Presentación de Estrategias de Enseñanza-Aprendizaje Virtual.pptx
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1. Los adolescentes suelen beber menos que los adultos, pero beben más en cada
ocasión. Esto puede inhabilitar su discernimiento y exponerlos a otros riesgos de
daño físico y a comportamientos peligrosos, lo que incluye:
Accidentes mortales
El alcohol tiene un efecto más negativo sobre la capacidad de conducir vehículos de
los conductores menores que sobre la de los adultos. La Administración Nacional de
Seguridad de Tránsito por Carreteras (NHTSA) estima que las leyes que establecen la
edad mínima legal para consumir alcohol en 21 años han reducido la cantidad de
accidentes de tránsito mortales en un 13 por ciento, y que desde 1975, estas leyes
han contribuido a salvar 28,765 vidas. Pero aún así, todos los años mueren
aproximadamente 1155 personas menores de 21 años en accidentes de carro que
involucran la participación de menores alcoholizados.
Además, la mayoría de las muertes asociadas al consumo de alcohol de menores no
están relacionadas con el tránsito. En cambio, se deben a otros accidentes mortales,
incluidos homicidios, suicidios, intoxicaciones, quemaduras, caídas y casos de
ahogamiento por inmersión.
Visitas a la sala de emergencias y hospitalizaciones
En 2011, 189,000 personas menores de 21 años visitaron los departamentos de
emergencias debido al consumo de alcohol. Esto representa el 43% de todas las
visitas de menores a los departamentos de emergencias debidas al abuso de drogas.
En 2008, casi 40,000 jóvenes de entre 15 y 20 años fueron admitidos en hospitales
debido a problemas con el alcohol. En la mayoría de los casos, el diagnóstico primario
o secundario fue intoxicación aguda. Un cuarto del total de estos pacientes también
padeció una lesión física por causa de un accidente de tránsito, un ataque o por
participar de una pelea. La duración promedio de la estadía en el hospital fue de 4.9
días y el costo promedio de cada estadía fue de $19,200.
Alteración del desarrollo cerebral
El cerebro humano continúa desarrollándose hasta los primeros años de la veintena
de una persona. Existen pruebas relevantes de estudios de imágenes del cerebro
humano en pequeña escala que demuestran que el consumo de alcohol a edad
temprana puede dañar el desarrollo del cerebro. En el largo plazo, el consumo
intensivo de alcohol de los adolescentes puede alterar la trayectoria del desarrollo
cerebral y puede causar defectos cognitivos perdurables; y aún se desconoce si estos
defectos pueden ser permanentes.
2. Rendimiento académico reducido
Existe una relación entre el “binge drinking” y las notas que los jóvenes obtienen en la
escuela. En un estudio publicado en 2007 por el gobierno se demostró que
aproximadamente dos tercios de los estudiantes que generalmente obtienen notas “A”
no toman alcohol, mientras que casi la mitad de los estudiantes que generalmente
obtienen notas “D y F” reportan haber practicado “binge drinking”.
Comportamiento sexual riesgoso
Los adolescentes que beben alcohol presentan el doble de probabilidades de
mantener relaciones sexuales en comparación con los adolescentes que no beben
alcohol. Los adolescentes que consumen bebidas alcohólicas también son más
propensos a involucrarse en actividades sexuales riesgosas, como por ejemplo,
mantener relaciones sexuales con desconocidos o sin usar métodos anticonceptivos.
Otros comportamientos peligrosos
Comparados con los adolescentes que no beben, los adolescentes que consumen
bebidas alcohólicas son más propensos a subirse a un carro cuyo conductor ha
bebido, fumado marihuana, o inhalado alguna sustancia, o que porta algún tipo de
arma. El consumo de alcohol a nivel “binge drinking” aumenta considerablemente las
probabilidades de incurrir en estas actividades.
Si impedimos que los adolescentes accedan fácilmente a las bebidas
alcohólicas podemos reducir estos daños y lesiones
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Orientación sobre las adicciones y su prevención
Orientación sobre las adicciones y su prevención
3. Una de las mayores preocupaciones como padres cuando nuestros hijos se acercan a la
adolescencia es el riesgo de inicio del consumo de drogas legales e ilegales.
En esta etapa hay una mayor interacción social con su entorno, esto favorece que comiencen a
establecerse vínculos más fuertes con los amigos y compañeros, que le llevan a tener otras figuras
que se constituyan en guías de sus acciones.
Los estudios actuales indican que el inicio del consumo es entre los 12-13 años. El inicio o vía de
entrada suele ser el alcohol y el tabaco, posteriormente la progresión observada es hacia
marihuana y la cocaína en muchos casos, siendo esta progresión mayor cuanto más precoz es el
consumo.
Se han propuesto varias explicaciones para esta progresión en el consumo: pacientes con historia
familiar de consumo, herramienta que utiliza el adolescente para “encajar” con un grupo de
iguales, o para mejorar su nivel de socialización al permitir cierta desinhibición, o en algunos casos
como recurso para adaptarse a situaciones nuevas, o difíciles vividas por el adolescente como son
rupturas de pareja, separación de padres, adaptación a nueva institución escolar, cambio de
vivienda, etc.
Además de ello, un gran número de investigaciones científicas demuestra que el inicio precoz del
consumo de drogas ilícitas se asocia con un consumo problemático de la droga, deterioro de la
salud mental, adopción de conductas sexuales de riesgo y una mayor probabilidad de desarrollar
conductas delictivas.
Por lo tanto, nuestros adolescentes deben aprender a tomar decisiones en relación con las drogas
y a su alta disponibilidad en nuestra sociedad, eligiendo entre la abstinencia o el consumo de las
mismas y deben estar informados sobre las consecuencias y los efectos que conlleva su consumo,
en una etapa vital tan crítica como la adolescencia, donde se está formando la personalidad de ese
individuo.
Puntos fundamentales para la prevención del consumo en adolescentes
El período de mayor riesgo de inicio en el consumo de drogas ocurre en la adolescencia mediana a
tardía (a partir de los 15 años de edad), por lo que esta etapa entre los 11 y 14 años es clave para
tomar acciones preventivas y evitar que tu hijo experimente con drogas.
4. Los factores de riesgo (fracaso académico, problemas familiares, baja autoestima, comorbilidad
con otros trastornos psiquiátricos), el tiempo de ocio, la socialización con la familia, amigos,
escuela, son de vital importancia, y deben ser conocidos por educadores, padres y profesionales
para poder ser capaces de hacer intervenciones preventivas que pueden proporcionar recursos
para mejorar los niveles de los factores de protección de los jóvenes.
Entre las medidas que los padres pueden implementar para prevenir el consumo de drogas en los
hijos se encuentran:
1. Fomentar la autoestima
Desde la infancia los padres deben estar atentos a la forma en que se desarrolla la autoestima de
sus hijos. Es importante acompañarlos, quererlos, entenderlos y en todo momento comunicarse
con ellos.
Hay que adoptar medidas que estimulen que el niño tenga un buen concepto de sí mismo, lo que
es un factor que tiene un gran impacto en la autoestima.
Un joven con una buena imagen de sí mismo y una buena sensación de autovalor tiene menos
riesgos de recurrir a las drogas, mientras que una baja autoestima por factores como un bajo
rendimiento escolar, es una causa que lleva a muchos jóvenes a la adicción.
2. Mantener una buena comunicación
Mantener un buen canal de comunicación con los padres es una forma de reducir el miedo y la
incertidumbre de los hijos frente a todos los cambios que ocurren en su cuerpo y en su mente en
la adolescencia.
El diálogo constante entre padres e hijos es fundamental, pero también lo es el control parental en
esta etapa de la vida del adolescente. Aunque los hijos suelen rehuir de los padres, el diálogo debe
favorecer un entendimiento entre las partes para saber qué está haciendo el hijo en cada
momento.
Los padres extremadamente autoritarios o exigentes pueden generar tensión en la relación que
lleve a su hijo a buscar apoyo o consejo en terceros, lo que no siempre es conveniente.
5. 3. Estimular que tengan una conducta responsable
Es muy importante aportar valores. Tanto la escuela como la familia deben enseñar e inculcar
unos valores que el adolescente debe crear como propios.
Cuando los adolescentes han aprendido a respetar los límites y las normas impuestas por sus
padres, tienen un modelo de conducta a seguir y una conducta más responsable.
Por lo general uno de los límites se refiere al uso de sustancias que pueden hacerles daño, como
es el caso de las drogas, el cigarrillo y el alcohol.
4. Conocer las actividades que realiza tu hijo y fomentar actividades de ocio
Si bien en esta etapa los adolescentes tienen muchas actividades fuera del hogar, es necesario que
tengamos conocimiento del entorno del adolescente. No hace falta ejercer un control exhaustivo
sobre los hijos, pero debemos saber quiénes son sus amigos, los lugares que frecuencia, sus
actividades porque no sabemos de qué manera pueden llegar los malos hábitos y costumbres en
su vida. Crear buenas relaciones entre el grupo de iguales, familia y colegio es fundamental
también para detectar problemas.
Fomentar actividades de ocio tanto entre padres e hijos como entre hermanos y amigos, es
importante para crear hábitos de ocio que fomenten el deporte y la práctica de diversas
actividades. Con ello se mantienen ocupados y adquieren rutinas estables.
5. Hablar sobre las drogas
En ocasiones este puede ser un tema difícil de tratar, pero hay que hacerlo lo antes posible.
El adolescente necesita de una total información sobre el tabaco y otras drogas desde el colegio o
el instituto y desde casa. Es la sociedad en general quien debe también educar e informar sobre
los peligros que suponen el uso repetitivo de estos hábitos.
6. El mejor momento para hablar de este tema es cuando tu hijo hace alguna pregunta. Sin embargo,
se debe aprovechar cualquier oportunidad para plantear el tema y hablar abiertamente sobre ello.
En ocasiones puede haber sesgos sobre los efectos de las sustancias, en un sentido o en otro. Por
ello es de gran relevancia proporcionar información correcta y tener siempre presente que el
objetivo de una persona es tener las suficientes habilidades para enfrentarse adecuadamente a su
entorno y tener una buena adaptación en el mismo.
Las drogas traen graves consecuencias tanto a la salud física como a la salud mental del individuo
que deben ser explicadas. Hay que hablar también sobre la posibilidad de que al niño le ofrezcan
drogas en la calle, en el colegio y que lo pueden hacer incluso sus amigos. También es posible que
se las ofrezca un extraño sin decirle que se trata de una droga, por lo que hay que reforzar los
cuidados frente a la interacción con personas extrañas.
Y por último es vital ponerse en contacto con profesionales ante la sospecha o confirmación del
consumo de cualquier droga, para valorar la situación de manera conjunta y realizar una
intervención precoz.