hace ya no sé cuantos años que hago lo mismo, porque me
dijeron que desde aquí podría ver a Dios, y éste es otro día
en el que me vuelvo tal como vine, pues hoy tampoco ha
aparecido”.
Mientras más
Demos…
Más vacía quedará
Nuestra alforja.
También…
Cuando hayamos
De recibir,
Mayor cantidad
Entrará en ella.
Santiago Martín Moreno 27
Al Ponerse el Sol
L A B O N D A D
La huella dejada
en el viento
será esparcida.
La dejada en el camino
será recogida.
La segunda de las Llaves Universales, es la
BONDAD.
Por el Sendero Real de la Vida, debemos
marchar pegados a una orilla para que puedan pasar con
holgura todos aquellos que consiguieron nuevas fuerzas para
apretar su paso. La dulzura de ese comportamiento nos hará
dignos y la mansedumbre de nuestra nueva forma de entender
nos hará libres.
Si conseguimos que a nuestro paso florezcan
las rosas de la Tolerancia, habremos hecho que por nuestro
corazón corra un río interminable de Sangre Blanca.
Santiago Martín Moreno 28
Al Ponerse el Sol
B O N D A D
Por encima de la frondosidad del valle, y
cercano a un precioso lugar por donde discurre un arroyuelo
de juguetonas y transparentes aguas, se divisa un hermoso
Palacio de cortada y soberbia arquitectura en fábrica de
mármol blanco como la leche, y brillante como el espejo del río
cuando los rayos del Sol le invaden hasta los más afilados de
sus perfiles.
Una puerta inmensa de forma ojival, con dos
hojas de maderas nobles ricamente labradas y al parecer
siempre abiertas, daba acceso a un majestuoso vestíbulo lleno
de tapices, terciopelos, cojines y almohadones de las más puras
sedas de Oriente, y sobre los que descansaba un hombre de
mediana edad. De gentil atractivo por su bien cuidada barba
blanca y dulce mirada, era más conocido por su Bondad, que
por ser el más rico de cuantos el mundo conociera en muchas
leguas a la redonda. El, no sólo estaba entregado a la Felicidad
de su pueblo, sino que atendía cuanto de necesidad podía
manifestarse en cualquiera de los muchos visitantes y
caminantes que, de una manera o de otra, se acercaban hasta
su Reino en demanda de trabajo, consuelo, consejo, etc.
Tantos y tantos momentos venturosos gracias
a su Generosidad, riquezas incalculables en todos los órdenes,
y dispuestas con una inmensa humildad, habían hecho que
fueran conocidos todos sus actos más allá de sus fronteras.
Esta era la causa de que en las tierras de aquél
hombre se vieran cada vez más y más gente trabajando
satisfecha pues raro era el que alguno acudiera a pedir ayuda y
no se quedara a vivir allí, causa que a aquél rico señor le
Santiago Martín Moreno 29
Al Ponerse el Sol
agradaba sobremanera, facilitándole cuanto fuera necesario
para su felicidad y la de sus familias.
Pero la Bondad se manifiesta a veces de
diversas maneras, y como de distintas formas puede ser
interpretada, ya que no siempre la virtud –desgraciadamente-
se copia en su justa medida.
Tanta era la sencillez y sabiduría de éste
hombre, y tan extraordinaria su entrega y cariño hacia los
demás, que todo aquel comportamiento llegó a oídos de otro
rico señor que, aunque vecinos, ambos pueblos se encontraban
a varias jornadas de viaje.
Este otro rico y poderoso señor, lejos de pensar
incluso en ampliar sus inmensas riquezas conquistando en
duras peleas botines y tesoros, dedicaba su vida a vegetar por
palacio cuidando de que sus flores estuvieran bien atendidas.
No se podía decir de él que fuera persona de carácter perverso
para con su pueblo, aunque sí, muchas de las familias que
componían su reino no estaban de acuerdo con su
comportamiento en lo que a atenciones hacia ellos se refería.
No siempre era así, pues, principalmente, estos altibajos que
sufría su forma de actuar, era debido a que al carecer de una
fuerza de voluntad regular, se dejaba arrastrar por unos
momentos de ira que hasta a él mismo, muchas veces, le
sorprendía.
Por aquellos días pasó por allí un viajero que a
pie, zurrón al hombro y un cayado como compañero, se
detuvo una noche compartiendo con una de las familias, cena
al amor de la lumbre y disfrutando de amena conversación,
basada esencialmente en las artes y costumbres de algunos de
los pueblos que llevaba ya recorrido.
Santiago Martín Moreno 30
Al Ponerse el Sol
A la mañana siguiente el acontecimiento de la
noche anterior era la “comidilla” de toda la gente, tanto los
hombres como las mujeres cada uno en su labor, se
maravillaban de los pormenores puestos en su conocimiento
sobre cierto señor que vive muy unido a su pueblo, más allá de
su frontera.
El señor de esta gente, muchas veces
contrariado por su falta de iniciativa, pero maravillado por
cuanto aquél criado le contaba acerca de aquél otro señor, le
dijo: <Vete allá, estate unos días y vuelves para informarme de
todo cuanto veas y oigas>.
Partió aquél criado, y al quedarse el señor sólo,
en sus ojos comenzaron a brillar las lucecitas de la ilusión que
estaba poniendo en la esperanza de conseguir cómo mantener
estable su voluntad, pues esperaba que la inmensa felicidad
que su gente disfrutaba era debido a que conocían el secreto, y
él muy pronto lo sabría también.
Pasado un tiempo después que hubiera vuelto
el criado, el pueblo comenzaba a ser más feliz de lo que ya lo
fuera antes; así con la información que tenía, estaba en todo
momento dedicado a atender necesidades materiales, aunque
no podía ayudar de otra forma porque carecía de elementos
para ello y esto no sólo le entristecía, sino que en ocasiones lo
hacía enfadar haciéndole caer en su propia trampa, pues
terminaba diciéndose que no había variado, que se encontraba
igual, sin iniciativa porque cuanto hacía realmente no era más
que copiar, limitándose a hacer parte de lo que del otro señor
conocía. Y tanto pensó en ello que no sólo comenzó de nuevo a
encontrarse mal, sino que ya lo llamaba “extranjero”.
Cierta tarde fue a verlo a palacio un campesino
manifestándole la necesidad de comprar dos bueyes, y
dándole la cantidad que necesitaba, el campesino se marchó,
Santiago Martín Moreno 31
Al Ponerse el Sol
pero no había salido del palacio cuando oyó que el señor lo
llamaba. De nuevo en su presencia, le preguntó: <¿Cuánta
familia tienes?> <Mujer y dos hijos> -respondió el campesino-.
Entonces, y poco menos que enfurecido aun a
pesar de que ante la respuesta no había preguntado nada más,
volvió a insistir: <¿Y con tan poca familia necesitas aún más
bueyes?> El campesino, que también cayó en la trampa que
nos tiende nuestra propia incomprensión, le contestó: <Tomad
vuestro dinero y en mi casa podréis recoger cuanto me disteis
porque me marcharé de aquí, ya que tengo entendido que
existen otras tierras y otros señores a quien servir y que
estarían toda la vida dándome con el sólo fin de que todos
vivamos en armonía>.
Tan mal le cayó esta manifestación a su ya de
por sí crecida envidia, que decidió partir a conocerlo
personalmente e intentar encontrar la forma de eliminarlo
pues había vuelto a no ser feliz al no pensar más que en lo que
le fastidiaba aquél otro señor.
Al día siguiente tomó un carretón, unas bolsas
de oro y unas ropas viejas, y se puso en marcha… Tras varias
jornadas de viaje llegó al palacio no encontrando a nadie ni en
la puerta ni en el vestíbulo por lo que decidió entrar y
asomarse a un hermoso patio. Entrando en el, se acercó a un
hombre que mojaba sus manos en uno de los estanques al
tiempo que quitaba unas hojas de su superficie.
Cuando estuvo a su lado le preguntó: <¿Eres
criado de este palacio?> a lo que el hombre respondió: <Si así
lo entiende…, aunque saber me gustaría, ¿quién es eres y que
se te ofrece?> <Verás…,> Y sin preocuparse absolutamente de
nada le contó una pequeña historia y continuó diciéndole que
necesitaba hablar a solas con su señor. Metió una mano entre
sus ropas y extrajo una bolsa, prometiéndole otra más si le
Santiago Martín Moreno 32
Al Ponerse el Sol
ayudaba. Seguidamente le preguntó; <¿Cómo puedo verlo a
solas?> Muy bien –dijo el hombre sin inmutarse-. <Escuchad:
dentro de un rato él tomará esa barquilla y se irá al centro de
aquel gran estanque donde pasará dos horas dedicado a la
meditación. Nadie le molesta, pero si quieres puede tomar
aquella otra barquilla y al tiempo llegar donde se encontrará
dedicado a su meditación>.
El hombre desapareció por una de las puertas
de acceso a los aposentos privados, mientras el viajero y tras
un tiempo de acecho tomó la barquilla, y adentrándose en el
estanque se acercó sigilosamente a la frágil embarcación ahora
quieta en la quietud del atardecer; la abordó en silencio y pasó
a ella. Se acercó con el puñal en la mano al hombre que allí se
encontraba aparentemente absorto consigo mismo.
Ante aquél enemigo, –según él-, levantó el
brazo armado con la daga para descargar el golpe, al tiempo
justo en que el hombre alzaba su rostro, y al ver en él la cara
del criado con el que momentos antes había estado planeando
el encuentro, el puñal le cayó de la mano.
<Qué te pasa? >–le preguntó el hombre con
dulzura-<Venías a darme la muerte, pero, ¿por qué?>
<¡Porque hasta que tú no mueras yo no podré ser feliz en mi
reino!> <¡Pues hazlo pronto, dame –si es tu necesidad, la
muerte que ardo en deseos de concluir mi vida con una obra
de caridad!> <¿A que obra te refieres?> <¡A cual va a ser…!>
<¿No dices que con mi muerte tendrás la felicidad? pues a esa
me refiero, no deseo más en el mundo que ver felices a
aquellos que me rodean o tienen necesidad de ello…
<¿Es posible que tu corazón sea tan grande y
tu Bondad tan inmensa que eres capaz hasta de dar la vida por
quien sabes que sólo alberga envidias y odios hacia ti? Ya no
Santiago Martín Moreno 33
Al Ponerse el Sol
podría matarte, acabo de darme cuenta que es verdad cuanto
me contaron, y se quedan muy cortos.>
Inclinándose ante él en una humilde y sincera
petición de misericordia, le preguntó: <¿Podrías perdonarme?
porque si quisieras hacerlo, uniría al tuyo mi reino y
enriquecido aun más con tu sabiduría, cuantas y cuantas obras
podríamos realizar a favor de nuestros pueblos. Por ello, si me
concedes tu perdón, me atrevería a pedirte que fueras mi
amigo, pues en este momento no deseo en el mundo más que
tu amistad.> A lo que aquél hombre respondió con el rostro
iluminado:
<¡Cómo voy a negarte mi perdón, y sobre todo
mi amistad si hace un momento te estaba dando mi vida!>.
L A C A R I D A D
Cuántas veces nos miramos
En el espejo, y vemos en él
La imagen que rechazamos
Al tiempo que justificamos.
Santiago Martín Moreno 34
Al Ponerse el Sol
La tercera de las Llaves Universales es la
CARIDAD.
A veces el camino se nos presentará con una
angostura tal que dudaremos el poder pasar por él; nuestro
deseo de transitarlo, de seguir adelante, será motivo más que
suficiente para que sus márgenes se replieguen ofreciéndonos
cortésmente su espacio. No obstante, este hecho no será
necesario cuando lleguemos al tramo ondeando a los vientos
de la necesidad la bandera con los colores sublimes del apoyo,
el amparo, el auxilio, y ese largo etc., que hace que ella
pertenezca a una de las más excelsas casas en cuyo escudo está
representada sobre un campo de oro sembrado con la Fe y la
Esperanza el género Humano.
C A R I D A D
Santiago Martín Moreno 35
Al Ponerse el Sol
Debajo de aquella frondosa rama por cuyo
extremo tomaba vida en la hermosa Encina, el Sol comenzaba
a calentarme las piernas al haberse desplazado; al parecer con
más rapidez de lo acostumbrado, noté cómo un cosquilleo
hacía que me sintiera un poco nervioso; mucho me había
costado fabricarme aquel delicioso sillón vegetal al pie del
árbol entre el perfumado Romero y el no menos oloroso Poleo,
para que la faja ultravioleta que alteraba mi tranquilidad,
hiciera que tuviese que variar de postura.
Aquello me incomodó, por lo que volví a
buscar nueva forma con el fin de que el extremo del lecho
quedara nuevamente bajo la protección del magnifico brazo.
En aquella actitud reflexiva, a si el Sol había
corrido más que de costumbre, o si había sido la rama que al
haber envejecido más de prisa que otras tardes y perdida su
fuerza había languidecido unos centímetros, me llamó la
atención una paloma, que, posada justo unos metros delante
de mi parecía como si quisiera hablarme…
Me sorprendió sobremanera su plumaje, pensé
que no era propio de un animal como aquél, simplemente
porque todos los animales tienden a poseer en gran medida y
por naturaleza, un colorido propio para poder camuflarse ante
sus posibles depredadores; pero éste no, era una paloma y en
cambio su plumaje era de un Rojo intenso y bellísimo, como
bello e intenso es el color natural de su hábitat; no podía haber
más contraste entre el Rojo de su pluma y el Azul Celeste del
espacio en el que se desenvuelve.
Estuvimos –creo recordar- durante algunos
minutos observándonos; era extraño su comportamiento, al
menos para mí, y en aquel momento alcé el brazo y lo agité:
¡nada…! Allí seguía mirándome. No sé exactamente cuanto
tiempo estuvimos así, me pareció esa fracción de segundo en
Santiago Martín Moreno 36
Al Ponerse el Sol
la cual nos vemos obligados –a veces- a tomar una decisión
definitiva –en ocasiones negativa- en una situación no prevista,
aunque sí archivada. El caso es que cuando me di cuenta ella
se había dormido sobre el mismo lugar en el que se
encontraba, y yo me dormí sobre el mismo sitial en el que en
un tiempo al parecer conscientemente descansaba y ahora
inconscientemente habría de pasar la noche.
Muy pronto, como siempre que se es ajeno a
ello llegó la mañana. Abrí los ojos y allí estaba, justo en el
mismo lugar, justo en la misma postura, no podría decir cual
de los dos despertó primero, cierto que cuando desperté ella
tenía los ojos abiertos, pero pudiera haber ocurrido que como
la paloma los abre “al golpe”, hubiéramos coincidido; y así en
esta divagación caí en la cuenta de que ayer, el disco Solar hizo
mella en mi piel, y sin embargo no había sentido la más
mínima gelidez nocturna.
Nuevamente aparecía en desafío el cálido
círculo brillante por encima de las crestas montañosas, y al
chocar contra el plumaje de mi silenciosa y espectadora
compañía, lo hacía encender más y más cual si de una
antorcha se tratara.
De nuevo comenzamos a clavar nuestras
pupilas en espera de que alguno de los dos hiciera al menos
algún gesto; transcurría el tiempo, la mañana, y nada sucedía.
¿Sería posible que volviéramos a dormir otra vez sin…?
Me estaba preguntando esto, cuando observé
que el animalito sacudió una de sus alas. En ese momento me
sentí dichoso, algo iba a suceder, lo ansiaba, pero cual fue mi
sorpresa al oír un segundo después, un seco y corto ruido
ensordecedor, giré la cabeza hacia donde aun el eco resonaba y
un amargo presentimiento inundó de amargura el más
pequeño y hondo rincón de mis entrañas. Raudamente volví la
Santiago Martín Moreno 37
Al Ponerse el Sol
cabeza hacia la paloma y la ví con dolor caída de su pequeña
atalaya mortalmente herida; su plumaje cobraba ahora,
curiosamente, un color Verde, hermoso como no lo había visto
nunca, y observé como su pico al haber inclinado la cabecita
sobre la tierra aun húmeda, había dejado una marca en su
recorrido de agonía, la cual dio la sensación que debía ser
interpretada como una especia de flecha, indicación que estaba
en dirección hacia un bellísimo y no muy lejano Lirio aun
bañado por diminuta gotas de rocío.
Como desgajado del conjunto de
pensamientos; como si en ese momento me hubiese quedado
desconectado de mi mundo, me levanté y lentamente me
acerqué a ella tomándola entre mis manos, aun su frágil
cuerpecito estaba caliente; un instante después en mis células
sensitivas se registró la impresión de que pesaba aun menos.
De dónde llegó esa impresión, no lo sé, lo cierto es que nunca
había tenido entre mis manos a una paloma…
Hice, como pude, un pequeño agujero al pie
del Lirio y la deposité dulcemente, lo cubrí de tierra y mis ojos
se inundaron de lágrimas.
Lleno de un más que extraño cansancio
comencé a alejarme del lugar; descendía por la sinuosa falda
del monte cuando al mirar hacia arriba contemplé una Paloma
Blanca como la nieve, la seguí con la mirada hasta que
desapareció en la lejanía, sin embargo cuando su vuelo se
interpuso entre mis ojos y el Sol, su plumaje cobró un
encendido color Rojo…
L A G R A C I A
Santiago Martín Moreno 38
Al Ponerse el Sol
Sobre la arena de la Playa…
Había un pez muerto;
Le saqué el corazón,
Y ví que era el Corazón
De un hombre.
La cuarta de las Llaves Universales es LA
GRACIA.
En nuestro afán de superación, no sólo
habremos de vencer el repecho que nos aguarda en el camino,
sino que, y principalmente, hemos de luchar
encarnizadamente contra lo inferior de nuestros deseos, que
disfrazados de maleza, se mezclan entre las buenas acciones
vertiendo su veneno e intentando provocar el estancamiento
en la evolución.
Nos fue regalada la inteligencia por el Don con
el que fuimos favorecidos, y ello nos permitirá entrar en la
lucha real. El gran triunfo ante la adversidad, será el mejor de
los servicios que podamos ofrecer a nuestra vida para más
tarde colmarla de magnificiente espiritualidad.
Santiago Martín Moreno 39
Al Ponerse el Sol
LA GRACIA
La tempestad arreciaba cada vez con más
fuerza, cada vez con más coraje, cada vez con más furia.
Aquél marinero, de pie sobre el Castillo de la
Proa de aquella frágil embarcación, se sacudía violentamente
cada vez que aquellos embates le desplazaban de su vano
intento de mantener la Caña en la posición correcta para poder
hacer frente a aquella horrible y –para él hasta entonces-
desconocida tormenta.
Una y otra vez atenazaba la rueda, y esta, en
un girar y girar desenfrenado, fuera de todo control escapaba
escurriéndose de su manos.
Empapado por el fuerte aguacero, y
desbordado por los golpes de la mar que, irrazonablemente
tanto le entraban en cubierta por la banda de Babor como por
Santiago Martín Moreno 40
Al Ponerse el Sol
la de Estribor, hacían inútiles sus titánicos esfuerzos por
mantener aquel Velero equilibrado.
Miró hacia arriba en un acto de súplica
rebelde…
Decenas de gotas, cientos de gotas, millares de
gotas frías y desnudas, se abalanzaban sobre él, cejando el
intento de vislumbrar un trozo de Cielo Azul, un trozo de
Esperanza.
¡Aun mantengo los palos enteros! –pensó-.
En su dura lucha contra aquellos elementos,
aun prevalecía el orgullo de un dominio. Era mucho lo que
-pensaba- se debía así mismo... Había sido él el que quiso crear
una nueva ruta, alcanzar una nueva meta, poder recibir
nuevos honores…
La tarde iba cayendo pero él no la veía; el Sol
continuaba su lento caminar hacia su Ocaso pero, él no lo veía.
La noche sería lo que tuviera por compañera; la noche y la
tormenta; la tormenta y la noche, y junto a ellas la mar
embravecida. Ambas confundidas y aliadas, hacían su juego,
un juego en el que aquél marinero no podía tomar baza
alguna, estaba demasiado atareado en poner en orden: Caña y
Velamen, Velamen y Caña.
Los vientos, escoraban el Velero hasta hacer
besar la Cofa los abismos negros que las gigantescas olas
dejaban al ir a chocar contra alguno de sus costados.
Una y otra vez golpeaban su maltrecho casco.
Santiago Martín Moreno 41
Al Ponerse el Sol
De pronto, el rugido del mar quedó tapado
por el crujir de uno de los maderos. Las altas velas arrastradas
en su caída sobre la cubierta, dejaron a la vista el palo mayor
que a un metro de su altura había sido quebrado por el fuerte
oleaje, por un desmedido golpe de la mar.
Ya eran pocas sus esperanzas, y mucha la
negrura de aquel mar cada vez más embravecido; y él lo sabía,
lo había sabido siempre pero, tenía que intentarlo, tenía, debía
intentar una nueva ruta a través de la cual poder conseguir
aquella meta, su meta…
Desafiando a la tormenta, tomó un cabo y se lo
ató a la cintura. Colocó sus brazos y manos sobre la Caña y
comenzó a sujetarla con todas sus fuerzas. El viento
huracanado continuó golpeando a aquel Velero, golpeando las
entrañas de aquél osado marinero.
Por aquellas costas, aun a algún viejo lobo de
mar se le oye en la Taberna del Puerto una leyenda acerca de
cierto marinero que fue encontrado exhausto en una de
aquellas ensenadas, sobre la que se comenta: casi nadie puede
llegar; de una que, al parecer, es como si estuviera guardada
por peligrosos y afilados arrecifes que nadie vió nunca.
Lo más sorprendente de esa leyenda, es que
según cuenta aquél viejo lobo, cuando después de las negras y
tormentosas noches amaina el temporal, él, se asoma al
malecón casi
destruido de aquella vieja ensenada, y allí, a sus pies, y sólo a
unos metros de profundidad cree ver la figura plateada de un
desvencijado Velero, y es en ese momento cuando mirando
fijamente hacia arriba, asegura como ese reflejo también se
deja ver por entre el primer claro de Azul-Blanco-Celeste, que
Santiago Martín Moreno 42
Al Ponerse el Sol
en el Cielo da entrada a un nuevo, tranquilo y espléndido día
de Sol y calma total.
L A J U S T I C I A
Al igual que el gusano
Llega a ser una bella
Mariposa,
Así el hombre y su
Equilibrio
Debe llegar a ser un
Angel.
La quinta de las Llaves Universales, es la
JUSTICIA.
Debemos conseguir ensanchar nuestro
conocimiento aunque nos llene de aflicción; ella será pasajera
si logramos que nuestro camino sea lo más recto posible pues
el sendero de la rectitud no sólo nos hará llegar en su justo
tiempo, sino que además llegaremos limpios de posibles y
sucias rozaduras que, siempre serán ajenas a nuestros deseos.
Habremos de caminar con cautela, pues cada error cometido,
Santiago Martín Moreno 43
Al Ponerse el Sol
cada falta, hará que nos detengamos a reflexionar con lo que
perderemos un tiempo precioso y que no volveremos a
recuperar. Cuando estemos en ello nos entristecerá el ver como
lo dejamos escapar cuando lo podíamos haber utilizado, o -en
ocasiones- aprovechado de mejor forma.
J U S T I C I A
Tenía la espalda chepada por los años, cargada
por el tiempo que llevaba caminando por aquel sendero. A
cada paso, a cada trecho el mismo pensamiento: ¿Cuándo
llegaré? Hacía mucho tiempo que la idea de llegar hasta el
final de aquel sendero, se metió en su cabeza… ¿Cuánto ha
transcurrido desde entonces? Recordaba de cómo se comportó
aquella noche; recordó, cómo ya muy alta la madrugada sintió
el deseo de saltar de la cama y salir corriendo. Al principio se
dijo: Sí, pero… ¿Hacia dónde? Más tarde, cuando ya tenía los
pies en el suelo y se encontraba vestido, supo por aquel
resplandor, hacia donde dirigir sus pasos; salió y se encontró
en el camino, en ese camino por donde de forma incansable
continuaba en este mismo momento. Quiso sentarse un poco,
pero no pudo; ¿Qué se lo impedía…, acaso no le vendría bien
un rato de descanso?
Una vez más entendió que no, algo le decía
muy dentro de él, que no podía perder ni un segundo.
Santiago Martín Moreno 44
Al Ponerse el Sol
Ella estaba allí, al final, casi podía verla en
toda su inmensidad… ¡la tenía tan cerca!
La angostura de la forma le hacía perderse
entre sus propios pensamientos…
“Hace mucho tiempo que no le doy
cuerda a mi corazón, pero sé que me
llama cada día antes del alba y me
obliga a pensar, y a darle vueltas a un
millar de cosas, de momentos vividos,
de tiempos por vivir. Vivo en la
ciudad, pero desde la ventana de mi
cuarto no veo el campo acunando al
bosque y a la pradera, con su hermoso
amanecer preñado de aromas y
escandalosos cantos… y un camino;
así la vida tantas veces, sin dejar claro
con frecuencia si es Otoño o
Primavera, si es Ocaso o Alborada. El
tiempo, las personas, las cosas, las
situaciones, son como una flor más en
la gran maceta del gran patio; a veces
tengo la impresión debido a mi
pequeñez, que esa tierra la voy
cruzando por algún sitio, hacia el
misterio…”
El rápido y asustadizo vuelo de una Mirla
entre retamas le hizo volver en sí. El camino a veces se
estrechaba, a veces se ensanchaba, aunque poco pues a ambos
lados habitaban gran cantidad de plantas silvestres, unas
dulces y otras amargas pero, todas bellísimas. El aroma era de
lo más variado y ninguna requería de su necesidad, aunque sí,
todas de su atención, esto colmaba y relajaba en cierta medida
su impaciente caminar, más difícil cuando llegaba a algunos
Santiago Martín Moreno 45
Al Ponerse el Sol
trozos en los que el firme del sendero era un mar de guijarros
y piedras, a veces desprendidas de las orillas y que en su rodar
quedaban presas en el centro de la vereda. Inmerso en sus
propias e infantiles protestas, se perdió entre sus pensamientos
cuando miraba la tierra…
“Con estas manos trabajé la tierra, y
ahora, que orgulloso me siento de ello. Recuerdo como
sentía en la yema de mi Alma, su frescura y el olor de
la hierba recién cortada, y como la acariciaba cuando la
dejaba limpia de la maleza siempre acechante. Yo la
cuidé, ella me dio plantas, luego hermosos frutos y
más tarde semillas; ahora te la ofrezco, ahora que es mi
nostálgia; esa tierra que ayer fue mi tarea y que
mañana será mi destino. A través de ella me llegó el
Pan; a través de ella me llegó el Vino; con ambas vestía
de Domíngo la mesa de mi casa, junto a los míos; ella
fue el Agua y la Sal de mi partida y hojalá sea el Aceite
de la Arcusa en mi llegada…
Nuevamente, algo debió de llamar su atención,
y aunque lastimado por lo incómodo del terreno cuando en
ocasiones pequeñas piedrecitas se clavaban en las ya
desgastadas suelas, y cansado por días y días del continuado
esfuerzo, no sentía el peso de sus botas.
Ya la tarde estaba comenzando a hacerse un
sitial entre los helechos pespunteados del Horizonte, y cuando,
y como por arte de mágia se convierta en noche, habrá
comenzado un nuevo proceso en el infinito reciclar de la Vida
y de la Muerte.
El cansancio se apoderó de él, y aunque se
resistió, no consiguió ganar la pelea cayendo en un profundo,
apacible y reparador sueño.
Santiago Martín Moreno 46
Al Ponerse el Sol
“Estoy muy cansado, muy cansado…
¡Aquí me tienes! Esta noche no quiero huir, no tengo
tanto que hacer, ni tantos planes, ni tanta soberbia,
nada de importancia que te pueda ofrecer, aunque sí,
la oportunidad de seguir mañana… Sin embargo
ahora, después de este atardecer estoy tranquilo, sé
que me queda mucho tiempo por delante para
remover recuerdos, para recordar lo que fui en otro
tiempo, para buscar en qué rincón de mi alforja dejé
olvidado tu mensaje.
Cuando todo pase, todo estará más
claro. De nuevo vendrá el Alba y entonces todo estará
listo. Pero, ahora estoy observando como vuela mi
cometa, y veo como su cola está hecha con esa
infinitud de tonterías mías que, amarradas con el
largo hilo de mis errores terrenos me llenan de
compasión”.
La quietud de su cuerpo templado y recostado
sobre la hierba a un lado del camino, sólo se vió acariciada por
los primeros rayos del viejo Sol que una mañana más hacía su
aparición dispuesto a cumplir con la misión que le fuera
encomendada el día en que fueron rotas las tinieblas. El
conocía muy bien aquel significado, sabía categóricamente
qué, la misión de la noche es recordar continuamente, cada día
que de no practicar un buen comportamiento, de no practicar
la ética en todo su esplendor, la Misericordia infinita del Padre
puede un día convertirse en finita, y sumergir a gran parte de
la Humanidad en la más oscura de las tinieblas, en la más
larga y lúgubre de las noches.
Como enfadado consigo mismo se puso de pie,
se adentró unos metros y se refrescó en el chorro un pequeño
Manantial; de nuevo se abrió paso entre las aceitosas jaras, y se
encaminó una vez más hacia el sendero. Una vez en él, algo le
Santiago Martín Moreno 47
Al Ponerse el Sol
llamó poderosamente la atención: era como si aquel trozo del
camino en el que se encontraba, y dispuesto a continuar, ya lo
conociera, era como si ya hubiese pasado por él, y se preguntó:
“¿Es posible que en algún momento haya retrocedido sin
darme cuenta?” Anduvo unos pasos en ambas direcciones y
comprobó que en ninguna de las dos había estado antes. Se
detuvo un buen rato y estuvo analizando la extraña y
sorprendente situación.
Un mar de pensamientos le desvió del centro
de su atención y se encontró inmerso en cómo estuvo llenando
su Vida de años, en lugar de haber estado llenando sus años
de Vida, o quizás sí lo hizo…
“Después de años y años de peleas constantes
contra todo y contra todos, de angustias; a
pesar de tantas y tantas pruebas… Y ver la luz,
y ese amanecer en el jardín de sólo tú sabes
qué lugar. Haz que pueda ver, pues lo que veo
no me sirve; haz que vea, en las situaciones
dudosas y difíciles, y sobre todo en aquellos
momentos en que todo se me aparece Negro, y
lo extraordinario ya no existe. Deseo ver en la
sombra, en la duda, en el silencio, en este
mundo que casi sin ser nuevo para mí, no
entiendo o acaso no quiero entender porque
estoy demasiado aferrado a mi torpe egoísmo;
deseo ver en las preguntas que me hice y en
las que aun tengo en el Aire, pendiente de
provocar una firme contestación, y de las que
me quedaron sin respuesta por temor a que
me pidieran demasiado, como aquellas flores
que están por ultimar su floración y no me
atrevo a cortarlas porque es estúpido
pretender, que sea una flor quien adorne a la
flor”.
Santiago Martín Moreno 48
Al Ponerse el Sol
La refrescante brisa de la mañana lo
hizo regresar de su ostracismo, y recordó que tenía algo
pendiente que resolver…
Al final del análisis comprendió que no había
entrado en el camino por el mismo lugar que lo abandonó sino
que lo había hecho por unos metros más adelante. Esto le
tranquilizó pues se dio cuenta de que al menos seguía la
dirección correcta, no obstante no las tenía todas consigo por
lo que determinó seguir ya que intuía que en aquel cercano
horizonte, y en la hora del mediodía se haría presente Ella.
El Sol comenzaba a marcar casi una línea
vertical entre él y aquel lugar del sendero por el que caminar
en ese momento; de vez en cuando se quitaba la gorra y se
secaba el sudor que le producía el esfuerzo al llegar a algunos
repechos más pronunciados; él sabía que siempre era cuesta
arriba, el mínimo desnivel engañaba, sin embargo, la fatiga le
recordaba continuamente la ascensión.
Desde la última vez, había transcurrido un
buen rato, tanto que el Sol, ahora a su espalda le hacía
proyectar sobre el suelo, delante de él su propia sombra;
seguía caminando al tiempo que meditando y fijo en la silueta,
pensaba que una vez más, la tarde estaba a punto de entrar
nuevamente en su vida, era como si por su fino olfato entraran
los aromas de las nieves, color de vestido inmaculado para el
crudo Invierno a cuyo banquete acuden almendras y
castañales…
“Todo pasa, transcurre, se olvida,
pierde y se desvanece cual hoja seca por su inevitable
condición de caduca. Con el resto el final, y con él el
Invierno, y así se olvida que hubo flor de Primavera.
Santiago Martín Moreno 49
Al Ponerse el Sol
Deseo hacer fácil mi tarea, preparar el
nuevo camino sin las tontas alforjas cargadas de
vanidades; lograr una despedida más tolerable, más
coherente para que en esa Primavera que siempre te
llevé promesas y que en Otoño te traje desengaños,
pueda sembrar un recuerdo, y que en la próxima
cosecha sean abundantes sus frutos”.
Una bandada de gorriones en busca del
habitual refugio donde pasar la noche llamó su atención, y se
dio cuenta de que el Ocaso comenzaba a vestir la tarde de un
Crepúsculo Cárdeno y Anaranjado; observó cómo ante sus
ojos la sombra se desvanecía, y fue, justo en ese momento
cuando sin poder seguir caminando se encontró como
envuelto por Ella. Aquel resplandor era como un manto que lo
protegía. Fue mucho tiempo el que estuvo allí, estático, sin
moverse ante su propio asombro, tanto que cuando volvió en
sí, estaba amaneciendo, no recordaba haber movido
absolutamente nada de su cuerpo, ni uno sólo de sus músculos
se había alterado; sus ojos seguían perdidos en la visión de
aquel hermoso y para él, puro resplandor. Cuando miró de
nuevo sobre el plano del sendero, se dio cuenta de cómo
delante de él ya no quedaba sendero, ya no quedaba camino,
sólo había el vacío…
“Al final de la ascensión está la
Cumbre.
Al final del sendero, la Meta.
Al final de la desesperación, la
Esperanza.
Al final del Invierno, la Primavera.
Al final de la Vida, la Vida…
Santiago Martín Moreno 50
Al Ponerse el Sol
Más, cuando todo se ha ido; cuando todo no
está, y cuando lo accesorio ha desaparecido…
¡Se ve muchísimo mejor el Esplendor del
Cielo!
LA MISERICORDIA
La Tristeza, embarga el
corazón
de quien al mirarse en el
espejo
con la zamarra del Cordero,
sólo ve reflejada la imagen
del Lobo…
La sexta de las Llaves Universales, es LA
MISERICORDIA.
Santiago Martín Moreno 51
Al Ponerse el Sol
Son muchos los recodos que el Camino Real de
la Vida tiene en sus primeros trechos; los encontraremos entre
cortos espacios para evitar que caigamos en la simpleza, para
que estemos alertas y permanezcamos despiertos. Una de
tantas ocasiones para aliviar el peso de nuestro cansancio, es
mirar de reojo la posible necesidad de a quien a su vez camina
a nuestro lado ya que de esta manera conseguiremos sacar de
su letargo en sentimiento de ternura que llevamos dentro.
Recorrer el camino en la más absoluta indolencia, nos hará
correr el riesgo de caer en la trampa de la mente envidiosa que,
necesitada de protagonísmo, nos hará mirar continuadamente
hacia el lugar donde nuestra memoria guarda todo aquello que
tratamos de olvidar; ello lo podremos evitar mirando hacia
atrás, pero, no para encontrar consuelo en aquellos que nos
siguen, porque su carga pudiera ser mayor que la nuestra, sino
para no dejar en ese olvido que nosotros estamos en las
mismas o parecidas circunstancias.
M I S E R I C O R D I A
Como cada mañana, Hombre salió a la cálle
aquel día. Era, en apariencia, un día radiante de cualquier mes,
pletórico de Sol; que importaba, una vez más la fetidez del
ambiente ahogaba a Hombre de nuevo; verdaderamente sentía
nauseas como cada día, pero que le iba a hacer. Hombre no
tenía más remedio que lanzarse a la calle, a aquel vacío,
aunque repleto hasta el borde de inmundicia.
Al doblar la esquina, le llamó la atención un
grupo de gente que, en voz alta y fuera del más elemental
equilibrio en la palabra, comentaban algo que Hombre no
Santiago Martín Moreno 52
Al Ponerse el Sol
conseguía entender. Se acercó y se quedó sorprendido al
observar lo que motivaba aquella extraña reunión…
Justo por la ranura que divide al bordillo del
acerado de aquella calle, que, de pronto le pareció
desconocida, florecía un Lirio… ¡un Lirio! ¿Un Lirio aquí? –sé
preguntó- ¡Dios, pero que hermoso! Pero, ¿cómo puede haber
nacido aquí, aquí precisamente, tratándose además de una de
las más delicadas de las flores?
Gentes iban y venían a curiosear; nadie daba
apenas importancia real a semejante acontecimiento. Algunos
de los transeúntes, con tal de no agacharse le pasaba la punta
del zapato. La Flor se estremecía, sin embargo era maravilloso
ver como volvía a su siempre erguida postura, como si
estuviese en estado de observación.
Hubo alguien que al intentar quebrar su tallo
hizo que Hombre se sorprendiera aun más, pues lo soltó
inmediatamente sin haber conseguido troncharlo, apareciendo
en uno de sus dedos una gota de sangre.
Muy pronto se suscitó el comentario: ¿Cómo
es posible que se haya pinchado con un Lirio?
Se ampliaban los comentarios y todos
acordaron en que ya sólo se trataba de una flor rara, de una
flor extraña. Sin embargo, para Hombre estaba claro, muy
claro, era un Lirio y de eso no tenía la menor duda, no obstante
se agachó y estuvo observándolo durante mucho rato, un rato
muy largo.
De vez en cuando miraba Hombre a la gente y
siempre veía caras diferentes y oía comentarios más o menos
dispares.
Santiago Martín Moreno 53
Al Ponerse el Sol
Hombre seguía observándolo, había algo en él que lo atraía.
¿O era la necesidad de mitigar aquel aire pestilente con aquel
otro aroma que el Lirio desprendía, o tal vez e
inconscientemente indagaba entre sus pétalos, con el fin de
encontrar algo…? Pero, ¿qué? Lo cierto fue que cuando pensó
en el tiempo que llevaba allí, estaba sentado en el bordillo de
aquel acerado, y fue entonces cuando se dio cuenta de que la
tarde estaba cayendo y la semioscuridad había hecho que se
hubiera quedado sólo, pues el Lirio aun a pesar de tenerlo
prácticamente a su lado apenas podía ya verlo, apenas lo
divisaba.
Con un poco de miedo, o tal vez respeto,
acercó sus dedos hacía él, temeroso de que ocurriera igual que
anteriormente; rozó sus pétalos suavemente y el Lirio no se
inmutó. Decidió llevárselo, hurgó en la ranura con las uñas y
pudo extraerlo apartado la fierecilla; lo tomó por el tallo con
precaución extrema y se fue a una tienda que estaba a punto
de cerrar. Pidió un trozo de papel para darle mayor protección
y, envuelto amorosamente, se lo llevó a su casa con el fin de
tenerlo plantado en una maceta, era como una necesidad de
tenerlo sólo para él… sólo a su cuidado.
Cuando llegó a su casa y contó lo ocurrido
tampoco se le dio mucha importancia; entonces abrió el
envoltorio para mostrarlo y cual no sería su sorpresa al darse
cuenta de que allí no estaba el Lirio, aunque observó cómo en
el papel se había quedado adherido un estigma…
Este pequeño y a la vez maravilloso trocito de
aquella maravillosa Flor, lo guarda en un lugar adonde
difícilmente nadie podrá llegar, al menos que sea un Lirio, y
allí quiere que crezca para convertirse en otro hermoso Lirio, y
está seguro de que lo conseguirá porque en ocasiones su
camino se endulza con aquel aroma.
Santiago Martín Moreno 54
Al Ponerse el Sol
Hace algunos días, Hombre ha conocido a
unas gentes que curiosamente despiden un aroma que, en
algunos momentos, le recuerdan el mismo aroma de su Lirio.
Hombre es ahora más feliz, pues ha tenido un
sueño en el que el Lirio se convertía en Hombre…
E L P E R D O N
Podrás derramar tus
Lágrimas
Para alimentar una
flor,
Pero, no podrás evitar
Que haya de secarse…
La séptima de las Llaves Universales, es EL PERDON.
Santiago Martín Moreno 55
Al Ponerse el Sol
Durante el a veces tortuoso transitar por el
sendero, habremos de enfrentarnos con algunas pendientes
consideradas imposibles de superar; nuestro esfuerzo
conseguirá acceder una y otra vez a cada loma, a cada
altozano. Cuando estemos descansando y disfrutando del
hermoso y bello paisaje que la altura nos regala, debemos
entender que ello es parte de todas y cada una de las llave,
pero no significará en modo alguno, que estaremos liberados
del peso de nuestras culpas, cargaremos con ellas hasta que
llegue el momento en que como Juez y partes, nos
impongamos y cumplamos las penas que con absoluta
imparcialidad haya de correspondernos.
Por el infinito AMOR que el Padre nos
tiene:
Siempre seremos perdonados.
Por su excelsa BONDAD:
Siempre seremos perdonados.
Por lo inmenso de su CARIDAD:
Siempre seremos perdonados.
Por la grandiosidad de su GRACIA:
Siempre seremos perdonados.
Por su eterna JUSTICIA:
Siempre seremos perdonados.
Por su ilimitada MISERICORDIA.
Siempre seremos perdonados.
Por todo ello, siempre seremos perdonados,
pero, al amparo de la Ley Universal que fuera creada por Él,
cada culpa, cada falta…, debe ser expiada para un nuevo y
purificado renacer ya que sin su más estricta aplicación, nada
tendría sentido en la vida.
Santiago Martín Moreno 56
Al Ponerse el Sol
E L P E R D O N
Hubo un tiempo en el que el ser humano fue
completamente libre, hasta el extremo de que tan sólo él
ejercitaba el derecho sobre sus propias decisiones. Era dueño y
señor de todo lo que para él había sido creado. ¿Qué le faltó
pues para cambiar, para encontrarse infeliz, insatisfecho…? Le
faltó aceptar las reglas del completo orden, las Leyes
Universales. Cuando dejó de respetarlas, su mente se llenó de
imágenes que sólo estaban en ella, y fue así como vió a un
supuesto semejante más feliz que él, más poderoso…
Hubo otro tiempo después en el que el
humano empezó a vestirse de diferente manera, varias
prendas constituían ahora su nueva indumentaria: la Soberbia,
la Avaricia, la Envidia, el Egoísmo, la Vanidad, el Orgullo… Su
forma de vivir varió, se alió con todo aquello que le
proporcionaba comodidad sin esfuerzo alguno; el desinterés
ante el trabajo que demandara un mínimo de sacrificio se hizo
patente. En su carrera evolutiva, apareció el fantasma del
estancamiento envolviéndolo en sus sombras. Los deseos se
adueñaron de su Voluntad y el mal, a través de su mente, se
manifestó como su único e incondicional “amigo y protector”.
Un río de pasiones comenzó a circular por su
corazón, convirtiendo el sentimiento en un náufrago ante las
embestidas de los feroces pensamientos enemigos de la
Naturaleza. El placer paradisíaco de aquel tiempo se truncó en
Santiago Martín Moreno 57
Al Ponerse el Sol
un desenfrenado e incontrolado estado lujurioso, el vicio hizo
cuna en él, y ante tan cómodo estar ya nunca se quiso ir.
En su triste paseo por el sendero negativo de la
vida, el ser humano va sembrando cada vez más y en mejor
tierra la semilla desprendida de la energía negra qué el mismo
genera con su manera de ser y actuar, con su forma de
entender su propio comportamiento.
Las fuerzas que rigen las disciplinas
universales, las reglas cósmicas hacen prevalecer
periódicamente la Ley de Causa y Efecto. La Naturaleza,
cansada del desamor al que el ser humano la tiene sometida,
también se despereza y blande su única arma cual es la
alteración espontánea de su propio curso.
La cómoda ignorancia le ha llevado a no
querer saber nada de sus orígenes, como tampoco, saber qué
hace aquí, y dónde va después de la muerte física; nada de ello
le interesa, circunstancia esta que le hace desconocedor de la
dinámica que mueve la rueda de su propio destino, un destino
escrito por él y por él dirigido e interpretado.
Hubo un tiempo en el que el ser humano
comenzó a sufrir el efecto de una causa correspondiente a otro
tiempo, e inmerso en la incredulidad abonada con la desidia
llegó a nuestros días cargado con el fardo de todos los errores
cometidos a lo largo de su peregrinaje por la Tierra. Así cada
vez con más afán se aferra a la materia como supuesta sólida
base sobre la que apoyar su pobre y decadente teoría de la
vida y su realidad. Lucha por no creer, porque sabe que en ese
conocimiento vislumbra un arduo trabajo de expiación,
independientemente del tributo a pagar ante otro tipo de
orden. Cuando pasados o actuales errores requieren capacidad
de solución y rectificación, y esta no se encuentra por motivos
de una falta de práctica total, es llegado el momento de dar
Santiago Martín Moreno 58
Al Ponerse el Sol
preferencia al abandono o a la indolencia. No consigue ver otra
salida, dado que la única que conoció fue la que a lo largo del
tiempo engendró su propio comportamiento… Su alianza con
el mal, antepuesta a una lucha abierta y encarnizada contra él.
En la actualidad, nos hayamos cercanos a
cerrar una nueva Era, nuestra Era, y una gran e inmensa parte
de la Humanidad continua igual. De cero a dos mil, han sido
años más que suficientes para que el ser humano haya tomado
profundamente conciencia del daño que hizo, que hace y lo
que es más triste: el que se sigue haciendo así mismo.
Casi llegado a ese final, ya no habrá más
subidas a la cumbre desde la cual se divisan y alcanzan todos
los reinos de la Tierra. Ya sólo le queda el estancamiento en las
simas pantanosas de la aflicción, donde las tribulaciones son el
único lenguaje. Sin embargo, siempre se podrá ver cómo una
soga aparentemente
Imaginaria, pende sobre la suciedad de las negras y fétidas
aguas, para quien alzado por su propio convencimiento de que
si quiere puede, trepe por ella en cuyo final encontrará aquel
lejano lugar en el que sólo se viste con los colores del Arco iris,
y en cuyo recomenzar habrá de enfrentarse con el primero y a
veces más difícil de llevar… ¡el Violeta!
O T R O
T I E M P O
Santiago Martín Moreno 59
Al Ponerse el Sol
LA MEDITACION
Esta tarde, cuando el Sol con su lento y sabio
caminar iba buscando la raya irregular del horizonte,
producida por la arboleda que está a lo lejos, subí a la parte de
atrás de la casa; es la parte más alta, es como si fuera una torre,
y desde allí puedo contemplar la grandiosidad sencilla del
Orto y el Ocaso. Me senté en un rincón, como otras veces, y me
dejé llevar de la mirada que de forma penetrante se clavó por
unos segundos en la intensidad colorista y luminosa del que
conocemos con Astro Rey. Seguidamente cerré los ojos y me di
cuenta de cómo mi mente dejó de ser un obstáculo para mí;
varios círculos concéntricos, sujetos a la hermosa gama del
color Rojo, ocupaban toda mi atención, desde el Rojo más
intenso hasta el más claro, se presentaban como la boca de un
volcán pidiendo a gritos mi purificación por el Fuego del
Amor.
Atropelladamente golpeaban mis sienes
cantidad de pensamientos que por la rapidez de cómo me
llegaban no conseguía entenderlos. En algunos se me hacían
Blanco el principio porque mis sentidos llegaban tarde para su
percepción; en otros no lograba captar el final porque aun
estaba intentado comprenderlos. De pronto, toda la luz de mis
ojos cerrados, se hizo una sola y Blanca luz; no quise abrirlos
porque tenía miedo a perder la belleza que disfrutaba dentro
de mí. Así, con los ojos cerrados me perdí extasiado entre una
larga serie de maravillosas reflexiones. No sé cuanto tiempo
estuve en el mismo trance, lo cierto es que sentí un escalofrío,
Santiago Martín Moreno 60
Al Ponerse el Sol
ello me hizo abrir los ojos y fue entonces cuando me di cuenta
de que nuestro amigo y hermano, el Sol, ya debía hacer mucho
rato que había cruzado una vez más la frontera entre el hoy y
el mañana.
Después de armonizar e intentar recordar
aquellas hermosas reflexiones, bajé satisfecho y muy contento
pensando que lo que me había acontecido podía haber sido
algo así como un premio…
LAS REFLEXIONES
Antes de que nuestro cuerpo de (Espíritu)
se presente ante la LUZ, habremos de limpiarlo muy bien con
la sangre emanada de nuestro corazón y la pureza de nuestros
pensamientos que son las sustancias de la vida. Habremos de
llenar nuestro cuerpo de Energía (Alma) con los mejores frutos
(Actos positivos) del planeta que nos ha tocado recorrer, o
mejor sería decir: fue el que cada uno de nosotros eligió para
su nuevo y actual trabajo evolutivo. Si conseguimos cantidad
altamente positiva, significará que hemos relegado a un
segundo lugar, pasiones y deseos, y que nos hemos entregado
Santiago Martín Moreno 61
Al Ponerse el Sol
física y espiritualmente a la Voluntad del Padre, en razón de
nuestra propia voluntad.
Mientras nos dure el peregrinar, mientras
sintamos cómo nuestras carnes son agitadas por las olas de la
materialidad, mientras no seamos capaces de liberarnos de
tantos y tantos amos, y reconocer abierta y absolutamente que
en ninguno de ellos hallaremos el inicio, no alcanzaremos a
poder ser quien de verdad queremos ser.
Al pie del sendero, hemos podido vislumbrar
unos escalones, son –o al menos nos pudieran parecer- muchos
peldaños antes del comienzo; todos ellos son nuestras
debilidades e imperfecciones, todos aquellos defectos que
debemos vencer antes de intentar ponernos en el camino, ya
que de no hacerlo no sólo sería desastroso, sino imperdonable.
No, no debemos intentarlo si antes no hemos sacudido el
polvo de nuestros viejos vicios, de todo ese espectro
esperpéntico tan apegado a nuestra piel, como si fuera –Loado
sea Dios que nos hemos dado cuenta- una protección, cuando
no es más que una rémora preñada de energías negativas
producidas por tantas y tantas lacras sociales.
Una de las causas que más entorpecen nuestro
difícil caminar por la vida, es el desprecio a la Libertad y el
respeto hacía esa Humanidad que camina a nuestro lado o
muy cerca de nosotros mismos.
Cuántas veces tememos el qué dirán,
obligándonos a hacer cosas a medias, para más tarde caer
estúpidamente en la trampa de nuestra vanidad que nos hace
presumir de lo contrario. Debemos saber que, para ganar
metros en el sendero, hemos de superarnos continuamente,
eliminando y rectificando las muchas costumbres contraídas,
ya que en las etapas posteriores, la más insignificante
contrariedad o disconformidad, puede llenarnos de
Santiago Martín Moreno 62
Al Ponerse el Sol
estremecedoras vibraciones capaces de anular el más mínimo
éxito de la empresa, sumergiéndonos en las tinieblas de lo
imposible con lo que nunca conseguiríamos vernos
favorecidos con nuevas encarnaciones.
Hemos de conseguir atrapar esta oportunidad
que se nos presenta como una prueba de nuestra Fe. Hemos de
triunfar ante toda esa gama de obstáculos que nosotros
mismos hemos ido creando. Hemos de darle una nueva
valoración a nuestra fuerza, a nuestra paciencia y sobre todo a
nuestra comprensión, porque estoy seguro de que ello -con la
ayuda del Padre- hará que podamos poco a poco ir limando
hasta romper los eslabones de la cadena que nuestra soberbia
al dar calor a la envidia y el egoísmo fue forjando día a día en
la engañosa fragua de nuestra conveniencia.
Ahora debemos pensar que la cualidad que
nos puede hacer vencer en esta lucha, podría apoyarse en la
paciencia; no podemos sustraernos a la posibilidad de que
pueda fracasar en la pretensión de ver realizado nuestro
propósito, que en definitiva es la meta de todo ser humano,
pero, también ha de llenarnos la idea de que si fracasamos en
este intento es sólo cuestión de volver a comenzar… El
esfuerzo esta ahí, y como quiera que el progreso Espiritual no
puede, –o al menos no debe- detenerse, terminaremos nuestra
etapa terrena y actual con el mayor índice posible de éxitos, así
tendremos la oportunidad de volver con una calidad humana
superior a la que teníamos cuando nos fuimos.
Debe tranquilizarnos saber que los actos
negativos, producidos por un comportamiento inadecuado, no
anulan a los actos positivos como producto de un buen
comportamiento, de un comportamiento ético. La diferencia
que debemos entender entre ellos, es que los primeros van a
uno de los tres planos materiales, este concretamente al Plano
Físico (Submundo o mundo de las energías negras), mundo al
Santiago Martín Moreno 63
Al Ponerse el Sol
que acude la mente de algunos seres humanos: drogadictos,
alcohólicos etc., para que en su pleno “deliriún”, se proyecten
las energías convertidas en monstruos, bestias,
deformidades… Los actos positivos van acumulándose en el
cuerpo de Energías Blancas (Alma) que posee el individuo
adherido como una semilla a su cuerpo de Luz (Espíritu), y el
cual, como si fuera una bolsa en la que a mayor cantidad de
actos, mayor tamaño por lo que si pudiéramos ver en una
persona el tamaño de su Alma, no dudaríamos por un
segundo en conocer el grado de su riqueza Espiritual.
Por el contrario, la riqueza Espiritual
conseguida gracias a ese comportamiento ético, sí limpia el
lugar de ese espacio donde las inmundicias fabricadas por el
ser humano están concentradas.
Un comportamiento apoyado en la Ética, hará
que el individuo consiga una Evolución Espiritual, con lo que
tendrá asegurada una continuidad, una nueva Encarnación
Reencarnación (Metempsicosis o transmigración del Espíritu),
un nuevo volver a ocupar otro cuerpo Físico-químico, con el
fin de poder seguir hasta su total y más absoluta perfección.
Un comportamiento contrario (negativo), no
hará que el individuo sufra una INVOLUCION (regreso) por
no existir esta.
No es cierto que un ser cuando ha conseguido
evolucionar hasta humano, ante una trayectoria (nueva etapa)
falta de escrúpulos, llena de maldad, en una nueva
oportunidad se vaya a reencarnar en un ser inferior a su
características, y mucho menos en un animal irracional. Sí está
contemplado en el complejo legado de las Leyes Universales,
el ESTANCAMIENTO.
Santiago Martín Moreno 64
Al Ponerse el Sol
Cuando el individuo no quiere evolucionar lo
más mínimo a lo largo de varias reencarnaciones, se produce el
estancamiento y es ahí llegado el momento en que ése Espíritu
es despersonalizado y devuelto al lugar de partida.
Dios, el Padre (para este ejemplo) es como una
vasija de la que están eternamente saltando fuera gotas de
agua; si una evoluciona donde quiera que vaya, puede
convertirse en un manantial del que beberán todos los seres
animados de la Tierra. Si por el contrario, una, con el
transcurrir del tiempo continua siendo la misma gota de agua,
será devuelta a la vasija y confundida con el inmenso caudal.
Hemos pues de triunfar al final procurando
que ese final no tenga un plazo muy largo. Habremos de
llenarnos de perseverancia, y si resbalamos y caemos, nos
levantaremos apoyados en el ímpetu de un ánimo renovador
que nos haga reanudar nuestros duros esfuerzos.
Si conseguimos estar predispuestos seriamente
para afrontar la difícil (pero no imposible) tarea, nos
encontraremos con que toda nuestra labor no fue estéril y que
un esplendoroso disfrute nos ha de aguardar justo al pie
mismo de un sendero superior.
Santiago Martín Moreno 65
Al Ponerse el Sol
L A C H I N A
“Aquel inmenso y bello mar, bañaba
aquella extraordinaria y hermosa playa, bañaba sus
doradas arenas y de vez en cuando las vestía de
blancas espumas.
Aquella tarde y como siempre,
rodeado de seres iguales que yo, pero a los que llamo
con el nombre de “guijarros”, me encontraba con aire
expectante, ansioso, mirando al bello mar. Recordaba
aquel día en que la marea subió tanto que llegó a
bañarme a mí también; cuan a gusto me sentí, cuanto
relax producido por aquellas espumas…
Qué feliz me sentía. Día tras día,
aquellas verdes y acariciadoras aguas aseaban mi lisa
superficie, la cual relucía bajo los rayos del Sol ante la
mirada impresionada de unos y otros. Desde aquella
tarde sigo expectante y ansiosa, pues son ya muchas
en la que espero que la marea vuelva a llegar hasta mí
nuevamente, refresque y limpie de nuevo mi
superficie, suciedad producida por la cantidad de
inmundicia que se amontona en mi entorno sobre la
playa.
Esta tarde estoy triste…, muy triste,
pues las mareas han vuelto a bañarme, pero no me
limpian bien, son mareas de colores diferentes, raros y
Santiago Martín Moreno 66
Al Ponerse el Sol
oscuros, carentes de espumas y aunque su olor no es
del todo desagradable, a mi no me gusta mucho.
Ya es tarde… hoy tampoco vendrá
como a mí me gusta, tal vez mañana…”
L A T R I S T E Z A
Una vez más, el Sol desperezándose, hacía su
triunfal salida aquella hermosa y límpida mañana. Miró los
paños verdes de su hermana y Madre Tierra, y sonrió al ver
cómo sus hermanos notaban en sus cuerpos pequeños y
grandes, el calor bondadoso y lleno de Amor que, montado
sobre sus briosos rayos, pasaban de la vida a la vida, cuidando,
alimentando y embelleciendo cada una de aquellas criaturas
que componían la Naturaleza, su Naturaleza.
El Sol sabía que él era todo para ellos hasta el
extremo de que ningún día faltaba a la cita con los más
pequeños, haciéndoles disfrutar cuando jugaba a esconderse
detrás de alguna nubecilla; así aquellos seres, aun más puros
cuanto –a veces- más pequeños, llenaban el valle y las
montañas con sus celestes risas llenas de Felicidad.
Ha caído la tarde, y el Sol refregándose los ojos
ya fatigados por el sueño, se ha ido a dormir. Ya se ocultó
detrás de aquel cerro que, tampoco jamás falta a la cita para
que en su regazo su hermano Sol pueda descansar.
Santiago Martín Moreno 67
Al Ponerse el Sol
Hoy, una paloma que vuela muy cerca del Sol,
me ha dicho que él no se refriega los ojos por el sueño, sino
que llora la pena porque el hombre, que es también hermano
suyo, tampoco ha querido mirar hacia arriba, no para
saludarlo, sino para que se diera cuenta alguna vez, que toda
su hermosura, que toda su fuerza, que todo su calor le fueron
otorgados por el Padre absoluto para dar vida a la vida.
E L D E S T I N O
“A duras penas conseguí salir del
agua, era mi elemento, mi mundo. Mi sistema de
respiración no necesitaba siempre del aire exterior.
Para mi forma de vida la respiración era otra cosa, sin
embargo, algo dentro, muy dentro de mí, decía que yo
no era igual que los demás, que yo era algo diferente
porque en ocasiones saltaba fuera de mi mundo, o sea
que yo me desenvolvía, vivía sumergido en mi mundo
y de pronto sentía esa necesidad de saltar hacia otra
parte.
Un día, no se porqué, al dar el salto me
encontré fuera de mi mundo de siempre; fueron
solamente unos segundos pues inmediatamente volví
a sumergirme. Más tarde repetí la hazaña, y ahí en ese
momento justo, me di cuenta de que mis aletas se iban
convirtiendo en dos alas. Ya no podía, o no quería –no
Santiago Martín Moreno 68
Al Ponerse el Sol
lo sé- volver a mi mundo; el caso es que me encontraba
en un mundo diferente, ahora me daba perfecta cuenta
de ello porque ya llevaba mucho tiempo fuera de mi
elemento, fuera de mi forma de vida; ya no era unos
segundos, ya era bastantes minutos.
Mi timón de cola acuática me di
cuenta que se había transformado en un timón de cola
aéreo, y que en esa mutación adquiría unos tonos de
delicado y bellísimo plumaje. Ahora ya no sé, pues no
veo como un pez, me veo como un pajarillo o tal vez
como las dos cosas. La verdad es que no lo tengo muy
claro.
¿Será posible que haya entre los seres
de la creación un pez que vuele…?
Es posible. De todas formas he llegado
a la conclusión de que sólo soy un pajarillo que un día
tuvo un hermoso ensueño, y que sigo surcando los
cielos en busca de ese algo que aun tan claro a veces se
presenta tan abstracto como difuso.
Lo único que tengo claro, realmente, es
que el hombre está siempre esperando a que me pose
en cualquier rama de cualquier árbol para descansar
después de esa incansable lucha, de ese incansable
viaje y una vez más aprovechará el momento en que
cada uno cumpla con su “cometido”. Yo el de seguir
trabajando en la búsqueda, él…”
P R O T E C C I O N
Santiago Martín Moreno 69
Al Ponerse el Sol
“Los rayos del Sol se filtraban entre los
árboles formando como una sinfonía con sus
escurridizos y alegres destellos.
Le tenía casi enfrente y por ello no
conseguía ver perfectamente el rostro de aquél
Arquero que en medio del claro del bosque se
mantenía estático desde hacía un buen rato. Con sus
manos sostenía arco y flecha, flecha y arco; en ese
momento, noté como sus vigorosos brazos
comenzaron a moverse, sus formas pusiéronse tensas
como la cuerda del arco, músculos y nervios
adquirieron el raudo compromiso de abandonar el
estado de relajamiento que momentos antes
disfrutaban.
Allí estaba, en medio, como un eje
alrededor del cual girara el claro de aquel hermoso
bosque. Sin embargo, no lograba verle el rostro,
tampoco podría asegurar que se tratara de un hombre
o una mujer; la abundante cabellera rubia como el
mismo Sol, me confundía; la magnifica figura casi
atlética me desconcertaba y desordenaba mis ideas de
deducción, porque en mis largos años de peregrinar
había llegado a conocer a las amazonas, hermosas
mujeres guerreras, pero no, de ésta figura no podría
asegurar que lo fuera, eso sí, no había la menor duda
de que su forma era hermosa, pero, ¿Qué era… quién
era?
Nada, absolutamente nada distraía su
atención; era como si realmente fuese el eje alrededor
del cual girara todo cuanto hasta este momento se
Santiago Martín Moreno 70
Al Ponerse el Sol
hallaba creado. No apartaba mis ojos de aquella
imagen. Ya su cuerpo había adquirido el nivel máximo
que el ejercicio del disparo para que aquella saeta de
tan precisa colocación entre la madera y la cuerda,
saliera rauda a cumplir con la misión que le fuera
encomendada.
La vista, perfectamente centrada y
dirigida hacia un punto intermedio, como necesaria
pieza armónica entre la punta de la flecha y el
supuesto blanco, eran inmutables, pero, ¿cuál sería la
diana, y cuales los pensamientos que guardaba su
mente…?
Perdido entre tanta interrogante sin
hallar esa respuesta que en cierto grado nos
tranquiliza, comencé a reflexionar sobre algunas
palabras del Gran Khalil:
El dijo:
“Vuestros hijos no son hijos vuestros”
Y yo os digo:
Son los hijos de la vida con el vestido
de las circunstancias.
“Vienen de vosotros pero no son
vuestros”
Vosotros no sois más que el vehículo
a través del cual se recicla la vida.
“Y aunque están con vosotros no os
pertenecen”
Santiago Martín Moreno 71
Al Ponerse el Sol
No os pertenecen porque todo fue, es
y será creado por un solo Padre.
En vuestro afán de protección le
daréis todo vuestro amor, pero no podréis
darle vuestras mentes, porque ellos son
dueños de su propio conjunto de
pensamientos.
En vuestro seno distéis cobijo a su
cuerpo pero no a su Espíritu, porque El es
como el ser amado que espera siempre
a la puerta.
Con vuestro esfuerzo conseguiréis ser
como ellos, pero no busquéis lo contrario, ni tan
siquiera intentar hacerlo como vosotros sois o
fuisteis.
“Porque la vida no retrocede”
“Que su avance, su evolución, puede
estar en la corrección de errores pasados.
“Vosotros sois ese arco desde el que
vuestros hijos, como saetas vivientes son proyectadas
hacia delante.
El Arquero ve el blanco en las sendas
del infinito, pero no lo elige, así una vez más, la saeta
vuela sin sufrir influencia alguna.
Dejad pues, que la mano del Arquero
os dé fuerzas y os transmita su Energía, porque con
ella tensaréis el arco para que su flecha pueda cubrir
todas las metas; porque así como el Arquero ama la
Santiago Martín Moreno 72
Al Ponerse el Sol
saeta en su vuelo, así ama también al arco si este es
estable.
“Cuando abandoné la reflexión, volví
a concentrarme en aquella figura. Seguía igual. Su
brazo izquierdo, como poderoso pilar de sacrificio
sosteniendo tenso el arco, levemente inclinado hacia
arriba; su brazo derecho, elegante y elástico recogido,
y en su mano, con Amor, el punto de partida… Y esta
llegó: En una leve fracción de segundo, todo aquél
cuerpo, toda aquella figura, vibró como la cuerda
después de haber puesto alas en aquella flecha, una
saeta que voló haciendo un círculo sobre el claro de
aquel hermoso bosque que está en el campo, y que
segundos más tarde se perdía por el horizonte…”
Cuando sobre nuestro espacio natural
veamos volar una saeta, pensemos que, al igual que
la “estrella fugaz”, siempre podremos saber de
donde viene, pero nunca a donde va.
R E G E N E R A C I O N
Santiago Martín Moreno 73
Al Ponerse el Sol
El Ocaso había hecho acto de presencia, y
“ambos” se habían puesto en camino. Iban juntos pero no eran
amigos; habían vivido en el mismo lugar pero no se conocían;
trabajaban en la misma fábrica pero no tenían la misma
profesión. Sin embargo, tenían el mismo cometido, aunque
ejerciendo diferentes funciones…
Yo estaba sentado en el alfeizar de la ventana,
respiraba el airecillo fresco de la tarde avanzada y limpia, al
tiempo que acariciaba mi piel.
Mi casa está al lado del camino, cerca, muy
cerca, en cambio mi casa está alta, muy alta. Con todo ello,
pude oír la conversación que “ambos” llevaban, pudiendo
entender que uno le decía al otro: ¡Lástima! Con lo a gusto que
me encontraba en aquella fábrica y tenerla que dejar. A lo que
el otro interpeló: ¿Te has ido por tu cuenta? ¡Yo! Cómo me voy
a ir por mi cuenta, con la vida que llevaba, si tenía cuanto
necesitaba. Lo que ocurre es que la fábrica ha cerrado para
cambiar de actividad y no me explico semejante ocurrencia.
La fábrica tenía cuanto deseaba y además no
paraba de estar pendiente de las demás fábricas. Qué la fábrica
de al lado adquiría esto o aquello, enseguida se disparataba,
comenzaba a despotricar y lanzar rayos y centellas, cosa que a
mí me venía estupendamente, y como además le seguía la
corriente y le ayudaba a seguir despotricando, la fábrica se
llenaba de más y más rayos y centellas, y así me lo pasaba de
maravillas.
Así me he llevado casi toda mi vida, hasta que
esta mañana cuando desperté, me encontré con la
desagradable sorpresa de un cartel que decía “Cerrado por
reforma”. Y digo yo: ¡Qué reforma ni que reforma!
Ya me parecía a mí que la reunión que hicieron anoche varias
fábricas, no le encontraba yo mucho sentido, no sé porque algo
Santiago Martín Moreno 74
Al Ponerse el Sol
presentía… En fin, que le voy hacer, paciencia, menos mal que
gracias a mi alto grado de conocimiento en el trabajo que
realizo, no tardaré en encontrar un nuevo puesto para cubrir
mis altas cotas de necesidad, pues fábricas que precisen de mis
servicios las hay en cantidades impresionantes.
Ya se debilitaban las voces de “ambos” por el
camino al irse perdiendo en la distancia. Apenas se distinguían
las siluetas, cuando escudriñando en la ya oscuridad, pude ver
que se habían detenido ante otra de las fábricas que existen en
el camino que esta cerca de mi casa. Al parecer han encontrado
trabajo –me dije- pues “ambos” han entrado y no han vuelto a
salir.
Desde mi ventana, ya la oscuridad no me deja
ver nada. La noche ha cubierto con su manto Azul lleno de
pequeñas y grandes luminarias mi casa y mi ventana, y allí,
sentado en el alfeizar me pregunto una vez más: ¿Hasta
cuando…?
Santiago Martín Moreno 75
Al Ponerse el Sol
I M P R E S I O N E S
DESDE EL MUNDO REAL
PRIMERA
Enriquece tu Espíritu,
Y hallarás la verdadera
Felicidad.
Decimos de la Mente que es material, y del
Espíritu que es inmaterial, pero, la verdadera diferencia
estriba, en que la Mente es el individuo mortal, y el Espíritu es
la inmortalidad de ése mismo individuo.
Santiago Martín Moreno 76
Al Ponerse el Sol
Efectivamente, cuando el individuo consigue
un alto nivel en lo que a la propia capacidad analítica se
refiere, y se da cuanta de que son sus actos los que van a hacer
evolucionar su Espíritu utilizando como vehículo sólo y
exclusivamente lo positivo de esos actos, es cuando ha
comprendido que tanto él como los que le rodean comienzan a
respirar otros aires.
Estos aires, más puros, son la auténtica y única
arma que el hombre posee para contrarrestar una
contaminación que a diferentes niveles y en todos los órdenes
de la vida, lo están llevando por caminos que,
paradójicamente, él mismo rechaza. Es pues, fácil comprender
el sistema a emplear; sistema, que no por simple, deja de ser
complicado y difícil. Porque ¿quién a sabiendas de que siendo
justo consigo mismo, enriqueciendo de esta forma su Espíritu,
no deja de pensar en que ese camino también le va a llevar a la
privación de una serie de intereses materiales a los que tan
arraigado ha estado siempre y con los que de alguna manera
cree haber vivido a gusto?
El hombre sabe que nace a la vida y que debe
vivirla lo mejor posible. De ahí que, inmerso en un mundo
fabricado por él y para él, con un material supuestamente
sólido, caiga normalmente en el error de que siempre será feliz
cuantas más necesidades materiales tenga cubiertas.
En el más amplio convencimiento de que la
sociedad le condiciona, por haber llegado a un mundo de por
sí condicionado, olvida totalmente que, también le han hecho
responsable de esa otra forma de vida, intrínsecamente
Espiritual, y esta en la creencia de que dedicarse a ella no va a
reportarle ningún beneficio. Nada más lejos de la verdad, pues
quien consigue entender que el mayor de los favores que,
como individuo se puede hacer a sí mismo, es intentar ponerse
en ese camino, entonces se dará perfecta cuenta de que ser
Santiago Martín Moreno 77
Al Ponerse el Sol
justo consigo mismo, es el más hermoso y a la vez obligado de
los valores con que el hombre es considerado espiritualmente
en grado elevado.
Es pues, justo en ese momento, cuando hay
que poner en marcha todos los mecanismos de que dispone el
individuo para que sea él como conductor de su Mente, el que
qué la lleve por los caminos que a él le interesa, y no ser él, el
que al ser dominado por ella, tenga que marchar
inexorablemente por senderos que ella desea, y que en ningún
momento va a satisfacer sus propias y altas necesidades
espirituales.
SEGUNDA
Santiago Martín Moreno 78
Al Ponerse el Sol
Cuando el hombre nace a la vida, en ese justo
momento los dedos del Supremo Ser Espiritual, abre su cuerpo
e introduce en él una parte de su ente inmortal; introduce,
pues, la auténtica y Real Vida, el Espíritu. Es esta vida –la
Espiritual-, a la que el individuo tiene obligación de dedicar
toda su existencia.
Es muy cierto que en nuestros días, sólo se
entiende lo Espiritual en matrimonio con alguna religión, con
alguna iglesia etc., y obviamente justo es reconocer que ambos
pueden recorrer en perfecta armonía ese camino, pero siempre
si el camino lo mantenemos perfectamente limpio,
perennemente puro, porque si no fuera así, difícilmente podrá
la Pureza, caminar por una línea preñada de envidias,
avaricias, odios, y un largo etc., que haría un sendero
intransitable para el Espíritu.
Podríamos decir que, nuestro cuerpo no es
más que un complejo de elementos químicos –que no físicos-,
cuyos mecanismos se limitan a una vasta transformación de las
energías que él mismo genera. Energías que, atendiendo a una
meta tan alta como es la Moral, unas veces es positiva y otras,
paradójicamente, se convierte en negativa. Por consiguiente, el
hombre debe atender a todo cuanto de positivo le rodee,
evitando asimismo una amistad con actos negativos, porque
de ello sólo conseguirá malestar e infelicidad, aunque este
cubierto de los más altos y avanzados elementos materiales de
que él dispone para su comodidad.
Por el contra, y si ánimo de herir posibles y
debilitadas sensibilidades, porque esta demostrado que la
Verdad en determinados momentos de nuestra vida no
interesa, no podemos sustraernos a recordar que, a diferencia
Santiago Martín Moreno 79
Al Ponerse el Sol
de la Moral, esta la Ética, y esa, es la única y gran base sobre la
que con toda fortaleza se apoya nuestro Espíritu. La Ética es
intrínseca de él, y que el individuo no debe evadir por una
única y fundamental razón en su propio beneficio: “Ser justo
consigo mismo”.
TERCERA
Cuántas y cuántas veces hemos oído decir al
hombre que es desgraciado, que no es feliz, lo que es más
triste: que la sociedad le condiciona a tomar unas decisiones
que él no quiere, porque le molestan, porque le perjudican en
todos los órdenes. Ciertamente, la exposición es válida dada la
forma de vida actual en nuestro “querido” planeta, pero
Santiago Martín Moreno 80
Al Ponerse el Sol
llevándola a un plano real, veremos que esta muy lejos de la
Verdad.
Remontándonos en la historia de la
Humanidad, conocemos por la cantidad de legados que en
mayor o menor grado hemos heredado de civilizaciones
antiquísimas, las tres épocas que toda civilización o cultura ha
desarrollado, y que podemos definir como: “Comienzo o
nacimiento, cúlmen o cenit, decadencia o desaparición”.
En la época primera, o sea en el nacimiento, el
individuo disfruta de un sistema de creación, investigación,
búsqueda de valores y por consiguiente, dedicación plena al
conocimiento Espiritual que le llevará a un modo de vida,
cuyas connotaciones principales son: la Pureza individual, el
Trabajo colectivo o de comunidad, y todo en un ambiente sano
y desmaterializado, pues la Madre Naturaleza es la que se
encarga de proveer a quien con Amor sabe obtener de ella
cuanto para la subsistencia pudiera necesitar.
En la segunda época, el individuo se encuentra
en la curva más alta de su existencia como ser individual y
como comunidad. Se encuentra en una grado de realización
altamente positivo y definido, conociendo sus valores
espirituales y habiendo llegado a la conclusión de que son el
motor que mueve todos y cada uno de sus deseos de
prosperidad. Conoce la Naturaleza, el tiempo, la cultura, y lo
que es más importante: la Fe en lo que no ve, pero siente, y en
el comportamiento del hombre en una marco le Libertad cuyo
lema es: el Respeto por el Respeto. Carece de todo tipo de
apetitos desmesurados y de intereses egoístas. En definitiva,
trabaja en un régimen tan elevado de Pureza y Felicidad que,
debido al desconocimiento de la maldad, son transformadas
ambas en una energía desconocida con la que ejecuta todo tipo
de labores y que, aun hoy, en nuestros días, aun no tienen
explicación concreta.
Santiago Martín Moreno 81
Al Ponerse el Sol
En la tercera época, decadencia o desaparición,
se debe a que el individuo, que lleva mucho tiempo en
armoniosa convivencia, y pletórico de fuerza positiva, cree que
todo es conseguido gracias a él por lo que comienza a adorarse
así mismo; esta convencido de que nadie, absolutamente nadie
le ayuda, de que nadie le ha regalado nada. Es justo, en ese
momento, cuando piensa en la comunidad, en cada uno de sus
amigos y convecinos. Ha saltado la chispa que a su vez a dado
cierto calor al resto del pueblo con el que convive, el cual, al
sentir algo diferente, se ha puesto a investigar, no encontrando
ya los resultados primitivos, pues estos estudios se han salido
del núcleo que conforma la Pureza Espiritual.
Han comenzado en esta época tercera, a
desplegar todo el varillaje material de un abanico destructivo
que, será sin la menor duda el que lleve a fatal término las
épocas gloriosas de cualquier civilización, pues no puede –al
parecer- que el final sea de otra forma ya qué, de lo contrario,
sólo habría habido una sola civilización y esto hubiera sido
demasiado hermoso.
Como reflexión final y resumiendo, esta forma
de vida, entendemos que esta justificada ya que en todos los
órdenes de existencia y desde la creación, nos movemos
mediante ciclos repetitivos a todos los niveles. No obstante, y
conociendo sobradamente cuanto hemos expuesto, estará de
acuerdo conmigo mi querido lector y amigo en que no vamos a
ser precisamente nosotros los que seamos aquellas excepción
que rompe la regla…
Santiago Martín Moreno 82
Al Ponerse el Sol
CUARTA
Son muchos momentos en la existencia del
hombre, en los que por un desconocimiento real del concepto
sentimientos, hecha mano del “corazón”. L Bondad del
corazón, en cualquier caso, es válida en su expresión y
altamente positiva, pues siempre se entendió tal termino –
corazón- , como el eje alrededor del cual gira el Amor. No
obstante, el corazón es sobradamente conocido de todos, un
órgano autónomo creado para bombear la sangre que hace que
la vida continúe.
A diferencia de ese órgano vital, existe en el
mundo real, un centro generador de energía llamado Espíritu,
y ése si es el auténtico productor del Amor, y en consecuencia
de Bondad, comprensión, Caridad y un largo etc., que sólo
tiene un camino y una meta: la Felicidad del individuo. Un
camino que no por perfecto deja, en ocasiones, de ser largo y
Santiago Martín Moreno 83
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2º al ponerse el sol

  • 1. AL PONERSE EL S O L (Ensayo Filosófico) Santiago Martín Moreno
  • 2. Al Ponerse el Sol La Sabiduría No se alcanza sólo leyendo. Quién lee mucho alcanza Un alto grado de Conocimiento; Más quien observa, contempla Y medita, es dueño absoluto De toda la Sabiduría. Santiago Martín Moreno 2
  • 3. Al Ponerse el Sol AL PONERSE EL SOL A mis hijos Maria Luisa y Santiago. Santiago Martín Moreno 3
  • 4. Al Ponerse el Sol El Sol y la Luna Iluminan mis días y mis noches, Sin embargo, son diferentes; Tan diferentes, que lo que uno Calienta por el día, El otro ha de refrescarlo Por la noche para que se pueda Cumplir un nuevo ciclo… INTRODUCCIÓN Antes de que me comiences a leer, permíteme esta advertencia a modo de introducción. Todo lo vertido en esta obra, no es conocimiento, ni consejo, ni recomendación… Todo lo que encierran esta palabras, este conjunto de locos pensamientos nacidos de lo más íntimo de mi ser, fueron hechos de forma egoísta pues la primera idea fue que dándole forma, borrador tras borrador, conseguiría asimilar esto que momento a Santiago Martín Moreno 4
  • 5. Al Ponerse el Sol momento he ido llevando a cada hoja sin ser (a veces lo he creído así) totalmente consciente de ello. He intentado hacer entrar en mi duro corazón cuanto ha ido saliendo de mi cabeza, a base de mucho suplicarle al Padre que me ayudara en este empeño. En ningún momento he pretendido con esto enseñar nada, y ello se comprende perfectamente, ya que cuando llegues al final verás que no has encontrado ni una sola palabra, ni un solo pensamiento que fuera para ti desconocido. Hojalá y a partir de este momento consiga con mi comportamiento, liberar acciones anteriores, al tiempo que alguien pueda hacer volar muchos de estos sentimientos, ahora encerrados en mis palabras .El autor. PROLOGO Ardua y difícil labor resulta prologar esta genial obra de Santiago Martín Moreno: “AL PONERSE EL SOL” que esperamos sea de gran provecho para el desarrollo espiritual del lector. Santiago Martín Moreno 5
  • 6. Al Ponerse el Sol Para comprender la profundidad de su mensaje hay que leerlo, meditarlo repetidas veces y con ello comprenderlo “entre líneas”. Al leer la obra, es posible que el lector se pregunte:¿porqué este título de “AL PONERSE EL SOL”? Nosotros mismo no lo comprendíamos y estamos convencidos de que es una especie de escritura automática y que tal título ha sido dictado, inspirado o sugerido desde lo más recóndito de su subconsciente que ha emergido al plano consciente y se deduce tal cual plasma en su trabajo el conocimiento y memoria subconsciente de múltiples reencarnaciones. En distintos capítulos tales como LA CRUZ, LA GRACIA, LA MEDITACIÓN, LA REGENERACIÓN, vibra como en un desgarrador MANTRA que desde lo profundo del abismo del ser dirige hacia lo más Divino de la Entidad Humana (Kundalini que asciende del Chacra inferior al superior) ¡DE PROFUNDIS CLAMAVI AD TE DOMINE”! La Sabiduría del autor en sus cientos de milenios de existencia quedan en especial plasmados en las CCC sentencias que deben ser meditadas, no en el tirón de una única lectura, sino asimiladas en jornadas de estudio lento, ponderado, memorizado y productivo en consecuencia. Todo ello hace que: “AL PONERSE EL SOL”, no quiera decir el Ocaso del Astro Solar del Septenario Universo, que el “Sol” que el autor nos recuerda que todos llevamos dentro, en nuestra más íntima esencia, desaparezca. Podrá perderse de la vista del ojo ciego sólo capaz de detectar el mundo grosero; pero nuestro permanente Sol va a iluminar Santiago Martín Moreno 6
  • 7. Al Ponerse el Sol con su Luz perpétua a otros planos; a las eternas dimensiones del Infiníto Cosmos; porque con la eterna existencia del Sol perpétuo nace el día que nunca muere; Este es para nosotros el mensaje del Espíritu Universal a través de Santiago Martín Moreno. Andrés Jaile y Soto Dr. en Medicina y Cirugía Profesor titulado de Yoga. A MODO DE CARIÑO Inmerso en una sociedad inestable y en la que el hombre se ha dejado arrastrar por la monotonía y la rutina de aquello que llaman “educación indirecta”, o, lo que es lo mismo, aprender aprovechando el conocimiento de los otros, Santiago Martín sigue, aún, aprendiendo de sí mismo; buscando en su yo más profundo, encuentra, él, la grandeza, inmensidad y el verdadero sentido de la vida. Alguna que otra vez le he escuchado decir: “no leas tanto; escribe”. Sus palabras inducen a crear, a sacar a la luz…, pero para eso, es necesario llenarse de experiencias, de conocimientos…, “de llenar –sencillamente- los años de vida”. Este libro está cargado de todo eso. Santiago Martín Moreno 7
  • 8. Al Ponerse el Sol Estas ideas y estos principios, y por los que Santiago abogará hasta el fin…, no son meras palabras; son el fruto personal recogido por quien ha caminado durante todos estos años por el Verdadero Sendero de la Vida. Titulada, María Luisa Martín Pérez. EL ADVENTUS Plegaria Que no turben tu Paz las pruebas que necesariamente “apenarán” tu Espíritu, ni aquellas penas que como caudal de lágrimas inundarán tu “corazón”, ni por ello el temor acongoje tu ánimo. Que todo te valga para que con Amor abraces la Cruz que cargas en esta vida, pues en la conciencia plenaria de esa Gracia conseguirás ver el rostro radiante del Padre. Después hallarás que las tinieblas de la noche se rendirán a ti, y disipadas permitirán que te regocijes en la Gloria de su Luz. Santiago Martín Moreno 8
  • 9. Al Ponerse el Sol El Padre, es la Luz Eterna brillando en los ojos de los hombres que, entendiendo su Amor, ilumina su rostro con los suaves perfiles de la Bondad. Felices aquellos en quien brilla esta Luz, porque nunca carentes de cuanto puedan precisar para la evolución de su Espíritu, y hasta el acoso a que le pudieran someter sus enemigos, si se muestran indiferentes, le proporcionará beneficios. ORACIÓN AL PADRE Padre mío Que meces el aire Y lo llenas de Amor con tu nombre, Muéstrame el sendero, Y haz que comprenda Que debe ser mi Voluntad La que me hará estar Muy cerca de Ti. Haz que en el horno de mi pecho Se cueza un nuevo Pan Cada mañana; Alimente tu Misericordia la llama De mi caridad eterna, Y me des la oportunidad De volver a empezar Porque deseo ser el más puro Santiago Martín Moreno 9
  • 10. Al Ponerse el Sol De todos tus destellos… Dios y su Amor; La flor y su miel; Ambos se dejarán encontrar Donde quiera que estén Para los que tengan hambre. U N T I E M PO EL PUENTE Me senté a tu lado, tomaste mi mano entre las tuyas y me hablaste… Santiago Martín Moreno 10
  • 11. Al Ponerse el Sol Hoy, creo que me convertiste en puente; un puente entre el ayer y el mañana, entre mis padres y mis hijos, entre una forma de amar y amar de otra forma. Un puente entre lo que fui y lo que seré; entre lo que tuve y lo que tendré, entre mi partida y mi meta. Un puente, por cuyo interior quiero, deseo que no deje nunca de correr el sentimiento hacia el luminoso y transparente sentimiento de la Luz. Que el rocío de mis noches se convierta en inagotable caudal de todo aquello que solo se aprende mirando hacia arriba, pues no en vano, es desde las alturas desde donde nos llegan, mediante la Meditación, las ideas del Universo… El camino para venir Es, ancho y llano Por los muchos que llegan. El camino para ir Es angosto y dificultoso; Son tan pocos los que van, Que entre el paso De unos y otros, Da lugar a que crezca De nuevo la hierva. Santiago Martín Moreno 11
  • 12. Al Ponerse el Sol LA UNIÓN Siempre cogidos de la mano; no sé cuantos senderos comenzamos y terminamos juntos, ni cuantos caminos supieron de nuestras alegrías y nuestras tristezas, ni cuantas veredas nos quedarán aun por recorrer. A veces los jóvenes encuentran graciosa la ternura que en público nos mostramos el uno al otro sin importarnos su desnudez. Ellos son como la pasión que no se entiende sin violencia, ni comprenden el manso y entregado regalo del amor. Sí, nos amamos, y eso lo aprendimos día a día, paso a paso, como logramos aprender esa difícil, aunque no imposible, asignatura de la Tolerancia, de la comprensión, y porque no, la de sobrellevar mutuamente los altos y bajos estados de ánimo que, a decir de la experiencia, nos hacen tomar fuerzas en el arduo recorrer el camino de la Unión, cuando tangencialmente está lleno de esas otras “fuerzas” que no quieren vernos felices, o acaso no entienden que nosotros sí luchamos por estar más arriba. Nosotros lo sabemos, sabemos que hemos de perseverar, sabemos que nuestro amor es, como rodearse de paciencia, como la gavilla de la mies cuando es abrazada por la cintura para que no se deshaga. Y todo tan simple, tan sencillo… Como creer yo en ti y tú en mí. Santiago Martín Moreno 12
  • 13. Al Ponerse el Sol LA AYUDA Cuando caía la tarde, mi vida estaba cansada, y cuando llegaba el ocaso no conseguía hacer brillar a las estrellas… Pero un día, llegó mi tarde, y llegó mi ocaso, y con ellos también llegó la hora de un nuevo vivir, de un vivir nuevo, diferente y profundo… Sentí cómo aquel otoño declinó, y dio paso a un nuevo y hermoso silencio, aquel silencio que te envuelve, aquel silencio que sólo te habla de cosas hermosas y puras. Y aunque persisten las dudas y busco la soledad, cuando brotan las preguntas, y los huesos se me notan cansados… sigo. Tengo aun mucho por andar, y mucho aun por vencer las resistencias negras de la carne débil, y todo sencillamente, porque quiero creer en Ti, simplemente, porque sé que me esperas, especialmente por que te amo… Y ante las dudas, saco del olvido mi vieja aunque siempre actual Fe, y ante mi soledad, me acuerdo de Ti, de cómo me hablas dentro, muy dentro, aunque aun no he aprendido a escucharte como yo quisiera. Y ante la pregunta de siempre, Tú, calmas y animas mis esperanzas, y ante mi cansancio sigues tendiéndome las manos… No basta decir el nombre Santiago Martín Moreno 13
  • 14. Al Ponerse el Sol De la medicina muchas veces. Hay que tomarla, con Fe. LA ESPERANZA Vivo de esperanza, porque Tú me has proporcionado el motivo que impulsa mi deseo de caminar limpio por esta tierra de sacrificios. Porque contigo la Madre Tierra siempre está despierta. Porque el polvo de esa tierra, enamorado vuela, y porque ha llegado un momento en mi vida, en el que comienzo a soñar con la vida nueva. Por eso vivo de esperanza… Sé que éste pobre cuerpo mío –casa de huéspedes efímera- llamado será a desaparecer, y que su inquilino tenga un nuevo amanecer allí donde habitan las estrellas. Vivo de esperanza, porque espero que ese día llegue pronto, pues en sueños me dijeron las estrellas que para algunas obras hacen falta brazos jóvenes y fuertes, y a mí ya me comienzan a flaquear. El privilegio de morir joven, Es poder ser gran obrero Santiago Martín Moreno 14
  • 15. Al Ponerse el Sol Para la Gran Obra… LA MORAL Sus dos lados al gusto. Sus dos formas: como rodillas que se inclinan; como brazos que se extienden o se cierran; como manos que se abren o se crispan; como labios que enmudecen o se entregan; como puerta abierta o cerrada, según entre o salga la noche, la alborada; como ventana de par en par, o plena de hermetismo incapaz de analizar, de reconocer que no sirve para nada… Mas el eje que sostiene Cada parte; Blanco… Negro… ¿Qué conviene? EVOLUCIÓN (Poética) Santiago Martín Moreno 15
  • 16. Al Ponerse el Sol ¿Porque la erguida postura si la verticalidad se ignora? Si aun no llegó la hora en que esa forma madura sea en el humano pura aunque sea soñadora. Siempre de cara a los ensueños, de espalda a la realidad, que llena de comodidad, sin necesidad de empeño en ser de la vida dueño sin mayor profundidad. La idea del Universo es para él un trabajo, no le importa estar debajo si así evita el tropiezo más siempre acabará con “eso” que rueda el escarabajo. No sabe de su postura, ni quiere su realidad, y aquella universalidad, idea de compostura, prefiere dejarla a oscuras, que no vean su verdad. “Ayer tenía pezuñas, Condición del animal Que aun era irracional; Sus dedos siguen con Uñas… ¿Cuándo llegará el final? LA CRUZ Sube y baja aquel asfalto, y no es asfalto de ciudad, sin embargo, allá en lo alto, cuando la veo caminar, no sé porqué el sobresalto, si es ahí donde ha de estar. Santiago Martín Moreno 16
  • 17. Al Ponerse el Sol Cada mañana, cada atardecer su afán; para ella vale la pena, y así la seguiré viendo hasta que se lo permitan sus fuerzas. Siempre algo de peso entre las manos, a veces también sobre su cabeza, más dentro de ella un pensamiento: ¿Hasta cuando me dejarán trabajar? Porque quiero hacerlo siempre, y servir, y ser útil, que he de hacer mi contribución lo más dulce posible. No deja de sorprenderme su presencia en aquella carretera aun sabiendo que después del recodo ella está ahí; sube o baja pero no falta; a veces el retrato se me presenta lleno de una humildad impresionada sobre un cliché del trabajo duro, de la dura faena; cuidar la casa, el huerto, los animales, la cosecha, llevar, traer, cargar, descargar… Así la veo, y como así la veo, solo me resta pedir al mundo que deje de echar cargas sobre esa espalda, una espalda que quizás desde siempre fuera acuñada para esa faena diaria. Todos podrán aliviar La carga que contraje, Más sólo yo podré liberarme De la esclavitud. Santiago Martín Moreno 17
  • 18. Al Ponerse el Sol EL TIEMPO Para pensar en Ti, debemos aprender a entender que siempre que lo deseemos hay tiempo. Pero… Cuando no nos quede tiempo para todo; Cuando advirtamos Que aun nos queda algo por hacer; Cuando el silencio se nos meta dentro Como queriendo impedir la salida De aquello que deseamos con fuerzas, Será hora de acordarnos de Ti Y bendito el momento en que tu Misericordia Infinita permitió que encontráramos lo que fuimos incapaces de ver a lo largo de tantos y tantos años. Gracias por otorgarnos aun ese inmenso trozo de maravilloso tiempo, y permitir que algún día, podamos acompañarte en los grandes arcanos junto a los que poder conseguir estar muy cerca de la Luz. En la noche, daremos gracias Por habérsenos permitido vivir un día más. En la mañana, daremos gracias Por la nueva oportunidad que se nos brinda De poder completar lo que posiblemente Santiago Martín Moreno 18
  • 19. Al Ponerse el Sol Dejamos a medias el día anterior. LA AMISTAD Inundado por el aroma de los campos del Sur, y sentado sobre un peñasco, como elemento angular que emerge de la tierra, me surgió el único deseo, como favor que me fuera otorgado aquella hermosa mañana. A vosotros, mis hermanos de nombres profundos; de almas con vida que están por encima de la vida misma, de honras celestiales, en la cima de vuestros esfuerzos, en el callar de vuestras pasiones, y en el silencio de todos vuestros gritos perdidos en la noche. A vosotros, mis hermanos de tiempos eternos; de horas de sueño para segundos de vida; de soledades preñadas de amores y llantos felices al calor de una Luz diferente. “Qué vuestra felicidad Sea mi felicidad, Y el deseo de beber Santiago Martín Moreno 19
  • 20. Al Ponerse el Sol De vuestras lágrimas.” Hablar con el Padre… Es una Oración individual. Hablar del Padre… Es una Oración colectiva. Santiago Martín Moreno 20
  • 21. Al Ponerse el Sol LAS FUERZAS UNIVERSALES SIETE LLAVES Nunca empleéis la palabra Padre Con tan inconsciente frivolidad; No hay más Padre Que aquél que lo fuera de todo En todos los planos. Santiago Martín Moreno 21
  • 22. Al Ponerse el Sol E L A M O R No hay Amor más puro Que aquél que se dio Cuando aun se desconocía El significado del Amor. Siete, son las más hermosas de las Fuerzas que definen al Padre, y porque El es cada una de ellas en su Eterna plenitud, habremos de agradecerle su manifestación y proyección sobre todos y cada uno de nosotros; proyección que sólo se produce cuando se le encuentra, pues El, en su Infinita Sabiduría, hizo al hombre libre de todo tipo de ataduras haciéndole una única recomendación: “Siempre que me necesites, búscame” Y El, se deja encontrar cuando a su puerta acudimos con las “Siete llaves”; Siete llaves que El puso en algún lugar de nosotros y que sólo nos permitirá encontrar si verdaderamente somos merecedores de ello. Santiago Martín Moreno 22
  • 23. Al Ponerse el Sol Al igual que ocurre con los Mandamientos, cuando vemos que el primero encierra a los nueve restantes, exactamente igual, sucede con el resto de las Seis llaves, ya que la primera es el Amor, y esa es Llave Maestra. El Amor es la base sobre la que se apoyan todos los pensamientos, todas las palabras y todas las obras; el pilar para que ellos adquieran un alto grado de solidez y pureza. El Amor es el “Camino Real de la Vida”; el sendero por el que transitan los humildes; los ricos de Espíritu, porque entienden tenerlo todo cuando no tienen nada; los que se entregan sin tan siquiera pensar en recibir algo a cambio; los que van repartiendo sonrisas aún a pesar de su dolor; los que van sembrando campos de esperanzas para que los oprimidos encuentren la cosecha de la ilusión; los que sufren calladamente porque su silencio llega hasta los huecos más profundos de los corazones más endurecidos; los que lloran amargamente la impotencia de la revelación; los que entienden que compartir es mejor que dar; los que se sacrifican haciendo de su esfuerzo un sostén para los débiles; los que entienden que la compasión no sólo es lástima… Santiago Martín Moreno 23
  • 24. Al Ponerse el Sol A M O R Como cada amanecer, la silueta de aquél hombre se enmarcaba en el sendero, bajo los arcos que los árboles formaban como si de protegerlo se tratara. Una mañana más, había hecho aquel recorrido, un recorrido que le había llevado a aquel peñasco, a su peñasco, su sencillo lugar de descanso, y en él, como cada mañana, se sentó a esperar… Se apreciaba en él, cómo el cabello cada vez más blanco, hablaba por sí sólo de tantos y tantos años haciendo el mismo camino, haciendo lo mismo… La ya torpe agilidad para caminar, los hombros encorvados y el cayado con que se le veía últimamente y en el cual compensaba sus pobres fuerzas, hacían pensar en tantos y tantos momentos haciendo lo mismo. Como cada amanecer, sentado sobre su piedra, vio salir el Sol de detrás de aquellos montes y al darle el fuerte beso con que el Sol correspondía amorosamente a la bienvenida que el hombre le brindaba cada mañana, se dejó notar en su rostro cómo las arrugas daban testimonio de tantos y tantos años, de tantas y tantas bienvenidas. Miró hacia abajo y se quedó una vez más observando el arroyo; variadas especies de animales bebían en las puras y cristalinas aguas, mientras algunos otros dedicaban su entretenimiento en descomponer con su juego infantil la Santiago Martín Moreno 24
  • 25. Al Ponerse el Sol imagen que sobre la plata del arroyo se reflejaba como en un espejo. Alzó la mirada y observó una hermosa bandada de palomas blancas, y arriba, mucho más arriba, allá en la altura, contempló embelesado la quietud que el majestuoso águila mantenía en el espacio. Miró a su alrededor y vio brillar una vez más las copas de los árboles, ahora bañadas por el Sol y cómo la brisa mañanera se le antojaban figuras diferentes. Tampoco –como cada mañana- le pasó desapercibida la diferencia existente entre el pequeño Olivo y la impresionante esbeltez y grandiosidad que poseía aquel Olmo recostado sobre la pared que guardaba uno de los dos lados del camino cercano al arroyo. Detuvo la mirada en una rama de Encina, al llamarle la atención el dulce gorjeo de pajarillos de bellísimos colores que sobre ella parecían decidir y acordar lo que iban a hacer en este nuevo y luminoso día que se les presentaba. Bajó la mirada y contempló el horizonte infinito, los montes y aquella cordillera a la que el Sol ahora, la hacía parecer como un cordón de encajes dorados. De un hueco entre las piedras de la pared que tenía enfrente, salió y se puso a tomar el Sol como cada mañana una preciosa Culebra de hermosísimos y originales colores. Pronto ocuparía un sitial de honor, otro amigo, el Lagarto, que menos madrugador se subirá a la parte más alta de la pared de piedras para recibir las caricias amorosas de Santiago Martín Moreno 25
  • 26. Al Ponerse el Sol su hermano y bienhechor el Sol, haciendo con ellas que su color aún adquiera más belleza. Como cada mañana y con la puntualidad de siempre, vio llegar al viejo perro de siempre, al viejo perro “sin nombre”, el cual, y como tantas veces hiciera, sólo se limitó a lamerle las manos y seguir su camino por aquel camino, y sólo Dios sabe hacia que otro destino. El, en cambio, seguía allí, contemplando las flores, contemplando como las mariposas de alegre y vivo colorido, tomaban fuerzas para el nuevo día, gracias a ese alimento que las mismas flores preparan con el mismo Amor que, más tarde lo brindan. Aquellas flores rojas, amarillas, azules, blancas, verdes, anaranjadas, violetas, aún hermoseaban más, cuando como fondo utilizaban el fresco manto de aquella pradera entrañable, de aquella pradera que a él se le antojaba sin igual. Sobre los flecos de la pradera estuvo viendo durante largo rato, como de entre aquella manada de equinos, se destacaba una hembra que se dejaba amamantar con todo el Amor de que era capaz, como Madre de un potrillo nervioso y juguetón, y del que se apreciaba tendría en su día un hermoso pelo Blanco como la nieve. Tampoco faltó a su cita aquél campesino. Apareció sólo, como siempre, y con una azada de regular tamaño, comenzó la tarea que le llevaba cada mañana a aquel trozo de tierra, pequeño o al menos así era como se veía desde la mediana distancia. Allí, un día y otro día iba a cumplir con el sagrado deber de mantener todas y cada una de aquellas plantas - base de apoyo para alimentar a su familia - libres de todo tipo de cizañas. Santiago Martín Moreno 26
  • 27. Al Ponerse el Sol Cuando con el calor del Sol, el rocío se había marchado para volver nuevamente por la noche, el hombre se levantó y comenzando a desandar el camino después de haber tomado unos sorbitos de deliciosa, pura y refrescante agua en aquella limpia y cantarina fuente, una vez más aseguran que se le oyó murmurar entre dientes… “Hace ya no sé cuantos años que hago lo mismo, porque me dijeron que desde aquí podría ver a Dios, y éste es otro día en el que me vuelvo tal como vine, pues hoy tampoco ha aparecido”. Mientras más Demos… Más vacía quedará Nuestra alforja. También… Cuando hayamos De recibir, Mayor cantidad Entrará en ella. Santiago Martín Moreno 27
  • 28. Al Ponerse el Sol L A B O N D A D La huella dejada en el viento será esparcida. La dejada en el camino será recogida. La segunda de las Llaves Universales, es la BONDAD. Por el Sendero Real de la Vida, debemos marchar pegados a una orilla para que puedan pasar con holgura todos aquellos que consiguieron nuevas fuerzas para apretar su paso. La dulzura de ese comportamiento nos hará dignos y la mansedumbre de nuestra nueva forma de entender nos hará libres. Si conseguimos que a nuestro paso florezcan las rosas de la Tolerancia, habremos hecho que por nuestro corazón corra un río interminable de Sangre Blanca. Santiago Martín Moreno 28
  • 29. Al Ponerse el Sol B O N D A D Por encima de la frondosidad del valle, y cercano a un precioso lugar por donde discurre un arroyuelo de juguetonas y transparentes aguas, se divisa un hermoso Palacio de cortada y soberbia arquitectura en fábrica de mármol blanco como la leche, y brillante como el espejo del río cuando los rayos del Sol le invaden hasta los más afilados de sus perfiles. Una puerta inmensa de forma ojival, con dos hojas de maderas nobles ricamente labradas y al parecer siempre abiertas, daba acceso a un majestuoso vestíbulo lleno de tapices, terciopelos, cojines y almohadones de las más puras sedas de Oriente, y sobre los que descansaba un hombre de mediana edad. De gentil atractivo por su bien cuidada barba blanca y dulce mirada, era más conocido por su Bondad, que por ser el más rico de cuantos el mundo conociera en muchas leguas a la redonda. El, no sólo estaba entregado a la Felicidad de su pueblo, sino que atendía cuanto de necesidad podía manifestarse en cualquiera de los muchos visitantes y caminantes que, de una manera o de otra, se acercaban hasta su Reino en demanda de trabajo, consuelo, consejo, etc. Tantos y tantos momentos venturosos gracias a su Generosidad, riquezas incalculables en todos los órdenes, y dispuestas con una inmensa humildad, habían hecho que fueran conocidos todos sus actos más allá de sus fronteras. Esta era la causa de que en las tierras de aquél hombre se vieran cada vez más y más gente trabajando satisfecha pues raro era el que alguno acudiera a pedir ayuda y no se quedara a vivir allí, causa que a aquél rico señor le Santiago Martín Moreno 29
  • 30. Al Ponerse el Sol agradaba sobremanera, facilitándole cuanto fuera necesario para su felicidad y la de sus familias. Pero la Bondad se manifiesta a veces de diversas maneras, y como de distintas formas puede ser interpretada, ya que no siempre la virtud –desgraciadamente- se copia en su justa medida. Tanta era la sencillez y sabiduría de éste hombre, y tan extraordinaria su entrega y cariño hacia los demás, que todo aquel comportamiento llegó a oídos de otro rico señor que, aunque vecinos, ambos pueblos se encontraban a varias jornadas de viaje. Este otro rico y poderoso señor, lejos de pensar incluso en ampliar sus inmensas riquezas conquistando en duras peleas botines y tesoros, dedicaba su vida a vegetar por palacio cuidando de que sus flores estuvieran bien atendidas. No se podía decir de él que fuera persona de carácter perverso para con su pueblo, aunque sí, muchas de las familias que componían su reino no estaban de acuerdo con su comportamiento en lo que a atenciones hacia ellos se refería. No siempre era así, pues, principalmente, estos altibajos que sufría su forma de actuar, era debido a que al carecer de una fuerza de voluntad regular, se dejaba arrastrar por unos momentos de ira que hasta a él mismo, muchas veces, le sorprendía. Por aquellos días pasó por allí un viajero que a pie, zurrón al hombro y un cayado como compañero, se detuvo una noche compartiendo con una de las familias, cena al amor de la lumbre y disfrutando de amena conversación, basada esencialmente en las artes y costumbres de algunos de los pueblos que llevaba ya recorrido. Santiago Martín Moreno 30
  • 31. Al Ponerse el Sol A la mañana siguiente el acontecimiento de la noche anterior era la “comidilla” de toda la gente, tanto los hombres como las mujeres cada uno en su labor, se maravillaban de los pormenores puestos en su conocimiento sobre cierto señor que vive muy unido a su pueblo, más allá de su frontera. El señor de esta gente, muchas veces contrariado por su falta de iniciativa, pero maravillado por cuanto aquél criado le contaba acerca de aquél otro señor, le dijo: <Vete allá, estate unos días y vuelves para informarme de todo cuanto veas y oigas>. Partió aquél criado, y al quedarse el señor sólo, en sus ojos comenzaron a brillar las lucecitas de la ilusión que estaba poniendo en la esperanza de conseguir cómo mantener estable su voluntad, pues esperaba que la inmensa felicidad que su gente disfrutaba era debido a que conocían el secreto, y él muy pronto lo sabría también. Pasado un tiempo después que hubiera vuelto el criado, el pueblo comenzaba a ser más feliz de lo que ya lo fuera antes; así con la información que tenía, estaba en todo momento dedicado a atender necesidades materiales, aunque no podía ayudar de otra forma porque carecía de elementos para ello y esto no sólo le entristecía, sino que en ocasiones lo hacía enfadar haciéndole caer en su propia trampa, pues terminaba diciéndose que no había variado, que se encontraba igual, sin iniciativa porque cuanto hacía realmente no era más que copiar, limitándose a hacer parte de lo que del otro señor conocía. Y tanto pensó en ello que no sólo comenzó de nuevo a encontrarse mal, sino que ya lo llamaba “extranjero”. Cierta tarde fue a verlo a palacio un campesino manifestándole la necesidad de comprar dos bueyes, y dándole la cantidad que necesitaba, el campesino se marchó, Santiago Martín Moreno 31
  • 32. Al Ponerse el Sol pero no había salido del palacio cuando oyó que el señor lo llamaba. De nuevo en su presencia, le preguntó: <¿Cuánta familia tienes?> <Mujer y dos hijos> -respondió el campesino-. Entonces, y poco menos que enfurecido aun a pesar de que ante la respuesta no había preguntado nada más, volvió a insistir: <¿Y con tan poca familia necesitas aún más bueyes?> El campesino, que también cayó en la trampa que nos tiende nuestra propia incomprensión, le contestó: <Tomad vuestro dinero y en mi casa podréis recoger cuanto me disteis porque me marcharé de aquí, ya que tengo entendido que existen otras tierras y otros señores a quien servir y que estarían toda la vida dándome con el sólo fin de que todos vivamos en armonía>. Tan mal le cayó esta manifestación a su ya de por sí crecida envidia, que decidió partir a conocerlo personalmente e intentar encontrar la forma de eliminarlo pues había vuelto a no ser feliz al no pensar más que en lo que le fastidiaba aquél otro señor. Al día siguiente tomó un carretón, unas bolsas de oro y unas ropas viejas, y se puso en marcha… Tras varias jornadas de viaje llegó al palacio no encontrando a nadie ni en la puerta ni en el vestíbulo por lo que decidió entrar y asomarse a un hermoso patio. Entrando en el, se acercó a un hombre que mojaba sus manos en uno de los estanques al tiempo que quitaba unas hojas de su superficie. Cuando estuvo a su lado le preguntó: <¿Eres criado de este palacio?> a lo que el hombre respondió: <Si así lo entiende…, aunque saber me gustaría, ¿quién es eres y que se te ofrece?> <Verás…,> Y sin preocuparse absolutamente de nada le contó una pequeña historia y continuó diciéndole que necesitaba hablar a solas con su señor. Metió una mano entre sus ropas y extrajo una bolsa, prometiéndole otra más si le Santiago Martín Moreno 32
  • 33. Al Ponerse el Sol ayudaba. Seguidamente le preguntó; <¿Cómo puedo verlo a solas?> Muy bien –dijo el hombre sin inmutarse-. <Escuchad: dentro de un rato él tomará esa barquilla y se irá al centro de aquel gran estanque donde pasará dos horas dedicado a la meditación. Nadie le molesta, pero si quieres puede tomar aquella otra barquilla y al tiempo llegar donde se encontrará dedicado a su meditación>. El hombre desapareció por una de las puertas de acceso a los aposentos privados, mientras el viajero y tras un tiempo de acecho tomó la barquilla, y adentrándose en el estanque se acercó sigilosamente a la frágil embarcación ahora quieta en la quietud del atardecer; la abordó en silencio y pasó a ella. Se acercó con el puñal en la mano al hombre que allí se encontraba aparentemente absorto consigo mismo. Ante aquél enemigo, –según él-, levantó el brazo armado con la daga para descargar el golpe, al tiempo justo en que el hombre alzaba su rostro, y al ver en él la cara del criado con el que momentos antes había estado planeando el encuentro, el puñal le cayó de la mano. <Qué te pasa? >–le preguntó el hombre con dulzura-<Venías a darme la muerte, pero, ¿por qué?> <¡Porque hasta que tú no mueras yo no podré ser feliz en mi reino!> <¡Pues hazlo pronto, dame –si es tu necesidad, la muerte que ardo en deseos de concluir mi vida con una obra de caridad!> <¿A que obra te refieres?> <¡A cual va a ser…!> <¿No dices que con mi muerte tendrás la felicidad? pues a esa me refiero, no deseo más en el mundo que ver felices a aquellos que me rodean o tienen necesidad de ello… <¿Es posible que tu corazón sea tan grande y tu Bondad tan inmensa que eres capaz hasta de dar la vida por quien sabes que sólo alberga envidias y odios hacia ti? Ya no Santiago Martín Moreno 33
  • 34. Al Ponerse el Sol podría matarte, acabo de darme cuenta que es verdad cuanto me contaron, y se quedan muy cortos.> Inclinándose ante él en una humilde y sincera petición de misericordia, le preguntó: <¿Podrías perdonarme? porque si quisieras hacerlo, uniría al tuyo mi reino y enriquecido aun más con tu sabiduría, cuantas y cuantas obras podríamos realizar a favor de nuestros pueblos. Por ello, si me concedes tu perdón, me atrevería a pedirte que fueras mi amigo, pues en este momento no deseo en el mundo más que tu amistad.> A lo que aquél hombre respondió con el rostro iluminado: <¡Cómo voy a negarte mi perdón, y sobre todo mi amistad si hace un momento te estaba dando mi vida!>. L A C A R I D A D Cuántas veces nos miramos En el espejo, y vemos en él La imagen que rechazamos Al tiempo que justificamos. Santiago Martín Moreno 34
  • 35. Al Ponerse el Sol La tercera de las Llaves Universales es la CARIDAD. A veces el camino se nos presentará con una angostura tal que dudaremos el poder pasar por él; nuestro deseo de transitarlo, de seguir adelante, será motivo más que suficiente para que sus márgenes se replieguen ofreciéndonos cortésmente su espacio. No obstante, este hecho no será necesario cuando lleguemos al tramo ondeando a los vientos de la necesidad la bandera con los colores sublimes del apoyo, el amparo, el auxilio, y ese largo etc., que hace que ella pertenezca a una de las más excelsas casas en cuyo escudo está representada sobre un campo de oro sembrado con la Fe y la Esperanza el género Humano. C A R I D A D Santiago Martín Moreno 35
  • 36. Al Ponerse el Sol Debajo de aquella frondosa rama por cuyo extremo tomaba vida en la hermosa Encina, el Sol comenzaba a calentarme las piernas al haberse desplazado; al parecer con más rapidez de lo acostumbrado, noté cómo un cosquilleo hacía que me sintiera un poco nervioso; mucho me había costado fabricarme aquel delicioso sillón vegetal al pie del árbol entre el perfumado Romero y el no menos oloroso Poleo, para que la faja ultravioleta que alteraba mi tranquilidad, hiciera que tuviese que variar de postura. Aquello me incomodó, por lo que volví a buscar nueva forma con el fin de que el extremo del lecho quedara nuevamente bajo la protección del magnifico brazo. En aquella actitud reflexiva, a si el Sol había corrido más que de costumbre, o si había sido la rama que al haber envejecido más de prisa que otras tardes y perdida su fuerza había languidecido unos centímetros, me llamó la atención una paloma, que, posada justo unos metros delante de mi parecía como si quisiera hablarme… Me sorprendió sobremanera su plumaje, pensé que no era propio de un animal como aquél, simplemente porque todos los animales tienden a poseer en gran medida y por naturaleza, un colorido propio para poder camuflarse ante sus posibles depredadores; pero éste no, era una paloma y en cambio su plumaje era de un Rojo intenso y bellísimo, como bello e intenso es el color natural de su hábitat; no podía haber más contraste entre el Rojo de su pluma y el Azul Celeste del espacio en el que se desenvuelve. Estuvimos –creo recordar- durante algunos minutos observándonos; era extraño su comportamiento, al menos para mí, y en aquel momento alcé el brazo y lo agité: ¡nada…! Allí seguía mirándome. No sé exactamente cuanto tiempo estuvimos así, me pareció esa fracción de segundo en Santiago Martín Moreno 36
  • 37. Al Ponerse el Sol la cual nos vemos obligados –a veces- a tomar una decisión definitiva –en ocasiones negativa- en una situación no prevista, aunque sí archivada. El caso es que cuando me di cuenta ella se había dormido sobre el mismo lugar en el que se encontraba, y yo me dormí sobre el mismo sitial en el que en un tiempo al parecer conscientemente descansaba y ahora inconscientemente habría de pasar la noche. Muy pronto, como siempre que se es ajeno a ello llegó la mañana. Abrí los ojos y allí estaba, justo en el mismo lugar, justo en la misma postura, no podría decir cual de los dos despertó primero, cierto que cuando desperté ella tenía los ojos abiertos, pero pudiera haber ocurrido que como la paloma los abre “al golpe”, hubiéramos coincidido; y así en esta divagación caí en la cuenta de que ayer, el disco Solar hizo mella en mi piel, y sin embargo no había sentido la más mínima gelidez nocturna. Nuevamente aparecía en desafío el cálido círculo brillante por encima de las crestas montañosas, y al chocar contra el plumaje de mi silenciosa y espectadora compañía, lo hacía encender más y más cual si de una antorcha se tratara. De nuevo comenzamos a clavar nuestras pupilas en espera de que alguno de los dos hiciera al menos algún gesto; transcurría el tiempo, la mañana, y nada sucedía. ¿Sería posible que volviéramos a dormir otra vez sin…? Me estaba preguntando esto, cuando observé que el animalito sacudió una de sus alas. En ese momento me sentí dichoso, algo iba a suceder, lo ansiaba, pero cual fue mi sorpresa al oír un segundo después, un seco y corto ruido ensordecedor, giré la cabeza hacia donde aun el eco resonaba y un amargo presentimiento inundó de amargura el más pequeño y hondo rincón de mis entrañas. Raudamente volví la Santiago Martín Moreno 37
  • 38. Al Ponerse el Sol cabeza hacia la paloma y la ví con dolor caída de su pequeña atalaya mortalmente herida; su plumaje cobraba ahora, curiosamente, un color Verde, hermoso como no lo había visto nunca, y observé como su pico al haber inclinado la cabecita sobre la tierra aun húmeda, había dejado una marca en su recorrido de agonía, la cual dio la sensación que debía ser interpretada como una especia de flecha, indicación que estaba en dirección hacia un bellísimo y no muy lejano Lirio aun bañado por diminuta gotas de rocío. Como desgajado del conjunto de pensamientos; como si en ese momento me hubiese quedado desconectado de mi mundo, me levanté y lentamente me acerqué a ella tomándola entre mis manos, aun su frágil cuerpecito estaba caliente; un instante después en mis células sensitivas se registró la impresión de que pesaba aun menos. De dónde llegó esa impresión, no lo sé, lo cierto es que nunca había tenido entre mis manos a una paloma… Hice, como pude, un pequeño agujero al pie del Lirio y la deposité dulcemente, lo cubrí de tierra y mis ojos se inundaron de lágrimas. Lleno de un más que extraño cansancio comencé a alejarme del lugar; descendía por la sinuosa falda del monte cuando al mirar hacia arriba contemplé una Paloma Blanca como la nieve, la seguí con la mirada hasta que desapareció en la lejanía, sin embargo cuando su vuelo se interpuso entre mis ojos y el Sol, su plumaje cobró un encendido color Rojo… L A G R A C I A Santiago Martín Moreno 38
  • 39. Al Ponerse el Sol Sobre la arena de la Playa… Había un pez muerto; Le saqué el corazón, Y ví que era el Corazón De un hombre. La cuarta de las Llaves Universales es LA GRACIA. En nuestro afán de superación, no sólo habremos de vencer el repecho que nos aguarda en el camino, sino que, y principalmente, hemos de luchar encarnizadamente contra lo inferior de nuestros deseos, que disfrazados de maleza, se mezclan entre las buenas acciones vertiendo su veneno e intentando provocar el estancamiento en la evolución. Nos fue regalada la inteligencia por el Don con el que fuimos favorecidos, y ello nos permitirá entrar en la lucha real. El gran triunfo ante la adversidad, será el mejor de los servicios que podamos ofrecer a nuestra vida para más tarde colmarla de magnificiente espiritualidad. Santiago Martín Moreno 39
  • 40. Al Ponerse el Sol LA GRACIA La tempestad arreciaba cada vez con más fuerza, cada vez con más coraje, cada vez con más furia. Aquél marinero, de pie sobre el Castillo de la Proa de aquella frágil embarcación, se sacudía violentamente cada vez que aquellos embates le desplazaban de su vano intento de mantener la Caña en la posición correcta para poder hacer frente a aquella horrible y –para él hasta entonces- desconocida tormenta. Una y otra vez atenazaba la rueda, y esta, en un girar y girar desenfrenado, fuera de todo control escapaba escurriéndose de su manos. Empapado por el fuerte aguacero, y desbordado por los golpes de la mar que, irrazonablemente tanto le entraban en cubierta por la banda de Babor como por Santiago Martín Moreno 40
  • 41. Al Ponerse el Sol la de Estribor, hacían inútiles sus titánicos esfuerzos por mantener aquel Velero equilibrado. Miró hacia arriba en un acto de súplica rebelde… Decenas de gotas, cientos de gotas, millares de gotas frías y desnudas, se abalanzaban sobre él, cejando el intento de vislumbrar un trozo de Cielo Azul, un trozo de Esperanza. ¡Aun mantengo los palos enteros! –pensó-. En su dura lucha contra aquellos elementos, aun prevalecía el orgullo de un dominio. Era mucho lo que -pensaba- se debía así mismo... Había sido él el que quiso crear una nueva ruta, alcanzar una nueva meta, poder recibir nuevos honores… La tarde iba cayendo pero él no la veía; el Sol continuaba su lento caminar hacia su Ocaso pero, él no lo veía. La noche sería lo que tuviera por compañera; la noche y la tormenta; la tormenta y la noche, y junto a ellas la mar embravecida. Ambas confundidas y aliadas, hacían su juego, un juego en el que aquél marinero no podía tomar baza alguna, estaba demasiado atareado en poner en orden: Caña y Velamen, Velamen y Caña. Los vientos, escoraban el Velero hasta hacer besar la Cofa los abismos negros que las gigantescas olas dejaban al ir a chocar contra alguno de sus costados. Una y otra vez golpeaban su maltrecho casco. Santiago Martín Moreno 41
  • 42. Al Ponerse el Sol De pronto, el rugido del mar quedó tapado por el crujir de uno de los maderos. Las altas velas arrastradas en su caída sobre la cubierta, dejaron a la vista el palo mayor que a un metro de su altura había sido quebrado por el fuerte oleaje, por un desmedido golpe de la mar. Ya eran pocas sus esperanzas, y mucha la negrura de aquel mar cada vez más embravecido; y él lo sabía, lo había sabido siempre pero, tenía que intentarlo, tenía, debía intentar una nueva ruta a través de la cual poder conseguir aquella meta, su meta… Desafiando a la tormenta, tomó un cabo y se lo ató a la cintura. Colocó sus brazos y manos sobre la Caña y comenzó a sujetarla con todas sus fuerzas. El viento huracanado continuó golpeando a aquel Velero, golpeando las entrañas de aquél osado marinero. Por aquellas costas, aun a algún viejo lobo de mar se le oye en la Taberna del Puerto una leyenda acerca de cierto marinero que fue encontrado exhausto en una de aquellas ensenadas, sobre la que se comenta: casi nadie puede llegar; de una que, al parecer, es como si estuviera guardada por peligrosos y afilados arrecifes que nadie vió nunca. Lo más sorprendente de esa leyenda, es que según cuenta aquél viejo lobo, cuando después de las negras y tormentosas noches amaina el temporal, él, se asoma al malecón casi destruido de aquella vieja ensenada, y allí, a sus pies, y sólo a unos metros de profundidad cree ver la figura plateada de un desvencijado Velero, y es en ese momento cuando mirando fijamente hacia arriba, asegura como ese reflejo también se deja ver por entre el primer claro de Azul-Blanco-Celeste, que Santiago Martín Moreno 42
  • 43. Al Ponerse el Sol en el Cielo da entrada a un nuevo, tranquilo y espléndido día de Sol y calma total. L A J U S T I C I A Al igual que el gusano Llega a ser una bella Mariposa, Así el hombre y su Equilibrio Debe llegar a ser un Angel. La quinta de las Llaves Universales, es la JUSTICIA. Debemos conseguir ensanchar nuestro conocimiento aunque nos llene de aflicción; ella será pasajera si logramos que nuestro camino sea lo más recto posible pues el sendero de la rectitud no sólo nos hará llegar en su justo tiempo, sino que además llegaremos limpios de posibles y sucias rozaduras que, siempre serán ajenas a nuestros deseos. Habremos de caminar con cautela, pues cada error cometido, Santiago Martín Moreno 43
  • 44. Al Ponerse el Sol cada falta, hará que nos detengamos a reflexionar con lo que perderemos un tiempo precioso y que no volveremos a recuperar. Cuando estemos en ello nos entristecerá el ver como lo dejamos escapar cuando lo podíamos haber utilizado, o -en ocasiones- aprovechado de mejor forma. J U S T I C I A Tenía la espalda chepada por los años, cargada por el tiempo que llevaba caminando por aquel sendero. A cada paso, a cada trecho el mismo pensamiento: ¿Cuándo llegaré? Hacía mucho tiempo que la idea de llegar hasta el final de aquel sendero, se metió en su cabeza… ¿Cuánto ha transcurrido desde entonces? Recordaba de cómo se comportó aquella noche; recordó, cómo ya muy alta la madrugada sintió el deseo de saltar de la cama y salir corriendo. Al principio se dijo: Sí, pero… ¿Hacia dónde? Más tarde, cuando ya tenía los pies en el suelo y se encontraba vestido, supo por aquel resplandor, hacia donde dirigir sus pasos; salió y se encontró en el camino, en ese camino por donde de forma incansable continuaba en este mismo momento. Quiso sentarse un poco, pero no pudo; ¿Qué se lo impedía…, acaso no le vendría bien un rato de descanso? Una vez más entendió que no, algo le decía muy dentro de él, que no podía perder ni un segundo. Santiago Martín Moreno 44
  • 45. Al Ponerse el Sol Ella estaba allí, al final, casi podía verla en toda su inmensidad… ¡la tenía tan cerca! La angostura de la forma le hacía perderse entre sus propios pensamientos… “Hace mucho tiempo que no le doy cuerda a mi corazón, pero sé que me llama cada día antes del alba y me obliga a pensar, y a darle vueltas a un millar de cosas, de momentos vividos, de tiempos por vivir. Vivo en la ciudad, pero desde la ventana de mi cuarto no veo el campo acunando al bosque y a la pradera, con su hermoso amanecer preñado de aromas y escandalosos cantos… y un camino; así la vida tantas veces, sin dejar claro con frecuencia si es Otoño o Primavera, si es Ocaso o Alborada. El tiempo, las personas, las cosas, las situaciones, son como una flor más en la gran maceta del gran patio; a veces tengo la impresión debido a mi pequeñez, que esa tierra la voy cruzando por algún sitio, hacia el misterio…” El rápido y asustadizo vuelo de una Mirla entre retamas le hizo volver en sí. El camino a veces se estrechaba, a veces se ensanchaba, aunque poco pues a ambos lados habitaban gran cantidad de plantas silvestres, unas dulces y otras amargas pero, todas bellísimas. El aroma era de lo más variado y ninguna requería de su necesidad, aunque sí, todas de su atención, esto colmaba y relajaba en cierta medida su impaciente caminar, más difícil cuando llegaba a algunos Santiago Martín Moreno 45
  • 46. Al Ponerse el Sol trozos en los que el firme del sendero era un mar de guijarros y piedras, a veces desprendidas de las orillas y que en su rodar quedaban presas en el centro de la vereda. Inmerso en sus propias e infantiles protestas, se perdió entre sus pensamientos cuando miraba la tierra… “Con estas manos trabajé la tierra, y ahora, que orgulloso me siento de ello. Recuerdo como sentía en la yema de mi Alma, su frescura y el olor de la hierba recién cortada, y como la acariciaba cuando la dejaba limpia de la maleza siempre acechante. Yo la cuidé, ella me dio plantas, luego hermosos frutos y más tarde semillas; ahora te la ofrezco, ahora que es mi nostálgia; esa tierra que ayer fue mi tarea y que mañana será mi destino. A través de ella me llegó el Pan; a través de ella me llegó el Vino; con ambas vestía de Domíngo la mesa de mi casa, junto a los míos; ella fue el Agua y la Sal de mi partida y hojalá sea el Aceite de la Arcusa en mi llegada… Nuevamente, algo debió de llamar su atención, y aunque lastimado por lo incómodo del terreno cuando en ocasiones pequeñas piedrecitas se clavaban en las ya desgastadas suelas, y cansado por días y días del continuado esfuerzo, no sentía el peso de sus botas. Ya la tarde estaba comenzando a hacerse un sitial entre los helechos pespunteados del Horizonte, y cuando, y como por arte de mágia se convierta en noche, habrá comenzado un nuevo proceso en el infinito reciclar de la Vida y de la Muerte. El cansancio se apoderó de él, y aunque se resistió, no consiguió ganar la pelea cayendo en un profundo, apacible y reparador sueño. Santiago Martín Moreno 46
  • 47. Al Ponerse el Sol “Estoy muy cansado, muy cansado… ¡Aquí me tienes! Esta noche no quiero huir, no tengo tanto que hacer, ni tantos planes, ni tanta soberbia, nada de importancia que te pueda ofrecer, aunque sí, la oportunidad de seguir mañana… Sin embargo ahora, después de este atardecer estoy tranquilo, sé que me queda mucho tiempo por delante para remover recuerdos, para recordar lo que fui en otro tiempo, para buscar en qué rincón de mi alforja dejé olvidado tu mensaje. Cuando todo pase, todo estará más claro. De nuevo vendrá el Alba y entonces todo estará listo. Pero, ahora estoy observando como vuela mi cometa, y veo como su cola está hecha con esa infinitud de tonterías mías que, amarradas con el largo hilo de mis errores terrenos me llenan de compasión”. La quietud de su cuerpo templado y recostado sobre la hierba a un lado del camino, sólo se vió acariciada por los primeros rayos del viejo Sol que una mañana más hacía su aparición dispuesto a cumplir con la misión que le fuera encomendada el día en que fueron rotas las tinieblas. El conocía muy bien aquel significado, sabía categóricamente qué, la misión de la noche es recordar continuamente, cada día que de no practicar un buen comportamiento, de no practicar la ética en todo su esplendor, la Misericordia infinita del Padre puede un día convertirse en finita, y sumergir a gran parte de la Humanidad en la más oscura de las tinieblas, en la más larga y lúgubre de las noches. Como enfadado consigo mismo se puso de pie, se adentró unos metros y se refrescó en el chorro un pequeño Manantial; de nuevo se abrió paso entre las aceitosas jaras, y se encaminó una vez más hacia el sendero. Una vez en él, algo le Santiago Martín Moreno 47
  • 48. Al Ponerse el Sol llamó poderosamente la atención: era como si aquel trozo del camino en el que se encontraba, y dispuesto a continuar, ya lo conociera, era como si ya hubiese pasado por él, y se preguntó: “¿Es posible que en algún momento haya retrocedido sin darme cuenta?” Anduvo unos pasos en ambas direcciones y comprobó que en ninguna de las dos había estado antes. Se detuvo un buen rato y estuvo analizando la extraña y sorprendente situación. Un mar de pensamientos le desvió del centro de su atención y se encontró inmerso en cómo estuvo llenando su Vida de años, en lugar de haber estado llenando sus años de Vida, o quizás sí lo hizo… “Después de años y años de peleas constantes contra todo y contra todos, de angustias; a pesar de tantas y tantas pruebas… Y ver la luz, y ese amanecer en el jardín de sólo tú sabes qué lugar. Haz que pueda ver, pues lo que veo no me sirve; haz que vea, en las situaciones dudosas y difíciles, y sobre todo en aquellos momentos en que todo se me aparece Negro, y lo extraordinario ya no existe. Deseo ver en la sombra, en la duda, en el silencio, en este mundo que casi sin ser nuevo para mí, no entiendo o acaso no quiero entender porque estoy demasiado aferrado a mi torpe egoísmo; deseo ver en las preguntas que me hice y en las que aun tengo en el Aire, pendiente de provocar una firme contestación, y de las que me quedaron sin respuesta por temor a que me pidieran demasiado, como aquellas flores que están por ultimar su floración y no me atrevo a cortarlas porque es estúpido pretender, que sea una flor quien adorne a la flor”. Santiago Martín Moreno 48
  • 49. Al Ponerse el Sol La refrescante brisa de la mañana lo hizo regresar de su ostracismo, y recordó que tenía algo pendiente que resolver… Al final del análisis comprendió que no había entrado en el camino por el mismo lugar que lo abandonó sino que lo había hecho por unos metros más adelante. Esto le tranquilizó pues se dio cuenta de que al menos seguía la dirección correcta, no obstante no las tenía todas consigo por lo que determinó seguir ya que intuía que en aquel cercano horizonte, y en la hora del mediodía se haría presente Ella. El Sol comenzaba a marcar casi una línea vertical entre él y aquel lugar del sendero por el que caminar en ese momento; de vez en cuando se quitaba la gorra y se secaba el sudor que le producía el esfuerzo al llegar a algunos repechos más pronunciados; él sabía que siempre era cuesta arriba, el mínimo desnivel engañaba, sin embargo, la fatiga le recordaba continuamente la ascensión. Desde la última vez, había transcurrido un buen rato, tanto que el Sol, ahora a su espalda le hacía proyectar sobre el suelo, delante de él su propia sombra; seguía caminando al tiempo que meditando y fijo en la silueta, pensaba que una vez más, la tarde estaba a punto de entrar nuevamente en su vida, era como si por su fino olfato entraran los aromas de las nieves, color de vestido inmaculado para el crudo Invierno a cuyo banquete acuden almendras y castañales… “Todo pasa, transcurre, se olvida, pierde y se desvanece cual hoja seca por su inevitable condición de caduca. Con el resto el final, y con él el Invierno, y así se olvida que hubo flor de Primavera. Santiago Martín Moreno 49
  • 50. Al Ponerse el Sol Deseo hacer fácil mi tarea, preparar el nuevo camino sin las tontas alforjas cargadas de vanidades; lograr una despedida más tolerable, más coherente para que en esa Primavera que siempre te llevé promesas y que en Otoño te traje desengaños, pueda sembrar un recuerdo, y que en la próxima cosecha sean abundantes sus frutos”. Una bandada de gorriones en busca del habitual refugio donde pasar la noche llamó su atención, y se dio cuenta de que el Ocaso comenzaba a vestir la tarde de un Crepúsculo Cárdeno y Anaranjado; observó cómo ante sus ojos la sombra se desvanecía, y fue, justo en ese momento cuando sin poder seguir caminando se encontró como envuelto por Ella. Aquel resplandor era como un manto que lo protegía. Fue mucho tiempo el que estuvo allí, estático, sin moverse ante su propio asombro, tanto que cuando volvió en sí, estaba amaneciendo, no recordaba haber movido absolutamente nada de su cuerpo, ni uno sólo de sus músculos se había alterado; sus ojos seguían perdidos en la visión de aquel hermoso y para él, puro resplandor. Cuando miró de nuevo sobre el plano del sendero, se dio cuenta de cómo delante de él ya no quedaba sendero, ya no quedaba camino, sólo había el vacío… “Al final de la ascensión está la Cumbre. Al final del sendero, la Meta. Al final de la desesperación, la Esperanza. Al final del Invierno, la Primavera. Al final de la Vida, la Vida… Santiago Martín Moreno 50
  • 51. Al Ponerse el Sol Más, cuando todo se ha ido; cuando todo no está, y cuando lo accesorio ha desaparecido… ¡Se ve muchísimo mejor el Esplendor del Cielo! LA MISERICORDIA La Tristeza, embarga el corazón de quien al mirarse en el espejo con la zamarra del Cordero, sólo ve reflejada la imagen del Lobo… La sexta de las Llaves Universales, es LA MISERICORDIA. Santiago Martín Moreno 51
  • 52. Al Ponerse el Sol Son muchos los recodos que el Camino Real de la Vida tiene en sus primeros trechos; los encontraremos entre cortos espacios para evitar que caigamos en la simpleza, para que estemos alertas y permanezcamos despiertos. Una de tantas ocasiones para aliviar el peso de nuestro cansancio, es mirar de reojo la posible necesidad de a quien a su vez camina a nuestro lado ya que de esta manera conseguiremos sacar de su letargo en sentimiento de ternura que llevamos dentro. Recorrer el camino en la más absoluta indolencia, nos hará correr el riesgo de caer en la trampa de la mente envidiosa que, necesitada de protagonísmo, nos hará mirar continuadamente hacia el lugar donde nuestra memoria guarda todo aquello que tratamos de olvidar; ello lo podremos evitar mirando hacia atrás, pero, no para encontrar consuelo en aquellos que nos siguen, porque su carga pudiera ser mayor que la nuestra, sino para no dejar en ese olvido que nosotros estamos en las mismas o parecidas circunstancias. M I S E R I C O R D I A Como cada mañana, Hombre salió a la cálle aquel día. Era, en apariencia, un día radiante de cualquier mes, pletórico de Sol; que importaba, una vez más la fetidez del ambiente ahogaba a Hombre de nuevo; verdaderamente sentía nauseas como cada día, pero que le iba a hacer. Hombre no tenía más remedio que lanzarse a la calle, a aquel vacío, aunque repleto hasta el borde de inmundicia. Al doblar la esquina, le llamó la atención un grupo de gente que, en voz alta y fuera del más elemental equilibrio en la palabra, comentaban algo que Hombre no Santiago Martín Moreno 52
  • 53. Al Ponerse el Sol conseguía entender. Se acercó y se quedó sorprendido al observar lo que motivaba aquella extraña reunión… Justo por la ranura que divide al bordillo del acerado de aquella calle, que, de pronto le pareció desconocida, florecía un Lirio… ¡un Lirio! ¿Un Lirio aquí? –sé preguntó- ¡Dios, pero que hermoso! Pero, ¿cómo puede haber nacido aquí, aquí precisamente, tratándose además de una de las más delicadas de las flores? Gentes iban y venían a curiosear; nadie daba apenas importancia real a semejante acontecimiento. Algunos de los transeúntes, con tal de no agacharse le pasaba la punta del zapato. La Flor se estremecía, sin embargo era maravilloso ver como volvía a su siempre erguida postura, como si estuviese en estado de observación. Hubo alguien que al intentar quebrar su tallo hizo que Hombre se sorprendiera aun más, pues lo soltó inmediatamente sin haber conseguido troncharlo, apareciendo en uno de sus dedos una gota de sangre. Muy pronto se suscitó el comentario: ¿Cómo es posible que se haya pinchado con un Lirio? Se ampliaban los comentarios y todos acordaron en que ya sólo se trataba de una flor rara, de una flor extraña. Sin embargo, para Hombre estaba claro, muy claro, era un Lirio y de eso no tenía la menor duda, no obstante se agachó y estuvo observándolo durante mucho rato, un rato muy largo. De vez en cuando miraba Hombre a la gente y siempre veía caras diferentes y oía comentarios más o menos dispares. Santiago Martín Moreno 53
  • 54. Al Ponerse el Sol Hombre seguía observándolo, había algo en él que lo atraía. ¿O era la necesidad de mitigar aquel aire pestilente con aquel otro aroma que el Lirio desprendía, o tal vez e inconscientemente indagaba entre sus pétalos, con el fin de encontrar algo…? Pero, ¿qué? Lo cierto fue que cuando pensó en el tiempo que llevaba allí, estaba sentado en el bordillo de aquel acerado, y fue entonces cuando se dio cuenta de que la tarde estaba cayendo y la semioscuridad había hecho que se hubiera quedado sólo, pues el Lirio aun a pesar de tenerlo prácticamente a su lado apenas podía ya verlo, apenas lo divisaba. Con un poco de miedo, o tal vez respeto, acercó sus dedos hacía él, temeroso de que ocurriera igual que anteriormente; rozó sus pétalos suavemente y el Lirio no se inmutó. Decidió llevárselo, hurgó en la ranura con las uñas y pudo extraerlo apartado la fierecilla; lo tomó por el tallo con precaución extrema y se fue a una tienda que estaba a punto de cerrar. Pidió un trozo de papel para darle mayor protección y, envuelto amorosamente, se lo llevó a su casa con el fin de tenerlo plantado en una maceta, era como una necesidad de tenerlo sólo para él… sólo a su cuidado. Cuando llegó a su casa y contó lo ocurrido tampoco se le dio mucha importancia; entonces abrió el envoltorio para mostrarlo y cual no sería su sorpresa al darse cuenta de que allí no estaba el Lirio, aunque observó cómo en el papel se había quedado adherido un estigma… Este pequeño y a la vez maravilloso trocito de aquella maravillosa Flor, lo guarda en un lugar adonde difícilmente nadie podrá llegar, al menos que sea un Lirio, y allí quiere que crezca para convertirse en otro hermoso Lirio, y está seguro de que lo conseguirá porque en ocasiones su camino se endulza con aquel aroma. Santiago Martín Moreno 54
  • 55. Al Ponerse el Sol Hace algunos días, Hombre ha conocido a unas gentes que curiosamente despiden un aroma que, en algunos momentos, le recuerdan el mismo aroma de su Lirio. Hombre es ahora más feliz, pues ha tenido un sueño en el que el Lirio se convertía en Hombre… E L P E R D O N Podrás derramar tus Lágrimas Para alimentar una flor, Pero, no podrás evitar Que haya de secarse… La séptima de las Llaves Universales, es EL PERDON. Santiago Martín Moreno 55
  • 56. Al Ponerse el Sol Durante el a veces tortuoso transitar por el sendero, habremos de enfrentarnos con algunas pendientes consideradas imposibles de superar; nuestro esfuerzo conseguirá acceder una y otra vez a cada loma, a cada altozano. Cuando estemos descansando y disfrutando del hermoso y bello paisaje que la altura nos regala, debemos entender que ello es parte de todas y cada una de las llave, pero no significará en modo alguno, que estaremos liberados del peso de nuestras culpas, cargaremos con ellas hasta que llegue el momento en que como Juez y partes, nos impongamos y cumplamos las penas que con absoluta imparcialidad haya de correspondernos. Por el infinito AMOR que el Padre nos tiene: Siempre seremos perdonados. Por su excelsa BONDAD: Siempre seremos perdonados. Por lo inmenso de su CARIDAD: Siempre seremos perdonados. Por la grandiosidad de su GRACIA: Siempre seremos perdonados. Por su eterna JUSTICIA: Siempre seremos perdonados. Por su ilimitada MISERICORDIA. Siempre seremos perdonados. Por todo ello, siempre seremos perdonados, pero, al amparo de la Ley Universal que fuera creada por Él, cada culpa, cada falta…, debe ser expiada para un nuevo y purificado renacer ya que sin su más estricta aplicación, nada tendría sentido en la vida. Santiago Martín Moreno 56
  • 57. Al Ponerse el Sol E L P E R D O N Hubo un tiempo en el que el ser humano fue completamente libre, hasta el extremo de que tan sólo él ejercitaba el derecho sobre sus propias decisiones. Era dueño y señor de todo lo que para él había sido creado. ¿Qué le faltó pues para cambiar, para encontrarse infeliz, insatisfecho…? Le faltó aceptar las reglas del completo orden, las Leyes Universales. Cuando dejó de respetarlas, su mente se llenó de imágenes que sólo estaban en ella, y fue así como vió a un supuesto semejante más feliz que él, más poderoso… Hubo otro tiempo después en el que el humano empezó a vestirse de diferente manera, varias prendas constituían ahora su nueva indumentaria: la Soberbia, la Avaricia, la Envidia, el Egoísmo, la Vanidad, el Orgullo… Su forma de vivir varió, se alió con todo aquello que le proporcionaba comodidad sin esfuerzo alguno; el desinterés ante el trabajo que demandara un mínimo de sacrificio se hizo patente. En su carrera evolutiva, apareció el fantasma del estancamiento envolviéndolo en sus sombras. Los deseos se adueñaron de su Voluntad y el mal, a través de su mente, se manifestó como su único e incondicional “amigo y protector”. Un río de pasiones comenzó a circular por su corazón, convirtiendo el sentimiento en un náufrago ante las embestidas de los feroces pensamientos enemigos de la Naturaleza. El placer paradisíaco de aquel tiempo se truncó en Santiago Martín Moreno 57
  • 58. Al Ponerse el Sol un desenfrenado e incontrolado estado lujurioso, el vicio hizo cuna en él, y ante tan cómodo estar ya nunca se quiso ir. En su triste paseo por el sendero negativo de la vida, el ser humano va sembrando cada vez más y en mejor tierra la semilla desprendida de la energía negra qué el mismo genera con su manera de ser y actuar, con su forma de entender su propio comportamiento. Las fuerzas que rigen las disciplinas universales, las reglas cósmicas hacen prevalecer periódicamente la Ley de Causa y Efecto. La Naturaleza, cansada del desamor al que el ser humano la tiene sometida, también se despereza y blande su única arma cual es la alteración espontánea de su propio curso. La cómoda ignorancia le ha llevado a no querer saber nada de sus orígenes, como tampoco, saber qué hace aquí, y dónde va después de la muerte física; nada de ello le interesa, circunstancia esta que le hace desconocedor de la dinámica que mueve la rueda de su propio destino, un destino escrito por él y por él dirigido e interpretado. Hubo un tiempo en el que el ser humano comenzó a sufrir el efecto de una causa correspondiente a otro tiempo, e inmerso en la incredulidad abonada con la desidia llegó a nuestros días cargado con el fardo de todos los errores cometidos a lo largo de su peregrinaje por la Tierra. Así cada vez con más afán se aferra a la materia como supuesta sólida base sobre la que apoyar su pobre y decadente teoría de la vida y su realidad. Lucha por no creer, porque sabe que en ese conocimiento vislumbra un arduo trabajo de expiación, independientemente del tributo a pagar ante otro tipo de orden. Cuando pasados o actuales errores requieren capacidad de solución y rectificación, y esta no se encuentra por motivos de una falta de práctica total, es llegado el momento de dar Santiago Martín Moreno 58
  • 59. Al Ponerse el Sol preferencia al abandono o a la indolencia. No consigue ver otra salida, dado que la única que conoció fue la que a lo largo del tiempo engendró su propio comportamiento… Su alianza con el mal, antepuesta a una lucha abierta y encarnizada contra él. En la actualidad, nos hayamos cercanos a cerrar una nueva Era, nuestra Era, y una gran e inmensa parte de la Humanidad continua igual. De cero a dos mil, han sido años más que suficientes para que el ser humano haya tomado profundamente conciencia del daño que hizo, que hace y lo que es más triste: el que se sigue haciendo así mismo. Casi llegado a ese final, ya no habrá más subidas a la cumbre desde la cual se divisan y alcanzan todos los reinos de la Tierra. Ya sólo le queda el estancamiento en las simas pantanosas de la aflicción, donde las tribulaciones son el único lenguaje. Sin embargo, siempre se podrá ver cómo una soga aparentemente Imaginaria, pende sobre la suciedad de las negras y fétidas aguas, para quien alzado por su propio convencimiento de que si quiere puede, trepe por ella en cuyo final encontrará aquel lejano lugar en el que sólo se viste con los colores del Arco iris, y en cuyo recomenzar habrá de enfrentarse con el primero y a veces más difícil de llevar… ¡el Violeta! O T R O T I E M P O Santiago Martín Moreno 59
  • 60. Al Ponerse el Sol LA MEDITACION Esta tarde, cuando el Sol con su lento y sabio caminar iba buscando la raya irregular del horizonte, producida por la arboleda que está a lo lejos, subí a la parte de atrás de la casa; es la parte más alta, es como si fuera una torre, y desde allí puedo contemplar la grandiosidad sencilla del Orto y el Ocaso. Me senté en un rincón, como otras veces, y me dejé llevar de la mirada que de forma penetrante se clavó por unos segundos en la intensidad colorista y luminosa del que conocemos con Astro Rey. Seguidamente cerré los ojos y me di cuenta de cómo mi mente dejó de ser un obstáculo para mí; varios círculos concéntricos, sujetos a la hermosa gama del color Rojo, ocupaban toda mi atención, desde el Rojo más intenso hasta el más claro, se presentaban como la boca de un volcán pidiendo a gritos mi purificación por el Fuego del Amor. Atropelladamente golpeaban mis sienes cantidad de pensamientos que por la rapidez de cómo me llegaban no conseguía entenderlos. En algunos se me hacían Blanco el principio porque mis sentidos llegaban tarde para su percepción; en otros no lograba captar el final porque aun estaba intentado comprenderlos. De pronto, toda la luz de mis ojos cerrados, se hizo una sola y Blanca luz; no quise abrirlos porque tenía miedo a perder la belleza que disfrutaba dentro de mí. Así, con los ojos cerrados me perdí extasiado entre una larga serie de maravillosas reflexiones. No sé cuanto tiempo estuve en el mismo trance, lo cierto es que sentí un escalofrío, Santiago Martín Moreno 60
  • 61. Al Ponerse el Sol ello me hizo abrir los ojos y fue entonces cuando me di cuenta de que nuestro amigo y hermano, el Sol, ya debía hacer mucho rato que había cruzado una vez más la frontera entre el hoy y el mañana. Después de armonizar e intentar recordar aquellas hermosas reflexiones, bajé satisfecho y muy contento pensando que lo que me había acontecido podía haber sido algo así como un premio… LAS REFLEXIONES Antes de que nuestro cuerpo de (Espíritu) se presente ante la LUZ, habremos de limpiarlo muy bien con la sangre emanada de nuestro corazón y la pureza de nuestros pensamientos que son las sustancias de la vida. Habremos de llenar nuestro cuerpo de Energía (Alma) con los mejores frutos (Actos positivos) del planeta que nos ha tocado recorrer, o mejor sería decir: fue el que cada uno de nosotros eligió para su nuevo y actual trabajo evolutivo. Si conseguimos cantidad altamente positiva, significará que hemos relegado a un segundo lugar, pasiones y deseos, y que nos hemos entregado Santiago Martín Moreno 61
  • 62. Al Ponerse el Sol física y espiritualmente a la Voluntad del Padre, en razón de nuestra propia voluntad. Mientras nos dure el peregrinar, mientras sintamos cómo nuestras carnes son agitadas por las olas de la materialidad, mientras no seamos capaces de liberarnos de tantos y tantos amos, y reconocer abierta y absolutamente que en ninguno de ellos hallaremos el inicio, no alcanzaremos a poder ser quien de verdad queremos ser. Al pie del sendero, hemos podido vislumbrar unos escalones, son –o al menos nos pudieran parecer- muchos peldaños antes del comienzo; todos ellos son nuestras debilidades e imperfecciones, todos aquellos defectos que debemos vencer antes de intentar ponernos en el camino, ya que de no hacerlo no sólo sería desastroso, sino imperdonable. No, no debemos intentarlo si antes no hemos sacudido el polvo de nuestros viejos vicios, de todo ese espectro esperpéntico tan apegado a nuestra piel, como si fuera –Loado sea Dios que nos hemos dado cuenta- una protección, cuando no es más que una rémora preñada de energías negativas producidas por tantas y tantas lacras sociales. Una de las causas que más entorpecen nuestro difícil caminar por la vida, es el desprecio a la Libertad y el respeto hacía esa Humanidad que camina a nuestro lado o muy cerca de nosotros mismos. Cuántas veces tememos el qué dirán, obligándonos a hacer cosas a medias, para más tarde caer estúpidamente en la trampa de nuestra vanidad que nos hace presumir de lo contrario. Debemos saber que, para ganar metros en el sendero, hemos de superarnos continuamente, eliminando y rectificando las muchas costumbres contraídas, ya que en las etapas posteriores, la más insignificante contrariedad o disconformidad, puede llenarnos de Santiago Martín Moreno 62
  • 63. Al Ponerse el Sol estremecedoras vibraciones capaces de anular el más mínimo éxito de la empresa, sumergiéndonos en las tinieblas de lo imposible con lo que nunca conseguiríamos vernos favorecidos con nuevas encarnaciones. Hemos de conseguir atrapar esta oportunidad que se nos presenta como una prueba de nuestra Fe. Hemos de triunfar ante toda esa gama de obstáculos que nosotros mismos hemos ido creando. Hemos de darle una nueva valoración a nuestra fuerza, a nuestra paciencia y sobre todo a nuestra comprensión, porque estoy seguro de que ello -con la ayuda del Padre- hará que podamos poco a poco ir limando hasta romper los eslabones de la cadena que nuestra soberbia al dar calor a la envidia y el egoísmo fue forjando día a día en la engañosa fragua de nuestra conveniencia. Ahora debemos pensar que la cualidad que nos puede hacer vencer en esta lucha, podría apoyarse en la paciencia; no podemos sustraernos a la posibilidad de que pueda fracasar en la pretensión de ver realizado nuestro propósito, que en definitiva es la meta de todo ser humano, pero, también ha de llenarnos la idea de que si fracasamos en este intento es sólo cuestión de volver a comenzar… El esfuerzo esta ahí, y como quiera que el progreso Espiritual no puede, –o al menos no debe- detenerse, terminaremos nuestra etapa terrena y actual con el mayor índice posible de éxitos, así tendremos la oportunidad de volver con una calidad humana superior a la que teníamos cuando nos fuimos. Debe tranquilizarnos saber que los actos negativos, producidos por un comportamiento inadecuado, no anulan a los actos positivos como producto de un buen comportamiento, de un comportamiento ético. La diferencia que debemos entender entre ellos, es que los primeros van a uno de los tres planos materiales, este concretamente al Plano Físico (Submundo o mundo de las energías negras), mundo al Santiago Martín Moreno 63
  • 64. Al Ponerse el Sol que acude la mente de algunos seres humanos: drogadictos, alcohólicos etc., para que en su pleno “deliriún”, se proyecten las energías convertidas en monstruos, bestias, deformidades… Los actos positivos van acumulándose en el cuerpo de Energías Blancas (Alma) que posee el individuo adherido como una semilla a su cuerpo de Luz (Espíritu), y el cual, como si fuera una bolsa en la que a mayor cantidad de actos, mayor tamaño por lo que si pudiéramos ver en una persona el tamaño de su Alma, no dudaríamos por un segundo en conocer el grado de su riqueza Espiritual. Por el contrario, la riqueza Espiritual conseguida gracias a ese comportamiento ético, sí limpia el lugar de ese espacio donde las inmundicias fabricadas por el ser humano están concentradas. Un comportamiento apoyado en la Ética, hará que el individuo consiga una Evolución Espiritual, con lo que tendrá asegurada una continuidad, una nueva Encarnación Reencarnación (Metempsicosis o transmigración del Espíritu), un nuevo volver a ocupar otro cuerpo Físico-químico, con el fin de poder seguir hasta su total y más absoluta perfección. Un comportamiento contrario (negativo), no hará que el individuo sufra una INVOLUCION (regreso) por no existir esta. No es cierto que un ser cuando ha conseguido evolucionar hasta humano, ante una trayectoria (nueva etapa) falta de escrúpulos, llena de maldad, en una nueva oportunidad se vaya a reencarnar en un ser inferior a su características, y mucho menos en un animal irracional. Sí está contemplado en el complejo legado de las Leyes Universales, el ESTANCAMIENTO. Santiago Martín Moreno 64
  • 65. Al Ponerse el Sol Cuando el individuo no quiere evolucionar lo más mínimo a lo largo de varias reencarnaciones, se produce el estancamiento y es ahí llegado el momento en que ése Espíritu es despersonalizado y devuelto al lugar de partida. Dios, el Padre (para este ejemplo) es como una vasija de la que están eternamente saltando fuera gotas de agua; si una evoluciona donde quiera que vaya, puede convertirse en un manantial del que beberán todos los seres animados de la Tierra. Si por el contrario, una, con el transcurrir del tiempo continua siendo la misma gota de agua, será devuelta a la vasija y confundida con el inmenso caudal. Hemos pues de triunfar al final procurando que ese final no tenga un plazo muy largo. Habremos de llenarnos de perseverancia, y si resbalamos y caemos, nos levantaremos apoyados en el ímpetu de un ánimo renovador que nos haga reanudar nuestros duros esfuerzos. Si conseguimos estar predispuestos seriamente para afrontar la difícil (pero no imposible) tarea, nos encontraremos con que toda nuestra labor no fue estéril y que un esplendoroso disfrute nos ha de aguardar justo al pie mismo de un sendero superior. Santiago Martín Moreno 65
  • 66. Al Ponerse el Sol L A C H I N A “Aquel inmenso y bello mar, bañaba aquella extraordinaria y hermosa playa, bañaba sus doradas arenas y de vez en cuando las vestía de blancas espumas. Aquella tarde y como siempre, rodeado de seres iguales que yo, pero a los que llamo con el nombre de “guijarros”, me encontraba con aire expectante, ansioso, mirando al bello mar. Recordaba aquel día en que la marea subió tanto que llegó a bañarme a mí también; cuan a gusto me sentí, cuanto relax producido por aquellas espumas… Qué feliz me sentía. Día tras día, aquellas verdes y acariciadoras aguas aseaban mi lisa superficie, la cual relucía bajo los rayos del Sol ante la mirada impresionada de unos y otros. Desde aquella tarde sigo expectante y ansiosa, pues son ya muchas en la que espero que la marea vuelva a llegar hasta mí nuevamente, refresque y limpie de nuevo mi superficie, suciedad producida por la cantidad de inmundicia que se amontona en mi entorno sobre la playa. Esta tarde estoy triste…, muy triste, pues las mareas han vuelto a bañarme, pero no me limpian bien, son mareas de colores diferentes, raros y Santiago Martín Moreno 66
  • 67. Al Ponerse el Sol oscuros, carentes de espumas y aunque su olor no es del todo desagradable, a mi no me gusta mucho. Ya es tarde… hoy tampoco vendrá como a mí me gusta, tal vez mañana…” L A T R I S T E Z A Una vez más, el Sol desperezándose, hacía su triunfal salida aquella hermosa y límpida mañana. Miró los paños verdes de su hermana y Madre Tierra, y sonrió al ver cómo sus hermanos notaban en sus cuerpos pequeños y grandes, el calor bondadoso y lleno de Amor que, montado sobre sus briosos rayos, pasaban de la vida a la vida, cuidando, alimentando y embelleciendo cada una de aquellas criaturas que componían la Naturaleza, su Naturaleza. El Sol sabía que él era todo para ellos hasta el extremo de que ningún día faltaba a la cita con los más pequeños, haciéndoles disfrutar cuando jugaba a esconderse detrás de alguna nubecilla; así aquellos seres, aun más puros cuanto –a veces- más pequeños, llenaban el valle y las montañas con sus celestes risas llenas de Felicidad. Ha caído la tarde, y el Sol refregándose los ojos ya fatigados por el sueño, se ha ido a dormir. Ya se ocultó detrás de aquel cerro que, tampoco jamás falta a la cita para que en su regazo su hermano Sol pueda descansar. Santiago Martín Moreno 67
  • 68. Al Ponerse el Sol Hoy, una paloma que vuela muy cerca del Sol, me ha dicho que él no se refriega los ojos por el sueño, sino que llora la pena porque el hombre, que es también hermano suyo, tampoco ha querido mirar hacia arriba, no para saludarlo, sino para que se diera cuenta alguna vez, que toda su hermosura, que toda su fuerza, que todo su calor le fueron otorgados por el Padre absoluto para dar vida a la vida. E L D E S T I N O “A duras penas conseguí salir del agua, era mi elemento, mi mundo. Mi sistema de respiración no necesitaba siempre del aire exterior. Para mi forma de vida la respiración era otra cosa, sin embargo, algo dentro, muy dentro de mí, decía que yo no era igual que los demás, que yo era algo diferente porque en ocasiones saltaba fuera de mi mundo, o sea que yo me desenvolvía, vivía sumergido en mi mundo y de pronto sentía esa necesidad de saltar hacia otra parte. Un día, no se porqué, al dar el salto me encontré fuera de mi mundo de siempre; fueron solamente unos segundos pues inmediatamente volví a sumergirme. Más tarde repetí la hazaña, y ahí en ese momento justo, me di cuenta de que mis aletas se iban convirtiendo en dos alas. Ya no podía, o no quería –no Santiago Martín Moreno 68
  • 69. Al Ponerse el Sol lo sé- volver a mi mundo; el caso es que me encontraba en un mundo diferente, ahora me daba perfecta cuenta de ello porque ya llevaba mucho tiempo fuera de mi elemento, fuera de mi forma de vida; ya no era unos segundos, ya era bastantes minutos. Mi timón de cola acuática me di cuenta que se había transformado en un timón de cola aéreo, y que en esa mutación adquiría unos tonos de delicado y bellísimo plumaje. Ahora ya no sé, pues no veo como un pez, me veo como un pajarillo o tal vez como las dos cosas. La verdad es que no lo tengo muy claro. ¿Será posible que haya entre los seres de la creación un pez que vuele…? Es posible. De todas formas he llegado a la conclusión de que sólo soy un pajarillo que un día tuvo un hermoso ensueño, y que sigo surcando los cielos en busca de ese algo que aun tan claro a veces se presenta tan abstracto como difuso. Lo único que tengo claro, realmente, es que el hombre está siempre esperando a que me pose en cualquier rama de cualquier árbol para descansar después de esa incansable lucha, de ese incansable viaje y una vez más aprovechará el momento en que cada uno cumpla con su “cometido”. Yo el de seguir trabajando en la búsqueda, él…” P R O T E C C I O N Santiago Martín Moreno 69
  • 70. Al Ponerse el Sol “Los rayos del Sol se filtraban entre los árboles formando como una sinfonía con sus escurridizos y alegres destellos. Le tenía casi enfrente y por ello no conseguía ver perfectamente el rostro de aquél Arquero que en medio del claro del bosque se mantenía estático desde hacía un buen rato. Con sus manos sostenía arco y flecha, flecha y arco; en ese momento, noté como sus vigorosos brazos comenzaron a moverse, sus formas pusiéronse tensas como la cuerda del arco, músculos y nervios adquirieron el raudo compromiso de abandonar el estado de relajamiento que momentos antes disfrutaban. Allí estaba, en medio, como un eje alrededor del cual girara el claro de aquel hermoso bosque. Sin embargo, no lograba verle el rostro, tampoco podría asegurar que se tratara de un hombre o una mujer; la abundante cabellera rubia como el mismo Sol, me confundía; la magnifica figura casi atlética me desconcertaba y desordenaba mis ideas de deducción, porque en mis largos años de peregrinar había llegado a conocer a las amazonas, hermosas mujeres guerreras, pero no, de ésta figura no podría asegurar que lo fuera, eso sí, no había la menor duda de que su forma era hermosa, pero, ¿Qué era… quién era? Nada, absolutamente nada distraía su atención; era como si realmente fuese el eje alrededor del cual girara todo cuanto hasta este momento se Santiago Martín Moreno 70
  • 71. Al Ponerse el Sol hallaba creado. No apartaba mis ojos de aquella imagen. Ya su cuerpo había adquirido el nivel máximo que el ejercicio del disparo para que aquella saeta de tan precisa colocación entre la madera y la cuerda, saliera rauda a cumplir con la misión que le fuera encomendada. La vista, perfectamente centrada y dirigida hacia un punto intermedio, como necesaria pieza armónica entre la punta de la flecha y el supuesto blanco, eran inmutables, pero, ¿cuál sería la diana, y cuales los pensamientos que guardaba su mente…? Perdido entre tanta interrogante sin hallar esa respuesta que en cierto grado nos tranquiliza, comencé a reflexionar sobre algunas palabras del Gran Khalil: El dijo: “Vuestros hijos no son hijos vuestros” Y yo os digo: Son los hijos de la vida con el vestido de las circunstancias. “Vienen de vosotros pero no son vuestros” Vosotros no sois más que el vehículo a través del cual se recicla la vida. “Y aunque están con vosotros no os pertenecen” Santiago Martín Moreno 71
  • 72. Al Ponerse el Sol No os pertenecen porque todo fue, es y será creado por un solo Padre. En vuestro afán de protección le daréis todo vuestro amor, pero no podréis darle vuestras mentes, porque ellos son dueños de su propio conjunto de pensamientos. En vuestro seno distéis cobijo a su cuerpo pero no a su Espíritu, porque El es como el ser amado que espera siempre a la puerta. Con vuestro esfuerzo conseguiréis ser como ellos, pero no busquéis lo contrario, ni tan siquiera intentar hacerlo como vosotros sois o fuisteis. “Porque la vida no retrocede” “Que su avance, su evolución, puede estar en la corrección de errores pasados. “Vosotros sois ese arco desde el que vuestros hijos, como saetas vivientes son proyectadas hacia delante. El Arquero ve el blanco en las sendas del infinito, pero no lo elige, así una vez más, la saeta vuela sin sufrir influencia alguna. Dejad pues, que la mano del Arquero os dé fuerzas y os transmita su Energía, porque con ella tensaréis el arco para que su flecha pueda cubrir todas las metas; porque así como el Arquero ama la Santiago Martín Moreno 72
  • 73. Al Ponerse el Sol saeta en su vuelo, así ama también al arco si este es estable. “Cuando abandoné la reflexión, volví a concentrarme en aquella figura. Seguía igual. Su brazo izquierdo, como poderoso pilar de sacrificio sosteniendo tenso el arco, levemente inclinado hacia arriba; su brazo derecho, elegante y elástico recogido, y en su mano, con Amor, el punto de partida… Y esta llegó: En una leve fracción de segundo, todo aquél cuerpo, toda aquella figura, vibró como la cuerda después de haber puesto alas en aquella flecha, una saeta que voló haciendo un círculo sobre el claro de aquel hermoso bosque que está en el campo, y que segundos más tarde se perdía por el horizonte…” Cuando sobre nuestro espacio natural veamos volar una saeta, pensemos que, al igual que la “estrella fugaz”, siempre podremos saber de donde viene, pero nunca a donde va. R E G E N E R A C I O N Santiago Martín Moreno 73
  • 74. Al Ponerse el Sol El Ocaso había hecho acto de presencia, y “ambos” se habían puesto en camino. Iban juntos pero no eran amigos; habían vivido en el mismo lugar pero no se conocían; trabajaban en la misma fábrica pero no tenían la misma profesión. Sin embargo, tenían el mismo cometido, aunque ejerciendo diferentes funciones… Yo estaba sentado en el alfeizar de la ventana, respiraba el airecillo fresco de la tarde avanzada y limpia, al tiempo que acariciaba mi piel. Mi casa está al lado del camino, cerca, muy cerca, en cambio mi casa está alta, muy alta. Con todo ello, pude oír la conversación que “ambos” llevaban, pudiendo entender que uno le decía al otro: ¡Lástima! Con lo a gusto que me encontraba en aquella fábrica y tenerla que dejar. A lo que el otro interpeló: ¿Te has ido por tu cuenta? ¡Yo! Cómo me voy a ir por mi cuenta, con la vida que llevaba, si tenía cuanto necesitaba. Lo que ocurre es que la fábrica ha cerrado para cambiar de actividad y no me explico semejante ocurrencia. La fábrica tenía cuanto deseaba y además no paraba de estar pendiente de las demás fábricas. Qué la fábrica de al lado adquiría esto o aquello, enseguida se disparataba, comenzaba a despotricar y lanzar rayos y centellas, cosa que a mí me venía estupendamente, y como además le seguía la corriente y le ayudaba a seguir despotricando, la fábrica se llenaba de más y más rayos y centellas, y así me lo pasaba de maravillas. Así me he llevado casi toda mi vida, hasta que esta mañana cuando desperté, me encontré con la desagradable sorpresa de un cartel que decía “Cerrado por reforma”. Y digo yo: ¡Qué reforma ni que reforma! Ya me parecía a mí que la reunión que hicieron anoche varias fábricas, no le encontraba yo mucho sentido, no sé porque algo Santiago Martín Moreno 74
  • 75. Al Ponerse el Sol presentía… En fin, que le voy hacer, paciencia, menos mal que gracias a mi alto grado de conocimiento en el trabajo que realizo, no tardaré en encontrar un nuevo puesto para cubrir mis altas cotas de necesidad, pues fábricas que precisen de mis servicios las hay en cantidades impresionantes. Ya se debilitaban las voces de “ambos” por el camino al irse perdiendo en la distancia. Apenas se distinguían las siluetas, cuando escudriñando en la ya oscuridad, pude ver que se habían detenido ante otra de las fábricas que existen en el camino que esta cerca de mi casa. Al parecer han encontrado trabajo –me dije- pues “ambos” han entrado y no han vuelto a salir. Desde mi ventana, ya la oscuridad no me deja ver nada. La noche ha cubierto con su manto Azul lleno de pequeñas y grandes luminarias mi casa y mi ventana, y allí, sentado en el alfeizar me pregunto una vez más: ¿Hasta cuando…? Santiago Martín Moreno 75
  • 76. Al Ponerse el Sol I M P R E S I O N E S DESDE EL MUNDO REAL PRIMERA Enriquece tu Espíritu, Y hallarás la verdadera Felicidad. Decimos de la Mente que es material, y del Espíritu que es inmaterial, pero, la verdadera diferencia estriba, en que la Mente es el individuo mortal, y el Espíritu es la inmortalidad de ése mismo individuo. Santiago Martín Moreno 76
  • 77. Al Ponerse el Sol Efectivamente, cuando el individuo consigue un alto nivel en lo que a la propia capacidad analítica se refiere, y se da cuanta de que son sus actos los que van a hacer evolucionar su Espíritu utilizando como vehículo sólo y exclusivamente lo positivo de esos actos, es cuando ha comprendido que tanto él como los que le rodean comienzan a respirar otros aires. Estos aires, más puros, son la auténtica y única arma que el hombre posee para contrarrestar una contaminación que a diferentes niveles y en todos los órdenes de la vida, lo están llevando por caminos que, paradójicamente, él mismo rechaza. Es pues, fácil comprender el sistema a emplear; sistema, que no por simple, deja de ser complicado y difícil. Porque ¿quién a sabiendas de que siendo justo consigo mismo, enriqueciendo de esta forma su Espíritu, no deja de pensar en que ese camino también le va a llevar a la privación de una serie de intereses materiales a los que tan arraigado ha estado siempre y con los que de alguna manera cree haber vivido a gusto? El hombre sabe que nace a la vida y que debe vivirla lo mejor posible. De ahí que, inmerso en un mundo fabricado por él y para él, con un material supuestamente sólido, caiga normalmente en el error de que siempre será feliz cuantas más necesidades materiales tenga cubiertas. En el más amplio convencimiento de que la sociedad le condiciona, por haber llegado a un mundo de por sí condicionado, olvida totalmente que, también le han hecho responsable de esa otra forma de vida, intrínsecamente Espiritual, y esta en la creencia de que dedicarse a ella no va a reportarle ningún beneficio. Nada más lejos de la verdad, pues quien consigue entender que el mayor de los favores que, como individuo se puede hacer a sí mismo, es intentar ponerse en ese camino, entonces se dará perfecta cuenta de que ser Santiago Martín Moreno 77
  • 78. Al Ponerse el Sol justo consigo mismo, es el más hermoso y a la vez obligado de los valores con que el hombre es considerado espiritualmente en grado elevado. Es pues, justo en ese momento, cuando hay que poner en marcha todos los mecanismos de que dispone el individuo para que sea él como conductor de su Mente, el que qué la lleve por los caminos que a él le interesa, y no ser él, el que al ser dominado por ella, tenga que marchar inexorablemente por senderos que ella desea, y que en ningún momento va a satisfacer sus propias y altas necesidades espirituales. SEGUNDA Santiago Martín Moreno 78
  • 79. Al Ponerse el Sol Cuando el hombre nace a la vida, en ese justo momento los dedos del Supremo Ser Espiritual, abre su cuerpo e introduce en él una parte de su ente inmortal; introduce, pues, la auténtica y Real Vida, el Espíritu. Es esta vida –la Espiritual-, a la que el individuo tiene obligación de dedicar toda su existencia. Es muy cierto que en nuestros días, sólo se entiende lo Espiritual en matrimonio con alguna religión, con alguna iglesia etc., y obviamente justo es reconocer que ambos pueden recorrer en perfecta armonía ese camino, pero siempre si el camino lo mantenemos perfectamente limpio, perennemente puro, porque si no fuera así, difícilmente podrá la Pureza, caminar por una línea preñada de envidias, avaricias, odios, y un largo etc., que haría un sendero intransitable para el Espíritu. Podríamos decir que, nuestro cuerpo no es más que un complejo de elementos químicos –que no físicos-, cuyos mecanismos se limitan a una vasta transformación de las energías que él mismo genera. Energías que, atendiendo a una meta tan alta como es la Moral, unas veces es positiva y otras, paradójicamente, se convierte en negativa. Por consiguiente, el hombre debe atender a todo cuanto de positivo le rodee, evitando asimismo una amistad con actos negativos, porque de ello sólo conseguirá malestar e infelicidad, aunque este cubierto de los más altos y avanzados elementos materiales de que él dispone para su comodidad. Por el contra, y si ánimo de herir posibles y debilitadas sensibilidades, porque esta demostrado que la Verdad en determinados momentos de nuestra vida no interesa, no podemos sustraernos a recordar que, a diferencia Santiago Martín Moreno 79
  • 80. Al Ponerse el Sol de la Moral, esta la Ética, y esa, es la única y gran base sobre la que con toda fortaleza se apoya nuestro Espíritu. La Ética es intrínseca de él, y que el individuo no debe evadir por una única y fundamental razón en su propio beneficio: “Ser justo consigo mismo”. TERCERA Cuántas y cuántas veces hemos oído decir al hombre que es desgraciado, que no es feliz, lo que es más triste: que la sociedad le condiciona a tomar unas decisiones que él no quiere, porque le molestan, porque le perjudican en todos los órdenes. Ciertamente, la exposición es válida dada la forma de vida actual en nuestro “querido” planeta, pero Santiago Martín Moreno 80
  • 81. Al Ponerse el Sol llevándola a un plano real, veremos que esta muy lejos de la Verdad. Remontándonos en la historia de la Humanidad, conocemos por la cantidad de legados que en mayor o menor grado hemos heredado de civilizaciones antiquísimas, las tres épocas que toda civilización o cultura ha desarrollado, y que podemos definir como: “Comienzo o nacimiento, cúlmen o cenit, decadencia o desaparición”. En la época primera, o sea en el nacimiento, el individuo disfruta de un sistema de creación, investigación, búsqueda de valores y por consiguiente, dedicación plena al conocimiento Espiritual que le llevará a un modo de vida, cuyas connotaciones principales son: la Pureza individual, el Trabajo colectivo o de comunidad, y todo en un ambiente sano y desmaterializado, pues la Madre Naturaleza es la que se encarga de proveer a quien con Amor sabe obtener de ella cuanto para la subsistencia pudiera necesitar. En la segunda época, el individuo se encuentra en la curva más alta de su existencia como ser individual y como comunidad. Se encuentra en una grado de realización altamente positivo y definido, conociendo sus valores espirituales y habiendo llegado a la conclusión de que son el motor que mueve todos y cada uno de sus deseos de prosperidad. Conoce la Naturaleza, el tiempo, la cultura, y lo que es más importante: la Fe en lo que no ve, pero siente, y en el comportamiento del hombre en una marco le Libertad cuyo lema es: el Respeto por el Respeto. Carece de todo tipo de apetitos desmesurados y de intereses egoístas. En definitiva, trabaja en un régimen tan elevado de Pureza y Felicidad que, debido al desconocimiento de la maldad, son transformadas ambas en una energía desconocida con la que ejecuta todo tipo de labores y que, aun hoy, en nuestros días, aun no tienen explicación concreta. Santiago Martín Moreno 81
  • 82. Al Ponerse el Sol En la tercera época, decadencia o desaparición, se debe a que el individuo, que lleva mucho tiempo en armoniosa convivencia, y pletórico de fuerza positiva, cree que todo es conseguido gracias a él por lo que comienza a adorarse así mismo; esta convencido de que nadie, absolutamente nadie le ayuda, de que nadie le ha regalado nada. Es justo, en ese momento, cuando piensa en la comunidad, en cada uno de sus amigos y convecinos. Ha saltado la chispa que a su vez a dado cierto calor al resto del pueblo con el que convive, el cual, al sentir algo diferente, se ha puesto a investigar, no encontrando ya los resultados primitivos, pues estos estudios se han salido del núcleo que conforma la Pureza Espiritual. Han comenzado en esta época tercera, a desplegar todo el varillaje material de un abanico destructivo que, será sin la menor duda el que lleve a fatal término las épocas gloriosas de cualquier civilización, pues no puede –al parecer- que el final sea de otra forma ya qué, de lo contrario, sólo habría habido una sola civilización y esto hubiera sido demasiado hermoso. Como reflexión final y resumiendo, esta forma de vida, entendemos que esta justificada ya que en todos los órdenes de existencia y desde la creación, nos movemos mediante ciclos repetitivos a todos los niveles. No obstante, y conociendo sobradamente cuanto hemos expuesto, estará de acuerdo conmigo mi querido lector y amigo en que no vamos a ser precisamente nosotros los que seamos aquellas excepción que rompe la regla… Santiago Martín Moreno 82
  • 83. Al Ponerse el Sol CUARTA Son muchos momentos en la existencia del hombre, en los que por un desconocimiento real del concepto sentimientos, hecha mano del “corazón”. L Bondad del corazón, en cualquier caso, es válida en su expresión y altamente positiva, pues siempre se entendió tal termino – corazón- , como el eje alrededor del cual gira el Amor. No obstante, el corazón es sobradamente conocido de todos, un órgano autónomo creado para bombear la sangre que hace que la vida continúe. A diferencia de ese órgano vital, existe en el mundo real, un centro generador de energía llamado Espíritu, y ése si es el auténtico productor del Amor, y en consecuencia de Bondad, comprensión, Caridad y un largo etc., que sólo tiene un camino y una meta: la Felicidad del individuo. Un camino que no por perfecto deja, en ocasiones, de ser largo y Santiago Martín Moreno 83