El hombre se dirigía puntualmente a una cita con Dios. En el camino, vio a un niño que pedía limosna y le dio dinero sin dudarlo. Luego, el niño sufrió un ataque epiléptico y el hombre lo ayudó sin pensar en su cita. Aunque no lo sabía, con sus acciones de ayuda desinteresada cumplió el propósito de su encuentro con Dios.