El documento critica duramente las prácticas de Dinamarca de matar delfines en las Islas Feroe, que son un territorio danés. Cada año, cientos de delfines, incluidas hembras embarazadas, son sacrificados solo por deporte y diversión, a pesar de estar en peligro de extinción. Aunque Dinamarca se presenta como un país civilizado, estas prácticas son consideradas brutales y sangrientas, y contrastan con la forma en que los daneses critican las corridas de toros en otros países.