Daniel y sus tres amigos fueron llevados cautivos a Babilonia. Se negaron a comer la comida del rey por razones religiosas, pero Dios los mantuvo sanos. Más tarde, Daniel pudo interpretar el sueño del rey Nabucodonosor, lo que llevó a que el rey lo nombrara gobernador. La historia muestra cómo Dios protegió a Daniel aun cuando estaba lejos de su tierra.