El documento hace una comparación humorística entre mujeres de diferentes edades y su relación con la cama y los cuentos. Comienza diciendo que a los 8 años se le cuenta un cuento a la niña para llevarla a la cama, mientras que a los 18 años el orden se invierte y se le cuenta un cuento para luego llevarla a la cama. Luego describe que a partir de los 28 años ya no es necesario contar cuentos y que a los 38 la mujer es quien cuenta el cuento y lleva al hombre a la cama.