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VOCABULARIO DE LAS INSflTUCIONES
INDOEUROPEAS
BNSAYISTAS-200
SERIE MAIOR
aMILE BENVENISTE
VOCABULARIO
DE LAS INSTITUCIONES
INDOEUROPEAS
l. Economía. parentesco. sociedad.
11. Poder, derecho. religión.
SumariOl5. cuadros e indices preparados por IBAN l.ALWT.
Versión castellana de
MAURO ARMIRQ
RcviIi6n Y nocas adiciona1cs de
JAIME SlLES
taurus
T
Título original: Le vocabll/Qire des institutioIU indo-f?urophnnes.
. © 1969 LES EDITIONS DH MINUIT. Parls.
PRÓLOGO
@ 1983. TAURUS EDICIONES. S. A.
Prlncipe de Vcrgara, 81, 1.D - Madrid-6
ISBN: 114-306-1200-9
Depósito Lcpl: M. 2.59711-1983
PlUNTED IN SPAIN
La obra cuya primera parte (.) el ésta, lleva un titulo cx:pUcito, resuhado de inves·
tigaciones que tienen por objeto una notllble porción del vocabulario indoeuropeo.
Pero la naturaleza de 103 términOl estudiados en este vocabulario, el mModo aplicado
y cl anili5is que propone, exi¡cn algunas aclaraciones.
Entre 13.lIlenguas del mundo, las de la familia indoeuropea le prestan a lu investi·
gaciones mis extensas tanto en el espacio como en el tiempo, a las mis variadu Yde
mayor profundidad, debido a quc esas lenguas se han extendido desde el Asia Central
al A1lántico, a que eu6n atesti¡uadas en una dmación de ca.5.i cuatro milenios, a que
están vinculadas a culturu de niveles diferentes, pero muy anti¡uos, y alguno¡ de
ellos de los mis ricos que han autido; y, por úJtimo, a que varias de esas ~s han
producido una literatura abundante y de gran valoc. Tambi!n poc esto ban constitui·
do durante mucho tiempo el objeto exclusivo del anilisu Iingflistico.
El indoeuropeo se dcf"me como una familia de lenguas salidas de una lenaua co·
mím y que se han diferenciado por separación gradual. Es, por tanto, un aeomeci·
miento global e inmenso lo que captamos en 5U conjunto, dado que se: descompone a
lo largo de los siJlos en una lierie de historias distintas, cada una de las cuales ca la
historia de una lcn¡ua particular.
Mientras las fases de estas mi81l1.~ne5 e implantaciones sigan si&1don09 descono·
cidas, el milagro C!Itriba en que podemos designar con total seguridad a los plleblos
que formaron parte de la comunidad inicial y reconocerlos, con exclusión de todos 105
demlls, como indoeuropeos. La raZÓn de ello es la lenlua, y sólo la lenilla. La noción
de indoeuropeo vale antc todo como noción lingüística, y si podemos ampliarla a
otros aspectos de la cultura, ser' también a partir de la lengua. El concepto de pareu~
tesco genMico no tiene en ningún otro dominio lingUistica un sentido tan preciso ni
una justificación t/:lO c1I1J'1t. En indoeuropeo encontramos el modelo mismo de las re·
laciones de correspondencia que delimitan una familia de lenguas y permiten recons-
truir sus estados anteriores basta la unidad primera.
Dcsde hace un aiglo, el estudio comparativo de las lenguas indoeuropeas ha sea:ul~
do dos direcciones de sentido opuesto, pero complementarlo. Por un lado, se procede
por reconstrucciones fUndada.s en 105 elementos, simples o complejos, que entre len-
guas diferentes son susceptiblcs de ser comparados y pueden contribuir a restituir el
(.) l.II r:dki6D francesa de estI. ob~ l:OmIa de ~ ..oI.llmCJJClli: 1) EcoiHJmID, JNUV'lat:o,~, ,2)
PuMr. d~1fo. rÑi,idIt. que tfI eutdlano le pracnfaR en UIlO 1010, dividido en dlMl patt~. I 'f 11 (N. r.}.
7
prototipo común, ya se tnlte de fonemas, de palabras enteras, de desinencias flcxi-
vas, ele. Se presentan as1 modelo.s que sirven a nucvas recoll.'ltrucdones. Por
otro lado, en una vt. de sentido opuesto, se parte de una fonna indoeuropea bien es-
tablecida para seruir las formas que han salido de dIa, las vWs de la difermci.a.ción
dialectal, 105 conjuntos nuevos que de ella resultan. Los eb:mentos heredadol de la
Impla común se encuentran incoflM)rados a estructuras independientes que son las de:
lenguas particulara; a partir de ese momento se transforman y adoptan valores nue-
vos en el seno de oposiciones que se crean y G.ue ellas determinan. Hay que estudiar,
por tanto, por un lado, las posibilidades de reconstrucci6n, que unifican vastas series
de correspondencias y revelan la estructura de los datos comunes; por otro, el des-
arrollo de lu lensual particularcs, porque ah! está el cuadro productivo, ahí germi-
nan las innovaciones que traIlsfonnan el sistema antiguo. Entre estos dos polos se mue-
ve el comparatismo y su esfuerzo apunta precisamente. distinguir las conservaciones
y las innovaciones, a dar cuenta de las identidades Ytambitn de lu discordancias.
A las condiciona: ¡encraIcs Que impone el principio de: la comparación entre len-
&UU se all.aden las particularidades propias del dominio ltxico que es el del prc:scnte
estudio.
Desde muy pronto a 105 especialistas del indoeuropeo les parcci6 que las concor-
dancias entre los vocabularios de las lenguas antiguas ilwtrabao los principales aspec-
tos. matcrim sable toda, de una cultUl<1 tom(m; de cate modo se recozicron Jas
pruebas de la herencia Itxica en 10. taminos de parcntC5oo, en los numerales, en los
nombres de animales, de meta1cs, de instrumentos agrlcolas, etc. Varios autores lUCe-
sivos, desde el siglo XIX hasta estos 61timos anos, se han dedicado a preparar reperto-
rios, que siguen siendo muy útiles, de estas nociones comunes.
Nuestra empresa es compJetamente distinta. No hemos tratado en modo alguno de
rehacer un inventario de las realidacics indoeuropea¡ en tanto que definidas por gran-
des correqx>ndencias l6xicas. Al contrario, la mayor parte: de los datos que tratamos
no pcrtenccen al vocabulario comÚD. Son Clpc:clfíl::os como t&minos " instituciones,
pero en kn.gu.as partkularcs, y lo que analho;all05 es fU gtncsis Ysu oonai6n indo-
europea. Nos proponemos, por tanto, estudiar la formación y la orpnización del vo-
cabulario de tu instituciones.
El término de institución debe cntendersc llQul en sentido lato: DO &OIamcnte las
inJtitucionc& cii&ieu del derecho, del gobi.cmo, de la rcligi60, sino tambiéo aquellas
inJlitucioncs menos aparentes que se esbozan en .las ttc:nicas. Jos modos de vida. las
relaciones soci.aIes, los procesol verbales y mentales. Es una materia en II ilimitada, Y
la meta de nuestro eatudio consiste precisamente en ilustrar la lénc8iB del vocabulario
a ella referido. Por regla general, eSCOlemos el punto de partida en una u otra de las
lenguas indoeuropeas, entre los t~nnino!l dotados de un valor que se impone, y en tor-
no a este dato, por el examen directo de sus particularidades de forma y de sentido,
de IUS relaciones y opoBicioocs actuales, y, luego, mediante la comparación de formas
emparentadas, restituimOl el contexto en que le ha espccirlcado, a menudo al precio
de una profunda transformaciÓD. Intentamos. PUCI, restaurar los conjuntos que la
evolución ha di&locado, sacar a la luz atructuru cn.tc:rradu, devolver a fU principio
de unidad lu divergenciAs de los empleos t&:nicos, y al miJmo tiempo mOltrar cómo
las lenguas rcorpnizan sus sistcmu de 4iJtinci.OD.CI y renuevan su aparato acmintico.
El aspecto histórico y soc:i.oJ6gico de estos procesos (lueda plIl1l otro&. Si nosotros
n05 ocupamos del verbo griego higlonuzi y de JU deriVldo lligemM. es para ver
cllma se ha oollltituido una nocióo qlJlC es la de 1& «hqcmon1a». pero liD miramicntol
8
para con el hecho de que"el ¡ro higmJon(Q es altcmatiwamcnte la rupnmacla de un m-
dividuo, o de una naci6n, o el equivalente del imperiwn romano, etc.; 1610 nos
importa la relaci6n, dUlcil de establecer, entre un t~o de autoridad tal como
higemÓn y el verbo hi,lomrzi en el seotido de «pensar, jul.pr». Con ello aclaramos
la s;gn(f"ICIlri6n: otros se encarprán de la duilnllCi6n. Cuando hablamOl de la pala-
bra &ermánicafeudum en relación con Jos láminas de ganJldcr1a, no mencionamoi la
feudaliclad mls que por preterición. Los historiadores y los sociólo&os vcri.n mejor
entonces qué es ID que pueden retener de los pl"C!lentcs análisis donde DO entra ninSún
presupuesto extralingü1stico.
La tarea del lingüista se ve asilimitada. Toma su materia en el vasto tesoro de las
correspondencias adquiridas, que se transmiten sin gran cambio de un diccionario eti-
mológico a otro. Estos datos son por naturaleza poco homogencos. Cada uno provie-
ne de una lengua diferente y conilituye una pieza de un sistema distinto, comprometi-
do en un 4esarroUo imprevisible. Bn primer lugar, hay que demostrar que cdaJ foc-
mas se corresponden y que continúan un mismo original; también hay que explicar las
diferencias, a veces considerables, que pueden prescotar ea su CSlado fon6tico o mor-
fológico, o en su sentido. Asi, se puede relacionar el armenio ~un. «liuc&l~, con el
latín IOmruu, «sucflo~, porque !iC conocen las reglas de correspondencia que pcrmi·
ten restituir una forma com(m •swopnD-. Se puede relacionar el verbo latino aupo,
«eoger», con el sustantiwo alcmin Htt'b.rf. «otofto», porque HtJWt es en antiJuo alto
alcmin Mrbut y porque herbist se remonta a una fonna prqermlnica • karpisto- que:
significa propiamente «((tiempo) el mis apropiado para la cosecha» (cfr. inslés Mr-
ves/J. cosa que confirma un tercer dato, el sustantivo grielo brpÓ3, «fruto de la tie-
rra, producto de la cosecha». Pero una comparaci6n tan simple y a primera vista tan
satisfllCtoria como la de la ralz telcs- en latiD (en el verbo texo) y de la raíz tak.f- en
,inscrito, formas que se corresponden exactamente, choca con una grave dificultad:
lal. t~ signiflCa «tejer», pero ralq, «talar con el hachu; no se ve cómo uno de Citos
sentidos podria derivarse del orro, ni de qué sentido anterior pOdrlan proceder uno y
otro; 4Ctejido,. y ccarpinterlu parecen irreductib}es a una técoica comÍll.
En el seno mismo de una Imaua, las formas de: un mili:mo vocablo pucdco dividir·
se en pupas distintos y poco conciliables. AsI, de la ra1z • bher-. representada por fe-
·ro. ellarln ha sacado tres pupas difCRO.tcs de derivados que forman otras: tantas fa·
miliu lb<i<:aJ: ll/<ro, porter (') [llevar]. en el sentido de la ll"'taci6n. de donde/ordiz.
fODujer llena., fonna crupo con fUIO: 2) Jera. portet' Illcvar] en el sentido de com-
fXNter, (comportar] desicna las manifestaciona de la suerte, de donde: Jon. Jortunfl,
y sus numerosos derivadoa que cntranan tambitn, la nDCión de «fortuna, riqueza»; 3)
Jero. «llevar» en el sentido de emparter [llevarse], forma grupo con filO y se deflDC
por la noci6n de rapto y de batiD. Si comparamos las formas y los derivados de bJuu-
en sinscrito con ésta, tendremos un cuadro mis variado aún: a los valores sehlado!l
se aftadirin el de (<llevar», como swpporter [soportar], tomar 11 IU cargo, de donde
bhartr-. «marido»; la de poner [portarl, hablando de la montura, de donde «cabal-
gar», etc. Ahora bien, a poco que se haya estudiado en detalle cada uno de estos gru.
poi se ver. que en cada caso forma un conjunto ltxico coherente, articu1ado por una
noción central y dispuesto a proporcionar términos institucionalcs.
M liD r~ le cmPtu en alOI piInfOl...mo. ltJmino1: portu, mmpot1er. ~. nIPPtN1~,
con una JPilmol Riz, imposible de manlCDU en ~leOano (N. T.}
9
Se han hecho grandes esfuerzos para mostrar cómo vocablos, en principio poco
diferenciados, han asumido progresivamente valores especializados y constituyen de
este modo conjuntos que traducen una evolución profunda de las institucioncs. la
aparición de actividades o de concepciones nuevas. Este proceso interior de una len-
gua puede actuar también sobre otra lengua por contacto de cultura: relaciones léxi-
cas instauradas en griego por un desarrollo propio han servido de modelo, por via de
traducción o de transposición directa, a relaciones similares en latln.
Hemos tratado de hacer rc:.saltar un doble carácter propio de los fenómenos aqui
descritos: "por un lado, el complejo enmarafl.amiento de estas evolucioncs que se des-
arrollan durante siglos o milenios y que el lingüista debe devolver a sus factores pri-
meros: por otro lado, la posibilidad de separar, no obstante, ciertas tendencias muy
generales que rigen estos desarrollos paniculares. Podemos comprenderlas, reconocer-
les una cierta estructura y ordenarlas en un esquema racional, si sabemos estudiarlas
directamente dejando a un lado traducciones simplistas y si sabemos establecer tam-
bién ciertas distinciones esenciales. sobre todo -e insistirem08 en eUos en varias
ocasiones- en la existencia entre designación y significación, por culpa de la cual tan-
tas discusiones sobre el «sentido» zozobran en la confusión. Se trata de, por la com-
paración y mediante un análisis diacrónico, hacer aparecer a111 donde, al principio, no
tenemos más que una designación, una significación. Asi, la dimensión temporal se
convierte en una dimensión explicativa.
La naturaleza de esta investigación prescribe a la demostración su paso. Aqui no
se encontrarán ni discusiones de detalle ni referencias bibliográficas. La materia de
nuestros análisis Se encuentra en todos los diccionarios etimológicos; apenas vemos
trabajos anteriores con los que habriamo.s podido confrontar nuestros propios razo-
namientos. Todo cuanto decimos proviene de estudios de primera mano sobre los he-
chos utilizado.s. Nos hemos esforzado por resultar inteligibles a los lectores no espe-
cializados sin traicionar las exigencias de la demostración, pero hay que reconocer
que las ramificaciones, las conexiones tan diversas que surgen en el curso de esta ex-
ploración hacen penosa una exposición seguida. No es fácil hacer divisiones nitidas
entre los temas tratados. Necesariamente se verán interferencias entre las partes de es·
ta obra, puesto que las hay entre los datos de este vocabulario. No obstante, espera-
mos que quienes tengan a bien seguir hasta el final la exposición de nuestras investiga-
ciones encontrarán en ella materia de reflexiones generales, en especial sobre la posi-
bilidad de aplicar algunos de 108 modelos aqui propuestos al estudio de las lenguas o
de las culturas a las que, por carencia de documentos escritos, falta perspectiva
histórica.
El presente trabajo ha sido preparado por varias series de conferencias dadas en
el College de France y que Lucien Gerschel ha querido recoger. Hemos corregido
profundisimamentc, a menudo reescrito por entero, esa primera redacción a la que
hemos aftadido nuevOS desarrollos. Algunas partc:li hablan sido, anterionnente, objeto
de articulos más desarrollados, cuyas referencias damos. Para hacer la exposición
más accesible, según una sugerencia de Pierre Bourdicu, que ha revisado el conjunto
y nos ha hecho útiles observaciones, cada capitulo esta precedido de un resumen.
Jean Lallot ha redactado c.sos breves textos liminares: se ha encargado ademis del
acabado del manuscrito, y ha esbozado el cuadro de las lenguas así como los indices.
Le agradecemos aqui su ayuda y el celo que ha puesto en su tarea.
Émile BENVENISTE
10
ABREVIATURAS
< procedente de l. e. indoeuropeo
> que lleva a i. ir indoiranio
11. lliada ingl. inglés
Od. Odisea ir. iranio
R. V. Rig Veda irl. irlandés
a. a. a. antiguo alto alemán isl. islan~és
a. esl. antiguo eslavo ital. italiano
al. aloman kot. kotanés
angl. anglosajón lat. latin
a. mgl. antiguo inglés feto letón
a. nor. antiguo noruego lit. tituano
a. prus. anti,suo prusiano m. a. a. medio-alto-alemin
armo armenio mico micénico
av. avéstico ase. asco
es/. eslavo pelo pelvi
fr. francés ser. sánscrito
gdt. gótico sogd. sogdio
gr. griego loe. tocario
hit. hitita umbr. umbro
hom. griego homérico véd. védico
11
PRIMERA PARTE
LIBRO I
LA ECONOMÍA
SECCIÓN I
GANADO Y RIQUEZA
CAPinJw 1
MACHO Y REPRODUCTOR
SluPNIrlo. OJriln.riammlc.lu aimolo¡Ias bW!¡';O".I.... ha)' que dilOO¡uir. en d Di-
Yd indoeuropeo, <kJI: uociolllell:
- una naica, la de «D'IKiI.o., Le., -_.
- otra fun::iuual. 11. de ccrepmduttor-, i.c., .1PeI"3'-.
. U_ lpIodmac:iOrl ICftdinriQo 1C:lltre: l:itIIS bmlca IÓlo lit abKrva CIl linsc:rito )' lSl:=-
be ~ considc:nId& seamdarla.
Consideraremos, en primer lugar. t~rminos tlpicos relativos a la ganaderla. Estu-
diaremos las diferenciaciones caracterlstica¡ de t~ particulares; en el orden lQi-
CO, como por lo demú en lingüistica, las diferencias son instructivas, tanto si se prc·
sentam de entrada como si se las di5cil:rne por el análisis de un conjunto unitario. Una
distinción inmediata y necesaria en una lOCiedad de ganaderos eli la distincibn entre
animales machos y bcmbru. En el vocabulario queda scftalada por palabras que pue-
den pasar por comunes d.ebido a que aparecen en varias lenguas, aunque no siempre
con las mismas dcterm.inacionCl.
Para la primera palabra que vamos a estudiar tenemos una 5eric de correspondm-
ciu rela1tvamentc cstablc:s, pero que impliam variaciones; se trata del. nombre del
macho:
Il'fabha
vffabha
KV. IQriSsln gr. drsin. árrin
·varnan
En avt&tíco ponemos un vocablo que, aunque por azar no estt atestiguado, viene
postulado por los derivados IlV. wzr¡iína-. (uuasculino», vara'íni-. ((macho; morueco».
En ¡rie¡o incluso encontramos formas algo menos pr6xim1l5 en el grupo dI;
e(w)lrri (I(w)~ hmill (lpoo,) (cfr. la (Ollllll con v ckl indolnulio) coyo =tido es:
1) en singular tdluvia, roclo», mientras que: 2) el plural se aplica a los animales; de es-
ta familla sale lato lIerriS. macho de una esped.e particular, con sus correspondientes
en blllico,liL Yefiis. lel. yenis. Todo está relacionado con ese radical verbal .wtn-
de ser. lItU'frrti. que sign.ifica impcnonalmenlf: tcllOVCD (efr. dr.Jel; relaciónese irI.
jTtJ!JS«Ialluvia» < ·wpla.
17
El avéstico arÑan no designa en modo alguno una especie animal particular como
el ser. {faMa quc, sin ser el nombre exclusivo del toro, es frecuentc cn esta si&nifica-
ción. En cambio, en ariJian. no sucede nada semejante: denota el macho, en oposi-
ci6n ala hembra, nada más.
Esta oposici6n macho/bcmbra puede tomar en avéstico una forma 1~ ai80 di-
fercnte; para los humanos, se emplea narlxYoflri, donde este último término parece
5CT el femenino del adjetivo signiÍlCaIldo «real», es decir, eela reina» -co.sll que pare-
ce algo extrafta, pero que no es inconcebiblc si sc piensa en la correspondencia entre
¡ro ,unl, «mujcn, e inSl. quef!", «reina-. Hay algunas ligcru variantclf: narlltri,
donde este tlItimo tmnino es el nombre indoiranio de la mÚjO", cfr. mcompoSiCión
ItrlnDman (cfr. bit. no~n), «de sexo femenino», y a veces una transferencia de
xNfJrl al reino animal. Todo estA claro, la oposición es univoca. Fuera del iranio,
arafan tiene paralelos todo lo exactos que se puede desear con Ir. min, tirrin. exac-
tamente en el sentido indicado por el avt&tico: es el macho por oposición a la hembra,
4rrin frente a t~Jw: la identidad etimológica en los dos términos atelt:i¡ua una su-
pervivencia indoeuropea.
Consideremos ahora la palabra avátíca • vanitln. Expresa una noción diferente:
la de reprodl4c:tor,' ya no se trata de una caracter1.stica de una clase de seres, lino de un
eplteto de valor funcional. Se: emplea ·Wlriitzn (de hecho l'arami~) con el nombre del
Entre esw últimu formas y las fonnas nominales precedentes, hay una diferencia
morfológica, que no ha impedido a algún etimologista presentarlas juntas, pero que
debe detenernos: por un lado, forma en w inicial; por otro, forma con inielal voctlica
en indoinUlio¡ aslmlsmo, en sriego 6rrin (&Pf71I"') no presenta nunca w mientras que en
la mttrie& homérica, ehd = e~rse. de donde hbso:.
Los comparatistas han hecho de esta discordancia una alternancia. Pero mientras
no nos VC&nlOS obl.igadOll a admitirlas, hay que economizar todo lo posible semejantes
«aRemandas». ]in la moriologia indoeuropea, ningim principio pumilC disociar for-
mas sin w- ele las fonnas con W-. La hipótesis de un grupo unitario aqul es gratuita;
nina6n otro ejemplo ímpondrla esta alternancia w-/ccro. En cuanto al senddo mismo
de las palabras as! asociadas, alll donde el antlisis lo permite, la compiC8cl6n, como
se verá, no se efcetóa sin dificultades.
En sinscrito, v(fabhD- y flabha- atestiguan el mismo proceso de formación y la
misma noci6n: es el .toro mitológico", y «el macho en gcneraI», epiteto tambim de
diose.s o de hb'ocs. En avéstico, por el contrario, las dos palabra¡ (con o sin w) no ¡e
relacionan lX>n lu mismas nociones, y este desacuerdo es instructivo mis allá incluso
del indoiranio: oralan y ·'IIariStzn son absolutamente distintos desde el punto de vista
iranio: ar~$an en los textos avélticos se opone siempre a una palabra que desicna la
hembra, a veces x'iD(Jr; (t~rmino puramente iranio), generalmente doinu. E6tc último
ttnnino -indoiranio, efr. ser. dhenu- se rc1aciona con el grupo del JI'. rhIJus, cfr. la
niz K:::r. dhay-, «amamantar, nutrirse»; de este modo, tenemos aqul una de:si¡naci6n
espcdflCa, funcional, la de la hembra animal
La oporidón oriitJrl-: daifUl- es constante; en las Iist:u de animaks encontramos
la enumeración dc dos series de términos en el mismo orden:
tUpa-llriiitm-
riftra;umn-
ralHUiSan
lUptl-thlnu-
u:i1ra-dainu-
Iflu-dainu-
cordero por «morueco»: mQ¿sa-VQr~ni-; esta relación no deja duda alguna sobre el
sentido. Ademé.s tenemos pruebas históricas: • vara'San ha dado fonéticamente el per-
sa ~n que no es el ~<ttlachol) (representado en persa por una forma derivada de
nar), sino el ~reproductor».
Fuera de1lranio, ellatin uerris es un exacto simétrico por la fonDa y peJr el senti-
do. En efecto, no d~a el macho, que es süs para los cerdos (palabra sobre la que
VOtveremOl), sino el reproductor: uems, el VCf'lllCO, tiene exactamente el empleo de la
fonna oon~nd.icnte,avéstioo • vtU~Q".
¿Qot podemos concluir de este examen? Los temas nominales • er.s- y ·wer.s-, te-
nidos por idénticos, son fonnlU direuntes, amolutamente 5Cparadas por el senlido;
también la morfologia indica que son distintos. He ahí dos palabras que riman. que
pueden 5upcrponenc:, pero quc cn realidad pertalccal a dOl familiu independi~tc:s:
una designa «al n:wchol+ opuesto a la bcmbnl; Ja otra designa una función, la de re-
productor del rcbllfto y no una especie como la pr-imcra. En sinscrito. y solamente en
s6nscrito, se ha n:alizado Wl accrcam.iento butante estrecho entre {fabha- y vuabha-.
Gr'acias a una mitolosta en la que el toro ocupa un lugar eminente, y por efecto de un
estilo en que abunda el epiteto magnificante, los dos térntinos se han vuclto tan equi-
valentes que el primero ha recibido 1lD elemento sufijal que no pertenece mis que al
segundo.
&a es nuestra primera conclusión. La pRci5&TCIllOS recurriend.o a un deunollo lé·
xico distinto. Entre ¡r. tbsi y hhsal, hay probablemente una relaci6n: ¿cómo defi-
nirla? Fl singular ehü designa la pcqucft.a lluvia de la maftana, el rodo. Tenemos
adcmú el plum homérico hbsai que no aparece mú que una vez (Od. 9, 222); ~ el
antro de Polifema se ha alojado un aprisco donde los animales son colocados por or-
den de edad, de los aduhos a los animales mis j6venes: hbmi. Ahora bien, hlnaf es
el plural de dr5i. Para comprender esta si.n!ular asodac;i6n. hemos de destacar en
griego dos para1c.los: drósos si¡nifica «gota de rodo»; pero drósos en plural designa,
en Esquilo, las crlas de los animales. He aqui un terecr hecho del mismo orden:
psakb. que quil:fc dClCir «lluvia finll~, tiene por derivado ps61aI1ÓII: .Ia crla recién na-
cida de un animal». Esta relación ltxica se aclara de la siguienle manera: los animales
muy jóvenes 50n como el rocio, como gotitas depositadas frescas todavía. Son las
crtas recién nElcidas en tanto que acabadas de nacer. Tal desanollo de sentido, parti-
cular del iriego, no habria tenido lu,ar probablemente si • wers- hubiera sido primero
el nombre del animal como «macbm). Parecc, por tanto, establecido que debemos
plantear una distinción en indoeuropeo entre dos órdenes dc representaciones y dos
series de términos que sólo sc han visto acercados y reunidos en indio. Por lo demás.
en todas partes tenemos dos si¡nos Itxicos distintos: uno, "ers- que designa el «ma-
cho» (gr. drren), otro, • wers-, que transpone la noción inicial de lluvia como humor
fecundante en la de «reproductoH>:
18 19
CAPÍTULO 2
UNA OPOSICIÓN LÉXICA POR REVISAR: SÜS y PORCUS
$al1INIrio. OrdioarilUJrotc se admite
).- que I.r. -paño (1aJ:. poI'aIS) dcsiana el puertO dDmatieo. opuesto .1 animel
...1~e, • J/J- (lal. .nir)¡
2.· llUC ~ rrputici6t'l diala:t&l de • porto- n~ • la condId6Q de que 1610 lJa¡ lrl-
bw ewopcu luao practicado la crla de ¡:nJCJ"COI.
Ahora bien, un l:UIIlCD atento ensdlari
l.· que: m todas I;u Impu, ea pankular el Iatin, donde ¡c mantiene la oposición
-sil,: -porto-, ale. tmniDos se aplican I la especie domblh, desJcaando -porto al
.,orrtDo» frcalC al adulto ·SII...•
2.. que -ptHIco ati Ilcsti¡uado de betho ell el daminlo cximlll dd Indoeuropeo.
EldsdI., poc tan(!!, ll.II& c:rla indOClUopca del puerto, que le M perclIdo ltmpranamenlc
m India J co lrin.
mtérmino latino uerris fonna parte de un amjuota de palabras que defigna una
especie panku1ar, la e¡PCClC poreina. Deben precisarse las relaciones entre los l~rmi­
nos de ata serie animll1 en latin, o sea, los tres términos. uerris. sUs. porcus.
SUs)l porcUS ¡UD indoeuropeos por la mimla razón; amb05 tienen correspondien-
tes en 18 mayor parte de las lenguas in<1ocuropeas. ¿Cuál es la relación de mllido7
Por doquiera le plantea como el del animal salvaje y el del animal doméstico: süs de-
silJllaria la especie porcina en general, bajo su fonna salvaje, el «jaba1i~; porrus seria
exclusivamente el puerco de cría.
Habna una distinción indoeuropea muy importante desde el punto de vista de la
civiUzad6n matcrlal de los indoeuropeos, porque sUs es comlin al conjunto de los dia-
lectos, desde el indoiranio al irlandés. mic:ntras que porcus queda restrín¡ido a la esfe-
ra europea del indoeuropeo y no figura en indoiranio. Esta discordancia lI:isnificaría
que los indoeuropeos no conocian el puerco doméstico y que la domestiCllción del ani-
mal no habria tenido lupr sino tras la ruptura de la unidad indoeuropea, cuando una
parte de los pueblos se hubo establecido en Europa.
Hoy podemo¡ preguntarnos cómo ha podido tenerse por una evidencia esta inter-
pretación y creer que la diferencia entre sUs y porcus reflejaba una distinción entre
puerco salvaje y puerco dom~stico. Hay que diriiine a los escritores que han tratado
en latin de las cosu de la agricultura, Catón, Varrón, Columela, y que: emplean el
lc:D8UAje de 106 hombres del campo. Para ellos, sUs designa el animal doméstico tanto
como el animal salvaje. Desde luego se encuentra sia por animal salvaje, pero el mis-
mo 3i"u desipa siempre la ClIpecie dorntstica en Varr6n: las minores ptCUdes. ell4Oa-
do menor, son O"U, coprtl. süs. tod()$ ellos animala; domésticos.
20
Otra prueba viene dada por el ténnino suouetaurilia [.], que designa ellran sacri-
ficio de lustraclón triple en que figuran tres animales simbólicos, tres c:spc:cic:a, de 1aI
que las dos últimas (ouiJ, laurw). notoriamente domesticadu, hacen prC3umir que
sUs. que se: les 85ooa, desi.cna tambi~ un animal doméstico; esta pre.sunci6n queda
confmnada por el hecbo de que jamis se sacrificaron animales salvajes en Roma.
Asimismo. sr. hUs (Gc) (- lato süs) designa el animal doméstico en cantidad de: ejem·
plas. Se distingue con toda seguridad, pero sólo mediante una ~alificaci6n,entre la
especie salvaje y la especie doméstica: d puerco salvaje se dice hüs 611";03. por oposi.
ción al J)UCTCO domblico. por lUto, es un hecho adquirido prehist6ricameote, ante-.
rior allatln, el que Le. 'sjj· - aro hüs se aplica a la especie trtil, que es la especie ~
m~.
En los de:mib dialectos indoeuropeos, las condiciones de empleo de la palabra no
son las misma.s. En indoiranio, sü- designa el puerco salvaje. Las formas hist6riau:
scc. sillalra, av. hü· cstin construidas sobre un tema idéntico. Según Bloomfidd. se
parte de siI/ca-, antiluo tema que habria sido sufijado luego en -ro siguiendo el ejem-
plo de otros nombres de animales como vyillhra. «tigre», y siíb-ra 5C convierte en
sU + Jcara, «el animal que hace M por interpl"Ctación paronimica. Ademis de: av. hir.
se c:ncuentnl en iranio una forma xük. que supone· Jcüldaz; el indoiranio tenia, por
tanto, una forma ¡utijada en ·k quc, en el dominio indio y avbtico, 5C refiere sola·
mente a la especie salvaje. Es que la India e ld.n no criaron jamés puercos en fecha
antigua. No se: encuentra ninauna mención de ena de puercos en los tutos. Puo be-
mos visto, por el contrario, al estudiar los hccbos latinos, que en el dominio europeo.
la domesticación del puerco se habla adquirido mucho antes de la constitución delta-
t1n: el nombre gm&ico :ya se empleaba en l:l para la especie doméstica. Es CIte sentido
de «pnerco dorntstico» el que ellatln utiliza poco mú o menos en CllciUlliva; M sólo
es el «jabalht en los contextos en que e1l&mino gm&ico bastaba.
Al estudiar el sentido de las palabras que san propias del latín para designar al
mismo animal, el pul:1'CO. vemos que mrge un problema que pan:ce inri,nifLcIDle.
pero cuyas consccuc:ncúu son butantc notaba. De5de el momento en que sUs desig~
na la C5pCCie en ccneral, y más ordinariamente la especie doméstica, desaparece la dis~
tinción que habitualmente se plantea: al desi!l1Br 8IIlbos al puerco doméstico. sUs y
pon:us se conviertc:n en ¡in6nimos. :&tc pleonasmo asombra e invita a examinar de
cerca los testimonios que establecen el sentido de porcus (y no las traducciones, quc
sobre ese punto son Wlinimes).
Podremos comcm:ar a partir de uno de los términos en que el nombre del animal
aparc:cc: en una relaci6n consagrada. suouetaurilia, término ya citado mAs arriba. que
designa el qrupamiento consqrado de tres animales sacrificados con ocu:i6n de lit
ceremonia lustratoria. Lit forma JUou~taurjJiaes considerada irregular; en efecto, te-
nemos:
1) Un compuesto de tres tl:rmin06 de agrupamiento, pero semejantes compuestos
e.st6n atestiguados en las 1cIIauas indoeuropeas antiguas, cfr. ¡r. nykhth-émeron. «no-
che y dia»; la objeción no se sostiene.
[-) nwwe_rili.: elta prkticl c,ti dQClmcntad" al la Pcnlnsulll: lbéricll, !:fr. al respectD A. Tov".,
&L'iDsaiption du C.beiD du Frt.¡ua, ct la IaI1lUC da iusitanicm», Etuda Qltiqwn, XI (1966-67), pqi-
no 137-168, '1 C. J. OuTofrn'Aae"H, OItJm, XtX (1967), pp. 2B·2fíl. Tambibl J. M. GOMsz..TAllANliU,
«La fuDdc)n taoa"a en d MCritldo c:c1tibtrica., IX CtMrrao~aI.ArqtlftJlorkl (Valladolid, 1965),
brqoza, 1966, Al. 2SH76 (J. S.).
21
•
2) Una dificultad fonética. la forma Due y no o/li. Se resuelve si se fija el término
en 111 si¡nificación exacta y si se lo restaura en las condiciones que lo han constituido.
Éste no es un compuesto ordinario, sino un yuxtapuesto que Implica no temas nomi-
nalCl, sino formas cuualcs. Está fonnado por una sucesión de tres ablativos: • su
antiguo ablativo de süs (cfr. siíbus. forma antigua en plural); elle ablativo npdar. fi-
nalmente tauro. Son realm~tc tres ablativos yuxtapuestos. estando el conjunto sub-
sumido como una palabra 6nica con el sufijo adjetivo -Hu, -iliD. IlIi8ctido al último
t&mino con di5ión. 4Por qué este yuxtapuesto? Es que ha salido de la e.xp-es16n ri-
tual en que el nombre del animal sac:rifica40 estA en ablativo: sil/acere «sacrificar por
medio de un animal". y no al animal mimto:f~+ ablativo es ciertamente la conJ-
truoción antigua. Por tanto, hacer el acto sagrado por medio de estos tres anima1Cl;
agrupamiento antiBuo, consagrado. de estas tres especies en que süs es el nombre de
la cspcdc porcina. Hay qllC vo1v1Cl" sobre un capituLo del De Agricultura, de Catón
(141), texto ctlebre que descn'be la forma de proceder en la lustración de los CIUIlpol,
ceremonia de orden privado. En este texto que ha sido leido. citado "J utilizado con
frecuencia. se trata c:Jtpresamc:nte de 101 suouetauri/io. Al proceder al aaaificio. el
propietario del campo debe pronunciar estas pa1atns: mocte suouetaurlJibus /actenti-
bus tsto; es una plelarla a Marte para que acepte esos suouetaurilia lactentia, tres
animales «de leche». completamente j6venes. La demanda es formulada por squnda
vez en estns túminos: Man plIter, eivsdsn re; ergo, macte hitce suouetawiJibl4S /«-
tenJibU3 esto, lue¡.o Cat6n contin6a: «cuando inmoles el porcu.r, el agma, el uUu/1J.J
sed preciso...... &lbi poraIm immolabi.J. aglUUft uiluhimQUl!, oportel... De hct;ho. el
sacrif"x:io comprc:nck. por tanto, a los tres animales. que son denominados esta vez
porr:w. agnw, Nituba. Comparemos Jos tbminos del &aerificio nominal: ro, ONU,
ta~ y los de la ofrenda real; porau, llgmu, uihl/us. Los términos se siguen ~cta­
mcn~ en el mismo orden para dcIi¡nar a 101 a.nimaIcs sacrificados. Resulta que uitu-
Jus es la crta del ttlJ41l1s. agnus es la cr1a del ouil, por- tanto. poral8 es la cria del süs¡
esto se deduce de UDa manera. por uf decirlo. matcmitica, al superponer las denomi-
naciones rituales y las cspcdes reales del sacrif"lcio. La conclusión se: impone: porcu3
no puede ser mú que el «gorrino». Entre süs '1 porau, la diferencia no ti en modo
al¡uno la Q.ue separa el animal salvaje del animal domtstico: es una diferencia de
edad• .nlr es el animal adulto; poma, la cría. Tenemos otro texto para abrirn<» los
ojos. En el De re nutiaz, de Varr6n (lib. n. cap. 1). referido a la cria de los animales,
el autor da preceptos a los ganaderos. A los animales j6venes no hay que dlClite1arlos
antes de a1aunO& meslCli: 105 agni, 8 los cuatro meses. los lulaIi a los ucs meses. los
porei a los dos meses. De este modo, porcus es paralelo de agnus y de luzedus. Podrfa
copiarse la mayor parte del capitulo. tan numerosos son los ejemplos. VarrÓD indica
que se reconoce los 6Uf!S de buena raza " progenie; si multos parcos parJunt. «si dan
numerosos parei». En la alimentación, se suele dejar durante dos meses parcos cum
m"tribw, y un poco mAs adelante: porci qui nati hiemt! frunt exi/u propt~rI";'ol'll,
«los porei nacidos en el invierno...»; aquí aparece de manera significativa la relación
de pOl'CUS con nflltt!r.
En un arca1smo del vocabulario religio&o, 10lI porci Q.ue tienen diez dial luI1Jentur
purl, «son coDliderados puros», y, por ello. son llamados sacres (anticua forma CD
lugar de _apri a partir del adjetivo • sacris); sacres porei, viejlsima expresi6D. «los
parei de diez. dias de edad». A5ím.ísmo. es frecuente I«tens POT'ClLf, pero nunca en-
contramos ·1Dctt!ru ms. Se encuentra un diminutivo. porr:u/u.f o poraUILS, de igual
forma que se e:o.cuentra agffllSl.,nelhu, uihl.Jltl.itellu.r; pero no edite ·siA:ulus, por-
22
que el nombre del animal adulto no implica diminutivo. De este modo. el sentido de
porcus -¡que puede encontrarse en ese texto casi cuarenta veces!- es constante. No
varia en el uso ulterior. Clcer6n lo toma en et mismo sentido: a propósito de una ullla
Ipropiedad rústica, hacienda en el campol, escribe: abundot porro, hot!do, "gno,
expresión en la que los pore; figuran con los demás animales jóvenes, ll"edi y ognl,
cabritillas y aft.ojos. Conocemos dos nombres del porquero: siibulcus «que se DCUpa
de los .JUes» (paralelo de bübukws) y porr:ufDlor.· ¿qué razón habria paca forjar dos
términos distintos si las dos pa.labru sús y porcw fueran equivalentes en el muido?
De hecho, el porcu/Qtor se ocupa de los puerros j6venes. que exigen cuidados particu-
lares; d súbuJcus. de los puercos adultos. Queda establecido. por tanto. que en toda
la latinidad antigua y hasta la tpoca cibica, porcus [-) no designa otra cosa que cJ
«10rrinO». El contraste puede ahora entenderse; lo único sorprendcflte es que no se
haya percibido hasta ahora. '1 que se haya perpetuado una traducción errónea de un
término tao coml1n como porcus. Estllsituaci6n de 00 frente a porcus es exactamente
la del ¡rieco hDS. sQs (Gc;, ~ frente a kho&os (xoLpod. La diferencia es de aran im-
portancia; en el. culto dombtico o publico. no hay animal que se ofrezca mls común-
mente que el porcus, el puerco joven.
Lo que nosotros descubrimos lo sabllln ya los latinos; Varrón nos da, con una eti-
mologla fantasiou.. la equivalencia ob.sc:rvada exactamente. R.R. n, 1: Kporcus grae-
c¡¡m est nomen... quod nune eum vocunt khotron». Sabia. por tanto. que porcru sil-
niru:aba lo mismo que *llorron. Pero la palabraporcus existe, adc:m.ÍIi de en latin, en
itálico. El contraste es el mismo entre :Ji y psu/ul e:o. umbro en el tex.to ritual en que fi-
guran lOiS dos. Hay que ver lo que esta opollición significa en umbra.
La traducción que se da de las Tablas 19uvinas está generalmente en latin, por tan-
to, es pooo límpida. Pero debemos considerar 105 adjetivos que: acompaftan a si ypor-
ko. Tenemos si con Jcumitl 1") traducido por «grauida». si con flJiu. traduddo por
«lactens», Y. por otro lado. purkQ. Ahora bien. la relación de factens con sür a impo-
sible en latino La diferencia en umbro se vuelve incompn:nsibk: si la palabra umbra d
puede: designar al animal en tanto que grvuída «grAvida» y Jact~ns, «de leche», ¿qué
puede entonces designar poreus7 La misma palabra se aplica al adulto y al recién na-
cido; la diferencia de denominación no se justifica ya; por tanto, la otra palabra, pur-
ka, resulta inútil.
¿Por qué esta diferencia, lI.Qul si, alIi purica, en un texto ritual tan exacto? El ~cn­
tro del problema está. de hecho, en la significaci6n deji/iu. Hay otra posibilidad ac1e-
mAs de la traducción consa¡rada. Pueden concebirse dos interpretaciones para Jiliuo'
una por IQcl~rrs, «de leche»; pero también puede pensarse en tac:lans. «que amaman-
ta». En efecto, el umbroJliill está emparentado con el gr. thelus y femin" que cs. en
latin, «la que amamanta». "J th~/us, en griego, significa tambi~ eso. En irlandés yen
lituano. una forma de esa ralt con sufijo -/- se refiere a la madre: lit. pirm-dela, ((am-
mal que amamanta por vez primera)). Podemos, pues. entender el umbroflliu no co-
'''] En III inscripción de CAb~o dAs Fl'1Iguas, dlAd. cn nota anttrior, .pllTtce el thmllKl porr:om
(aeuSlLlivo) (cfr. A. Toy,u.• cLalc:oaualu5itan. '1 los sustratos hispinicOllO, Acll.I drl XI Con'fmI) Internrl·
eiOrtrll rk Lin,(Jálim y Filololfa Rl}mtJnkv. lomo 11 (Madrid, 1968), pp. 4!H-4!17), probabltmmte tOn el
Ylllar lU.gCl"ido ¡xx Bcnw:nule (l. S.).
["1 mumbm kumfgJ, ,umio tt'I el latlo de: LLK:ilia '1 en UD pallJe dc Apulcya que lo imita, hllUbsiJd-
do en ti cspalIoI ,omla (- cltq60lO'. ooma 'fa indicó F. 8Ot'HELER, c:n RMí"ácha MII~m. XXXVUl.
pá¡inaa S2J·52S. y Ita. IUbrarado A. Toy". en IU disc:urso de insn:so en J. Real Al3IdcmJ. de la Lmp.
lA,'" th HispllflilJ: A.Jp«ltM UxkoI *", RomallÍVICiIJtI, Madrid, 1961. pp. 20-11 (l. S.).
23
mo (dact;clli», linO como «laetans». La cerda es denominada tan pronto «gca.uida»
como «lactanu, seg1l.n que d animal no tenga aOO a su cria o ya la haya tenido. Yen·
tonces purka se convierte en el nombre de la cria. es el. «gorrino» como lal. pon:us, y
la situación que CI1l de cu.ak¡u.icr forma incor:nprcnst"ble se: vuelve inteligfDle. Oc este
modo estamos seguros de que <:si. diferencia, ilustrada por d lartn y el umbro, es una.
diferencia IWca heredada. El, de hecho, anterior al itilico.
En catico, el nombre que corresponde a porcus, Cll cb:ir, fontticam.ente irl. ore,
es citado siempre con el grupo de pon:ws Ycon la traducdÓIJ .puerco», pero la preci~
si6n que esperábamos nos .la apoiU el diccionwio detallado de la Academia irlandesa
qUI: traduce ore por «puerco joven»; así. tmcmos a la serie itilica Ycéltica intcgnula
en esa 1ignifiau::i6n.
En ¡erminico. 1&5 dos paLlabras correspondientes estin Tepn:scntadas por deriva·
dos; por un lado, swe;n (al. .schwe;n), y, por otro, ftJrh, jtJrhm, «Ferkeht. Aqui, lu
fonnas modernas ya lo indican, Ftrke/ es el «gorrino», especificado como diminutivo,
mientras que swein, «puerco», derivado de sU. no implica diminutivo. El correspon-
dJentc genninico de POTCU.J atestigua inmediatamente el sentido de «puerco joven»
que ha conservado. Por último, en ClIlaVO y en baltieo, Ut. PtJrsas. esl. prost; (de ahi el
t'U&o porostnok. que es un diminutivo suyo) se opone a ~"Yin. Ahora bien, e.ste eslavo
y biltico "paiia- que corresponde aporcus tiene el sentido de «gorrino». Tenemos,
pOr tanto, en eslavo el mismo contraste que en germánico. Esta demostración hubiera
podido hacerse desde dos lados difcrente8. partiendo del ¡erminico y del eslavo, le
llep a la misma constatación que partiendo sin prevenciones dellatin. De cualquier
modo, los testimonio. mnw.erdan y la situación U::xica aparece idénlica en todos los
dialectos occidcntaJcs.
Pero ahora, en el plano indoeuropeo, el contraste de los dos ttrminos va a plan-
tear un nuevo problema. La repartici6n de: 1a.s dos fonnu el desigual. La fonoa •siI.-
es indoeuropeo común: cst! atesti8uada a la vez. en indoiranio y en todos los dialectos
propiamente europeos, mienttas que - porko no ap&rece en indoiranio, sino solamcn·
te: en los dialectos europeos.
De 1CBl8. dmribuci6n dialectal y del sentido que le atribula a -sfj- ya-porko--. se
ha concluido que la comunidad indoeuropea no conocla del puerco máI que la especie
salvaje. El sentido mismo de pora¡s denotaba, acg{m se aeia, que la ganadcrla s610
habla comenzado en Europa, trU el establecimiento de cicna.s fracciones f:micas.
Pero la IipiflCBción restaurada de estos té:rminos transforma el problema. Adop-
ta un sentido nuevo, dado que la oposici6n es adulto/reclf:n nacido y no salvaje/do--
mf:stico. ¿Por qu~ entonces el Bombre del animal recib nacido (·porko-) no es coex-
tensivo al nombre del animal adulto (·sU-)? Pero, ¿hay realmente semejante de:si¡ual-
dad de área entre sUs y porcus? Todo el razonamiento descansa en esta alegación de
que no hay sefia1 de porcus en el dominio indoiranio. Ahora bien, el problema ha
avanzado mucho y la afirmación tradicional debe ser rechazada en la actualidad.
Esa misma palabra, -porkos. esti atestiguada en un Atea contigua, pero de lengua
completamente diferente, en finougrio, por el fmés porsas. mordovés purts, y ziriano
pon.
¡Se crtt de acuerdo en vt:r aqui un pr&tamo com6n de las lenguas finougrías con
una forma en s de cierto estado del indoeuropeo'!, pero ¿ea qut fecha pc:netr6la pa1a~
bra en fmougriano'l
Comtatem08 ante todo que el sentido CI seguro: «gorrino, puerco pequeñolO en fi·
ná; para las demis ICIlIU85, los léxicos son menos prcciSOi, pcrc;l ese sentido e5 probaM
24
ble. Se ha observado la relaci6n con la¡ formas indoeuropeas, se ha discutido sobre la
croDolog!a posib~ del préstamo. Lo que parece cierto es que po1'$fIS en flnés supone
un tema el -0,- la final -as' es una adaptaci6n finesa de un tema en -o, reemplazado
por a, porque desde el fmougrio no se: ha tolerado o en segunda sílaba: -pone 5C
convierte en¡xJmI. El radical -pomJ implica una palatalizadÓD c:aracterinica de k en
s. La forma original tomada por el finougrio comportaba esa palatización, realizada
ante el paso de o radical a a que caracteriza el estado indoiranio; porque la fonoa t~
rica del indoiraoio hubiera sido, en ¡uelio, -JXlrSa; en iranio. po~; indoiranio,
- parSil. El fonetimto del préstamo finougrio nos remite a un ertado anterior al indo-
iranio, pero posterior al indoeuropeo común, que implicaba una k subsistente. Seria.
por tanlo, un t$tado dialectal antiguo el Que habrla precedido a la distinción del m-
doiranio. Tal es la conclusi6n a que llegan los estudiosos de lu lenguas finougrias.
Pero les ha detenido una dificultad: que la forma prcincioirania, lupu~ta por el prés-
tamo, no está atestiguada en indoiranio mismo; por eso, ha habido dudas a la hora de
concluir.
Pero nosotros tenemos ahora la forma en el dominio oriental. Un dialecto medio-
iranio del Este, conocido sólo desde hace pocos M.OS, el kotanb, nos permite estable-
cer la existencia y la significación de un~ palabra posa. gen. pasli. Que designa el puer-
co. El sentido ClI seguro porque se trata de textos traducidos del sinscrito o del tibeta-
no, en los que se encuentran datac¡ones tomadas del ciclo animal: hay un afio o un
mes del puerco. De este modo, el kotanés nos restituye la forma indoitllnia esperada:
parfa. y proporciona la prueba de que - porko tamb¡m era conocido en el área in-
doiranla.
El argumento negativo no es, por tanto, vilido. Desde luego, no hay ninguna hue-
Da de -porto al indio: pero una palabra de este gmero esti expueMa a accidentes.
Hay pueblos que, por razones religiosas, excluym al animal del sa.c:riflcio y del COIUlU-
mo, mientra. que los pueblos de Europa lo han apreciado. En iranio la palabra exis-
tió, ahora lo sabemos. No hay, por tanto, ninguna dificultad para admitir que, en
principio, elt~a indoeuropeo -porkrr es común al conjunto de los dialectos; hemos
constatado su presencia en iranio oriental 'J la confirmación nos viene dada por los
préstamos lid finougrio.
Desde lue¡o, todavía no podemos definir la significación exacta del término en
kotanf:s. lengua tardía del siglo vn o Vllt de nuestra era. Pero dado que ..sú- es ca-
mM al lndolranio y a las lenguas de Europa, si asimismo se ha empleado -porko- en
iranio, es que era distinto del término - sú-. Los rasgos presuntos o establecido.s indi-
rcctamente concuerdan con lolii hechos seguros sacados de empleos textuales.
Todo esto, la existencia de dos pala'bras empleadas desde el periodo indoeuropeo y
la diferencia de sentido que hemos subrayado, permite afirmar que el indoeuropeo
común "PQrlco- designaba (el puerco peque6o». La conclusi6n nesaliva de la doctri-
na tradiciomal ya no está justificada: existia, desde luego, una cría Indoeuropea del
puerco. Es lo que el vocabulario pone de manifiesto mediante la distillci6n que apare·
ce entre süs )' porcus, simetrica de la que se encuentra en los nombres de otros anima-
les domésticos.
Hay que Ob6e:rvIl~ también en esta oposición entre sUs y porcus Que la djfCf"CJlcia
Ibica Que separa estos dos túminos puede realizarse mis tarde en tfrrninos diferen-
te:'i. La opO!ici6n sUs:porr:us subsiste en toda la latinidad casi hasta la fpoca clásica,
pero luego el vK10r propIo de süs ha pasado a porcus que ha rellenado la funci6n de
ms; en ese momento sU:! desaparece.
25
En las Glosas de Reicbcnau. preciosas para la tramici6n dcllatfn al franc& el t&-
mino 00 es glosado «¡XJrcus salvaticus» (- puerco salvaje). De este modo, '00 ha
sido confinado al sentido de tlpucn;o salvaje/) y porr:us ha ocupado su sitio como
nombn: deltepuen:o». Pero babia que rehacer un término que reemplazara a pora¡s
en su sentido anterior: de abi, porceJlus. fr. powrr::eau.
Luego, bajo el inDujo de la lencua de los EV8D,ellos. en la que por«/Ius significa
«puerco», se rewrrc para el animal joven a un término técnico: «gorel» [«cochini-
llo»]. La expresi6n de la diferencia se ha renovado, se conserva el mismo desvio; por-
que importa mantener una distinción que nace de una realidad extralin¡Oistica, de las
condiciones de la cria.
26
CAPÍTULO l
PRÓBATONY LA ECONOMÍA HOMÉRICA
SlllIHIrio. ~ h. ~ que d ttrmiltO de aaci6n arkppr6braon <1csi¡na d PMo-
do mcoor y, por comipicrrte, c:l.c:orderO>l, dlldo que, en UIl rebatlo tompl1S0, Jor, coro
acros ",ftr"dHI" 'OlWlluilroente m coberll (pro-I»fMi,,).
Se m.u~ que eA tesis el instarenibk:
1.-) pr6bIIrrHI ckti¡na de: partida tullo al pBado mayor tt;lmo al pn.w:. meaor¡
2.-) Q ¡riq:0I no teníaD ~ tonl~:
l.-> ~"no si,pifü:a.matdsal m Qlbcz...
De becbo. pr6IHmM. liDaWativo eSe ~Itt, ckIx- srr ~ 00(1 P/'6bOtitI
«riqueza (mueblc}lt¡ el, en lanla que -.riqllcu marchantc. PQf ~a, tJPUCIIa I
101 bieacl que dC3C&IIdD CD 101 corra (kcfmlliaJ, por lo que d wrdcro IC dmornlna
pr6baUNl.
Hemos considerlldo un problema planteado por la coexistencia de varios términos
que tienen aparentemente la misma signiflC&á6n en el interior de una misma 1eneua o
de varlu leDguu indoeuropeas.
Una situación anilop se presenta en grieao donde también tenemos, para el nomo
bre: de otra especie, la de 101 ovinos, d05 términos: ówis (<<WI() y pr6baton (xp6llacwv).
Estos dOl5 términos desi.¡oan al cordero desde 10fI textos mb anticuos.
La primera es una anticua palabra del vocabulario común, aactarncnte conserva-
da en piqo, en Iatin, l:ll stnserito Yque ahora encontramos en luwita bajo la forma
htrwJ... La segunda elti limitada al gñego; Y por la forma mis:ma puede presumjrse
que se trata ck: una creación reciente.
En Homero, ówi8 y próbaton coexisten, luCIO ówLr desaparece en beneficio de
probaton que subsisti6 sola basta la época moderna. El problc:rTUI que se plantea es el
siguiente: ¿por qué dos t~rminos distintos? ¿Qué significa el término nuevo? Porque,
para el primero, basta constatar que es una palabra indoeuropea común que no es
analizable de otro modo.
En cuanto al segundo, próbcIton. considerado en sí mismo, sin atender a lo que
desi&na. puede rela.cioninclo en griego de mancnt clara oon probalno (~),
4l.m.ardlar, avanzan•. Pero. ¿que rigníf"lCI. euctamente esta relación de «cordcro>t con
«m.arcb1.l"»1 ¿Cómo interpretarla? Hay una explicación del eomparatista alcmin
Lommel l que se ha hecho cibica, enseftada por doquiera como evidente: proba(no
significa canard1ar delante~; próbaton seria el ganado menor dado que «marcha dc:-
1 ZttiIKIvfIl/llT wrr~Spnd¡f~ .•'.4, pp. 46-504_
27
Hay que ohscrvar que el nombre del pastor de corderos, del «berger» (berbicar;lf"J)
está hecho sobre ów;s. no sobreprdbaton.
Esta distinción existe, asimismo, co otras lenguas: en latin, ptCUdes dcs.i¡na a los
corderos (cfr. pOf/), frente. armtnla «el ganado mayor». Deben compararse también
los t&minos inglescsflock y hr:rd; el inglés tiene también una serie de términos distin-
tos 5C:gÚD las crpccies animales.
mas el problema del sentido. Seg6n Lommel, pr6bota, como se ha visto, designa el
ganado menor, los corderos, en tanto que «marchan a la cahc:za» del rebano: es,
pucs, para la tesis de Lommel, una condición esencial quepróbo/a sea propiamente el
«ganado menor». Pero, ¿es ese exactamente el uso de la palabra? De ningim modo.
Disponemos de muchos ejemplos en 105 textos literarios y en la cpigrafia dilllectal
antigua.
Ante todo en Homero, 11. 23. 550: «TIenes en tu casa mucho oro, bronce, y pr~
iJat4 1 sirvientes»; ¿qué s.ignillca aquipr6botfll Bvic1cntcmcD.te, el «ganado» en geD~
ral. puesto que no se especUlca ninguna especie. Hcrodoto escribe tÜ lema: 't&w
~ para decir «el lanado menor», lo que seria absurdo si pr6bata designara ya
d sanado menor. Por tanto, Q d gaMdo sin especificaci6n de especie ni de talla.
Tras cu.minar todos los ejemplos, podemos afumar que en Hcrodoto el *:mino se
dice: de cualquier pnado, mayor o menor. En Hipócrates, qlle c::scnDe en jonio anti·
gua -y cuyo vocabulario tiene gran interés-, encontramos una opoIici6n clara entre
]NÓ/XlUl/lfnthrÓpo/. 18..1 bestias y los hombres.
Luego, he aquf un hecho decisivo en una inscripción arcadia relativa a Atenea
Alea en Tegea: Ul ¡Al" ~ 1't~ ... Tll U ¡U!OV, «d. próbaton mayor y menor»: y
hay otro ejemplo semejante con ~ y ¡ua;c.w. Todo esto define claramente la peJabra
designando el conjunto del ganado, todavia no especializado. Se puede fijar el mo-
mento en que el &entido se resbinge en «¡&Dado mcoOD. Es en ático donde se ha pro-
duci.do d hecho.
No es preciso ir má5lcjo.: sipr6bot" es primero y en todas partes «el ¡anado» co
general, resulta imposible apoyar la prehistoria. del término en el. sentido de «¡anado
menor», relativamente reciente. Un segundo punto csc:ociaI: ¿cxiJti.c:ron prehistórica-
mente en Grtcia ~ rebanas DÚJ:tos, a la cabeza de los cuales marchaban lo. cor-
Ocros? Estas costumbres se observan en África. nos dicc:D. Pu'o aqui.. en Greda, Ja
costumbre pastoril, ¿comportaba gn.ndcs conglomerados de animales diferentes?
No conoccmo! descripciones exp1lcitu, pero talemos testimonios indirectos de Ja
composición de los rebatlos: son hechm de vocabulario conocidos lo que hemos de re-
cordar. No hay nombre uniforme o compuesto wtiforme para dcsilnar el rebalto,
sino términos distintos según 108 animales, con palabras espcclfu:as para lo. rcspectl-
vos pastores:
lante», ¿delante de qué? En ciertos paises de África se forman los rebalos reuniendo
animales de varias especies; son los corderos los que van en cabeza. Desde ese mo-
mento pr6baton designarla el animal que marcha en cabeza de un rebano compuesto
de animales diversos. Esta ~plicación, admitida por Wackcmagcl, ha entrado en el
dominio públicoj as! figura en el diccionario de Liddcll YScott.
Es la. historia de este término 10 que debemos repasar, para Il putir de liU5 em-
pleos, ~r si el desarrollo del aentido, en el cuno de una evolución que podemos sc-
guir completamente, concuerda perfectamente con la cxplicaci6n propuesta.
Hay.que observar, ante todo, que la forma pr6baton no es la mAs comtín; los pri_
meros ejemplos estin en plural, t4 próbato. y el singular es en fecha anticua descono-
cido. En Homero y Hcrodoto sOlo se empica. el plural. En particular, en Hcrodoto se
encuentran treinta 1 un ejemplos del plural, pero uno solo cid singular. En los poc_
mu homériC03, para designar a un ánimal, es 6i.llo que se empica, jamo prólxltcm;
de hecho, la única forma bomerica es próbllto -1 esto no es sólo UD <ktalle
morfol.6gko-. Debemos hablar, no de un plural, sino de UD colectivo: Id prdbola.
La formaprdlxlton es, por consiguiente, lo que se denomina un ringulativo: cfr. l. re-
laci6n de t41anta a /4Junton, de dtilcnm a d4kruon. Los nombres ¡emdccJl de anima.-
les son la mayor parte de lu m:cs colectivos: td z6a es mis antiguo que f() z80n.
Un término nuevo, de creaci6n griega, 1 que subsiste en la lcnSUa actual es f() 6/0-
gon (especificado en el sentido de «caballo~ ya en los papiros ccn:anos a nuera enI).
Hay que ver en I() á/ogon el singulativo de td á/oga «las bestias», los «desprovistos de
razbM, para los animales mis comunes o los más útiles, empezando por los cabll1lOll.
Asimismo. en Iatin anima/iD es nWi antiguo que animD/. Es un tipo de dcsignacilm
muy frccue:nte: una gran parte de los nombres de animales son colectivos.
Quedan por precisar las macones moñoJógícas de t6 pr6batil a prob6ino. A pri_
mera vista pr6ba/on o pr6/JQra parece un compueato en -balos" un adjetivo vClbal
procedente de bafno. Pero de este modo no tendl1a su sentido normal: por ejemplo:
dboros, dúsbolOS, didbafos están canlctmzados por un sentido paBivo. para decir «lo
qllC está llberado>t, con una determinaci6n indicada por el primer miembro del com-
puesto, o bien «lo que puede ser libcrado~. Tambi~n tenemos el sentido pasivo en el
adjetivo simple ba/ós (¡3a'fÓ<;), «accesible». Otro valor aparece en compuestos tales 00-
mo hupslbatos de sentido activo, «lo que ba subido alto, lo que ha ido a la altura».
Pero no es ni c:l sentido activo ni el sentido pasivo lo que conviene a pr6baton.
donde elllegundo elemento funcona como un participio presente, «que marcha». En
efecto, los gramtticos antiguos hacen una distinción entre pr6boton y los adjdivos en
-batos: segUn ellos, el dativo plural de próbaton es pr6bosj (xpó~CIG). Tenemos ahí,
por tanto, un tema consonántico; pro-bat- (xpD-¡kI.'t-) es la única forma que explica el
dativo y es esa fonoa la que debe postularse. Puede justificarse desde el punto de vis-
ta. morfo16gico, porque hay forma,s radicales sufijadas en -f- (cfr. scr. •jit., Iqtl·) que
el griego ha adaptado a un tipo sufija! y a una categoria de flexión mAs conocidos:
frente: al scr. par;-kslt-. tenemos el griego peri-ktft..aj (Od. 11, 288); cfr. lato sucer-
dor-. Allí donde elsrieso tenía -lhet-. se lo ha normalizado en -c!ll.t-es, lo cual consti-
tuye uno de: los procedimientos para devolver a la norma formll8 /lTcaicas y algo ahc:-
rram 5. Fenómeno análogo, pero diferentemente realizado en el caso de próbaton:
aquí se ha recurrido a la tematización (facilitada por probata) para nonnalltar la for-
ma original en -boto, garantizado a la vez por el dativo plural probas/ y por el sentido
de participjo presente de la palabra.
Ahora que hemos considerado la morfologia de una forma algo más precisa, VM-
subdtlon
aipdlion
e. exc:IUlivamentc el rebaño de coNhrar
(pastor owpólw)
· . . . . . . . . . . . .. el rebano de bueyes
(pastor boukd/O$)
· . . . . . . •. . . . . . el rebano de puercos
(pWltor SIlb6tis)
· . . . . . . •. . . . .. el rebatl.o de cabras
(pastor a;póJO$)
28 29
La solución viene dada por un término morfológicamente emparentado con
pr6bata y que aún no ba sido tenido en cuenta. Es la palabra homérica pr6busfs
(r¡p6l3lXcnO, derivado abstracto en ~ti· del mismo verbo probaínlJ, que s610 se encuen-
tra una vez en Hornero, pero en condiciones ideales para nowtros: Od. 2, 75, ktfmtlf6
te probosln le. La expresión hom!ricD designa la riqueza: pr6basis es una palabra en
-.ro de la clase de los abstractos susceptibles de denotar una noción colcctiva. Esta a~
titud viene ilustrada por palabras tales como 6rosls «ellaborco~, y también «la la-
bor» como tierra labrada (cfr. la expra:ión francesa «marcha dans les labours»);
kJts;S trposesión» y lambién «el conjunto de Jos krtmata», como árosLJ es el conjunto
de las tierras labradas.
Aiillli!mo, pr6bDsls designa el conjunto de los próbata; Y la oposición keimllÚJI
pr6basi.r se aplica a formas de posesioncs que derivan de dos categorías, segUn una di·
visión que parece esmcial en la cconomia del mundo hommco: riquezas yacentes,
inmóvües I riquezas móvUes. En suma, pr6basis es b KpoJhCII.I, «todo lo que avanza
(en punto a riqucz.as)>>.
Esta manera de concebir la riqueza en IUIi dos formas puede evocar, muy sumaria-
mente, nuestra repartición en bienes «muebles» e «inmuebicsl). Para nOSQUOS los
inmuebles son los ediítcios¡ los muebles, el numcnrio. FJlla Grecia homérica, la divi-
sión se concm:a de otro modo; todo lo que «yaceD (ártaij. keimÍlia. metales preci~
50S en lingotes, oro, cobre, hierro tambim, se opone: a td pr6bato, riquezas de pie,
constituidas de hecho por los rebanas, el ganado en general. Tal es elscntido depr~
bata que hemos observado en los escritores.
Esta cxpli.cación sitúa en una nueva pc~pectiva la. economía de la civilizaci6n ho-
mérica. Lommel babla imaginado un tipo extraordinariamente primitivo de rebaftos
formados por grandes masas de: animales. De becho, próbata. relacionado con próbu-
sU, denota una organiza.ción sDCúll mucho mis evolw;ionad.a. En la sociedad homái-
ca. la riqueza es una realidad múltiple. considerada en 5UI mvCJ504 valores que se dis·
tinguen en keímtJfa y pr6bato.
La misma distinción Se ha mantenido en una ~ mucho mis reciente en aennt~
nico. En el mundo escandinavo tenemos una designación que rc:cucrda a pr6bata. Es
isl. gangandj I~. "¡chendes ViehH, pero donde I~ representa pecws en c:1aentido ger-
minico, es decir, la riqueza; ¡oto lamIA traduce argúrion «platu. El sentido de la ex·
presión es la «"riqueza que andu para designar al ganado; cfr. mis abajo, cap. 4.
También se ofrece una po6ibilidad de comwación (nada mis) con el bitita iytJnt-
«cordero», que tiene la forma del participio de i- (cfr. gr. eími». «ir, marchar»). No
es seguro todavIa que: ése sea el nombre exclusivo del cordero y no el de una especle
particular. Si el sentido se confinnara, c:1 paralelo seria sorprendente.
He ahi el hecho esencial. Para el resto del desarrollo semántico no es preciso insil~
tir sobre una evolución representada por muchos ejemplos, en todas las lenguas, en
todas las épocas.
msentido en el que el término genérico se restringe viene impuesto por la nociÓD
de la especie que prevalece; el becho cs general y está bien atestiguado:
Si encontramos sólo nombres de rebaíos particulares, es que los ¡randes rebanos
mixtos no cxiJúan; cada especie tenía su guardián especializado y putaba aparte.
He ahi un araumento decisivo contra la explicación de Lommel. La práctica de la
crta es bastante antigua en Grecia para que haya habido, mucho tiempo llntcs de la
época homérica, una división del trabajo entre los diversos pastoro espetialitados.
Descubrimos en micénioo incluso un suqota-. que ra:pond.e al hom. suf:16ris. y un
qoukoro que responde a bouk6lDS; se oonooc también el nombre micénioo del «cabre-
ro»: oUclpattl. Parlo tanto, nada hay en la tradici6n ro en el vocabulario que perDÚta su-
poner la existencia de rebanas mixtos: el segundo argwnento de Lommd estt caduoo.
Quala. sin enharlO, la relación etimológica pr6battl/probalnlJ que partcfa impo-
ner parapr6btzto el sentido de tcque marcha a la cabc:za». Pero incluso para un verbo
de una forma tan c1arI como proba/nó, no hay que temer una verificación. Ahora
bien, cuanóo se releen 105 ejemplos uno se da cuenta de que probaínlJ no significa
nunca «marchar en cabcza», aunque todos les diccionarios lo aseguren. Hay que ver,
en efecto, en qué tipo de ejemplo¡ apoyan esta presunta significación. El sentido mis
frccuc:ntc es, en reali<lad, «avanzar, progresar, desplazarse hacia adelante,,: este senti-
do no tiene necc&idad de ser justificado, los ejemplos son inmediatamente: cliUos: m
Homero (D. 13, 18) ~ TWCri. ~~ «avanzando a grandes pasos rápidos,,; Lmu
(169, 38) K~ ~ i¡4~ «de edad aVlU1ZlLda». Por tanto, siempre es «avanzar".
Pero se instituye un segundo sentido: «marchar delante de alguien» -cosa que es
completamente distinta-o Este sentido cs apoyado por tres ejemplos homéricos, to-
dos del mi&mn tipo: lS n ~ r~fpc'U (ll. 16, 54) «que aventaja por la fuerza a los
demás, que supera a los otros en podCD, lo que quiere dcdr: «superior en fuerza»;
cfr. D. 6, 125; 23, 890. Pero es un perfecto lo que se lee en todos estos pasajcs; y se ha
¡xoducido una grave confusión entre el 5C:Dtido del perfecto y el sentido del verbo:
probalnó. «yO avanzo, yo me dirijo hacia adelan1c», a.ri proNbika, «)'O me encuen-
tro en posIción avanzada,,: asl n. lO, 252, ~ al 8J¡ 'KpojUprpu: para da:ir que «la no-
che csti avanzada". Por tanto. si se dice Kpofiqñ¡n u~ o xpm,l, esto sisniftc8 que
uno se mantiene «en posición muy avanzada a partir de todos" o «en fuerza". Efecti-
vamente, en Homero tencmOl (11. 6, 125) 'l':oAU 'l':pol)l~1'X~ "~'¡I que signiftea «muy
avanzado en relaci6n a todD:5". Por eso, profJo./no no si,ni!ica «marchar en cabeza»,
sino «avanzar», aunque se vuelva a estos ejemplos en perfecto para sacar el sentido
de «estar delante del'. Este sentido no hace mis que üustrar el valor normal del per-
fecto; en cuanto a la idea de superioridad, resulta del genitivo-ablativo que indica el
punto a Partir del cual se encuentra uno en situación avanzada. No hay, por tanto, di-
ferencia para el sentido del verbo entre &a"t"pa. rt"po~tlhlu y los tres ejemplos citados. Es
un único y mismo sentido: no conviene subdividirlo en categorlas para diferenciar
ejemplos unlvocos. En latln hay, por supuesto, una diferencia entre progredior, que
es exactamente probafnó. y praegredior. «yo marcho a la cabc:z.a de los demás". Pero
probaln6 responde solamente a progredior.
Desde ese momento pr6bota no significa «que marcha a la cabeza del rebafto».
Todas las razones que apoyaban esa explicaci6n caen una tras otra: 1) pr6bata no es
el ganado menor; 2) el rebano griego no es compuesto; 3) el sentido de prob6ino no es
«marchar en cabez~, sino «avanzarlt.
¿Qué DOS queda entonces'? Una relaci6n entre pr6bata y proba/no, Ahora bien,
tenemos que partir del sentido de «avanzar» para comprender esta relación: pr6btl-
ta. es «lo que avanza» -¿todavía'?-. La designaci6n aparece en sinaular, cosa cniB-
málica. ¿Es privilc¡io del ganado, no «aVlUlZ8ll» todos los lUlima1cs nDrmalmente?
30
asl 1al. be.rtia
»
lat. animal
»
> fr. biche
> cn¡actino becha «cordcro~
> dial. ttaJ. del norte: nimal «puerco~
> otra región: nt!mal «buey».
31
Es siempre el animal por excelencia, la especie mejor representada, la mA:s útil lo-
caImente, la que adopta el nombre genmco: ital. perore, «brebis».
De este modo se puede integrar próbata en grupos que se renuevan a cada instan-
te. El sentido particular de probaton proviene de condiciones locales de ganadería; la
significación primera, en relación con probaínó. sólo puede interpretarse en el marco
de una estructura económica definidaZ.
Z Para el conjunto de lOIi capltul03 1, 2, 3, se pllede acudir a nUClitro articulo «Noms d'animalUl en
indo-~ropéen», Bullelin de la Soclltl de Linguistique de Paris. 1949, pp. 74-103.
32
CAPiTULO 4
EL GANADO Y EL DINERO: PECU y PECUNIA
Sumario. Para todos los comparatistas, Le. ·pek", designa ll1 «gllIladal) o, en su sen-
tido máli estricto, el «cordero». El sentido de «riqunu cuando aparece con ese tl:nnino
o con SU5 derivados (por ej. lat. ptñlnia) se considera desde entonCCllsccundario y se CJI.-
plica porque deriva de una eKumsión seml!.ntica del tt:rmino que designaba en el punto de
partida la riqueza por CJl.CCIem:ia, el ganado.
El estudio de *peku Yde sus derivados en los tres grandes dialectos en que esti repre-
lICIltado -indoiranio, itálico, gcrminico- llO.I lleva 11 unl invellli6n de la interpretación
tradicional: *pekll dcsi¡na originalmente I1 "riqueza mobiliaril pcnonah., y sólo por r.l"-
peci/kQcio"e3 sucesivas es como ha podido dellignar en ciertas lenguas al «ganado», al
«ganado menor», al «cordero». La evolución cs paralela a la de prdbala (cap. 3).
En el vocabulario de la economía indoeuropea, que es una economla pastoril. hay
un término de importancia capital, ..peku. atestiguado en tres grandes áreas dialecta-
les: indoiranio. itálico, germánico. (El lituano pekus es probablemente un préstamo
tomado del germánico o de alguna lengua del Oeste.)
Todos los comparalistas están de acuerdo en ver en .. peku el nombre indoeuropeo
del «ganado» y en explicarlo por una raiz .. pek-, «esquilar». Este término designaría,
pues, el «ovino» propiamente en tanto que portador de un vellón, y se habria genera-
lizado para el conjunto del «ganado». Eso es lo que se enseia desde los inicios de la
grama.tica comparada.
Aquí tratamos de mostrar que esta concepción de .. peku es insostenible y que hay
que analizar nuevamente los datos. El examen nos llevará sucesivamente sobre el in-
doiranio, ellatin y el gennánico, y conducir" a conclusiones que sobrepasan el pro-
blema considerado.
I. INDOIRANIO
Las formas a estudiar son el védico paJu y el avéstico pom.
En védico, en conjunto, el sentido es el de «ganado», confirmado por diversas cir-
cunstancias del empleo: relación con vraja «establo», con gopa «pastor»; con yU/ha
«rebafl.o», etc. Sin embargo, hemos de observar:
1.O) Qu8 palu es un término colectivo que abarca todas las especies de animales
domé~ticos (caballos, bueyes) y sólo éstos: aivimJntam gomantam paíum (Rig Veda,
1,83, 4);pasum aAvyam gal'yam (V, 61, S), etc.
2.D) Que palu engloba también al hombre designado como pa§u bipedo, en el
33
U. LArtN
para que aparezca 111 correspondencia estrecha de los fonnularios. TodO! los t~rroinos
sucesivos se re3ponden en la identidad etimológica, salvo cl primero, en el cual el mis·
me sentido queda enunciado por tbrntinos distintos: es precisamente el umbro uiro,
cuyo equivalentc latino es no uiros, sino ptlStoru. De doncle re3ulta que el umbro de·
signaba pDT ulro, unido a pequo, a los hombres cncargadw del cuidado del ganado.
POI" tanto, en umbro tenemos el paralelo exacto de 1& noción de viT'Q asociado a pasu
en indoiranio.
Que J1lUU remite ante todo Il un valor ccon6mico, puede cncont:raJK confirmado
en el términD k1u que, aunque emparentado con pasu- como av. /iu- con pasu-, se: ha
separado de el tempranamente y conserva mejor el sentido primero. El adjetivo
ptU'lÚC.pl significa «abundante en riquezas, en posesiones», pero DO c:spc:cificamente
en «sanado». El una cuaJificaci6n de los dioses Agni, Indra, Soma, y se encuentra a
menudo asociado a túmin05 que dtsi¡nan la <ulqueza».
Parece que todos estos ind.iclo5 permiten ver en el sentido de «glUlado_ una res-
tricción del sentido mú antisuo y mis amplio de tlriqueza. mobiliaria», ap1K:ado a la
principal forma de posesión en una sociedad sanadaa.
La formaciÓD de p«imia es única en latín. Ese es su valor, y esa es tambim SU d.t.
iK:lhad. Hay que insistir a'l ello tanto mis cuanto que c:rtc problema de morfolo¡1a
todavia no ha !ido trat&do. La rc:1aci60 formal depecüniD oonpecü es el de un dcriva~
do sccunclario, que provoca el alarpmiento de la vocal nnal d.d. tema. La cuestión
esencial es la del sufijo. Un paralelo de la formación dellat. p«Ü.nUz ha sido sen_lado
entre otros por MeiIltt: es la del a. esl. -Y'1ii ( <•-ünia). Bite sufijo -ynjl forma en
a. eslavo abstractos sacados de adjetivos: as1 dobry"¡i, «bondad»: dobrV «bueno»; o
nombres de persona fem.e:n.inos sacados de los masculinos corrcspondiente5: /)Ogyn)I,
«diosa»: bop «dios». Podemos aportar incluso un derivado eslavo CD -y"JI sacado
de un tema en ·-u-; es II'ÍYnji «a1igenuniento»: tiíiíkÜ, «ligero» (cfr. ser. ft,¡,lrú-,
roghú-. «ligero»).
Podriamos retener esta comparación. Pero hay que sacar lu consecuencias. Pues-
to que enlato pecimÚ1 es un abstracto, debe, como los abstractos eslavos en -ynjJ, su~
poncr un ad.jetivo como forma de base. Habria que considerar entonces -pelru como
el neutro de un adjetivo muy arcaico, que ninguna lengua habria conservado. Si esta
consecuencia -inductable- parece demasiado audaz y si .se: juzga que postula una
formación cuya cxJsteocia no podrla demostrarse de otro modo, queda la alternativa
de explicar peciinitl mediante los recursos de la morCologIa latina.
Relacionaremos entonces ptt:únÚ1 con los derivados femeninos en -nus, -nil, for-
mad05 sobre nombres en -u-: asl, Jortúna, que deriva del nombre -/OrlU- (d'r. /ar-
tu;-tus), o portitrfus, OppOl1ÜIIUS, de portu-. Hay que admitir entonccs, 1.°), que La
correapondcncia entre e1lat. ]J«Ü1Iia y la formación eslaVA en -y"¡¡ no el mis que
aperente y resulta de un proceso secundario. y 2.°) que pec:imitJ Cl!I un abstracto en. -Jo
formado en latln incluso sobre un derivado -nll8/-na aniIogo a portünlU. !ortÍlna
(cfr. portus y¡onu-loo), Oa'l rl,¡or sobre UD femenino en - -ni-.
3S
mismo orden que d paJu cuadrúpedo: dvipáde cdtus padtcapalávr (tIl, 62, 14). Y no
5610 puede Inducirse de este pasaje: es la enseftanza expUcita del Satapatba-BrahmalJa
(VI, 2, 1, 2) sobre los cinco poJu: purusam o/varo gim avim ajtIm, «hombre, caballo,
buey, oveja, chivolt, y de otros textos quc transponcn esta deflnici60 en la tcorta del
u.crificio.
La inclusión del hombre en el ptÚu es el indicio de: una socicd.ad pastoril en la que
la riqueza mobiliaria se compon1a a la vez ele hombra y de animalcs, y donde el 1&'-
mino palu, que ri&nificaba en principio esta riqueza mobiliaria, podia CODvcoir tanto
a los «bipedos» QOmo a 105 tlcuadt6pedos».
E iranio confirma esta considcracl60. La a.sociaci6n dc los hombres y de los ani-
males, implictla en la deftnición védica, queda aplici.tada por la fónnuJa avésticaprzsu
vira, «ganado-hombreslt, cuya antig11cdad se reconoce desdc hace mucho tiempo.
¿Qu~ dr:st¡na txactam.ente vira, «hombre», CD la f6nnuJa avtstica p4SU vVa de la
que se hace eco, en el otro extrema del área indoeuropea. ellliJ'o ~quo de las Tablas
l¡uvinasl Para el s6nscrit0, LO.den: ha mostrado que vira. en UD contexto en que estJ.
unido a la noción ele lanado, desipa «c:1 esclavolt. Este sentido, tanto si se toma en
sentido estricto como si se lo atenfla como «gentes de casa, dom!sticolt, vale también
para d vira av&tico en ptJ.fU virG.
Daran05 de ello una nucva confinnacibn que sacamos de una githiz de Zaratus-
tra. En una estrofa de 8ClCDto patf:tico (Y. ~, 2), Zaratustra se queja de su impotencia
para vencer la hostilidad que le rodea por todas partes: «yO st por qut' estoy sin po-
der, oh Muda; es que soy kamna-fiu (tengo poco pasIl) y porque soy kamnll-nllT-
(_ tcqo pocos: hombres)>>. Las dos caliíK:adonCl: kamna-/iu, «que: tiene poco
pasu», y kamna-nar, «que tiene pocos hombra», proccc1en evidentemc;ote de: la fór-
mula JNISU viro; con una transposidlm de vira en Iftlr conocida tambUu en el Avesta.
Es el hecho de ser pobre CI1PQSU y pobre eD.1Ulr-l0 que hace a Zaratustra «impoteD.-
te»: estas posesiones, ClUC constituyen las dos espcdes de la riqueza mobiliaria, confie-
ren junw d poder. A1llldiranos, pues, la locucibn kam1ul-flU- kIlmruma'- al rcpc:I1o-
no avéstico de compuestos constroidol sobre la locuci6n JNlSU vir(l y que proceden
por tmmnos acoplados.
En la divcraidll.d. de estos testimonios lingQistic:os se refleja l. importancia del posu
para una sociedad putoril del Nordestc del Irán, cuya idcolo¡1a inspira las partes nW:
antiguas del Avesta.
NO&OtrO& nos limitaremos a la fase antigua sin seguir la historia ulterior. por otra
parte conocida. de pIlSfl. Elic término antiguo se ha convertido hoy, en una parte del
iranio, en el nombre del «cordero». Una nueva especialización sucede, de este modo,
a la que, en UD perlado mucho más antiguo, confiere a pasu el senticlo de tlganado».
Igualmente, el vira avéstico en pasu vira debe tornarse como elemento de la ri-
queza mobiliaria. Se designa por CIta locucwn al conjunto de la posClión mobiliaria
privada, tanto los hombres como los animales, siendo tan pronto el hombre engloba-
do en el JHdu (pasu) como mencionado separadamente.
Puede ampliarse la misma interpretación al uiro umbro, no solamente porque la
fórmula de u;ro pt!quo procede de una herencia indoeuropea común, sino en virtud de
un iDdice eapecifico propio de dos pueblos ¡tilicos, umbral y latinea. Todavia 110 se
ha prCltadO atendón a una similitud sorprendente entre el formulario umbro y UD pa-
saje de la anti.ua plegaria que cita catón. En umbro una expresión ritualae repite
once veces: uiro pequo... m/ua serilu. «salua seruato». Comparanoslo con Catbn:
pustora peautqur &/lJua serIIassil. Basta con superponer los dos tatos:
34
umbro
latln
uiro pequo... salua serilu
pastores pecuaqur salua seruassis
Tal es el dilema en que nos encierra el análisis de: este abstracto sin paralelo en la-
tín: o pecUnia deriva de la misma fonnaci6n que el eslavo ·-imyi y debe relacionarse
con un adjetivo antiguo y no con el neutro hist6rico pecU. o pecunia deriva directa-
mente del neutro pecU. pero por una sufijaci6n que no es inmediatamente comparable
a la de los abstractos eslavos en -ynji.
El otro sustantivo derivado de pecu es peciilium. También aquí se trata de una
forma que se ha quedado aislada y sin análogo entre los neutros en -;um. No obstan-
te, puede precisarse su formaci6n. Entre pecO y pecu/ium hay que situar un interme-
diario '"pecU/ia. que es a pec:U como idulia a idiis. trU:ñllis a tribus. Para la relación en-
tre •pecii/is y pecU/ium. se comparará edil/is y edil/io (de ahí edit/ium). De pecuUum
se saca un verbo denominativo pecu/o(r), de donde el sustantivo pecu/atus. -uso De es-
te modo, la serie pecU/ium: pecu/o(r): peculatus se convierte en paralelo de: domi-
nium: dominor: dominatus. Toda la cadena de derivados que se agrupan con pe-
cü/ium se organiza as1 de forma racional.
Lo esencial es ahora el problema del sentido de pecünia. del sentido de pec:U/ium y
de su relación con pecü. Según todos los etimologistas, pecU es el «ganado»:
pecUnia, la «riqueza en ganado»); pecU/ium, la «parte de ganado dejado al esclavo».
Tal es la enscftanza de todos los diccionarios etimológicos y de las obras de morfolo-
gia latina, que repiten una interpretaci6n que puede decirse secular, e incluso milena-
ria, puesto que nos viene de los etimologistas romanos, de los tres ténninos pecft.
pecUnia. pecil/ium.
La relación formal entre estos tres ténninos es segura. Se trata de saber cómo hay
que entenderla. Para ello, hay que comenzar por establecer 10 que significa pecunia y
pecillium.
a) Pecunia
No basta con haber explicado el lazo formal que une pecunia a pecii. Hay que di-
lucidar paralelamente la relación de sentido que resulta de la relación de derivación.
Ahora bien, se puede consultar a todos los autores de la latinidad antigua y clásica,
recorrer todas las citas de diccionarios; jamás se constataré. un lazo entre el sentido de
peciinill y el de per:iI, «rebano, ganado». En todos los ejemplos, pecunia significa
exclusivamente «fortuna, dinero», y se def"me por «copia nummorum». Debe proce-
derse entonces por inferencia metódica sin tener en cuenta los puntos de vista tradi-
cionales. Si el derivado pecunia tiene exclusivamente. desde sus primeros emplew. el
sentido de «dinero, fortuna, XF1l¡¿or.~», es porque el término de base pecU se refiere
exclusivamente a un valor económico y que significa «posesión mobiliaria». Sólo as!
se justifica el sentido constante de pec:iinia. que como abstracto colectivo, generaliza
el sentido propio depecii.
En virtud de: un proceso distinto, completamente pragmático y secundario, • peku.
cuyo sentido era «posesión mobiliaria», se ha aplicado especificamente a la realidad
denominada «ganado». Hay que distinguir en este análisis los dos planos teóricos: el
de la significación y el de la designación. Hay que distinguir, en consecuencia, el sen-
tido propio de '"peku. revelado por sus derivados antiguos, y el empleo histórico de la
palabra para designar al «ganado». Una vez realizada la uni6n semántica entre este
ténnino, '"peku. y f!.!ta realidad, el ganado, la designación se fija por cierto tiempo.
Pero la historia no se detiene y pueden producirse todavia nuevas especificaciones: taJ
36
es el caso de las diferenciaciones operadas en latin entre pecu. pecus. -oria. pecus.
-udis. Derivan de la historia léxica dellatin y no afectan a las relaciones fundamenta-
les que nosotros sacamos a la luz.
Son estas relaciones las que han sido mal conocidas. El resultado es que se inter-
preta de forma inexacta tanto pecii como peciinia. Y estas nociones inexactas han si-
do transpuestas primero por los latinos, luego por los modernos, en la traducción in-
genua de pecijnia por «riqueza en ganado», que todo refuta. Contrariamente hay que
afirmar que la naturaleza real del pecit primitivo se aclara a partir del sentido real del
pecUnia histórico.
La noción de «riqueza mobiliaria», expresada por pecUnia. podla englobar otras
especies distintas que el «ganado». Nos haremos una idea de su extensión primera por
esta noticia de P. Festo que debe referirse a una locución arcaica: pecunia sacrificium
fieri dicebatur cum fruges fructusque offueban/ur. quio ex his rebus constant qllam
nune pecunillm dicimus.
Para este glosador, los fruges !ruetusque constituian la pec:iinia. Puede registrarse
este valor ampliado de peeimia sin rechazar, pero interpretándolas de nuevo, las defi-
niciones de Varrón: pecuniosus a pecunill magna, pecunill a per:u: a pastoribus enim
horum uocabu/orum origo.
En efecto, basta leer a Varrón (L. L.) para saber lo que se entendía en su [icmpo
por pecUnia. Hay que s{[uar, bajo la denominación de pecunia. términos como dos,
«dote»; arrobo. «arras»; merces. «salario»; corollarium. «propina». (V, 17S); luego
multa. «multa» (177); sacramenlum. «depósito sagrado» (180); tribu/um. «tributo»
(181): sors. «pecunia in faenare» (VI, fiS); sponsio. «depósito Que garantiza una pro-
mesa de ma[rimonio» (VI, 70). Habia además la pecunia signa/a. el «dinero amone-
dado» (V, 169), las nuncupatae pecuniae de los textos de leyes (VI, 60); en resumen,
pecUnia cubre todos los usos posibles del dinero como valor económico o como signo
monetario, pero, una vez más, nunca se refiere a la posesi6n del «ganado». Esto
quiere decir que en el uso latino, pecil y peciinill se hablan vuelto términos distintos,
debido a que, cuando pecu se especializó en la designación del «ganado», no arrastró
a pecUnia, que ha conservado su valor primero de «fórtuna mobiliaria».
b) Pecü/ium
1.0 que se ha dicho de pecUnia vale también, en amplia medida, para pecUlium.
Aqui tenemos que vérnoslas con un ténnino que, digámoslo de entrada, estA aún más
lejos de pecU de 10 que estaba peciinill. Se sabe que pecitlium designa la posesión pro-
pia concedida a aquellos que no pueden poseer legalmente: ahorro personal otorgado
al esclavo por el amo, al hijo por el padre. La noción de «tener en propiedad» esté. en
primer plano y ese haber consiste siempre en bienes muebles: dinero o corderos. No
tenemos que preguntarnos por qué pecii/ium se refiere a las economias del esclavo y
pecUnia a la fortuna del amo: hay ah( un problema de historia de: las instituciones, no
de la forma IingUística. Constatada esta repartición, encontramos el sentido de
pec:ii/ium en el derivado pecü/iiris, «propio del peciilium» o «dado en peciilium». De
hecho, pecu/iaris es solamente el adjetivo de pecUfium. y cualquier posesión mueble
puede convertirse en un pecil/ium. Se ve también en Plauto: un joven puede ser dado
como peciilium al hijo del amo y será llamado peciifiiJris puer: es uno de los elcmen-
[os de la comedia de los Coptiui (v. 20, 982, 988, 1013). En las condiciones ordinarias
37
d~ su vida, el esclavo IlpCnas podia constituirse un p«iJlium mi¡ qu~ con lo que CSUl-
ha a su alcance: UD poco de dinl:ro, algunos corderos. Pero esUI limitaQ60 de hecho
no implica que p«Ülium deti¡nara mis una pieza de pnado que una pieza de
moneda.
Podemos ver, por tanto, I:n pecUJhun una segunda. prueba de que 1& noción de ba-
se:, 1& de p«U, 00 se referta capccificamentc al ganado. En pec:ij/ium, mM que en
pecUnia, está lIu1nyada 1& relaci6n de pertenencia personal. aunque rcst:rin¡ida a aa--
ta clase social. Pero la po&CSi6n en cuestión es siempre la de: un bien mueblc, ya IC to-
mI: p«filium en scntido estricto o en acepcioncs f¡guradas. Poc C5tos dos rasgos, pose--
s16n personal y bienes muebles, IC dcfme también d VU'bo derivado pecJllo(r) que ha
producido peoI!QOO, «aproplad6n (fraudulenta) de dinnos p6bUcoSlt. Entre estc
tUmino jur1dico y el l&mino de base pec:ú, se restablece una continuidad funcio-
nal, paralelamente a la cadena de derivación morfol6gica. Puede razonar&C' aqu1 por
analogia. Así como edü/ium. «plato agradable de comer», se remonta a edüllr. «5U$-
c:eptible de ser comidolt, y lo mismo que edit/is respecto a ·edw, poco más o meDO!l
«manduca», ui pecfJJium. «po5esi6n mueble personal)), se remonlará a ·per:ülis.
4(. apropiable», y de •pecuJi1 a p«U, que hay que definir entonces como «propiedad
(mobiliaria)>>. Cualquiera que sea el camino escogido, nos vemos llevados a la misma
concJusi6n: ¡Jt!CU signiflCll «bien mueble (personal»).
111. GBRMANIO)
La palabra ·pe/cu está atestiguada en el conjunto dcllerminico antiguo. pero el
sentido varia según los dialectos ., 50ft precisamente estas variacionC5 las que pueden
instruimos sobre el valor propio del término. DebcmOl!l c:onJiderarlo en el cantato
propio de cada uno de: los dialectos antiguas.
De becho, en el seno delgCl1llÁniCO, la forma a. a. a. fihll (variantes/eJw. fehll) es
la única que significa «ganado». En los textos traducidos della~ dapec:us. p«:UdIs.
Y mM seneraJmente ilUMllta; cfr. adcmú /liten". ctlimsclut; ftJru4terbo, tlpCSlellt;
/Th1l-Wfl71. OCV~: flltu-wiar/, .Viebwcihent. Pero se trata de l.tjniwOll; los me-
cWos latinos han sido aqul como en muchos 0005 ca&OS detenninank:5. Vamos a ver
en efecto que el a. a. a.fihu csl' muy alejado dd 5CD.tido que la palabra habla conser-
vado en el resto del germtoico, y que la innovaci6n o la espcdalizaci6n hay que Cll1-
prla a la cuenta del anti¡uo-alto-a1cmin, contrariamente a 10 que por regla comOn se
admite. De olro modo. no podrla comprenderse cul1 C'5 la situaciOn de: •pelat en 101
dcmi.s dialectos y que está por describir, como tampoco el papel del término antiguer
alto-alcm6n mismo en la gmesis del m. lato f~dum. ctfeudo~.
En primer lugar. hay que enminar el testimonio delg6tico. El neutro g6tico fa/hu
desicna sólo el dinero,la «fortuna», ., jamás ha tenido relaci6n con el mundo animal.
Hc aqui un ejemplo:
GaJulih"itun imma fa/hu giban, «prometieron darle dinero, epigrefJanto tlIlt6i aro-
rúrion doanfli, promiscrunt el pccuniam se daturosllt (MirtoS, 14, 11).
BIte ejemplo butaria para m05trar que JaiJtu, término escogido para Inlducir
er. Ichrimatll. argWion. lato p«iínill. po33Jf!8.fionl:t. se refiere adusivamente al dine-
ro, a la riqueza. Ea tambim lo que muestran los compuestos ¡:óticos de flliltu. tales
como: lalhJifrila. d,,¡do de dinero»: p/«HtIktú, phi/6rgurm. lailnifrike;" «codicia.
P!ftHlUÚl1t. failrugaiflu. «codicia de dinero, phiJ4rprosll. etc.
38
•
Se ve, pues, que faÜJu es completamente extraño al vocabulario pastoril que com-
prende términos completamentc diferentes, como hairdtl «rcbafto. polmni, alili•.
hairdeis. «putor, ~It; awe/Ji. «re/)Q;fo. poímni»; wrijJw, «reballo, agfli••
14mb, tecordero, oveja, p'óbaton». El entorno semántico de ¡aillu son 101 táminOl
que designan el dinero y la riqueza: ga/wi. «riqueza, ploQtOS)l; raMitoS (rabip). «rico.
p1rn1sio.s». y los verbos denominativ06 gobirjQn, «enriquecer. ploutfzeinlt y gflbig1Hln,
«enriquecersc, ploutefnlt, a51 como ,silubr, «plata, argúrioolt (metal y moneda);
&katls. «denario, mina, din6rion. moa.; plur. piezas de plata, arprifl.
Una prueba SUplcmmtarill de que el got. fa/lru no tiene ninguna vincu1aci6n coo el
mundo de la ganadcria DOS la proporciona una relación lexica que aUn no se ha dis-
cernido y que hay que establecer correctamente.
Existe en ¡:ótico un verbo gll/aih01l. b/faih01l, qut traduce el ar. pleonekteDl. con
un nombre <kvtrbativo bi/aiJ, cepleonexia)). En la 11& Epí.stola a lOll Corintios, que
contiene todos 105 ejemplos, Pablo emplea pleonekteilf para «ganar a a18uien. enri-
quectrse a sus eJlpcr1sas, explotarle». Es lo que el gótico ha traducido por bifaihon.
gqfailron.
La cll.pUcad6n dc famon aparece en el seno mismo del g6tico; jaihon es el dener
minativo defaihu. La formaci6n es la de los verbos sacados de nombres en -u-: como
sidon; sidus. o Justan: Justus. La relación de sentido enlre faihon )' fllihu resulta de
los empleos de los compuestos defaihu. Puesto quefaihu designa el dinero. la rique-
za, y que falhu-friks traduce pleonéktis como fa/hu-friei y Jalhu-gelro dan pleone-
xfJI. se ha creado UD verbo faihon (bi-, ga.) como equivalenlc de pleonektefn en eJ sen-
tido particular de «enriquecerse a costa de al¡uiC'IDt.
Puem06 ah~ al nórdico. La traducción habitual del antiauo noruClO lé por
«Vieb, Besitz, Gcldlt debe rcctificam:: es la noción de «riqueza (mobiliaria)>> 1& que
hay que PODer en primer plano. Esto deriva de tres condiciones:
1) La ~ll.presión gangandi1# para .¡anado~ supone evidentemente quejé solo no
~lCI. «Ianadollt, sino «riqueza, fortuna,,; se ha designado por rangandi1# la «ri-
queza en pie», el "lanado»: cfr. Ir. pr6basis. pr6baton.
2) El compucstofélcr" teposesi6n com6n», de dondef¡!JIg/. «caInuada, compa-
iIcro» (paAdo a a. in,gI. feo/Qga, in¡l. JeUow) reclama también para /é el sentido de
«fortuna. biC'n»,110 el de «JebIlIlOlit.
3) El vatio denominativo Jina sJpifica «cnriqueccrac:». por tanto, «adquirir
fortun8lt U¡); de ahf el derivado sC'CUodarioI#nadr, tCriqueza», que eventualmente de-
signa el «rebano», pero gracias a una eapccializaci6n nueva.
En anti¡uo inll!!, basta consultar el ConcUe Anglo-Soxa Dictionary. de J. R.
Clark Hall y Meritt, para constatar que I'oh, en el sentido -tradicionalmente puesto
a la cabecera del artlculo- de: «cattle, herd», no tiene mts que un pequefl.o número
de testimonios, que hoy habria que revisar atentamente, mientras que: la gran mayorla
de ejempl05 le reparte en las entradas: «movable goods, propen)'" y, sobre todo,
<unoncy. riches, treuurc». Puede decirse que floh, en antiguo ingles, !le aplica, ante
todo y principalmente, a la riqueza en ¡eneral o a Jos bíenes muebles, y s610 en segun-
do lusar, y butantc raramente, a esa forma de fortuna mobiliaria que constituye el
ceba1I.o. En el Beowu1f significa sol.amc:nte (I{riquezu o «tesorolt. y en Aclfric la locu-
ci6n wi IJegetrdumreo. «f<lr ready mooeylt, confirma la antigoedad del &mtido. Adc-
mUo no hay mis que tres compuestos con 110. «ganado., frente a una treinlena de
compuest06 conlloll. «dinero. riqueza».
Puede repetirse la ObscrvaciÓl1 para el medio inglhs al estudiar los art1culOll Ji del
39
Middk EIIglish DictioNlry, de KuraÚl-Kuhn Clll, 430). Hay muy poco$ ejemplos del
sentido que se ha situado a la cabec:enl, «Uve stocu. y muchos mjs de/I, como umo-
vable propctty; posscssions in Uve stock, goods or moncy, riches, trcasure, wcalt:lm,
y como «mane)' as a mcdium of cxchange oc as uscd foc taxcs, tributes, ransom, bri-
bc5, etc.•.
Habrla que proceder a un nuevo examen de los ejemplos y clasifu:ar Jos empleos
seJÚll su exacto valor ronte:xtual, libcrindose del ClIquema tradicional que imponía a
cualquier precio «ganado» como sentido inicial. Esta revisión tendria probablemente
algunas consecuencias para la historia del in81~s /« y la dd fr. fiel. anti¡uo Jft¡. Se-
gún la explicllCión tradicional, el frincico fehu. «pnad.o», se habrla convertido en
lat. jeus, «bien mobiliario)). Se pensarla más bien que¡ihu, como gat. /alhu. designa-
ba toda forma de bienes muebles y que ha conservado ese sentido cuando ha pasado
allatm. También llQui seria necesario un nuevo examen.
IV. CONCWSIONES
Este esbozo ha mostrado que la concepción tradicional del •pd:u indoeuropeo
debe ~formane por entero. Nuestra primera conclusi6n es que •peku lignifica «po-
saión mobiliaria pcIWIllÜ». Que esta posesión esté. de hecho, I"Cpn5CDlada por el ga-
nado, es un elato distinto que afecta a la cstructura social y a las formas de la produc-
ción. SóLo a consecuencia de esta asociación frecuente entre el tamino •~ku Y la
realidad material de la ganaderia, al gencealizarse fUera de la clase de los productores,
•¡Jeku ha llegado a signíficar «pnado» -primera especialización-, luego e.!ipccifica-
mente «ganado menor» -segWlela espccializa.ción-, y, por último «ovino» -t.crccra
y última especialización-. Pero en si mismo ~ku no desipla ni el rebafto ni ninguna
especie animal.
Podemos establecer entODcea una correlación entre el sentido propio de •pe/ol asi
restaurado, y fU distribuci6n dialectal. Es inte:rcsa.nte observar -y los comparatistas
no le han prestado suficiente atcnci6n- que .pekw Calta en griego. No es azar. Una
naci6n tan importante no podia ck:saparcccr simplemente. De becho, el t~nnino indo-
europeo fue reemplazado en griego por una designación nueva, que 11eva el mismo
sentido: es hom. pr6bosis, con su equivalente mucho mis comúnpróbtzlU. Nuestro!:i-
tudio de este ténninD (cfr. pp. 27 y ss.) ha permitido que aparezca e:xpl1cilo el mo-
delo de la evolución que nosotrol damos J>&I' •]Hku: en el punto de partida, un t&'-
mino que dcsipa la «posesión mobiliaria». tite, por razoDCS cxtralingOisticas, se en-
cuentra aplicado Crc:cuentemcnte a la posesión de ganado; se convierte entonces en el
tmnino para «lanado» y ulteriormente para la especie de ganado predominante, el
«cordero».
Pero como se ha visto antes, esta cspecializacl6n, realizada pronto en el dominio
indoiranio, no se ha cumplido en todas partes. En latin y en una parte: notable del
gennlnico tenemos tcstimonios de ¡can antigüedad que pruebElD que el sentido prime-
ro era «posesión mobiliaria», lo cual explica toda la derivación. Esta evolución no es
reversible. En efecto, es totalmente improbable que si •~kII habla li¡nificado pro-
piamente «ganado», hubiera podido llcpr a dcsi¡nar el «dinerQ)t y la «fortuna» en
gencnJ, que es d sentido cxclus:ivo dellat. pecimia y del ¡ot. jaiJru.
:árta SCf"á nucstla segunda conclusi6n: en un proc::ew ltxico de esta D.I1uraleza, es
un término de 8CD.tido general el que se encuentra aplitado a una realidad específ'lC8 y
40
el que se oonvicrte en La dcsi¡nación y no al revb. Aqui tomamos 10 contrario de la
relaci6n que se ha establecido desde los etimologistas latinos hasta nuestros recientes
diccionarios enttepeal y p«Üllia.
Puede plantearse, de hecho, que los t&m.inos que se refieren a formas divcmtS de
posesión Ion términos generales, que denotan su relación con el posesor, pero que no
indican nada sobre la naturaleza propia de la cosa posdda. La signifJCB.Ción smera!
permite, de este modo, designaciones espcdficas que, a lo larJO de la historia, termi-
nan por vincu1ane tan estrechamente a su objeto particular Quc el sentido peral
queda obliterado. Tenemos un claro ejemplo de ello en el gr. pr6bflsis. prdbata. AsI·
mismo, el término especifico ingl~s catt/e. fr. cheple/. remonta allat. capitale, «bien
principal», ya en un texto de 1114, captak. «chattel, cattle, movable goods» l. Pero
todavia en la Edad Media tiene el sentido de «fortuna, bíencl, rentas», yel castellano
caudal significa «bienes, riqueiUls». El paso «fortuna mobiliaria> ganado,. es carac·
tcristk:o. Pero una vez realizado, es irrevenible. De este modo, el «ganado,. es deslg·
nado con mucha frecuencia por los ttrminos que se refieren a la posesión en ¡eneral,
a; decir, que se le designa simplemente como tlposcsi6n», pero nunca a la inversa.
Nuestlll interpret.a.c:i6n de ·peb y de su evolución está, pues, conforme con lo
que podr1a denominarse la norma de los términos de propiedad: una apelación gene·
ral o gcnmca es empleada por cierta clase de productores como designación del obJe·
to o de! elemento tipico; en calidad de tal. se difunde fuera de su medio original y se
conviene entonces en la designación usual del objeto o elemento en cuesti6n. Tal es el
caso presente. Mediante el examen comparado de los datos en trg grupos dialectale3,
hemos podido seguir para •peku las etapas de este proceso y verificar, en cie:rta medi·
da, esa reconstrucción interna.
Hay una última conclusión que afecta a la ctimologia. de •pekJJ-. Si la presente
demostnu:ión es considerada de recibo, echa por tierra el acercamiento tradicional
con •pek(t)-, «esquilar». Es evidente que •~*u, término de valor econ6mico, que no
nombra a ningún animal, no puede tener nada en común con términos derivados de
•pek(fr, QUC son propios: de la técnica del C5Quilco y del cardado de: la lana: gr. ~kó,
«J)Cinar, cardan; p6kos, tl.vcllonl'; ~ktm. «c:squilant: plkos n., tl.venÓD»j polc{l,o,
«esquilar la lana»; ktef3. «pcine:»: la!. ~to, «peinar, cardar»j pectm, «peinel); pe-
XW'. «velludo, algodonoso»; ano. asr, «1anu. Entre estas fonnas y •peJcu no hay
más que un parecido homof6nico. La aproldmaci6n debe abandonarse, y .peJcu.,
vestigio del vocabulario indoeuropeo mis anti¡uo, parece irreductible a cualquier ra1z
conoclda 2•
I B.t.Jou-JDHNSOfol, M~ LArl" Word-/ist, 1934, p. 64.
! Uoa ~ m.I1dto ni dewJalSa del (lI'CSCl1lt C111oIdio fue publicadll ni BAIdoI UDiItol en UD YOhI-
IDCD. cokuJvo titulado r"rIo-EllI'OpeIRI."d IJldo-Ewo¡»Ims (C1it:qo Uni'ttlity Ptat), t97.
41
SECCIÓN U
DAR Y TOMAR
CAPlnJLo,
DON Y CAMBIO
S¡¡mllrio. El !lriego tiene cinco palabru que, por regla Itnel"lll, se traduCC'fl uniforme-
mente por «clonlt. Un exawen atento ele JUI empleos muestra que corresponden de hecho
• rou lanta forDllUi dircrentel de: conldmar el don -lk la PUCI noción ve:rbal-, «el
darlO, • la lIrpr=¡tarl6Il Cl)Dlra~loI&I. impuc.ta por las obll¡ationeJ dc: un pacro, de WlI
aliAnza, di: uo. amidad. de UllI "ospilaHd&.d•.
BJ thmloo 16tico,iId '1 sus dmn.dClll101 r=UtcZI .. una tnIdk:Kln &mDiaf~ anúqul.-
lima en 'lile 101 upc:c::t0l rdl¡io5os ~_. rrooóalkm fral:cmi.dad de)os, ¡¡:o-
IIlCI'daDlCI- 'J jllrldlco& ~. (del ¡:rirnm)- calla fttt'edwDeDlc itnbri¡;adQli.
LoIal'8W'eS de Iu pa!abns cmparerua.du con cilI. d6pfD. lato do¡M. pmn¡lm da-
cubrir en d puado indoeuropeo. por U,Q 1a.lSo. la priela dd qJOdaldt., '1. por otro.
~ ctlmo se dqflCi& CD qaJto para nada, daiolt la uueilNl anli¡ua deo ....tu di:
prClti¡iolt.
La lIufU(J, cODvertlda como la,I!iidt co qru!Jael6n cc:on6mi<:a, continúa 101 camifa-
tus de los j6vcncslucrrel'05 agJ1Iplldol en tomo a un jere. tl1 como nos 1011 dtlcribe Ti-
dto cD la Chrmrmitl.
INTllOOUCClON
Abordamos ahora d estudio ele UD conjunto de nociones econ6micas que l:S difI.cil
definir de modo distinto que por la suma de sus ~ ; «dan., kcambia.nt,
«comerciaD. La terminología relativa al ctlmb/o y al don constituye un capitulo muy
rico del vocabulado indoeuropeo.
Empezaremos por la idea de dar. Puede pensarse que es una idea simple; sin em-
bargo, comporta variaciones bastante singulares en las lenguas indoeuropeas y, de
una lengua a otra, contrastes que merecen examm. Además, se prolonga en nociones
que nadie pe!Ullffa asociarle. La actividad de eDmbio, de comercio, se caracteriza de
una manera especlfica en rdadóo a una noción que nos parece diferente. la del don
desintercaado, yes que el cambio es un circuito de dones mis que una operación pro-
pi.ame:nte comercial. Del cambio a la compra y a la venta, precisaremos una relación
mediante el estudio de los ténninos empleados para estos proceso.s clifenntes.
Hay en ole dominio una estabilidad lbica butante grande; los mismos términos
siguen en uso durante mucho tiempo; a menudo no se renuevan, a diferencia de lo
Que ocurre con nociones mis complejas.
Benveniste Vocabulario de las instituciones indoeuropeas
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  • 3. aMILE BENVENISTE VOCABULARIO DE LAS INSTITUCIONES INDOEUROPEAS l. Economía. parentesco. sociedad. 11. Poder, derecho. religión. SumariOl5. cuadros e indices preparados por IBAN l.ALWT. Versión castellana de MAURO ARMIRQ RcviIi6n Y nocas adiciona1cs de JAIME SlLES taurus T
  • 4. Título original: Le vocabll/Qire des institutioIU indo-f?urophnnes. . © 1969 LES EDITIONS DH MINUIT. Parls. PRÓLOGO @ 1983. TAURUS EDICIONES. S. A. Prlncipe de Vcrgara, 81, 1.D - Madrid-6 ISBN: 114-306-1200-9 Depósito Lcpl: M. 2.59711-1983 PlUNTED IN SPAIN La obra cuya primera parte (.) el ésta, lleva un titulo cx:pUcito, resuhado de inves· tigaciones que tienen por objeto una notllble porción del vocabulario indoeuropeo. Pero la naturaleza de 103 términOl estudiados en este vocabulario, el mModo aplicado y cl anili5is que propone, exi¡cn algunas aclaraciones. Entre 13.lIlenguas del mundo, las de la familia indoeuropea le prestan a lu investi· gaciones mis extensas tanto en el espacio como en el tiempo, a las mis variadu Yde mayor profundidad, debido a quc esas lenguas se han extendido desde el Asia Central al A1lántico, a que eu6n atesti¡uadas en una dmación de ca.5.i cuatro milenios, a que están vinculadas a culturu de niveles diferentes, pero muy anti¡uos, y alguno¡ de ellos de los mis ricos que han autido; y, por úJtimo, a que varias de esas ~s han producido una literatura abundante y de gran valoc. Tambi!n poc esto ban constitui· do durante mucho tiempo el objeto exclusivo del anilisu Iingflistico. El indoeuropeo se dcf"me como una familia de lenguas salidas de una lenaua co· mím y que se han diferenciado por separación gradual. Es, por tanto, un aeomeci· miento global e inmenso lo que captamos en 5U conjunto, dado que se: descompone a lo largo de los siJlos en una lierie de historias distintas, cada una de las cuales ca la historia de una lcn¡ua particular. Mientras las fases de estas mi81l1.~ne5 e implantaciones sigan si&1don09 descono· cidas, el milagro C!Itriba en que podemos designar con total seguridad a los plleblos que formaron parte de la comunidad inicial y reconocerlos, con exclusión de todos 105 demlls, como indoeuropeos. La raZÓn de ello es la lenlua, y sólo la lenilla. La noción de indoeuropeo vale antc todo como noción lingüística, y si podemos ampliarla a otros aspectos de la cultura, ser' también a partir de la lengua. El concepto de pareu~ tesco genMico no tiene en ningún otro dominio lingUistica un sentido tan preciso ni una justificación t/:lO c1I1J'1t. En indoeuropeo encontramos el modelo mismo de las re· laciones de correspondencia que delimitan una familia de lenguas y permiten recons- truir sus estados anteriores basta la unidad primera. Dcsde hace un aiglo, el estudio comparativo de las lenguas indoeuropeas ha sea:ul~ do dos direcciones de sentido opuesto, pero complementarlo. Por un lado, se procede por reconstrucciones fUndada.s en 105 elementos, simples o complejos, que entre len- guas diferentes son susceptiblcs de ser comparados y pueden contribuir a restituir el (.) l.II r:dki6D francesa de estI. ob~ l:OmIa de ~ ..oI.llmCJJClli: 1) EcoiHJmID, JNUV'lat:o,~, ,2) PuMr. d~1fo. rÑi,idIt. que tfI eutdlano le pracnfaR en UIlO 1010, dividido en dlMl patt~. I 'f 11 (N. r.}. 7
  • 5. prototipo común, ya se tnlte de fonemas, de palabras enteras, de desinencias flcxi- vas, ele. Se presentan as1 modelo.s que sirven a nucvas recoll.'ltrucdones. Por otro lado, en una vt. de sentido opuesto, se parte de una fonna indoeuropea bien es- tablecida para seruir las formas que han salido de dIa, las vWs de la difermci.a.ción dialectal, 105 conjuntos nuevos que de ella resultan. Los eb:mentos heredadol de la Impla común se encuentran incoflM)rados a estructuras independientes que son las de: lenguas particulara; a partir de ese momento se transforman y adoptan valores nue- vos en el seno de oposiciones que se crean y G.ue ellas determinan. Hay que estudiar, por tanto, por un lado, las posibilidades de reconstrucci6n, que unifican vastas series de correspondencias y revelan la estructura de los datos comunes; por otro, el des- arrollo de lu lensual particularcs, porque ah! está el cuadro productivo, ahí germi- nan las innovaciones que traIlsfonnan el sistema antiguo. Entre estos dos polos se mue- ve el comparatismo y su esfuerzo apunta precisamente. distinguir las conservaciones y las innovaciones, a dar cuenta de las identidades Ytambitn de lu discordancias. A las condiciona: ¡encraIcs Que impone el principio de: la comparación entre len- &UU se all.aden las particularidades propias del dominio ltxico que es el del prc:scnte estudio. Desde muy pronto a 105 especialistas del indoeuropeo les parcci6 que las concor- dancias entre los vocabularios de las lenguas antiguas ilwtrabao los principales aspec- tos. matcrim sable toda, de una cultUl<1 tom(m; de cate modo se recozicron Jas pruebas de la herencia Itxica en 10. taminos de parcntC5oo, en los numerales, en los nombres de animales, de meta1cs, de instrumentos agrlcolas, etc. Varios autores lUCe- sivos, desde el siglo XIX hasta estos 61timos anos, se han dedicado a preparar reperto- rios, que siguen siendo muy útiles, de estas nociones comunes. Nuestra empresa es compJetamente distinta. No hemos tratado en modo alguno de rehacer un inventario de las realidacics indoeuropea¡ en tanto que definidas por gran- des correqx>ndencias l6xicas. Al contrario, la mayor parte: de los datos que tratamos no pcrtenccen al vocabulario comÚD. Son Clpc:clfíl::os como t&minos " instituciones, pero en kn.gu.as partkularcs, y lo que analho;all05 es fU gtncsis Ysu oonai6n indo- europea. Nos proponemos, por tanto, estudiar la formación y la orpnización del vo- cabulario de tu instituciones. El término de institución debe cntendersc llQul en sentido lato: DO &OIamcnte las inJtitucionc& cii&ieu del derecho, del gobi.cmo, de la rcligi60, sino tambiéo aquellas inJlitucioncs menos aparentes que se esbozan en .las ttc:nicas. Jos modos de vida. las relaciones soci.aIes, los procesol verbales y mentales. Es una materia en II ilimitada, Y la meta de nuestro eatudio consiste precisamente en ilustrar la lénc8iB del vocabulario a ella referido. Por regla general, eSCOlemos el punto de partida en una u otra de las lenguas indoeuropeas, entre los t~nnino!l dotados de un valor que se impone, y en tor- no a este dato, por el examen directo de sus particularidades de forma y de sentido, de IUS relaciones y opoBicioocs actuales, y, luego, mediante la comparación de formas emparentadas, restituimOl el contexto en que le ha espccirlcado, a menudo al precio de una profunda transformaciÓD. Intentamos. PUCI, restaurar los conjuntos que la evolución ha di&locado, sacar a la luz atructuru cn.tc:rradu, devolver a fU principio de unidad lu divergenciAs de los empleos t&:nicos, y al miJmo tiempo mOltrar cómo las lenguas rcorpnizan sus sistcmu de 4iJtinci.OD.CI y renuevan su aparato acmintico. El aspecto histórico y soc:i.oJ6gico de estos procesos (lueda plIl1l otro&. Si nosotros n05 ocupamos del verbo griego higlonuzi y de JU deriVldo lligemM. es para ver cllma se ha oollltituido una nocióo qlJlC es la de 1& «hqcmon1a». pero liD miramicntol 8 para con el hecho de que"el ¡ro higmJon(Q es altcmatiwamcnte la rupnmacla de un m- dividuo, o de una naci6n, o el equivalente del imperiwn romano, etc.; 1610 nos importa la relaci6n, dUlcil de establecer, entre un t~o de autoridad tal como higemÓn y el verbo hi,lomrzi en el seotido de «pensar, jul.pr». Con ello aclaramos la s;gn(f"ICIlri6n: otros se encarprán de la duilnllCi6n. Cuando hablamOl de la pala- bra &ermánicafeudum en relación con Jos láminas de ganJldcr1a, no mencionamoi la feudaliclad mls que por preterición. Los historiadores y los sociólo&os vcri.n mejor entonces qué es ID que pueden retener de los pl"C!lentcs análisis donde DO entra ninSún presupuesto extralingü1stico. La tarea del lingüista se ve asilimitada. Toma su materia en el vasto tesoro de las correspondencias adquiridas, que se transmiten sin gran cambio de un diccionario eti- mológico a otro. Estos datos son por naturaleza poco homogencos. Cada uno provie- ne de una lengua diferente y conilituye una pieza de un sistema distinto, comprometi- do en un 4esarroUo imprevisible. Bn primer lugar, hay que demostrar que cdaJ foc- mas se corresponden y que continúan un mismo original; también hay que explicar las diferencias, a veces considerables, que pueden prescotar ea su CSlado fon6tico o mor- fológico, o en su sentido. Asi, se puede relacionar el armenio ~un. «liuc&l~, con el latín IOmruu, «sucflo~, porque !iC conocen las reglas de correspondencia que pcrmi· ten restituir una forma com(m •swopnD-. Se puede relacionar el verbo latino aupo, «eoger», con el sustantiwo alcmin Htt'b.rf. «otofto», porque HtJWt es en antiJuo alto alcmin Mrbut y porque herbist se remonta a una fonna prqermlnica • karpisto- que: significa propiamente «((tiempo) el mis apropiado para la cosecha» (cfr. inslés Mr- ves/J. cosa que confirma un tercer dato, el sustantivo grielo brpÓ3, «fruto de la tie- rra, producto de la cosecha». Pero una comparaci6n tan simple y a primera vista tan satisfllCtoria como la de la ralz telcs- en latiD (en el verbo texo) y de la raíz tak.f- en ,inscrito, formas que se corresponden exactamente, choca con una grave dificultad: lal. t~ signiflCa «tejer», pero ralq, «talar con el hachu; no se ve cómo uno de Citos sentidos podria derivarse del orro, ni de qué sentido anterior pOdrlan proceder uno y otro; 4Ctejido,. y ccarpinterlu parecen irreductib}es a una técoica comÍll. En el seno mismo de una Imaua, las formas de: un mili:mo vocablo pucdco dividir· se en pupas distintos y poco conciliables. AsI, de la ra1z • bher-. representada por fe- ·ro. ellarln ha sacado tres pupas difCRO.tcs de derivados que forman otras: tantas fa· miliu lb<i<:aJ: ll/<ro, porter (') [llevar]. en el sentido de la ll"'taci6n. de donde/ordiz. fODujer llena., fonna crupo con fUIO: 2) Jera. portet' Illcvar] en el sentido de com- fXNter, (comportar] desicna las manifestaciona de la suerte, de donde: Jon. Jortunfl, y sus numerosos derivadoa que cntranan tambitn, la nDCión de «fortuna, riqueza»; 3) Jero. «llevar» en el sentido de emparter [llevarse], forma grupo con filO y se deflDC por la noci6n de rapto y de batiD. Si comparamos las formas y los derivados de bJuu- en sinscrito con ésta, tendremos un cuadro mis variado aún: a los valores sehlado!l se aftadirin el de (<llevar», como swpporter [soportar], tomar 11 IU cargo, de donde bhartr-. «marido»; la de poner [portarl, hablando de la montura, de donde «cabal- gar», etc. Ahora bien, a poco que se haya estudiado en detalle cada uno de estos gru. poi se ver. que en cada caso forma un conjunto ltxico coherente, articu1ado por una noción central y dispuesto a proporcionar términos institucionalcs. M liD r~ le cmPtu en alOI piInfOl...mo. ltJmino1: portu, mmpot1er. ~. nIPPtN1~, con una JPilmol Riz, imposible de manlCDU en ~leOano (N. T.} 9
  • 6. Se han hecho grandes esfuerzos para mostrar cómo vocablos, en principio poco diferenciados, han asumido progresivamente valores especializados y constituyen de este modo conjuntos que traducen una evolución profunda de las institucioncs. la aparición de actividades o de concepciones nuevas. Este proceso interior de una len- gua puede actuar también sobre otra lengua por contacto de cultura: relaciones léxi- cas instauradas en griego por un desarrollo propio han servido de modelo, por via de traducción o de transposición directa, a relaciones similares en latln. Hemos tratado de hacer rc:.saltar un doble carácter propio de los fenómenos aqui descritos: "por un lado, el complejo enmarafl.amiento de estas evolucioncs que se des- arrollan durante siglos o milenios y que el lingüista debe devolver a sus factores pri- meros: por otro lado, la posibilidad de separar, no obstante, ciertas tendencias muy generales que rigen estos desarrollos paniculares. Podemos comprenderlas, reconocer- les una cierta estructura y ordenarlas en un esquema racional, si sabemos estudiarlas directamente dejando a un lado traducciones simplistas y si sabemos establecer tam- bién ciertas distinciones esenciales. sobre todo -e insistirem08 en eUos en varias ocasiones- en la existencia entre designación y significación, por culpa de la cual tan- tas discusiones sobre el «sentido» zozobran en la confusión. Se trata de, por la com- paración y mediante un análisis diacrónico, hacer aparecer a111 donde, al principio, no tenemos más que una designación, una significación. Asi, la dimensión temporal se convierte en una dimensión explicativa. La naturaleza de esta investigación prescribe a la demostración su paso. Aqui no se encontrarán ni discusiones de detalle ni referencias bibliográficas. La materia de nuestros análisis Se encuentra en todos los diccionarios etimológicos; apenas vemos trabajos anteriores con los que habriamo.s podido confrontar nuestros propios razo- namientos. Todo cuanto decimos proviene de estudios de primera mano sobre los he- chos utilizado.s. Nos hemos esforzado por resultar inteligibles a los lectores no espe- cializados sin traicionar las exigencias de la demostración, pero hay que reconocer que las ramificaciones, las conexiones tan diversas que surgen en el curso de esta ex- ploración hacen penosa una exposición seguida. No es fácil hacer divisiones nitidas entre los temas tratados. Necesariamente se verán interferencias entre las partes de es· ta obra, puesto que las hay entre los datos de este vocabulario. No obstante, espera- mos que quienes tengan a bien seguir hasta el final la exposición de nuestras investiga- ciones encontrarán en ella materia de reflexiones generales, en especial sobre la posi- bilidad de aplicar algunos de 108 modelos aqui propuestos al estudio de las lenguas o de las culturas a las que, por carencia de documentos escritos, falta perspectiva histórica. El presente trabajo ha sido preparado por varias series de conferencias dadas en el College de France y que Lucien Gerschel ha querido recoger. Hemos corregido profundisimamentc, a menudo reescrito por entero, esa primera redacción a la que hemos aftadido nuevOS desarrollos. Algunas partc:li hablan sido, anterionnente, objeto de articulos más desarrollados, cuyas referencias damos. Para hacer la exposición más accesible, según una sugerencia de Pierre Bourdicu, que ha revisado el conjunto y nos ha hecho útiles observaciones, cada capitulo esta precedido de un resumen. Jean Lallot ha redactado c.sos breves textos liminares: se ha encargado ademis del acabado del manuscrito, y ha esbozado el cuadro de las lenguas así como los indices. Le agradecemos aqui su ayuda y el celo que ha puesto en su tarea. Émile BENVENISTE 10 ABREVIATURAS < procedente de l. e. indoeuropeo > que lleva a i. ir indoiranio 11. lliada ingl. inglés Od. Odisea ir. iranio R. V. Rig Veda irl. irlandés a. a. a. antiguo alto alemán isl. islan~és a. esl. antiguo eslavo ital. italiano al. aloman kot. kotanés angl. anglosajón lat. latin a. mgl. antiguo inglés feto letón a. nor. antiguo noruego lit. tituano a. prus. anti,suo prusiano m. a. a. medio-alto-alemin armo armenio mico micénico av. avéstico ase. asco es/. eslavo pelo pelvi fr. francés ser. sánscrito gdt. gótico sogd. sogdio gr. griego loe. tocario hit. hitita umbr. umbro hom. griego homérico véd. védico 11
  • 9. CAPinJw 1 MACHO Y REPRODUCTOR SluPNIrlo. OJriln.riammlc.lu aimolo¡Ias bW!¡';O".I.... ha)' que dilOO¡uir. en d Di- Yd indoeuropeo, <kJI: uociolllell: - una naica, la de «D'IKiI.o., Le., -_. - otra fun::iuual. 11. de ccrepmduttor-, i.c., .1PeI"3'-. . U_ lpIodmac:iOrl ICftdinriQo 1C:lltre: l:itIIS bmlca IÓlo lit abKrva CIl linsc:rito )' lSl:=- be ~ considc:nId& seamdarla. Consideraremos, en primer lugar. t~rminos tlpicos relativos a la ganaderla. Estu- diaremos las diferenciaciones caracterlstica¡ de t~ particulares; en el orden lQi- CO, como por lo demú en lingüistica, las diferencias son instructivas, tanto si se prc· sentam de entrada como si se las di5cil:rne por el análisis de un conjunto unitario. Una distinción inmediata y necesaria en una lOCiedad de ganaderos eli la distincibn entre animales machos y bcmbru. En el vocabulario queda scftalada por palabras que pue- den pasar por comunes d.ebido a que aparecen en varias lenguas, aunque no siempre con las mismas dcterm.inacionCl. Para la primera palabra que vamos a estudiar tenemos una 5eric de correspondm- ciu rela1tvamentc cstablc:s, pero que impliam variaciones; se trata del. nombre del macho: Il'fabha vffabha KV. IQriSsln gr. drsin. árrin ·varnan En avt&tíco ponemos un vocablo que, aunque por azar no estt atestiguado, viene postulado por los derivados IlV. wzr¡iína-. (uuasculino», vara'íni-. ((macho; morueco». En ¡rie¡o incluso encontramos formas algo menos pr6xim1l5 en el grupo dI; e(w)lrri (I(w)~ hmill (lpoo,) (cfr. la (Ollllll con v ckl indolnulio) coyo =tido es: 1) en singular tdluvia, roclo», mientras que: 2) el plural se aplica a los animales; de es- ta familla sale lato lIerriS. macho de una esped.e particular, con sus correspondientes en blllico,liL Yefiis. lel. yenis. Todo está relacionado con ese radical verbal .wtn- de ser. lItU'frrti. que sign.ifica impcnonalmenlf: tcllOVCD (efr. dr.Jel; relaciónese irI. jTtJ!JS«Ialluvia» < ·wpla. 17
  • 10. El avéstico arÑan no designa en modo alguno una especie animal particular como el ser. {faMa quc, sin ser el nombre exclusivo del toro, es frecuentc cn esta si&nifica- ción. En cambio, en ariJian. no sucede nada semejante: denota el macho, en oposi- ci6n ala hembra, nada más. Esta oposici6n macho/bcmbra puede tomar en avéstico una forma 1~ ai80 di- fercnte; para los humanos, se emplea narlxYoflri, donde este último término parece 5CT el femenino del adjetivo signiÍlCaIldo «real», es decir, eela reina» -co.sll que pare- ce algo extrafta, pero que no es inconcebiblc si sc piensa en la correspondencia entre ¡ro ,unl, «mujcn, e inSl. quef!", «reina-. Hay algunas ligcru variantclf: narlltri, donde este tlItimo tmnino es el nombre indoiranio de la mÚjO", cfr. mcompoSiCión ItrlnDman (cfr. bit. no~n), «de sexo femenino», y a veces una transferencia de xNfJrl al reino animal. Todo estA claro, la oposición es univoca. Fuera del iranio, arafan tiene paralelos todo lo exactos que se puede desear con Ir. min, tirrin. exac- tamente en el sentido indicado por el avt&tico: es el macho por oposición a la hembra, 4rrin frente a t~Jw: la identidad etimológica en los dos términos atelt:i¡ua una su- pervivencia indoeuropea. Consideremos ahora la palabra avátíca • vanitln. Expresa una noción diferente: la de reprodl4c:tor,' ya no se trata de una caracter1.stica de una clase de seres, lino de un eplteto de valor funcional. Se: emplea ·Wlriitzn (de hecho l'arami~) con el nombre del Entre esw últimu formas y las fonnas nominales precedentes, hay una diferencia morfológica, que no ha impedido a algún etimologista presentarlas juntas, pero que debe detenernos: por un lado, forma en w inicial; por otro, forma con inielal voctlica en indoinUlio¡ aslmlsmo, en sriego 6rrin (&Pf71I"') no presenta nunca w mientras que en la mttrie& homérica, ehd = e~rse. de donde hbso:. Los comparatistas han hecho de esta discordancia una alternancia. Pero mientras no nos VC&nlOS obl.igadOll a admitirlas, hay que economizar todo lo posible semejantes «aRemandas». ]in la moriologia indoeuropea, ningim principio pumilC disociar for- mas sin w- ele las fonnas con W-. La hipótesis de un grupo unitario aqul es gratuita; nina6n otro ejemplo ímpondrla esta alternancia w-/ccro. En cuanto al senddo mismo de las palabras as! asociadas, alll donde el antlisis lo permite, la compiC8cl6n, como se verá, no se efcetóa sin dificultades. En sinscrito, v(fabhD- y flabha- atestiguan el mismo proceso de formación y la misma noci6n: es el .toro mitológico", y «el macho en gcneraI», epiteto tambim de diose.s o de hb'ocs. En avéstico, por el contrario, las dos palabra¡ (con o sin w) no ¡e relacionan lX>n lu mismas nociones, y este desacuerdo es instructivo mis allá incluso del indoiranio: oralan y ·'IIariStzn son absolutamente distintos desde el punto de vista iranio: ar~$an en los textos avélticos se opone siempre a una palabra que desicna la hembra, a veces x'iD(Jr; (t~rmino puramente iranio), generalmente doinu. E6tc último ttnnino -indoiranio, efr. ser. dhenu- se rc1aciona con el grupo del JI'. rhIJus, cfr. la niz K:::r. dhay-, «amamantar, nutrirse»; de este modo, tenemos aqul una de:si¡naci6n espcdflCa, funcional, la de la hembra animal La oporidón oriitJrl-: daifUl- es constante; en las Iist:u de animaks encontramos la enumeración dc dos series de términos en el mismo orden: tUpa-llriiitm- riftra;umn- ralHUiSan lUptl-thlnu- u:i1ra-dainu- Iflu-dainu- cordero por «morueco»: mQ¿sa-VQr~ni-; esta relación no deja duda alguna sobre el sentido. Ademé.s tenemos pruebas históricas: • vara'San ha dado fonéticamente el per- sa ~n que no es el ~<ttlachol) (representado en persa por una forma derivada de nar), sino el ~reproductor». Fuera de1lranio, ellatin uerris es un exacto simétrico por la fonDa y peJr el senti- do. En efecto, no d~a el macho, que es süs para los cerdos (palabra sobre la que VOtveremOl), sino el reproductor: uems, el VCf'lllCO, tiene exactamente el empleo de la fonna oon~nd.icnte,avéstioo • vtU~Q". ¿Qot podemos concluir de este examen? Los temas nominales • er.s- y ·wer.s-, te- nidos por idénticos, son fonnlU direuntes, amolutamente 5Cparadas por el senlido; también la morfologia indica que son distintos. He ahí dos palabras que riman. que pueden 5upcrponenc:, pero quc cn realidad pertalccal a dOl familiu independi~tc:s: una designa «al n:wchol+ opuesto a la bcmbnl; Ja otra designa una función, la de re- productor del rcbllfto y no una especie como la pr-imcra. En sinscrito. y solamente en s6nscrito, se ha n:alizado Wl accrcam.iento butante estrecho entre {fabha- y vuabha-. Gr'acias a una mitolosta en la que el toro ocupa un lugar eminente, y por efecto de un estilo en que abunda el epiteto magnificante, los dos térntinos se han vuclto tan equi- valentes que el primero ha recibido 1lD elemento sufijal que no pertenece mis que al segundo. &a es nuestra primera conclusión. La pRci5&TCIllOS recurriend.o a un deunollo lé· xico distinto. Entre ¡r. tbsi y hhsal, hay probablemente una relaci6n: ¿cómo defi- nirla? Fl singular ehü designa la pcqucft.a lluvia de la maftana, el rodo. Tenemos adcmú el plum homérico hbsai que no aparece mú que una vez (Od. 9, 222); ~ el antro de Polifema se ha alojado un aprisco donde los animales son colocados por or- den de edad, de los aduhos a los animales mis j6venes: hbmi. Ahora bien, hlnaf es el plural de dr5i. Para comprender esta si.n!ular asodac;i6n. hemos de destacar en griego dos para1c.los: drósos si¡nifica «gota de rodo»; pero drósos en plural designa, en Esquilo, las crlas de los animales. He aqui un terecr hecho del mismo orden: psakb. que quil:fc dClCir «lluvia finll~, tiene por derivado ps61aI1ÓII: .Ia crla recién na- cida de un animal». Esta relación ltxica se aclara de la siguienle manera: los animales muy jóvenes 50n como el rocio, como gotitas depositadas frescas todavía. Son las crtas recién nElcidas en tanto que acabadas de nacer. Tal desanollo de sentido, parti- cular del iriego, no habria tenido lu,ar probablemente si • wers- hubiera sido primero el nombre del animal como «macbm). Parecc, por tanto, establecido que debemos plantear una distinción en indoeuropeo entre dos órdenes dc representaciones y dos series de términos que sólo sc han visto acercados y reunidos en indio. Por lo demás. en todas partes tenemos dos si¡nos Itxicos distintos: uno, "ers- que designa el «ma- cho» (gr. drren), otro, • wers-, que transpone la noción inicial de lluvia como humor fecundante en la de «reproductoH>: 18 19
  • 11. CAPÍTULO 2 UNA OPOSICIÓN LÉXICA POR REVISAR: SÜS y PORCUS $al1INIrio. OrdioarilUJrotc se admite ).- que I.r. -paño (1aJ:. poI'aIS) dcsiana el puertO dDmatieo. opuesto .1 animel ...1~e, • J/J- (lal. .nir)¡ 2.· llUC ~ rrputici6t'l diala:t&l de • porto- n~ • la condId6Q de que 1610 lJa¡ lrl- bw ewopcu luao practicado la crla de ¡:nJCJ"COI. Ahora bien, un l:UIIlCD atento ensdlari l.· que: m todas I;u Impu, ea pankular el Iatin, donde ¡c mantiene la oposición -sil,: -porto-, ale. tmniDos se aplican I la especie domblh, desJcaando -porto al .,orrtDo» frcalC al adulto ·SII...• 2.. que -ptHIco ati Ilcsti¡uado de betho ell el daminlo cximlll dd Indoeuropeo. EldsdI., poc tan(!!, ll.II& c:rla indOClUopca del puerto, que le M perclIdo ltmpranamenlc m India J co lrin. mtérmino latino uerris fonna parte de un amjuota de palabras que defigna una especie panku1ar, la e¡PCClC poreina. Deben precisarse las relaciones entre los l~rmi­ nos de ata serie animll1 en latin, o sea, los tres términos. uerris. sUs. porcus. SUs)l porcUS ¡UD indoeuropeos por la mimla razón; amb05 tienen correspondien- tes en 18 mayor parte de las lenguas in<1ocuropeas. ¿Cuál es la relación de mllido7 Por doquiera le plantea como el del animal salvaje y el del animal doméstico: süs de- silJllaria la especie porcina en general, bajo su fonna salvaje, el «jaba1i~; porrus seria exclusivamente el puerco de cría. Habna una distinción indoeuropea muy importante desde el punto de vista de la civiUzad6n matcrlal de los indoeuropeos, porque sUs es comlin al conjunto de los dia- lectos, desde el indoiranio al irlandés. mic:ntras que porcus queda restrín¡ido a la esfe- ra europea del indoeuropeo y no figura en indoiranio. Esta discordancia lI:isnificaría que los indoeuropeos no conocian el puerco doméstico y que la domestiCllción del ani- mal no habria tenido lupr sino tras la ruptura de la unidad indoeuropea, cuando una parte de los pueblos se hubo establecido en Europa. Hoy podemo¡ preguntarnos cómo ha podido tenerse por una evidencia esta inter- pretación y creer que la diferencia entre sUs y porcus reflejaba una distinción entre puerco salvaje y puerco dom~stico. Hay que diriiine a los escritores que han tratado en latin de las cosu de la agricultura, Catón, Varrón, Columela, y que: emplean el lc:D8UAje de 106 hombres del campo. Para ellos, sUs designa el animal doméstico tanto como el animal salvaje. Desde luego se encuentra sia por animal salvaje, pero el mis- mo 3i"u desipa siempre la ClIpecie dorntstica en Varr6n: las minores ptCUdes. ell4Oa- do menor, son O"U, coprtl. süs. tod()$ ellos animala; domésticos. 20 Otra prueba viene dada por el ténnino suouetaurilia [.], que designa ellran sacri- ficio de lustraclón triple en que figuran tres animales simbólicos, tres c:spc:cic:a, de 1aI que las dos últimas (ouiJ, laurw). notoriamente domesticadu, hacen prC3umir que sUs. que se: les 85ooa, desi.cna tambi~ un animal doméstico; esta pre.sunci6n queda confmnada por el hecbo de que jamis se sacrificaron animales salvajes en Roma. Asimismo. sr. hUs (Gc) (- lato süs) designa el animal doméstico en cantidad de: ejem· plas. Se distingue con toda seguridad, pero sólo mediante una ~alificaci6n,entre la especie salvaje y la especie doméstica: d puerco salvaje se dice hüs 611";03. por oposi. ción al J)UCTCO domblico. por lUto, es un hecho adquirido prehist6ricameote, ante-. rior allatln, el que Le. 'sjj· - aro hüs se aplica a la especie trtil, que es la especie ~ m~. En los de:mib dialectos indoeuropeos, las condiciones de empleo de la palabra no son las misma.s. En indoiranio, sü- designa el puerco salvaje. Las formas hist6riau: scc. sillalra, av. hü· cstin construidas sobre un tema idéntico. Según Bloomfidd. se parte de siI/ca-, antiluo tema que habria sido sufijado luego en -ro siguiendo el ejem- plo de otros nombres de animales como vyillhra. «tigre», y siíb-ra 5C convierte en sU + Jcara, «el animal que hace M por interpl"Ctación paronimica. Ademis de: av. hir. se c:ncuentnl en iranio una forma xük. que supone· Jcüldaz; el indoiranio tenia, por tanto, una forma ¡utijada en ·k quc, en el dominio indio y avbtico, 5C refiere sola· mente a la especie salvaje. Es que la India e ld.n no criaron jamés puercos en fecha antigua. No se: encuentra ninauna mención de ena de puercos en los tutos. Puo be- mos visto, por el contrario, al estudiar los hccbos latinos, que en el dominio europeo. la domesticación del puerco se habla adquirido mucho antes de la constitución delta- t1n: el nombre gm&ico :ya se empleaba en l:l para la especie doméstica. Es CIte sentido de «pnerco dorntstico» el que ellatln utiliza poco mú o menos en CllciUlliva; M sólo es el «jabalht en los contextos en que e1l&mino gm&ico bastaba. Al estudiar el sentido de las palabras que san propias del latín para designar al mismo animal, el pul:1'CO. vemos que mrge un problema que pan:ce inri,nifLcIDle. pero cuyas consccuc:ncúu son butantc notaba. De5de el momento en que sUs desig~ na la C5pCCie en ccneral, y más ordinariamente la especie doméstica, desaparece la dis~ tinción que habitualmente se plantea: al desi!l1Br 8IIlbos al puerco doméstico. sUs y pon:us se conviertc:n en ¡in6nimos. :&tc pleonasmo asombra e invita a examinar de cerca los testimonios que establecen el sentido de porcus (y no las traducciones, quc sobre ese punto son Wlinimes). Podremos comcm:ar a partir de uno de los términos en que el nombre del animal aparc:cc: en una relaci6n consagrada. suouetaurilia, término ya citado mAs arriba. que designa el qrupamiento consqrado de tres animales sacrificados con ocu:i6n de lit ceremonia lustratoria. Lit forma JUou~taurjJiaes considerada irregular; en efecto, te- nemos: 1) Un compuesto de tres tl:rmin06 de agrupamiento, pero semejantes compuestos e.st6n atestiguados en las 1cIIauas indoeuropeas antiguas, cfr. ¡r. nykhth-émeron. «no- che y dia»; la objeción no se sostiene. [-) nwwe_rili.: elta prkticl c,ti dQClmcntad" al la Pcnlnsulll: lbéricll, !:fr. al respectD A. Tov"., &L'iDsaiption du C.beiD du Frt.¡ua, ct la IaI1lUC da iusitanicm», Etuda Qltiqwn, XI (1966-67), pqi- no 137-168, '1 C. J. OuTofrn'Aae"H, OItJm, XtX (1967), pp. 2B·2fíl. Tambibl J. M. GOMsz..TAllANliU, «La fuDdc)n taoa"a en d MCritldo c:c1tibtrica., IX CtMrrao~aI.ArqtlftJlorkl (Valladolid, 1965), brqoza, 1966, Al. 2SH76 (J. S.). 21
  • 12. • 2) Una dificultad fonética. la forma Due y no o/li. Se resuelve si se fija el término en 111 si¡nificación exacta y si se lo restaura en las condiciones que lo han constituido. Éste no es un compuesto ordinario, sino un yuxtapuesto que Implica no temas nomi- nalCl, sino formas cuualcs. Está fonnado por una sucesión de tres ablativos: • su antiguo ablativo de süs (cfr. siíbus. forma antigua en plural); elle ablativo npdar. fi- nalmente tauro. Son realm~tc tres ablativos yuxtapuestos. estando el conjunto sub- sumido como una palabra 6nica con el sufijo adjetivo -Hu, -iliD. IlIi8ctido al último t&mino con di5ión. 4Por qué este yuxtapuesto? Es que ha salido de la e.xp-es16n ri- tual en que el nombre del animal sac:rifica40 estA en ablativo: sil/acere «sacrificar por medio de un animal". y no al animal mimto:f~+ ablativo es ciertamente la conJ- truoción antigua. Por tanto, hacer el acto sagrado por medio de estos tres anima1Cl; agrupamiento antiBuo, consagrado. de estas tres especies en que süs es el nombre de la cspcdc porcina. Hay qllC vo1v1Cl" sobre un capituLo del De Agricultura, de Catón (141), texto ctlebre que descn'be la forma de proceder en la lustración de los CIUIlpol, ceremonia de orden privado. En este texto que ha sido leido. citado "J utilizado con frecuencia. se trata c:Jtpresamc:nte de 101 suouetauri/io. Al proceder al aaaificio. el propietario del campo debe pronunciar estas pa1atns: mocte suouetaurlJibus /actenti- bus tsto; es una plelarla a Marte para que acepte esos suouetaurilia lactentia, tres animales «de leche». completamente j6venes. La demanda es formulada por squnda vez en estns túminos: Man plIter, eivsdsn re; ergo, macte hitce suouetawiJibl4S /«- tenJibU3 esto, lue¡.o Cat6n contin6a: «cuando inmoles el porcu.r, el agma, el uUu/1J.J sed preciso...... &lbi poraIm immolabi.J. aglUUft uiluhimQUl!, oportel... De hct;ho. el sacrif"x:io comprc:nck. por tanto, a los tres animales. que son denominados esta vez porr:w. agnw, Nituba. Comparemos Jos tbminos del &aerificio nominal: ro, ONU, ta~ y los de la ofrenda real; porau, llgmu, uihl/us. Los términos se siguen ~cta­ mcn~ en el mismo orden para dcIi¡nar a 101 a.nimaIcs sacrificados. Resulta que uitu- Jus es la crta del ttlJ41l1s. agnus es la cr1a del ouil, por- tanto. poral8 es la cria del süs¡ esto se deduce de UDa manera. por uf decirlo. matcmitica, al superponer las denomi- naciones rituales y las cspcdes reales del sacrif"lcio. La conclusión se: impone: porcu3 no puede ser mú que el «gorrino». Entre süs '1 porau, la diferencia no ti en modo al¡uno la Q.ue separa el animal salvaje del animal domtstico: es una diferencia de edad• .nlr es el animal adulto; poma, la cría. Tenemos otro texto para abrirn<» los ojos. En el De re nutiaz, de Varr6n (lib. n. cap. 1). referido a la cria de los animales, el autor da preceptos a los ganaderos. A los animales j6venes no hay que dlClite1arlos antes de a1aunO& meslCli: 105 agni, 8 los cuatro meses. los lulaIi a los ucs meses. los porei a los dos meses. De este modo, porcus es paralelo de agnus y de luzedus. Podrfa copiarse la mayor parte del capitulo. tan numerosos son los ejemplos. VarrÓD indica que se reconoce los 6Uf!S de buena raza " progenie; si multos parcos parJunt. «si dan numerosos parei». En la alimentación, se suele dejar durante dos meses parcos cum m"tribw, y un poco mAs adelante: porci qui nati hiemt! frunt exi/u propt~rI";'ol'll, «los porei nacidos en el invierno...»; aquí aparece de manera significativa la relación de pOl'CUS con nflltt!r. En un arca1smo del vocabulario religio&o, 10lI porci Q.ue tienen diez dial luI1Jentur purl, «son coDliderados puros», y, por ello. son llamados sacres (anticua forma CD lugar de _apri a partir del adjetivo • sacris); sacres porei, viejlsima expresi6D. «los parei de diez. dias de edad». A5ím.ísmo. es frecuente I«tens POT'ClLf, pero nunca en- contramos ·1Dctt!ru ms. Se encuentra un diminutivo. porr:u/u.f o poraUILS, de igual forma que se e:o.cuentra agffllSl.,nelhu, uihl.Jltl.itellu.r; pero no edite ·siA:ulus, por- 22 que el nombre del animal adulto no implica diminutivo. De este modo. el sentido de porcus -¡que puede encontrarse en ese texto casi cuarenta veces!- es constante. No varia en el uso ulterior. Clcer6n lo toma en et mismo sentido: a propósito de una ullla Ipropiedad rústica, hacienda en el campol, escribe: abundot porro, hot!do, "gno, expresión en la que los pore; figuran con los demás animales jóvenes, ll"edi y ognl, cabritillas y aft.ojos. Conocemos dos nombres del porquero: siibulcus «que se DCUpa de los .JUes» (paralelo de bübukws) y porr:ufDlor.· ¿qué razón habria paca forjar dos términos distintos si las dos pa.labru sús y porcw fueran equivalentes en el muido? De hecho, el porcu/Qtor se ocupa de los puerros j6venes. que exigen cuidados particu- lares; d súbuJcus. de los puercos adultos. Queda establecido. por tanto. que en toda la latinidad antigua y hasta la tpoca cibica, porcus [-) no designa otra cosa que cJ «10rrinO». El contraste puede ahora entenderse; lo único sorprendcflte es que no se haya percibido hasta ahora. '1 que se haya perpetuado una traducción errónea de un término tao coml1n como porcus. Estllsituaci6n de 00 frente a porcus es exactamente la del ¡rieco hDS. sQs (Gc;, ~ frente a kho&os (xoLpod. La diferencia es de aran im- portancia; en el. culto dombtico o publico. no hay animal que se ofrezca mls común- mente que el porcus, el puerco joven. Lo que nosotros descubrimos lo sabllln ya los latinos; Varrón nos da, con una eti- mologla fantasiou.. la equivalencia ob.sc:rvada exactamente. R.R. n, 1: Kporcus grae- c¡¡m est nomen... quod nune eum vocunt khotron». Sabia. por tanto. que porcru sil- niru:aba lo mismo que *llorron. Pero la palabraporcus existe, adc:m.ÍIi de en latin, en itálico. El contraste es el mismo entre :Ji y psu/ul e:o. umbro en el tex.to ritual en que fi- guran lOiS dos. Hay que ver lo que esta opollición significa en umbra. La traducción que se da de las Tablas 19uvinas está generalmente en latin, por tan- to, es pooo límpida. Pero debemos considerar 105 adjetivos que: acompaftan a si ypor- ko. Tenemos si con Jcumitl 1") traducido por «grauida». si con flJiu. traduddo por «lactens», Y. por otro lado. purkQ. Ahora bien. la relación de factens con sür a impo- sible en latino La diferencia en umbro se vuelve incompn:nsibk: si la palabra umbra d puede: designar al animal en tanto que grvuída «grAvida» y Jact~ns, «de leche», ¿qué puede entonces designar poreus7 La misma palabra se aplica al adulto y al recién na- cido; la diferencia de denominación no se justifica ya; por tanto, la otra palabra, pur- ka, resulta inútil. ¿Por qué esta diferencia, lI.Qul si, alIi purica, en un texto ritual tan exacto? El ~cn­ tro del problema está. de hecho, en la significaci6n deji/iu. Hay otra posibilidad ac1e- mAs de la traducción consa¡rada. Pueden concebirse dos interpretaciones para Jiliuo' una por IQcl~rrs, «de leche»; pero también puede pensarse en tac:lans. «que amaman- ta». En efecto, el umbroJliill está emparentado con el gr. thelus y femin" que cs. en latin, «la que amamanta». "J th~/us, en griego, significa tambi~ eso. En irlandés yen lituano. una forma de esa ralt con sufijo -/- se refiere a la madre: lit. pirm-dela, ((am- mal que amamanta por vez primera)). Podemos, pues. entender el umbroflliu no co- '''] En III inscripción de CAb~o dAs Fl'1Iguas, dlAd. cn nota anttrior, .pllTtce el thmllKl porr:om (aeuSlLlivo) (cfr. A. Toy,u.• cLalc:oaualu5itan. '1 los sustratos hispinicOllO, Acll.I drl XI Con'fmI) Internrl· eiOrtrll rk Lin,(Jálim y Filololfa Rl}mtJnkv. lomo 11 (Madrid, 1968), pp. 4!H-4!17), probabltmmte tOn el Ylllar lU.gCl"ido ¡xx Bcnw:nule (l. S.). ["1 mumbm kumfgJ, ,umio tt'I el latlo de: LLK:ilia '1 en UD pallJe dc Apulcya que lo imita, hllUbsiJd- do en ti cspalIoI ,omla (- cltq60lO'. ooma 'fa indicó F. 8Ot'HELER, c:n RMí"ácha MII~m. XXXVUl. pá¡inaa S2J·52S. y Ita. IUbrarado A. Toy". en IU disc:urso de insn:so en J. Real Al3IdcmJ. de la Lmp. lA,'" th HispllflilJ: A.Jp«ltM UxkoI *", RomallÍVICiIJtI, Madrid, 1961. pp. 20-11 (l. S.). 23
  • 13. mo (dact;clli», linO como «laetans». La cerda es denominada tan pronto «gca.uida» como «lactanu, seg1l.n que d animal no tenga aOO a su cria o ya la haya tenido. Yen· tonces purka se convierte en el nombre de la cria. es el. «gorrino» como lal. pon:us, y la situación que CI1l de cu.ak¡u.icr forma incor:nprcnst"ble se: vuelve inteligfDle. Oc este modo estamos seguros de que <:si. diferencia, ilustrada por d lartn y el umbro, es una. diferencia IWca heredada. El, de hecho, anterior al itilico. En catico, el nombre que corresponde a porcus, Cll cb:ir, fontticam.ente irl. ore, es citado siempre con el grupo de pon:ws Ycon la traducdÓIJ .puerco», pero la preci~ si6n que esperábamos nos .la apoiU el diccionwio detallado de la Academia irlandesa qUI: traduce ore por «puerco joven»; así. tmcmos a la serie itilica Ycéltica intcgnula en esa 1ignifiau::i6n. En ¡erminico. 1&5 dos paLlabras correspondientes estin Tepn:scntadas por deriva· dos; por un lado, swe;n (al. .schwe;n), y, por otro, ftJrh, jtJrhm, «Ferkeht. Aqui, lu fonnas modernas ya lo indican, Ftrke/ es el «gorrino», especificado como diminutivo, mientras que swein, «puerco», derivado de sU. no implica diminutivo. El correspon- dJentc genninico de POTCU.J atestigua inmediatamente el sentido de «puerco joven» que ha conservado. Por último, en ClIlaVO y en baltieo, Ut. PtJrsas. esl. prost; (de ahi el t'U&o porostnok. que es un diminutivo suyo) se opone a ~"Yin. Ahora bien, e.ste eslavo y biltico "paiia- que corresponde aporcus tiene el sentido de «gorrino». Tenemos, pOr tanto, en eslavo el mismo contraste que en germánico. Esta demostración hubiera podido hacerse desde dos lados difcrente8. partiendo del ¡erminico y del eslavo, le llep a la misma constatación que partiendo sin prevenciones dellatin. De cualquier modo, los testimonio. mnw.erdan y la situación U::xica aparece idénlica en todos los dialectos occidcntaJcs. Pero ahora, en el plano indoeuropeo, el contraste de los dos ttrminos va a plan- tear un nuevo problema. La repartici6n de: 1a.s dos fonnu el desigual. La fonoa •siI.- es indoeuropeo común: cst! atesti8uada a la vez. en indoiranio y en todos los dialectos propiamente europeos, mienttas que - porko no ap&rece en indoiranio, sino solamcn· te: en los dialectos europeos. De 1CBl8. dmribuci6n dialectal y del sentido que le atribula a -sfj- ya-porko--. se ha concluido que la comunidad indoeuropea no conocla del puerco máI que la especie salvaje. El sentido mismo de pora¡s denotaba, acg{m se aeia, que la ganadcrla s610 habla comenzado en Europa, trU el establecimiento de cicna.s fracciones f:micas. Pero la IipiflCBción restaurada de estos té:rminos transforma el problema. Adop- ta un sentido nuevo, dado que la oposici6n es adulto/reclf:n nacido y no salvaje/do-- mf:stico. ¿Por qu~ entonces el Bombre del animal recib nacido (·porko-) no es coex- tensivo al nombre del animal adulto (·sU-)? Pero, ¿hay realmente semejante de:si¡ual- dad de área entre sUs y porcus? Todo el razonamiento descansa en esta alegación de que no hay sefia1 de porcus en el dominio indoiranio. Ahora bien, el problema ha avanzado mucho y la afirmación tradicional debe ser rechazada en la actualidad. Esa misma palabra, -porkos. esti atestiguada en un Atea contigua, pero de lengua completamente diferente, en finougrio, por el fmés porsas. mordovés purts, y ziriano pon. ¡Se crtt de acuerdo en vt:r aqui un pr&tamo com6n de las lenguas finougrías con una forma en s de cierto estado del indoeuropeo'!, pero ¿ea qut fecha pc:netr6la pa1a~ bra en fmougriano'l Comtatem08 ante todo que el sentido CI seguro: «gorrino, puerco pequeñolO en fi· ná; para las demis ICIlIU85, los léxicos son menos prcciSOi, pcrc;l ese sentido e5 probaM 24 ble. Se ha observado la relaci6n con la¡ formas indoeuropeas, se ha discutido sobre la croDolog!a posib~ del préstamo. Lo que parece cierto es que po1'$fIS en flnés supone un tema el -0,- la final -as' es una adaptaci6n finesa de un tema en -o, reemplazado por a, porque desde el fmougrio no se: ha tolerado o en segunda sílaba: -pone 5C convierte en¡xJmI. El radical -pomJ implica una palatalizadÓD c:aracterinica de k en s. La forma original tomada por el finougrio comportaba esa palatización, realizada ante el paso de o radical a a que caracteriza el estado indoiranio; porque la fonoa t~ rica del indoiraoio hubiera sido, en ¡uelio, -JXlrSa; en iranio. po~; indoiranio, - parSil. El fonetimto del préstamo finougrio nos remite a un ertado anterior al indo- iranio, pero posterior al indoeuropeo común, que implicaba una k subsistente. Seria. por tanlo, un t$tado dialectal antiguo el Que habrla precedido a la distinción del m- doiranio. Tal es la conclusi6n a que llegan los estudiosos de lu lenguas finougrias. Pero les ha detenido una dificultad: que la forma prcincioirania, lupu~ta por el prés- tamo, no está atestiguada en indoiranio mismo; por eso, ha habido dudas a la hora de concluir. Pero nosotros tenemos ahora la forma en el dominio oriental. Un dialecto medio- iranio del Este, conocido sólo desde hace pocos M.OS, el kotanb, nos permite estable- cer la existencia y la significación de un~ palabra posa. gen. pasli. Que designa el puer- co. El sentido ClI seguro porque se trata de textos traducidos del sinscrito o del tibeta- no, en los que se encuentran datac¡ones tomadas del ciclo animal: hay un afio o un mes del puerco. De este modo, el kotanés nos restituye la forma indoitllnia esperada: parfa. y proporciona la prueba de que - porko tamb¡m era conocido en el área in- doiranla. El argumento negativo no es, por tanto, vilido. Desde luego, no hay ninguna hue- Da de -porto al indio: pero una palabra de este gmero esti expueMa a accidentes. Hay pueblos que, por razones religiosas, excluym al animal del sa.c:riflcio y del COIUlU- mo, mientra. que los pueblos de Europa lo han apreciado. En iranio la palabra exis- tió, ahora lo sabemos. No hay, por tanto, ninguna dificultad para admitir que, en principio, elt~a indoeuropeo -porkrr es común al conjunto de los dialectos; hemos constatado su presencia en iranio oriental 'J la confirmación nos viene dada por los préstamos lid finougrio. Desde lue¡o, todavía no podemos definir la significación exacta del término en kotanf:s. lengua tardía del siglo vn o Vllt de nuestra era. Pero dado que ..sú- es ca- mM al lndolranio y a las lenguas de Europa, si asimismo se ha empleado -porko- en iranio, es que era distinto del término - sú-. Los rasgos presuntos o establecido.s indi- rcctamente concuerdan con lolii hechos seguros sacados de empleos textuales. Todo esto, la existencia de dos pala'bras empleadas desde el periodo indoeuropeo y la diferencia de sentido que hemos subrayado, permite afirmar que el indoeuropeo común "PQrlco- designaba (el puerco peque6o». La conclusi6n nesaliva de la doctri- na tradiciomal ya no está justificada: existia, desde luego, una cría Indoeuropea del puerco. Es lo que el vocabulario pone de manifiesto mediante la distillci6n que apare· ce entre süs )' porcus, simetrica de la que se encuentra en los nombres de otros anima- les domésticos. Hay que Ob6e:rvIl~ también en esta oposición entre sUs y porcus Que la djfCf"CJlcia Ibica Que separa estos dos túminos puede realizarse mis tarde en tfrrninos diferen- te:'i. La opO!ici6n sUs:porr:us subsiste en toda la latinidad casi hasta la fpoca clásica, pero luego el vK10r propIo de süs ha pasado a porcus que ha rellenado la funci6n de ms; en ese momento sU:! desaparece. 25
  • 14. En las Glosas de Reicbcnau. preciosas para la tramici6n dcllatfn al franc& el t&- mino 00 es glosado «¡XJrcus salvaticus» (- puerco salvaje). De este modo, '00 ha sido confinado al sentido de tlpucn;o salvaje/) y porr:us ha ocupado su sitio como nombn: deltepuen:o». Pero babia que rehacer un término que reemplazara a pora¡s en su sentido anterior: de abi, porceJlus. fr. powrr::eau. Luego, bajo el inDujo de la lencua de los EV8D,ellos. en la que por«/Ius significa «puerco», se rewrrc para el animal joven a un término técnico: «gorel» [«cochini- llo»]. La expresi6n de la diferencia se ha renovado, se conserva el mismo desvio; por- que importa mantener una distinción que nace de una realidad extralin¡Oistica, de las condiciones de la cria. 26 CAPÍTULO l PRÓBATONY LA ECONOMÍA HOMÉRICA SlllIHIrio. ~ h. ~ que d ttrmiltO de aaci6n arkppr6braon <1csi¡na d PMo- do mcoor y, por comipicrrte, c:l.c:orderO>l, dlldo que, en UIl rebatlo tompl1S0, Jor, coro acros ",ftr"dHI" 'OlWlluilroente m coberll (pro-I»fMi,,). Se m.u~ que eA tesis el instarenibk: 1.-) pr6bIIrrHI ckti¡na de: partida tullo al pBado mayor tt;lmo al pn.w:. meaor¡ 2.-) Q ¡riq:0I no teníaD ~ tonl~: l.-> ~"no si,pifü:a.matdsal m Qlbcz... De becbo. pr6IHmM. liDaWativo eSe ~Itt, ckIx- srr ~ 00(1 P/'6bOtitI «riqueza (mueblc}lt¡ el, en lanla que -.riqllcu marchantc. PQf ~a, tJPUCIIa I 101 bieacl que dC3C&IIdD CD 101 corra (kcfmlliaJ, por lo que d wrdcro IC dmornlna pr6baUNl. Hemos considerlldo un problema planteado por la coexistencia de varios términos que tienen aparentemente la misma signiflC&á6n en el interior de una misma 1eneua o de varlu leDguu indoeuropeas. Una situación anilop se presenta en grieao donde también tenemos, para el nomo bre: de otra especie, la de 101 ovinos, d05 términos: ówis (<<WI() y pr6baton (xp6llacwv). Estos dOl5 términos desi.¡oan al cordero desde 10fI textos mb anticuos. La primera es una anticua palabra del vocabulario común, aactarncnte conserva- da en piqo, en Iatin, l:ll stnserito Yque ahora encontramos en luwita bajo la forma htrwJ... La segunda elti limitada al gñego; Y por la forma mis:ma puede presumjrse que se trata ck: una creación reciente. En Homero, ówi8 y próbaton coexisten, luCIO ówLr desaparece en beneficio de probaton que subsisti6 sola basta la época moderna. El problc:rTUI que se plantea es el siguiente: ¿por qué dos t~rminos distintos? ¿Qué significa el término nuevo? Porque, para el primero, basta constatar que es una palabra indoeuropea común que no es analizable de otro modo. En cuanto al segundo, próbcIton. considerado en sí mismo, sin atender a lo que desi&na. puede rela.cioninclo en griego de mancnt clara oon probalno (~), 4l.m.ardlar, avanzan•. Pero. ¿que rigníf"lCI. euctamente esta relación de «cordcro>t con «m.arcb1.l"»1 ¿Cómo interpretarla? Hay una explicación del eomparatista alcmin Lommel l que se ha hecho cibica, enseftada por doquiera como evidente: proba(no significa canard1ar delante~; próbaton seria el ganado menor dado que «marcha dc:- 1 ZttiIKIvfIl/llT wrr~Spnd¡f~ .•'.4, pp. 46-504_ 27
  • 15. Hay que ohscrvar que el nombre del pastor de corderos, del «berger» (berbicar;lf"J) está hecho sobre ów;s. no sobreprdbaton. Esta distinción existe, asimismo, co otras lenguas: en latin, ptCUdes dcs.i¡na a los corderos (cfr. pOf/), frente. armtnla «el ganado mayor». Deben compararse también los t&minos inglescsflock y hr:rd; el inglés tiene también una serie de términos distin- tos 5C:gÚD las crpccies animales. mas el problema del sentido. Seg6n Lommel, pr6bota, como se ha visto, designa el ganado menor, los corderos, en tanto que «marchan a la cahc:za» del rebano: es, pucs, para la tesis de Lommel, una condición esencial quepróbo/a sea propiamente el «ganado menor». Pero, ¿es ese exactamente el uso de la palabra? De ningim modo. Disponemos de muchos ejemplos en 105 textos literarios y en la cpigrafia dilllectal antigua. Ante todo en Homero, 11. 23. 550: «TIenes en tu casa mucho oro, bronce, y pr~ iJat4 1 sirvientes»; ¿qué s.ignillca aquipr6botfll Bvic1cntcmcD.te, el «ganado» en geD~ ral. puesto que no se especUlca ninguna especie. Hcrodoto escribe tÜ lema: 't&w ~ para decir «el lanado menor», lo que seria absurdo si pr6bata designara ya d sanado menor. Por tanto, Q d gaMdo sin especificaci6n de especie ni de talla. Tras cu.minar todos los ejemplos, podemos afumar que en Hcrodoto el *:mino se dice: de cualquier pnado, mayor o menor. En Hipócrates, qlle c::scnDe en jonio anti· gua -y cuyo vocabulario tiene gran interés-, encontramos una opoIici6n clara entre ]NÓ/XlUl/lfnthrÓpo/. 18..1 bestias y los hombres. Luego, he aquf un hecho decisivo en una inscripción arcadia relativa a Atenea Alea en Tegea: Ul ¡Al" ~ 1't~ ... Tll U ¡U!OV, «d. próbaton mayor y menor»: y hay otro ejemplo semejante con ~ y ¡ua;c.w. Todo esto define claramente la peJabra designando el conjunto del ganado, todavia no especializado. Se puede fijar el mo- mento en que el &entido se resbinge en «¡&Dado mcoOD. Es en ático donde se ha pro- duci.do d hecho. No es preciso ir má5lcjo.: sipr6bot" es primero y en todas partes «el ¡anado» co general, resulta imposible apoyar la prehistoria. del término en el. sentido de «¡anado menor», relativamente reciente. Un segundo punto csc:ociaI: ¿cxiJti.c:ron prehistórica- mente en Grtcia ~ rebanas DÚJ:tos, a la cabeza de los cuales marchaban lo. cor- Ocros? Estas costumbres se observan en África. nos dicc:D. Pu'o aqui.. en Greda, Ja costumbre pastoril, ¿comportaba gn.ndcs conglomerados de animales diferentes? No conoccmo! descripciones exp1lcitu, pero talemos testimonios indirectos de Ja composición de los rebatlos: son hechm de vocabulario conocidos lo que hemos de re- cordar. No hay nombre uniforme o compuesto wtiforme para dcsilnar el rebalto, sino términos distintos según 108 animales, con palabras espcclfu:as para lo. rcspectl- vos pastores: lante», ¿delante de qué? En ciertos paises de África se forman los rebalos reuniendo animales de varias especies; son los corderos los que van en cabeza. Desde ese mo- mento pr6baton designarla el animal que marcha en cabeza de un rebano compuesto de animales diversos. Esta ~plicación, admitida por Wackcmagcl, ha entrado en el dominio públicoj as! figura en el diccionario de Liddcll YScott. Es la. historia de este término 10 que debemos repasar, para Il putir de liU5 em- pleos, ~r si el desarrollo del aentido, en el cuno de una evolución que podemos sc- guir completamente, concuerda perfectamente con la cxplicaci6n propuesta. Hay.que observar, ante todo, que la forma pr6baton no es la mAs comtín; los pri_ meros ejemplos estin en plural, t4 próbato. y el singular es en fecha anticua descono- cido. En Homero y Hcrodoto sOlo se empica. el plural. En particular, en Hcrodoto se encuentran treinta 1 un ejemplos del plural, pero uno solo cid singular. En los poc_ mu homériC03, para designar a un ánimal, es 6i.llo que se empica, jamo prólxltcm; de hecho, la única forma bomerica es próbllto -1 esto no es sólo UD <ktalle morfol.6gko-. Debemos hablar, no de un plural, sino de UD colectivo: Id prdbola. La formaprdlxlton es, por consiguiente, lo que se denomina un ringulativo: cfr. l. re- laci6n de t41anta a /4Junton, de dtilcnm a d4kruon. Los nombres ¡emdccJl de anima.- les son la mayor parte de lu m:cs colectivos: td z6a es mis antiguo que f() z80n. Un término nuevo, de creaci6n griega, 1 que subsiste en la lcnSUa actual es f() 6/0- gon (especificado en el sentido de «caballo~ ya en los papiros ccn:anos a nuera enI). Hay que ver en I() á/ogon el singulativo de td á/oga «las bestias», los «desprovistos de razbM, para los animales mis comunes o los más útiles, empezando por los cabll1lOll. Asimismo. en Iatin anima/iD es nWi antiguo que animD/. Es un tipo de dcsignacilm muy frccue:nte: una gran parte de los nombres de animales son colectivos. Quedan por precisar las macones moñoJógícas de t6 pr6batil a prob6ino. A pri_ mera vista pr6ba/on o pr6/JQra parece un compueato en -balos" un adjetivo vClbal procedente de bafno. Pero de este modo no tendl1a su sentido normal: por ejemplo: dboros, dúsbolOS, didbafos están canlctmzados por un sentido paBivo. para decir «lo qllC está llberado>t, con una determinaci6n indicada por el primer miembro del com- puesto, o bien «lo que puede ser libcrado~. Tambi~n tenemos el sentido pasivo en el adjetivo simple ba/ós (¡3a'fÓ<;), «accesible». Otro valor aparece en compuestos tales 00- mo hupslbatos de sentido activo, «lo que ba subido alto, lo que ha ido a la altura». Pero no es ni c:l sentido activo ni el sentido pasivo lo que conviene a pr6baton. donde elllegundo elemento funcona como un participio presente, «que marcha». En efecto, los gramtticos antiguos hacen una distinción entre pr6boton y los adjdivos en -batos: segUn ellos, el dativo plural de próbaton es pr6bosj (xpó~CIG). Tenemos ahí, por tanto, un tema consonántico; pro-bat- (xpD-¡kI.'t-) es la única forma que explica el dativo y es esa fonoa la que debe postularse. Puede justificarse desde el punto de vis- ta. morfo16gico, porque hay forma,s radicales sufijadas en -f- (cfr. scr. •jit., Iqtl·) que el griego ha adaptado a un tipo sufija! y a una categoria de flexión mAs conocidos: frente: al scr. par;-kslt-. tenemos el griego peri-ktft..aj (Od. 11, 288); cfr. lato sucer- dor-. Allí donde elsrieso tenía -lhet-. se lo ha normalizado en -c!ll.t-es, lo cual consti- tuye uno de: los procedimientos para devolver a la norma formll8 /lTcaicas y algo ahc:- rram 5. Fenómeno análogo, pero diferentemente realizado en el caso de próbaton: aquí se ha recurrido a la tematización (facilitada por probata) para nonnalltar la for- ma original en -boto, garantizado a la vez por el dativo plural probas/ y por el sentido de participjo presente de la palabra. Ahora que hemos considerado la morfologia de una forma algo más precisa, VM- subdtlon aipdlion e. exc:IUlivamentc el rebaño de coNhrar (pastor owpólw) · . . . . . . . . . . . .. el rebano de bueyes (pastor boukd/O$) · . . . . . . •. . . . . . el rebano de puercos (pWltor SIlb6tis) · . . . . . . •. . . . .. el rebatl.o de cabras (pastor a;póJO$) 28 29
  • 16. La solución viene dada por un término morfológicamente emparentado con pr6bata y que aún no ba sido tenido en cuenta. Es la palabra homérica pr6busfs (r¡p6l3lXcnO, derivado abstracto en ~ti· del mismo verbo probaínlJ, que s610 se encuen- tra una vez en Hornero, pero en condiciones ideales para nowtros: Od. 2, 75, ktfmtlf6 te probosln le. La expresión hom!ricD designa la riqueza: pr6basis es una palabra en -.ro de la clase de los abstractos susceptibles de denotar una noción colcctiva. Esta a~ titud viene ilustrada por palabras tales como 6rosls «ellaborco~, y también «la la- bor» como tierra labrada (cfr. la expra:ión francesa «marcha dans les labours»); kJts;S trposesión» y lambién «el conjunto de Jos krtmata», como árosLJ es el conjunto de las tierras labradas. Aiillli!mo, pr6bDsls designa el conjunto de los próbata; Y la oposición keimllÚJI pr6basi.r se aplica a formas de posesioncs que derivan de dos categorías, segUn una di· visión que parece esmcial en la cconomia del mundo hommco: riquezas yacentes, inmóvües I riquezas móvUes. En suma, pr6basis es b KpoJhCII.I, «todo lo que avanza (en punto a riqucz.as)>>. Esta manera de concebir la riqueza en IUIi dos formas puede evocar, muy sumaria- mente, nuestra repartición en bienes «muebles» e «inmuebicsl). Para nOSQUOS los inmuebles son los ediítcios¡ los muebles, el numcnrio. FJlla Grecia homérica, la divi- sión se concm:a de otro modo; todo lo que «yaceD (ártaij. keimÍlia. metales preci~ 50S en lingotes, oro, cobre, hierro tambim, se opone: a td pr6bato, riquezas de pie, constituidas de hecho por los rebanas, el ganado en general. Tal es elscntido depr~ bata que hemos observado en los escritores. Esta cxpli.cación sitúa en una nueva pc~pectiva la. economía de la civilizaci6n ho- mérica. Lommel babla imaginado un tipo extraordinariamente primitivo de rebaftos formados por grandes masas de: animales. De becho, próbata. relacionado con próbu- sU, denota una organiza.ción sDCúll mucho mis evolw;ionad.a. En la sociedad homái- ca. la riqueza es una realidad múltiple. considerada en 5UI mvCJ504 valores que se dis· tinguen en keímtJfa y pr6bato. La misma distinción Se ha mantenido en una ~ mucho mis reciente en aennt~ nico. En el mundo escandinavo tenemos una designación que rc:cucrda a pr6bata. Es isl. gangandj I~. "¡chendes ViehH, pero donde I~ representa pecws en c:1aentido ger- minico, es decir, la riqueza; ¡oto lamIA traduce argúrion «platu. El sentido de la ex· presión es la «"riqueza que andu para designar al ganado; cfr. mis abajo, cap. 4. También se ofrece una po6ibilidad de comwación (nada mis) con el bitita iytJnt- «cordero», que tiene la forma del participio de i- (cfr. gr. eími». «ir, marchar»). No es seguro todavIa que: ése sea el nombre exclusivo del cordero y no el de una especle particular. Si el sentido se confinnara, c:1 paralelo seria sorprendente. He ahi el hecho esencial. Para el resto del desarrollo semántico no es preciso insil~ tir sobre una evolución representada por muchos ejemplos, en todas las lenguas, en todas las épocas. msentido en el que el término genérico se restringe viene impuesto por la nociÓD de la especie que prevalece; el becho cs general y está bien atestiguado: Si encontramos sólo nombres de rebaíos particulares, es que los ¡randes rebanos mixtos no cxiJúan; cada especie tenía su guardián especializado y putaba aparte. He ahi un araumento decisivo contra la explicación de Lommel. La práctica de la crta es bastante antigua en Grecia para que haya habido, mucho tiempo llntcs de la época homérica, una división del trabajo entre los diversos pastoro espetialitados. Descubrimos en micénioo incluso un suqota-. que ra:pond.e al hom. suf:16ris. y un qoukoro que responde a bouk6lDS; se oonooc también el nombre micénioo del «cabre- ro»: oUclpattl. Parlo tanto, nada hay en la tradici6n ro en el vocabulario que perDÚta su- poner la existencia de rebanas mixtos: el segundo argwnento de Lommd estt caduoo. Quala. sin enharlO, la relación etimológica pr6battl/probalnlJ que partcfa impo- ner parapr6btzto el sentido de tcque marcha a la cabc:za». Pero incluso para un verbo de una forma tan c1arI como proba/nó, no hay que temer una verificación. Ahora bien, cuanóo se releen 105 ejemplos uno se da cuenta de que probaínlJ no significa nunca «marchar en cabcza», aunque todos les diccionarios lo aseguren. Hay que ver, en efecto, en qué tipo de ejemplo¡ apoyan esta presunta significación. El sentido mis frccuc:ntc es, en reali<lad, «avanzar, progresar, desplazarse hacia adelante,,: este senti- do no tiene necc&idad de ser justificado, los ejemplos son inmediatamente: cliUos: m Homero (D. 13, 18) ~ TWCri. ~~ «avanzando a grandes pasos rápidos,,; Lmu (169, 38) K~ ~ i¡4~ «de edad aVlU1ZlLda». Por tanto, siempre es «avanzar". Pero se instituye un segundo sentido: «marchar delante de alguien» -cosa que es completamente distinta-o Este sentido cs apoyado por tres ejemplos homéricos, to- dos del mi&mn tipo: lS n ~ r~fpc'U (ll. 16, 54) «que aventaja por la fuerza a los demás, que supera a los otros en podCD, lo que quiere dcdr: «superior en fuerza»; cfr. D. 6, 125; 23, 890. Pero es un perfecto lo que se lee en todos estos pasajcs; y se ha ¡xoducido una grave confusión entre el 5C:Dtido del perfecto y el sentido del verbo: probalnó. «yO avanzo, yo me dirijo hacia adelan1c», a.ri proNbika, «)'O me encuen- tro en posIción avanzada,,: asl n. lO, 252, ~ al 8J¡ 'KpojUprpu: para da:ir que «la no- che csti avanzada". Por tanto. si se dice Kpofiqñ¡n u~ o xpm,l, esto sisniftc8 que uno se mantiene «en posición muy avanzada a partir de todos" o «en fuerza". Efecti- vamente, en Homero tencmOl (11. 6, 125) 'l':oAU 'l':pol)l~1'X~ "~'¡I que signiftea «muy avanzado en relaci6n a todD:5". Por eso, profJo./no no si,ni!ica «marchar en cabeza», sino «avanzar», aunque se vuelva a estos ejemplos en perfecto para sacar el sentido de «estar delante del'. Este sentido no hace mis que üustrar el valor normal del per- fecto; en cuanto a la idea de superioridad, resulta del genitivo-ablativo que indica el punto a Partir del cual se encuentra uno en situación avanzada. No hay, por tanto, di- ferencia para el sentido del verbo entre &a"t"pa. rt"po~tlhlu y los tres ejemplos citados. Es un único y mismo sentido: no conviene subdividirlo en categorlas para diferenciar ejemplos unlvocos. En latln hay, por supuesto, una diferencia entre progredior, que es exactamente probafnó. y praegredior. «yo marcho a la cabc:z.a de los demás". Pero probaln6 responde solamente a progredior. Desde ese momento pr6bota no significa «que marcha a la cabeza del rebafto». Todas las razones que apoyaban esa explicaci6n caen una tras otra: 1) pr6bata no es el ganado menor; 2) el rebano griego no es compuesto; 3) el sentido de prob6ino no es «marchar en cabez~, sino «avanzarlt. ¿Qué DOS queda entonces'? Una relaci6n entre pr6bata y proba/no, Ahora bien, tenemos que partir del sentido de «avanzar» para comprender esta relación: pr6btl- ta. es «lo que avanza» -¿todavía'?-. La designaci6n aparece en sinaular, cosa cniB- málica. ¿Es privilc¡io del ganado, no «aVlUlZ8ll» todos los lUlima1cs nDrmalmente? 30 asl 1al. be.rtia » lat. animal » > fr. biche > cn¡actino becha «cordcro~ > dial. ttaJ. del norte: nimal «puerco~ > otra región: nt!mal «buey». 31
  • 17. Es siempre el animal por excelencia, la especie mejor representada, la mA:s útil lo- caImente, la que adopta el nombre genmco: ital. perore, «brebis». De este modo se puede integrar próbata en grupos que se renuevan a cada instan- te. El sentido particular de probaton proviene de condiciones locales de ganadería; la significación primera, en relación con probaínó. sólo puede interpretarse en el marco de una estructura económica definidaZ. Z Para el conjunto de lOIi capltul03 1, 2, 3, se pllede acudir a nUClitro articulo «Noms d'animalUl en indo-~ropéen», Bullelin de la Soclltl de Linguistique de Paris. 1949, pp. 74-103. 32 CAPiTULO 4 EL GANADO Y EL DINERO: PECU y PECUNIA Sumario. Para todos los comparatistas, Le. ·pek", designa ll1 «gllIladal) o, en su sen- tido máli estricto, el «cordero». El sentido de «riqunu cuando aparece con ese tl:nnino o con SU5 derivados (por ej. lat. ptñlnia) se considera desde entonCCllsccundario y se CJI.- plica porque deriva de una eKumsión seml!.ntica del tt:rmino que designaba en el punto de partida la riqueza por CJl.CCIem:ia, el ganado. El estudio de *peku Yde sus derivados en los tres grandes dialectos en que esti repre- lICIltado -indoiranio, itálico, gcrminico- llO.I lleva 11 unl invellli6n de la interpretación tradicional: *pekll dcsi¡na originalmente I1 "riqueza mobiliaril pcnonah., y sólo por r.l"- peci/kQcio"e3 sucesivas es como ha podido dellignar en ciertas lenguas al «ganado», al «ganado menor», al «cordero». La evolución cs paralela a la de prdbala (cap. 3). En el vocabulario de la economía indoeuropea, que es una economla pastoril. hay un término de importancia capital, ..peku. atestiguado en tres grandes áreas dialecta- les: indoiranio. itálico, germánico. (El lituano pekus es probablemente un préstamo tomado del germánico o de alguna lengua del Oeste.) Todos los comparalistas están de acuerdo en ver en .. peku el nombre indoeuropeo del «ganado» y en explicarlo por una raiz .. pek-, «esquilar». Este término designaría, pues, el «ovino» propiamente en tanto que portador de un vellón, y se habria genera- lizado para el conjunto del «ganado». Eso es lo que se enseia desde los inicios de la grama.tica comparada. Aquí tratamos de mostrar que esta concepción de .. peku es insostenible y que hay que analizar nuevamente los datos. El examen nos llevará sucesivamente sobre el in- doiranio, ellatin y el gennánico, y conducir" a conclusiones que sobrepasan el pro- blema considerado. I. INDOIRANIO Las formas a estudiar son el védico paJu y el avéstico pom. En védico, en conjunto, el sentido es el de «ganado», confirmado por diversas cir- cunstancias del empleo: relación con vraja «establo», con gopa «pastor»; con yU/ha «rebafl.o», etc. Sin embargo, hemos de observar: 1.O) Qu8 palu es un término colectivo que abarca todas las especies de animales domé~ticos (caballos, bueyes) y sólo éstos: aivimJntam gomantam paíum (Rig Veda, 1,83, 4);pasum aAvyam gal'yam (V, 61, S), etc. 2.D) Que palu engloba también al hombre designado como pa§u bipedo, en el 33
  • 18. U. LArtN para que aparezca 111 correspondencia estrecha de los fonnularios. TodO! los t~rroinos sucesivos se re3ponden en la identidad etimológica, salvo cl primero, en el cual el mis· me sentido queda enunciado por tbrntinos distintos: es precisamente el umbro uiro, cuyo equivalentc latino es no uiros, sino ptlStoru. De doncle re3ulta que el umbro de· signaba pDT ulro, unido a pequo, a los hombres cncargadw del cuidado del ganado. POI" tanto, en umbro tenemos el paralelo exacto de 1& noción de viT'Q asociado a pasu en indoiranio. Que J1lUU remite ante todo Il un valor ccon6mico, puede cncont:raJK confirmado en el términD k1u que, aunque emparentado con pasu- como av. /iu- con pasu-, se: ha separado de el tempranamente y conserva mejor el sentido primero. El adjetivo ptU'lÚC.pl significa «abundante en riquezas, en posesiones», pero DO c:spc:cificamente en «sanado». El una cuaJificaci6n de los dioses Agni, Indra, Soma, y se encuentra a menudo asociado a túmin05 que dtsi¡nan la <ulqueza». Parece que todos estos ind.iclo5 permiten ver en el sentido de «glUlado_ una res- tricción del sentido mú antisuo y mis amplio de tlriqueza. mobiliaria», ap1K:ado a la principal forma de posesión en una sociedad sanadaa. La formaciÓD de p«imia es única en latín. Ese es su valor, y esa es tambim SU d.t. iK:lhad. Hay que insistir a'l ello tanto mis cuanto que c:rtc problema de morfolo¡1a todavia no ha !ido trat&do. La rc:1aci60 formal depecüniD oonpecü es el de un dcriva~ do sccunclario, que provoca el alarpmiento de la vocal nnal d.d. tema. La cuestión esencial es la del sufijo. Un paralelo de la formación dellat. p«Ü.nUz ha sido sen_lado entre otros por MeiIltt: es la del a. esl. -Y'1ii ( <•-ünia). Bite sufijo -ynjl forma en a. eslavo abstractos sacados de adjetivos: as1 dobry"¡i, «bondad»: dobrV «bueno»; o nombres de persona fem.e:n.inos sacados de los masculinos corrcspondiente5: /)Ogyn)I, «diosa»: bop «dios». Podemos aportar incluso un derivado eslavo CD -y"JI sacado de un tema en ·-u-; es II'ÍYnji «a1igenuniento»: tiíiíkÜ, «ligero» (cfr. ser. ft,¡,lrú-, roghú-. «ligero»). Podriamos retener esta comparación. Pero hay que sacar lu consecuencias. Pues- to que enlato pecimÚ1 es un abstracto, debe, como los abstractos eslavos en -ynjJ, su~ poncr un ad.jetivo como forma de base. Habria que considerar entonces -pelru como el neutro de un adjetivo muy arcaico, que ninguna lengua habria conservado. Si esta consecuencia -inductable- parece demasiado audaz y si .se: juzga que postula una formación cuya cxJsteocia no podrla demostrarse de otro modo, queda la alternativa de explicar peciinitl mediante los recursos de la morCologIa latina. Relacionaremos entonces ptt:únÚ1 con los derivados femeninos en -nus, -nil, for- mad05 sobre nombres en -u-: asl, Jortúna, que deriva del nombre -/OrlU- (d'r. /ar- tu;-tus), o portitrfus, OppOl1ÜIIUS, de portu-. Hay que admitir entonccs, 1.°), que La correapondcncia entre e1lat. ]J«Ü1Iia y la formación eslaVA en -y"¡¡ no el mis que aperente y resulta de un proceso secundario. y 2.°) que pec:imitJ Cl!I un abstracto en. -Jo formado en latln incluso sobre un derivado -nll8/-na aniIogo a portünlU. !ortÍlna (cfr. portus y¡onu-loo), Oa'l rl,¡or sobre UD femenino en - -ni-. 3S mismo orden que d paJu cuadrúpedo: dvipáde cdtus padtcapalávr (tIl, 62, 14). Y no 5610 puede Inducirse de este pasaje: es la enseftanza expUcita del Satapatba-BrahmalJa (VI, 2, 1, 2) sobre los cinco poJu: purusam o/varo gim avim ajtIm, «hombre, caballo, buey, oveja, chivolt, y de otros textos quc transponcn esta deflnici60 en la tcorta del u.crificio. La inclusión del hombre en el ptÚu es el indicio de: una socicd.ad pastoril en la que la riqueza mobiliaria se compon1a a la vez ele hombra y de animalcs, y donde el 1&'- mino palu, que ri&nificaba en principio esta riqueza mobiliaria, podia CODvcoir tanto a los «bipedos» QOmo a 105 tlcuadt6pedos». E iranio confirma esta considcracl60. La a.sociaci6n dc los hombres y de los ani- males, implictla en la deftnición védica, queda aplici.tada por la fónnuJa avésticaprzsu vira, «ganado-hombreslt, cuya antig11cdad se reconoce desdc hace mucho tiempo. ¿Qu~ dr:st¡na txactam.ente vira, «hombre», CD la f6nnuJa avtstica p4SU vVa de la que se hace eco, en el otro extrema del área indoeuropea. ellliJ'o ~quo de las Tablas l¡uvinasl Para el s6nscrit0, LO.den: ha mostrado que vira. en UD contexto en que estJ. unido a la noción ele lanado, desipa «c:1 esclavolt. Este sentido, tanto si se toma en sentido estricto como si se lo atenfla como «gentes de casa, dom!sticolt, vale también para d vira av&tico en ptJ.fU virG. Daran05 de ello una nucva confinnacibn que sacamos de una githiz de Zaratus- tra. En una estrofa de 8ClCDto patf:tico (Y. ~, 2), Zaratustra se queja de su impotencia para vencer la hostilidad que le rodea por todas partes: «yO st por qut' estoy sin po- der, oh Muda; es que soy kamna-fiu (tengo poco pasIl) y porque soy kamnll-nllT- (_ tcqo pocos: hombres)>>. Las dos caliíK:adonCl: kamna-/iu, «que: tiene poco pasu», y kamna-nar, «que tiene pocos hombra», proccc1en evidentemc;ote de: la fór- mula JNISU viro; con una transposidlm de vira en Iftlr conocida tambUu en el Avesta. Es el hecho de ser pobre CI1PQSU y pobre eD.1Ulr-l0 que hace a Zaratustra «impoteD.- te»: estas posesiones, ClUC constituyen las dos espcdes de la riqueza mobiliaria, confie- ren junw d poder. A1llldiranos, pues, la locucibn kam1ul-flU- kIlmruma'- al rcpc:I1o- no avéstico de compuestos constroidol sobre la locuci6n JNlSU vir(l y que proceden por tmmnos acoplados. En la divcraidll.d. de estos testimonios lingQistic:os se refleja l. importancia del posu para una sociedad putoril del Nordestc del Irán, cuya idcolo¡1a inspira las partes nW: antiguas del Avesta. NO&OtrO& nos limitaremos a la fase antigua sin seguir la historia ulterior. por otra parte conocida. de pIlSfl. Elic término antiguo se ha convertido hoy, en una parte del iranio, en el nombre del «cordero». Una nueva especialización sucede, de este modo, a la que, en UD perlado mucho más antiguo, confiere a pasu el senticlo de tlganado». Igualmente, el vira avéstico en pasu vira debe tornarse como elemento de la ri- queza mobiliaria. Se designa por CIta locucwn al conjunto de la posClión mobiliaria privada, tanto los hombres como los animales, siendo tan pronto el hombre engloba- do en el JHdu (pasu) como mencionado separadamente. Puede ampliarse la misma interpretación al uiro umbro, no solamente porque la fórmula de u;ro pt!quo procede de una herencia indoeuropea común, sino en virtud de un iDdice eapecifico propio de dos pueblos ¡tilicos, umbral y latinea. Todavia 110 se ha prCltadO atendón a una similitud sorprendente entre el formulario umbro y UD pa- saje de la anti.ua plegaria que cita catón. En umbro una expresión ritualae repite once veces: uiro pequo... m/ua serilu. «salua seruato». Comparanoslo con Catbn: pustora peautqur &/lJua serIIassil. Basta con superponer los dos tatos: 34 umbro latln uiro pequo... salua serilu pastores pecuaqur salua seruassis
  • 19. Tal es el dilema en que nos encierra el análisis de: este abstracto sin paralelo en la- tín: o pecUnia deriva de la misma fonnaci6n que el eslavo ·-imyi y debe relacionarse con un adjetivo antiguo y no con el neutro hist6rico pecU. o pecunia deriva directa- mente del neutro pecU. pero por una sufijaci6n que no es inmediatamente comparable a la de los abstractos eslavos en -ynji. El otro sustantivo derivado de pecu es peciilium. También aquí se trata de una forma que se ha quedado aislada y sin análogo entre los neutros en -;um. No obstan- te, puede precisarse su formaci6n. Entre pecO y pecu/ium hay que situar un interme- diario '"pecU/ia. que es a pec:U como idulia a idiis. trU:ñllis a tribus. Para la relación en- tre •pecii/is y pecU/ium. se comparará edil/is y edil/io (de ahí edit/ium). De pecuUum se saca un verbo denominativo pecu/o(r), de donde el sustantivo pecu/atus. -uso De es- te modo, la serie pecU/ium: pecu/o(r): peculatus se convierte en paralelo de: domi- nium: dominor: dominatus. Toda la cadena de derivados que se agrupan con pe- cü/ium se organiza as1 de forma racional. Lo esencial es ahora el problema del sentido de pecünia. del sentido de pec:U/ium y de su relación con pecü. Según todos los etimologistas, pecU es el «ganado»: pecUnia, la «riqueza en ganado»); pecU/ium, la «parte de ganado dejado al esclavo». Tal es la enscftanza de todos los diccionarios etimológicos y de las obras de morfolo- gia latina, que repiten una interpretaci6n que puede decirse secular, e incluso milena- ria, puesto que nos viene de los etimologistas romanos, de los tres ténninos pecft. pecUnia. pecil/ium. La relación formal entre estos tres ténninos es segura. Se trata de saber cómo hay que entenderla. Para ello, hay que comenzar por establecer 10 que significa pecunia y pecillium. a) Pecunia No basta con haber explicado el lazo formal que une pecunia a pecii. Hay que di- lucidar paralelamente la relación de sentido que resulta de la relación de derivación. Ahora bien, se puede consultar a todos los autores de la latinidad antigua y clásica, recorrer todas las citas de diccionarios; jamás se constataré. un lazo entre el sentido de peciinill y el de per:iI, «rebano, ganado». En todos los ejemplos, pecunia significa exclusivamente «fortuna, dinero», y se def"me por «copia nummorum». Debe proce- derse entonces por inferencia metódica sin tener en cuenta los puntos de vista tradi- cionales. Si el derivado pecunia tiene exclusivamente. desde sus primeros emplew. el sentido de «dinero, fortuna, XF1l¡¿or.~», es porque el término de base pecU se refiere exclusivamente a un valor económico y que significa «posesión mobiliaria». Sólo as! se justifica el sentido constante de pec:iinia. que como abstracto colectivo, generaliza el sentido propio depecii. En virtud de: un proceso distinto, completamente pragmático y secundario, • peku. cuyo sentido era «posesión mobiliaria», se ha aplicado especificamente a la realidad denominada «ganado». Hay que distinguir en este análisis los dos planos teóricos: el de la significación y el de la designación. Hay que distinguir, en consecuencia, el sen- tido propio de '"peku. revelado por sus derivados antiguos, y el empleo histórico de la palabra para designar al «ganado». Una vez realizada la uni6n semántica entre este ténnino, '"peku. y f!.!ta realidad, el ganado, la designación se fija por cierto tiempo. Pero la historia no se detiene y pueden producirse todavia nuevas especificaciones: taJ 36 es el caso de las diferenciaciones operadas en latin entre pecu. pecus. -oria. pecus. -udis. Derivan de la historia léxica dellatin y no afectan a las relaciones fundamenta- les que nosotros sacamos a la luz. Son estas relaciones las que han sido mal conocidas. El resultado es que se inter- preta de forma inexacta tanto pecii como peciinia. Y estas nociones inexactas han si- do transpuestas primero por los latinos, luego por los modernos, en la traducción in- genua de pecijnia por «riqueza en ganado», que todo refuta. Contrariamente hay que afirmar que la naturaleza real del pecit primitivo se aclara a partir del sentido real del pecUnia histórico. La noción de «riqueza mobiliaria», expresada por pecUnia. podla englobar otras especies distintas que el «ganado». Nos haremos una idea de su extensión primera por esta noticia de P. Festo que debe referirse a una locución arcaica: pecunia sacrificium fieri dicebatur cum fruges fructusque offueban/ur. quio ex his rebus constant qllam nune pecunillm dicimus. Para este glosador, los fruges !ruetusque constituian la pec:iinia. Puede registrarse este valor ampliado de peeimia sin rechazar, pero interpretándolas de nuevo, las defi- niciones de Varrón: pecuniosus a pecunill magna, pecunill a per:u: a pastoribus enim horum uocabu/orum origo. En efecto, basta leer a Varrón (L. L.) para saber lo que se entendía en su [icmpo por pecUnia. Hay que s{[uar, bajo la denominación de pecunia. términos como dos, «dote»; arrobo. «arras»; merces. «salario»; corollarium. «propina». (V, 17S); luego multa. «multa» (177); sacramenlum. «depósito sagrado» (180); tribu/um. «tributo» (181): sors. «pecunia in faenare» (VI, fiS); sponsio. «depósito Que garantiza una pro- mesa de ma[rimonio» (VI, 70). Habia además la pecunia signa/a. el «dinero amone- dado» (V, 169), las nuncupatae pecuniae de los textos de leyes (VI, 60); en resumen, pecUnia cubre todos los usos posibles del dinero como valor económico o como signo monetario, pero, una vez más, nunca se refiere a la posesi6n del «ganado». Esto quiere decir que en el uso latino, pecil y peciinill se hablan vuelto términos distintos, debido a que, cuando pecu se especializó en la designación del «ganado», no arrastró a pecUnia, que ha conservado su valor primero de «fórtuna mobiliaria». b) Pecü/ium 1.0 que se ha dicho de pecUnia vale también, en amplia medida, para pecUlium. Aqui tenemos que vérnoslas con un ténnino que, digámoslo de entrada, estA aún más lejos de pecU de 10 que estaba peciinill. Se sabe que pecitlium designa la posesión pro- pia concedida a aquellos que no pueden poseer legalmente: ahorro personal otorgado al esclavo por el amo, al hijo por el padre. La noción de «tener en propiedad» esté. en primer plano y ese haber consiste siempre en bienes muebles: dinero o corderos. No tenemos que preguntarnos por qué pecii/ium se refiere a las economias del esclavo y pecUnia a la fortuna del amo: hay ah( un problema de historia de: las instituciones, no de la forma IingUística. Constatada esta repartición, encontramos el sentido de pec:ii/ium en el derivado pecü/iiris, «propio del peciilium» o «dado en peciilium». De hecho, pecu/iaris es solamente el adjetivo de pecUfium. y cualquier posesión mueble puede convertirse en un pecil/ium. Se ve también en Plauto: un joven puede ser dado como peciilium al hijo del amo y será llamado peciifiiJris puer: es uno de los elcmen- [os de la comedia de los Coptiui (v. 20, 982, 988, 1013). En las condiciones ordinarias 37
  • 20. d~ su vida, el esclavo IlpCnas podia constituirse un p«iJlium mi¡ qu~ con lo que CSUl- ha a su alcance: UD poco de dinl:ro, algunos corderos. Pero esUI limitaQ60 de hecho no implica que p«Ülium deti¡nara mis una pieza de pnado que una pieza de moneda. Podemos ver, por tanto, I:n pecUJhun una segunda. prueba de que 1& noción de ba- se:, 1& de p«U, 00 se referta capccificamentc al ganado. En pec:ij/ium, mM que en pecUnia, está lIu1nyada 1& relaci6n de pertenencia personal. aunque rcst:rin¡ida a aa-- ta clase social. Pero la po&CSi6n en cuestión es siempre la de: un bien mueblc, ya IC to- mI: p«filium en scntido estricto o en acepcioncs f¡guradas. Poc C5tos dos rasgos, pose-- s16n personal y bienes muebles, IC dcfme también d VU'bo derivado pecJllo(r) que ha producido peoI!QOO, «aproplad6n (fraudulenta) de dinnos p6bUcoSlt. Entre estc tUmino jur1dico y el l&mino de base pec:ú, se restablece una continuidad funcio- nal, paralelamente a la cadena de derivación morfol6gica. Puede razonar&C' aqu1 por analogia. Así como edü/ium. «plato agradable de comer», se remonta a edüllr. «5U$- c:eptible de ser comidolt, y lo mismo que edit/is respecto a ·edw, poco más o meDO!l «manduca», ui pecfJJium. «po5esi6n mueble personal)), se remonlará a ·per:ülis. 4(. apropiable», y de •pecuJi1 a p«U, que hay que definir entonces como «propiedad (mobiliaria)>>. Cualquiera que sea el camino escogido, nos vemos llevados a la misma concJusi6n: ¡Jt!CU signiflCll «bien mueble (personal»). 111. GBRMANIO) La palabra ·pe/cu está atestiguada en el conjunto dcllerminico antiguo. pero el sentido varia según los dialectos ., 50ft precisamente estas variacionC5 las que pueden instruimos sobre el valor propio del término. DebcmOl!l c:onJiderarlo en el cantato propio de cada uno de: los dialectos antiguas. De becho, en el seno delgCl1llÁniCO, la forma a. a. a. fihll (variantes/eJw. fehll) es la única que significa «ganado». En los textos traducidos della~ dapec:us. p«:UdIs. Y mM seneraJmente ilUMllta; cfr. adcmú /liten". ctlimsclut; ftJru4terbo, tlpCSlellt; /Th1l-Wfl71. OCV~: flltu-wiar/, .Viebwcihent. Pero se trata de l.tjniwOll; los me- cWos latinos han sido aqul como en muchos 0005 ca&OS detenninank:5. Vamos a ver en efecto que el a. a. a.fihu csl' muy alejado dd 5CD.tido que la palabra habla conser- vado en el resto del germtoico, y que la innovaci6n o la espcdalizaci6n hay que Cll1- prla a la cuenta del anti¡uo-alto-a1cmin, contrariamente a 10 que por regla comOn se admite. De olro modo. no podrla comprenderse cul1 C'5 la situaciOn de: •pelat en 101 dcmi.s dialectos y que está por describir, como tampoco el papel del término antiguer alto-alcm6n mismo en la gmesis del m. lato f~dum. ctfeudo~. En primer lugar. hay que enminar el testimonio delg6tico. El neutro g6tico fa/hu desicna sólo el dinero,la «fortuna», ., jamás ha tenido relaci6n con el mundo animal. Hc aqui un ejemplo: GaJulih"itun imma fa/hu giban, «prometieron darle dinero, epigrefJanto tlIlt6i aro- rúrion doanfli, promiscrunt el pccuniam se daturosllt (MirtoS, 14, 11). BIte ejemplo butaria para m05trar que JaiJtu, término escogido para Inlducir er. Ichrimatll. argWion. lato p«iínill. po33Jf!8.fionl:t. se refiere adusivamente al dine- ro, a la riqueza. Ea tambim lo que muestran los compuestos ¡:óticos de flliltu. tales como: lalhJifrila. d,,¡do de dinero»: p/«HtIktú, phi/6rgurm. lailnifrike;" «codicia. P!ftHlUÚl1t. failrugaiflu. «codicia de dinero, phiJ4rprosll. etc. 38 • Se ve, pues, que faÜJu es completamente extraño al vocabulario pastoril que com- prende términos completamentc diferentes, como hairdtl «rcbafto. polmni, alili•. hairdeis. «putor, ~It; awe/Ji. «re/)Q;fo. poímni»; wrijJw, «reballo, agfli•• 14mb, tecordero, oveja, p'óbaton». El entorno semántico de ¡aillu son 101 táminOl que designan el dinero y la riqueza: ga/wi. «riqueza, ploQtOS)l; raMitoS (rabip). «rico. p1rn1sio.s». y los verbos denominativ06 gobirjQn, «enriquecer. ploutfzeinlt y gflbig1Hln, «enriquecersc, ploutefnlt, a51 como ,silubr, «plata, argúrioolt (metal y moneda); &katls. «denario, mina, din6rion. moa.; plur. piezas de plata, arprifl. Una prueba SUplcmmtarill de que el got. fa/lru no tiene ninguna vincu1aci6n coo el mundo de la ganadcria DOS la proporciona una relación lexica que aUn no se ha dis- cernido y que hay que establecer correctamente. Existe en ¡:ótico un verbo gll/aih01l. b/faih01l, qut traduce el ar. pleonekteDl. con un nombre <kvtrbativo bi/aiJ, cepleonexia)). En la 11& Epí.stola a lOll Corintios, que contiene todos 105 ejemplos, Pablo emplea pleonekteilf para «ganar a a18uien. enri- quectrse a sus eJlpcr1sas, explotarle». Es lo que el gótico ha traducido por bifaihon. gqfailron. La cll.pUcad6n dc famon aparece en el seno mismo del g6tico; jaihon es el dener minativo defaihu. La formaci6n es la de los verbos sacados de nombres en -u-: como sidon; sidus. o Justan: Justus. La relación de sentido enlre faihon )' fllihu resulta de los empleos de los compuestos defaihu. Puesto quefaihu designa el dinero. la rique- za, y que falhu-friks traduce pleonéktis como fa/hu-friei y Jalhu-gelro dan pleone- xfJI. se ha creado UD verbo faihon (bi-, ga.) como equivalenlc de pleonektefn en eJ sen- tido particular de «enriquecerse a costa de al¡uiC'IDt. Puem06 ah~ al nórdico. La traducción habitual del antiauo noruClO lé por «Vieb, Besitz, Gcldlt debe rcctificam:: es la noción de «riqueza (mobiliaria)>> 1& que hay que PODer en primer plano. Esto deriva de tres condiciones: 1) La ~ll.presión gangandi1# para .¡anado~ supone evidentemente quejé solo no ~lCI. «Ianadollt, sino «riqueza, fortuna,,; se ha designado por rangandi1# la «ri- queza en pie», el "lanado»: cfr. Ir. pr6basis. pr6baton. 2) El compucstofélcr" teposesi6n com6n», de dondef¡!JIg/. «caInuada, compa- iIcro» (paAdo a a. in,gI. feo/Qga, in¡l. JeUow) reclama también para /é el sentido de «fortuna. biC'n»,110 el de «JebIlIlOlit. 3) El vatio denominativo Jina sJpifica «cnriqueccrac:». por tanto, «adquirir fortun8lt U¡); de ahf el derivado sC'CUodarioI#nadr, tCriqueza», que eventualmente de- signa el «rebano», pero gracias a una eapccializaci6n nueva. En anti¡uo inll!!, basta consultar el ConcUe Anglo-Soxa Dictionary. de J. R. Clark Hall y Meritt, para constatar que I'oh, en el sentido -tradicionalmente puesto a la cabecera del artlculo- de: «cattle, herd», no tiene mts que un pequefl.o número de testimonios, que hoy habria que revisar atentamente, mientras que: la gran mayorla de ejempl05 le reparte en las entradas: «movable goods, propen)'" y, sobre todo, <unoncy. riches, treuurc». Puede decirse que floh, en antiguo ingles, !le aplica, ante todo y principalmente, a la riqueza en ¡eneral o a Jos bíenes muebles, y s610 en segun- do lusar, y butantc raramente, a esa forma de fortuna mobiliaria que constituye el ceba1I.o. En el Beowu1f significa sol.amc:nte (I{riquezu o «tesorolt. y en Aclfric la locu- ci6n wi IJegetrdumreo. «f<lr ready mooeylt, confirma la antigoedad del &mtido. Adc- mUo no hay mis que tres compuestos con 110. «ganado., frente a una treinlena de compuest06 conlloll. «dinero. riqueza». Puede repetirse la ObscrvaciÓl1 para el medio inglhs al estudiar los art1culOll Ji del 39
  • 21. Middk EIIglish DictioNlry, de KuraÚl-Kuhn Clll, 430). Hay muy poco$ ejemplos del sentido que se ha situado a la cabec:enl, «Uve stocu. y muchos mjs de/I, como umo- vable propctty; posscssions in Uve stock, goods or moncy, riches, trcasure, wcalt:lm, y como «mane)' as a mcdium of cxchange oc as uscd foc taxcs, tributes, ransom, bri- bc5, etc.•. Habrla que proceder a un nuevo examen de los ejemplos y clasifu:ar Jos empleos seJÚll su exacto valor ronte:xtual, libcrindose del ClIquema tradicional que imponía a cualquier precio «ganado» como sentido inicial. Esta revisión tendria probablemente algunas consecuencias para la historia del in81~s /« y la dd fr. fiel. anti¡uo Jft¡. Se- gún la explicllCión tradicional, el frincico fehu. «pnad.o», se habrla convertido en lat. jeus, «bien mobiliario)). Se pensarla más bien que¡ihu, como gat. /alhu. designa- ba toda forma de bienes muebles y que ha conservado ese sentido cuando ha pasado allatm. También llQui seria necesario un nuevo examen. IV. CONCWSIONES Este esbozo ha mostrado que la concepción tradicional del •pd:u indoeuropeo debe ~formane por entero. Nuestra primera conclusi6n es que •peku lignifica «po- saión mobiliaria pcIWIllÜ». Que esta posesión esté. de hecho, I"Cpn5CDlada por el ga- nado, es un elato distinto que afecta a la cstructura social y a las formas de la produc- ción. SóLo a consecuencia de esta asociación frecuente entre el tamino •~ku Y la realidad material de la ganaderia, al gencealizarse fUera de la clase de los productores, •¡Jeku ha llegado a signíficar «pnado» -primera especialización-, luego e.!ipccifica- mente «ganado menor» -segWlela espccializa.ción-, y, por último «ovino» -t.crccra y última especialización-. Pero en si mismo ~ku no desipla ni el rebafto ni ninguna especie animal. Podemos establecer entODcea una correlación entre el sentido propio de •pe/ol asi restaurado, y fU distribuci6n dialectal. Es inte:rcsa.nte observar -y los comparatistas no le han prestado suficiente atcnci6n- que .pekw Calta en griego. No es azar. Una naci6n tan importante no podia ck:saparcccr simplemente. De becho, el t~nnino indo- europeo fue reemplazado en griego por una designación nueva, que 11eva el mismo sentido: es hom. pr6bosis, con su equivalente mucho mis comúnpróbtzlU. Nuestro!:i- tudio de este ténninD (cfr. pp. 27 y ss.) ha permitido que aparezca e:xpl1cilo el mo- delo de la evolución que nosotrol damos J>&I' •]Hku: en el punto de partida, un t&'- mino que dcsipa la «posesión mobiliaria». tite, por razoDCS cxtralingOisticas, se en- cuentra aplicado Crc:cuentemcnte a la posesión de ganado; se convierte entonces en el tmnino para «lanado» y ulteriormente para la especie de ganado predominante, el «cordero». Pero como se ha visto antes, esta cspecializacl6n, realizada pronto en el dominio indoiranio, no se ha cumplido en todas partes. En latin y en una parte: notable del gennlnico tenemos tcstimonios de ¡can antigüedad que pruebElD que el sentido prime- ro era «posesión mobiliaria», lo cual explica toda la derivación. Esta evolución no es reversible. En efecto, es totalmente improbable que si •~kII habla li¡nificado pro- piamente «ganado», hubiera podido llcpr a dcsi¡nar el «dinerQ)t y la «fortuna» en gencnJ, que es d sentido cxclus:ivo dellat. pecimia y del ¡ot. jaiJru. :árta SCf"á nucstla segunda conclusi6n: en un proc::ew ltxico de esta D.I1uraleza, es un término de 8CD.tido general el que se encuentra aplitado a una realidad específ'lC8 y 40 el que se oonvicrte en La dcsi¡nación y no al revb. Aqui tomamos 10 contrario de la relaci6n que se ha establecido desde los etimologistas latinos hasta nuestros recientes diccionarios enttepeal y p«Üllia. Puede plantearse, de hecho, que los t&m.inos que se refieren a formas divcmtS de posesión Ion términos generales, que denotan su relación con el posesor, pero que no indican nada sobre la naturaleza propia de la cosa posdda. La signifJCB.Ción smera! permite, de este modo, designaciones espcdficas que, a lo larJO de la historia, termi- nan por vincu1ane tan estrechamente a su objeto particular Quc el sentido peral queda obliterado. Tenemos un claro ejemplo de ello en el gr. pr6bflsis. prdbata. AsI· mismo, el término especifico ingl~s catt/e. fr. cheple/. remonta allat. capitale, «bien principal», ya en un texto de 1114, captak. «chattel, cattle, movable goods» l. Pero todavia en la Edad Media tiene el sentido de «fortuna, bíencl, rentas», yel castellano caudal significa «bienes, riqueiUls». El paso «fortuna mobiliaria> ganado,. es carac· tcristk:o. Pero una vez realizado, es irrevenible. De este modo, el «ganado,. es deslg· nado con mucha frecuencia por los ttrminos que se refieren a la posesión en ¡eneral, a; decir, que se le designa simplemente como tlposcsi6n», pero nunca a la inversa. Nuestlll interpret.a.c:i6n de ·peb y de su evolución está, pues, conforme con lo que podr1a denominarse la norma de los términos de propiedad: una apelación gene· ral o gcnmca es empleada por cierta clase de productores como designación del obJe· to o de! elemento tipico; en calidad de tal. se difunde fuera de su medio original y se conviene entonces en la designación usual del objeto o elemento en cuesti6n. Tal es el caso presente. Mediante el examen comparado de los datos en trg grupos dialectale3, hemos podido seguir para •peku las etapas de este proceso y verificar, en cie:rta medi· da, esa reconstrucción interna. Hay una última conclusión que afecta a la ctimologia. de •pekJJ-. Si la presente demostnu:ión es considerada de recibo, echa por tierra el acercamiento tradicional con •pek(t)-, «esquilar». Es evidente que •~*u, término de valor econ6mico, que no nombra a ningún animal, no puede tener nada en común con términos derivados de •pek(fr, QUC son propios: de la técnica del C5Quilco y del cardado de: la lana: gr. ~kó, «J)Cinar, cardan; p6kos, tl.vcllonl'; ~ktm. «c:squilant: plkos n., tl.venÓD»j polc{l,o, «esquilar la lana»; ktef3. «pcine:»: la!. ~to, «peinar, cardar»j pectm, «peinel); pe- XW'. «velludo, algodonoso»; ano. asr, «1anu. Entre estas fonnas y •peJcu no hay más que un parecido homof6nico. La aproldmaci6n debe abandonarse, y .peJcu., vestigio del vocabulario indoeuropeo mis anti¡uo, parece irreductible a cualquier ra1z conoclda 2• I B.t.Jou-JDHNSOfol, M~ LArl" Word-/ist, 1934, p. 64. ! Uoa ~ m.I1dto ni dewJalSa del (lI'CSCl1lt C111oIdio fue publicadll ni BAIdoI UDiItol en UD YOhI- IDCD. cokuJvo titulado r"rIo-EllI'OpeIRI."d IJldo-Ewo¡»Ims (C1it:qo Uni'ttlity Ptat), t97. 41
  • 23. CAPlnJLo, DON Y CAMBIO S¡¡mllrio. El !lriego tiene cinco palabru que, por regla Itnel"lll, se traduCC'fl uniforme- mente por «clonlt. Un exawen atento ele JUI empleos muestra que corresponden de hecho • rou lanta forDllUi dircrentel de: conldmar el don -lk la PUCI noción ve:rbal-, «el darlO, • la lIrpr=¡tarl6Il Cl)Dlra~loI&I. impuc.ta por las obll¡ationeJ dc: un pacro, de WlI aliAnza, di: uo. amidad. de UllI "ospilaHd&.d•. BJ thmloo 16tico,iId '1 sus dmn.dClll101 r=UtcZI .. una tnIdk:Kln &mDiaf~ anúqul.- lima en 'lile 101 upc:c::t0l rdl¡io5os ~_. rrooóalkm fral:cmi.dad de)os, ¡¡:o- IIlCI'daDlCI- 'J jllrldlco& ~. (del ¡:rirnm)- calla fttt'edwDeDlc itnbri¡;adQli. LoIal'8W'eS de Iu pa!abns cmparerua.du con cilI. d6pfD. lato do¡M. pmn¡lm da- cubrir en d puado indoeuropeo. por U,Q 1a.lSo. la priela dd qJOdaldt., '1. por otro. ~ ctlmo se dqflCi& CD qaJto para nada, daiolt la uueilNl anli¡ua deo ....tu di: prClti¡iolt. La lIufU(J, cODvertlda como la,I!iidt co qru!Jael6n cc:on6mi<:a, continúa 101 camifa- tus de los j6vcncslucrrel'05 agJ1Iplldol en tomo a un jere. tl1 como nos 1011 dtlcribe Ti- dto cD la Chrmrmitl. INTllOOUCClON Abordamos ahora d estudio ele UD conjunto de nociones econ6micas que l:S difI.cil definir de modo distinto que por la suma de sus ~ ; «dan., kcambia.nt, «comerciaD. La terminología relativa al ctlmb/o y al don constituye un capitulo muy rico del vocabulado indoeuropeo. Empezaremos por la idea de dar. Puede pensarse que es una idea simple; sin em- bargo, comporta variaciones bastante singulares en las lenguas indoeuropeas y, de una lengua a otra, contrastes que merecen examm. Además, se prolonga en nociones que nadie pe!Ullffa asociarle. La actividad de eDmbio, de comercio, se caracteriza de una manera especlfica en rdadóo a una noción que nos parece diferente. la del don desintercaado, yes que el cambio es un circuito de dones mis que una operación pro- pi.ame:nte comercial. Del cambio a la compra y a la venta, precisaremos una relación mediante el estudio de los ténninos empleados para estos proceso.s clifenntes. Hay en ole dominio una estabilidad lbica butante grande; los mismos términos siguen en uso durante mucho tiempo; a menudo no se renuevan, a diferencia de lo Que ocurre con nociones mis complejas.