Este poema rinde homenaje a un perro callejero que vivió libremente sin dueño. El perro era querido por todos en el barrio y traía alegría a los niños y al anciano Pablo. A pesar de no tener hogar, el perro era fiel a su naturaleza aventurera y no le rendía cuentas a nadie. Finalmente, el perro murió tranquilamente y dejó atrás recuerdos y nostalgia en el barrio.