El documento describe la Guerra de Sucesión Española (1700-1714) y el levantamiento secesionista catalán contra el rey Felipe IV entre 1640-1659 conocido como la Guerra de los Segadores. Barcelona cayó bajo el gobierno francés durante este período y finalmente capituló ante las tropas de Felipe IV en 1652 después de 14 meses de asedio, perdiendo sus privilegios militares. El documento también describe la expansión de conventos y establecimientos religiosos y de beneficencia en el barrio de El Raval de Barcelona
1. 2.4. La guerra de sucesión Española: El 11 de septiembre de 1714 Vista de Barcelona 1563
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3. Levantamiento secesionista catalán contra el rey Felipe IV (1640-1659). Tiene el origen en la participación de España en la guerra de los Treinta Años. El rey exigió los máximos recursos para la guerra y la participación de los no castellanos. La persistente negativa de los catalanes provocó una grave conflictividad entre el Principado y el rey (1632-1640). La guerra de los segadores 1640-1659: Barcelona bajo gobierno francés. Batalla de Montjuïc «¡Viva la fe de Cristo!», «¡Viva la tierra, muera el mal gobierno!» fueron los lemas de los segadores que originaron la revuelta popular del 7 de junio de 1640, día conocido como el Corpus de Sangre. Retrato de Pau Claris, presidente de la Generalitat
4. En este plano se pueden observar los baluartes y bastiones con que se reforzó la muralla barcelonesa en el siglo XVII, a raíz de las guerras con Francia. "Le Nouveau Plan de Barcelonne comme il est aujord'huy Assiegée par les armes du Roy sous les ordres de Mr. Le Duc de Vendôme, par terre, et de Mr. Le Duc de Vendôme, par terre, et de Mr. Le Comte d'Etrée, par mer, au mois de iuin 1697". Nicolas de Fer.
5. La guerra acabó en 1659 con el Tratado de los Pirineos, pero en Barcelona lo hizo siete años antes. Las tropas de Felipe IV sitiaron la ciudad en agosto de 1651, situación que ayudó a debilitar todavía más a una población muy diezmada por la terrible peste de 1651 -fuentes de la época hablan de 30.000 muertos. Después de catorce meses de asedio, Barcelona capituló el 11 de octubre de 1652. Logró mantener las instituciones de gobierno municipal, pero el Consejo de Ciento perdió el control sobre las defensas, el dispositivo militar y la insaculación, que pasaron a depender del rey. La ciudad perdía los privilegios militares: las murallas y los baluartes, el castillo de Montjuïc y las atarazanas dejan de ser patrimonio exclusivo de los barceloneses. A pesar de todo, Barcelona sabe ganar el camino del comercio y de la industria.
6. El Raval: El crecimiento de los conventos entre el siglo XVI-XVII Fue el huerto de Barcelona desde tiempos de los romanos hasta la guerra de los Segadores. Pere el Cerimoniós (Pedro el Ceremonioso lo incluyó dentro de la muralla y impuso un decreto que prohibía edificar en el Raval. En los siglos XVI y XVII, y el Raval se llenó de conventos y establecimientos religiosos. En el siglo XVIII, estaban la cartuja de Montalegre y los conventos de Bonsuccés, els Àngels, Elisabets, Carme, Jerusalem, Sant Josep, los Trinitarios, Sant Agustí, Santa Mònicai Sant Pau del Camp, las mínimas, las capuchinas, las jerònimes, las carmelitas calzadas, las arrepentidas, los colegios de Sant Bonaventura, Sant Àngel Màrtir y Sant Pere Nolasc, además de las iglesias de Sant Sever, Betlem y Sant Antoni Abat. El Raval tenía también una faceta sanitaria y de beneficencia: había establecimientos hospitalarios como el Hospital de la Santa Creu y el de enfermos leprosos, la Casa de Sant Llàtzer, e instituciones como la Casa de Convalescencia y la de la Caridad -que se inauguró en 1802 y que, según testimonios de la época recogía a vagos, vagabundos, hijos mal encaminados, minusválidos, locos, tontos y decrépitos. Otras instituciones benéficas eran la Casa de los Niños Huérfanos -fundada por Guillem Dezpou en 1370 para recoger a los huérfanos de la diócesis, estaba ubicada, desde el siglo XVI, en la plaza de los Àngels- y la Casa de la Misericordia .
7. Planta de las Drassanes (Atarazanas) a mediados de siglo XVIII, rodeadas por los numerosos campos de cultivo del Raval y a los pies de Montjuïc
8. Hospital de la Santa Creu En las dependencias del antiguo Hospital de la Santa Creu, hay varios centros como la Escola Massana, instalada en la parte del patio nuevo, o la sala de exposiciones artísticas en que se convirtió la capilla.
9. En la fachada de la Casa de Convalecencia de la calle del Carme, en la esquina con la calle de las Egipcíaques, luce esta escultura de San Pablo (1667-1668) obra de Domènec Rovira. Un fotógrafo desconocido captó esta imagen del patio de convalecientes, entre 1905 y 1915.
10. La iglesia de Betlem, que los jesuitas construyeron al final del XVII, siguiendo el modelo de la Casa del Gesú de Roma. Su interior, decorado profusamente, se perdió en un incendio durante la Guerra Civil española. La iglesia de Betlem según un grabado de Rouargue, de principios del siglo XIX.
11. Barcelona durante la Guerra de Sucesión: 1700-1714 Plano francés de 1698 de la ciudad de Barcelona, con indicaciones para un plan de asedio.
Notas del editor
(Barcelona, 1586-1641). Diputado eclesiástico y presidente de la Generalitat de Catalunya (1638-1641), cargo con que lideró la revolución catalana de 1640. Miembro de una familia de juristas de la baja nobleza barcelonesa, doctor en Derecho Canónico y Civil, fue nombrado canónigo de Urgell (1612) y síndico en las Cortes de 1626-1632, donde se opuso a las pretensiones del rey (la Unión de Armas y el diezmo eclesiástico, impuesto que el monarca quería cobrar al clero catalán). Fue nombrado visitador de la Generalitat (1627) y elegido diputado (1638) con Francesc de Tamarit y Josep Miquel Quintana. La Generalitat, con Claris al frente, y el virrey, conde de Santa Coloma, chocaron por el saqueo de Palafrugell que llevaron a cabo los soldados de Felipe IV, con el problema del contrabando, la negativa catalana a las continuas peticiones militares del rey y los alojamientos de los soldados. Los desacuerdos acabaron con el encarcelamiento de Francesc de Tamarit (1640) y una información contra Claris del juez del Breve Apostólico. La revuelta popular que liberó a Tamarit en mayo, la muerte del virrey y de varios miembros de la Audiencia el día del Corpus y la posición comprometida de las autoridades catalanas le llevaron a la ruptura de los vínculos entre el Principado y Felipe IV. Pau Claris negoció con Francia por un compromiso de ayuda militar y, en setiembre de 1640, ante la planeada invasión de las tropas de Felipe IV, convocó la Junta General de Brazos. A pesar de proponer la república como modelo para Cataluña, la presión militar y política del cardenal Richelieu le hicieron aceptar la soberanía de Luis XIII de Francia (23 de enero de 1641). Claris murió, quizás envenenado, un mes después de la victoria francocatalana en la batalla de Montjuïc, dejando el Principado en manos francesas y en guerra con Felipe IV.
na de las necesidades más urgentes del Hospital de la Santa Creu en la época moderna era tener un espacio donde alojar a los enfermos convalecientes, tal como los administradores del hospital habían comunicado al Consejo de Ciento en el año 1586. El prior de la Orden de San Juan de Jerusalén, fray Adrià Maimó, que conocía este hecho, inició por su cuenta algunas obras con esta finalidad el 21 de abril de 1596: «Com lo Hospital General de Santa Creu de Barcelona per la molta conncurrentia dels pobres malalts en aquell declinats, estigan ocupades las cambrades dels malalts que vuy són en dita casa, que en un llit han de acommodar dos y tres malalts pobres, y se vere clarament moltes vegades algu ho alguns estan remediats de la febra ho malaltís que pateixan y los altres o altres restanent la mateixa afectio y accident y per no tenir los convalescents lloch aont poderse acomodar, sino que se han de anar del spital, vénen a recaurer los altres convalescents y molts dells esdevé que moren. Perço lo Molt Illustre don fra Adrià Maymó, Prior de Cathalunya del Orde de Sant Joan de Hierusalem, considerant lo remey per obviar anaquesta necessitat, ha pensat adhibir lo remey ho ell possible, ques continuant la obra que está comensada en dit Hospital per los pobres convalescents, ha efecte de acabar aquella ab la perfectio ques deu segons la trassa feta y concòrdia se ha de fer ab los mestres de cases y fuster que han de entrevenir en la fàbrica de dita Convalescentia. Perço lo molt Illustre Senyor fra don Adrià Maymó [...] institueix, erigere y funde una Convalescentia en dit Spital, la qual vol sie eregida en lo lloch ahont està ja comensada, ques al cap de la Cambrada de Sant Roch.» Sin embargo, el legado del prior Maimó no fue suficiente, y las obras fueron avanzando gracias a los donativos del Consejo de Ciento hasta que el legado testamentario de Lucrècia de Gualba les dio el impulso fundamental. El 26 de marzo de 1629 se colocó la primera piedra de la Casa de Convalecencia, pero el incendio de la Quadra de Sant Roc del hospital volvió a paralizar las obras. Entonces, llegaron los 100.000 ducados del caballero Pau Ferran, un legado testamentario al que se añadieron los de Victòria Astor y Helena Soler, en 1655. A partir de entonces, las obras avanzaron de acuerdo con la siguiente cronología: entre 1655 y 1663 se llevaron a cabo trabajos de acondicionamiento general; entre 1663 y 1664 se trabajó en el claustro; al año siguiente, en los cimientos del lado de las egipciacas y en 1667, en el primer piso del claustro. Hacia 1670 se dieron por acabados los trabajos de estructura y se empezaron las obras de pavimentación, instalación de cerámica y barandas y las primeras decoraciones, que se prolongaron hasta el siglo XVIII. El edificio se inauguró los días 24 y 25 de enero de 1680, y dos días después ya se instalaron siete hombres y cinco mujeres. A fines del siglo XVII tenía 200 camas de hierro y 400 colchones, y se daba carne y postre a cuantos podían tomarlos. El vínculo de la Casa de Convalecencia con el hospital fue evidente hasta principios del siglo XX. Por eso, cuando el Hospital de la Santa Creu se hizo cargo del de Sant Pau, fundado por Pau Gil, y en 1911 se trasladó al nuevo edificio, la Convalecencia también lo hizo. En el año 1921, el Ayuntamiento compró los edificios del Hospital de la Santa Creu y la Casa de Convalecencia, aunque el uso de este último se cedió a perpetuidad al Instituto de Estudios Catalanes en marzo de 1931. Desde 1939 hasta 1977 fue la sede de diversas instituciones y dependencias anexas de la Biblioteca de Cataluña. Finalmente, desde 1982 es la sede del Instituto de Estudios Catalanes por el convenio firmado en el año 1977 entre el Ayuntamiento, el Instituto de Estudios Catalanes y la Diputación de Barcelona. El recinto ocupa un gran solar rectangular limitado por el edificio del Hospital de la Santa Creu al sur, El Corralet o patio pequeño delante del Colegio de Cirugía al este, la calle del Carme al norte y la calle de las Egipcíaques al oeste. Tiene dos partes: la formada por el claustro y las estancias distribuidas a su alrededor, con una altura de dos pisos, y la situada en el oeste, constituida por habitaciones de servicio, almacenes, despensas, carboneras y caballerizas, con acceso directo desde la calle del Carme por el portal de Sant Pau. El vestíbulo de acceso al claustro está decorado con diez paneles cerámicos de la vida de san Pablo (Pau, en catalán) elaborados por Llorenç Passoles entre 1679 y 1682. Otra pieza destacada es la estatua del mismo santo, obra de Lluís Bonifaç, que corona el brocal del pozo del claustro. La capilla, montada entre las habitaciones destinadas a los hombres y las de las mujeres, es otro elemento destacado de esta construcción. Capítulos relacionados CAPÍTULO 22 Conventos y cuarteles Galería multimedia Accede a les galerías con todas las imágenes y vídeos del elemento transversal. Galería multimedia de Casa de Convalecencia
La Iglesia fue el principal impulsor del barroco en Barcelona. Una buena muestra es la iglesia de Betlem, que los jesuitas construyeron al final del XVII, siguiendo el modelo de la Casa del Gesú de Roma. Su interior, decorado profusamente, se perdió en un incendio durante la Guerra Civil española. La iglesia de Betlem según un grabado de Rouargue, de principios del siglo XIX.