Ale Otero se encuentra en una encrucijada sobre su futuro profesional como comediante. Actualmente se desempeña en el grupo de improvisación teatral Improvisto, pero se cuestiona si debería permanecer allí o buscar nuevos proyectos. Planea reunirse con su "junta directiva personal" compuesta por familiares y amigos cercanos para pedir consejo sobre cómo reinventarse y expandir su alcance nacional e internacionalmente.
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Ale Otero
El verdadero momento
de la decisión
Más recientemente, en sus clases de Relaciones
Internacionales, Alejandra no cesaba
de preguntarse:
“¿Qué será esto
de estar más
pendiente de imitar
al profesor, que
de la clase?”
Probablemente esos recuerdos vinieron
a su mente aquel mediodía cuando le dijo
a su padre que quería dedicarse profesionalmente
a la actuación.
Aunque sabía con certeza la respuesta,
se le iluminaron los ojos cuando su padre
le dijo: —Si eso es lo que quieres hacer,
cuenta con mi apoyo. Alejandra Otero, conocida
por todos como Ale Otero, Comunicadora Social
de la Universidad Monteávila, había estudiado
luego un año Ciencias Políticas en la Universidad
de Columbia y estaba por completar un postgrado
en Relaciones Internacionales, con Concentración
en Medios de Comunicación, en The New School
of Nueva York y desde hacía algún tiempo estaba
por dar el paso de reconvertir su carrera y ser
comediante profesional. A partir de ese momento,
Ale tenía por delante todo un emprendimiento
personal: ser una actriz a tiempo completo.
El Macondial
Viniendo de una familia ligada a las actividades
artísticas, culturales, periodísticas e intelectuales,
pudiéramos decir que Ale llevaba
esas inquietudes en la sangre.
Desde niña, sus cursos
Muy lejos estaba Alejandra Otero de pensar que las palabras
de su hermana resultarían en cierto modo proféticas, que,
cuando tenía corta edad y hacía actuaciones divertidas, le decía:
-¡Tu vas a terminar trabajando en Radio Rochela!
(legendario programa de comicidad en la televisión venezolana)
vacacionales los tomaba en el Ateneo de Caracas,
donde asistía a talleres de canto, teatro, títeres;
montaba espectáculos teatrales con sus primas;
era habitual para ella asistir a obras de teatro
formales y a sus festivales. Por ello, quizás no es
de extrañar que Ale desarrollara inclinaciones
por la actuación.
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En palabras de Ale: “Mi entorno familiar
fue súper importante. En casa siempre
me motivaron a hacer lo que me gustaba,
lo que me llenaba. El humor siempre estuvo
muy presente, mi abuelo, mi papá. Siempre
nos manejábamos con el humor presente”.
Seguramente oyó muchas veces acerca
de aquel cable en plena Segunda Guerra
Mundial, en el cual su abuelo Miguel Otero Silva
escuetamente decía: “Sí”, respondiendo
a otro en el que su padre antes preguntaba:
“Conseguí una buena rotativa. ¿La llevo
para que fundes un periódico?”
Una primera manifestación
de su vocación
emprendededora
y, a la vez, periodística
fue El Macondial,
periódico casero
cuyos primeros
ejemplares fueron tipeados
con máquina de escribir
En él se narraban los sucesos que acaecían
en su casa llamada Macondo, no por casualidad
bautizada así por su abuelo. El Macondial,
que hacía con su prima Emiliana Duarte Otero,
su cómplice y con quien hacía una combinación
explosiva, tenía la modalidad sui generis de cobrar
a los clientes, que no eran otros que sus cercanos
familiares, quienes se interesaban en leerlo
y pagar por ello aunque no pudiesen llevárselo.
Esta aventura infantil que se fue sofisticando
cuando le regalaron una computadora
y hasta hizo uso de unos programas
de diagramación y culminó con algunos
ejemplares impresos en el propio diario
El Nacional, seguramente reforzó el desarrollo
de su otra pasión. Ale ha dicho:
“Desde que tengo
uso de razón siempre
he querido ser dos cosas:
periodista y actriz”
La comunicadora social
Mientras estudiaba fue colaboradora
del diario El Nacional desde 2002 en
los cuerpos Ciudadanos, Escenas y Siete Días.
Recién egresada Comunicadora Social de la
Universidad Monteávila, entre 2005 y 2008
incursionó en diferentes medios. Fundó, junto
con su madre Carmen Ramia, la revista
Contrabando, dedicada a la investigación
periodística; hizo el programa de corte humorístico
y universitario Echando Carro en la emisora
del Ateneo de Caracas 100.7 FM; luego fue
una de las anclas en el conocido programa
Aló Ciudadano, encargándose de la mensajería
de texto y las encuestas que se realizaban
en el programa. Como su sentido del humor
ha sido una constante en su vida, aún
en los momentos más álgidos de efervescencia
política, Ale no se privaba de lanzar en tal
programa sus píldoras humorísticas.
El gran salto.
Del “no vale, yo soy periodista...”
A la comediante de Misión Emilio
Alejandra siempre quiso pasar por la experiencia
de vivir sola y fuera de su país. Escogió estudiar
en The New School de Nueva York, donde
además hizo amistades de esas que duran
toda la vida.
Cuando sus amigas
de allá, viendo su histrionismo,
le decían que explotara más
sus cualidades de actuación,
que hiciera stand-ups,
Ale les respondía casi
en automático:
“No vale, yo soy periodista”
Sin embargo, su pasión por la actuación no
la abandonaba. En una de sus visitas a Caracas
decidió visitar un local de stand-ups que animaba
Carlos Sicilia. Tal vez por curiosidad o por la
intuición de saberlo un espacio para ella.
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Y ocurrió el llamado de Sicilia al escenario;
su desconcierto fue mayúsculo cuando,
luego de sus 5 minutos
de actuación, Carlos Sicilia
le dijo:“Tienes que
dedicarte a esto”
Retrospectivamente, Ale cuenta que ese fue un
momento de tiempo presente:
“No estaba muy clara
que mi camino
era el humor.
Sólo me planteé:
De modo natural se fueron dando algunas
circunstancias y aceptó la propuesta del escritor
y director Ignacio Castillo para trabajar
en un monólogo, cuyo libreto ella monitoreaba
desde Nueva York donde había regresado
para culminar sus estudios.
Ale estaba algo inquieta porque su última
actuación la había hecho tres años atrás
con el grupo Catarsis, pero volver a la actuación,
y sobre todo de corte humorístico, la tenía
muy entusiasmada.
vamos a ver cómo sale
esto del monólogo.
Y después veremos”
Pero eso sí, muy profesionalmente, poniéndole
toda mi energía y pasión a este proyecto.
Empecé a prepararme para la modalidad
de stand-ups, leyendo, estudiando, tomando
talleres y apoyándome en The Comedy Bible
de Judith Carter (libro de cabecera de quiénes
se dedican a la comicidad como oficio).
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A la vez, fueron momentos de grandes decisiones
vitales. Rememorando, Ale narra que tuvo
que confrontarse con algo que no se había
planteado antes:
tener que dejar el periodismo
para dedicarse en cuerpo
y alma a la actuación.
Ale tenía claro que no podía tener una ambivalencia
en su imagen. No podía ser una periodista seria
y al mismo tiempo proponerse hacer reír.
Además Ale concebía su rol de comediante
como de una persona libre de expresarse
y ser irreverente sin ofender claro está.
En los talleres, junto con otros compañeros
interesados en el oficio de comediantes,
comenzaron a organizar actuaciones en
los pocos sitios disponibles para entonces;
incluso en casas de amigos, especialmente
para probar los contenidos. Una noche
la llamó la conocida productora Jorgita Rodríguez
para actuar en el Transnocho Lounge, el bar
del Espacio Cultural del Centro Comercial Paseo
Las Mercedes. Desconocidos aún por el gran
público, tener que actuar ante un público pequeño
los hizo pisar tierra e hicieron válida la premisa:
aunque tengamos 10 personas de público,
actuaremos como si fuera a casa llena.
Y ese fue el trampolín para que Bobby Comedia
y su esposa Mariana Egloff, compañera de estudios
de Ale en la Universidad Monteávila, la contactaran
para montar un show en Teatrex El Hatillo.
El Boliche, como llamaron al show y en el cual
participaron también los comediantes Nadia
María y Daniel Pistola. La experiencia fue todo
un éxito, pues a menos de un año de actuación
ya llenaban el teatro.
Su gran impulso hacia el mundo de la comedia,
lo logró durante su incorporación en 2010
al programa Misión Emilio en Televen. “Trabajar
con Emilio Lovera fue una gran escuela”, comenta.
“Mi empatía con el grupo fue inmediata y aún
recuerdo las palabras de Emilio, quien valora
tremendamente la armonía y el trabajo integrador,
cuando comencé con ellos: quiero que estés
en nuestro equipo porque sé que todo el mundo
te quiere”.
Improvisto: la otra escuela…
Y así llegamos a Improvisto en 2012. Improvisto
es un concepto teatral con énfasis en el difícil arte
de la improvisación, haciendo protagonistas a
los asistentes, mediante los temas que ellos van
sugiriendo. Además de las presentaciones públicas,
Improvisto tiene shows educativos gratuitos como
Improvisto Vial cuyo objetivo es impartir educación
vial a través de pedagogía lúdica; e Improvisto
Sexual (Improsexual) para llevar educación sexual
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integral, llevando mensajes para prevenir
el embarazo en niñas y adolescentes.
Improvisto tiene además una línea de negocios
corporativa, ofreciendo a empresas el humor
y la creatividad para lograr beneficios
en la integración de los empleados, el trabajo
en equipo, entre otros asuntos.
En Improvisto, Ale destaca: “Tenemos disciplina,
estudio, seriedad profesional. Hacemos lo
que llamamos «devoluciones», que consisten
en sesiones de evaluación y retroalimentación,
que hacemos todos los días domingo después
de las actuaciones”. Sin duda es un oficio
que reclama dedicación y trabajo constante.
¿Y ahora qué?
Ya pasó el complejo 2010, año de transición,
su primer año actoral y prácticamente sin generar
ingresos. Hoy, está ganándose la vida con su
trabajo actoral. Además de su trabajo
en Improvisto, escribe en la página web
de Erika de La Vega, pertenece al selecto grupo
Global Shapers, “jóvenes excepcionales en
su potencial, sus logros y su empuje para hacer
contribuciones a sus comunidades”, del Foro
Económico Mundial.
Ha sabido conectarse con su público haciendo
uso intensivo de las redes sociales, publicando
diariamente en ellos, dándose la peculiar
circunstancia que algunos de sus fans la conocen
no por sus actividades de actuación sino, por
ejemplo, por Instagram. Como buena conocedora
de los medios, las redes sociales las utiliza,
inclusive como tanteo para las rutinas de sus
presentaciones, obteniendo retroalimentación
instantánea.
Ale es valiente y afronta sus dificultades. Es sincera
consigo misma cuando reconoce que no le fue
bien cuando actuó en el Show de George Harris
(Miami) el pasado mes de septiembre.
“Perdí al público”, nos comenta. “Comencé directo
con mi rutina en vez de haber hecho algo para
romper el hielo. Me sentí muy mal. Pero esa
experiencia me hizo aprender muchísimo”.
Está bien sentada en sus principios. Profesa
una ética que consiste en hacer humor sin dañar
al otro y siempre criticando constructivamente.
Uno de sus lemas es considerar que el público
es sagrado.
En estos momentos está reflexiva
acerca de su futuro y los siguientes pensamientos
vienen a su mente:
Preguntas existenciales
Debo seguir en Improvisto. Allí me siento bien.
¿O será que estoy en mi zona de confort y no me
quiero salir, atreverme a más?
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¿Debería permanecer en el status quo con mi
agenda actual o debería ser agresiva acometiendo
nuevos proyectos? ¿Debo hacer algo diferente?
Preguntas para profundizar
la reinvención
¿Qué recursos o instrumentos puedo utilizar para
conocer las necesidades, aspiraciones y deseos de
mi audiencia (mercado)?
Quiero hacer mi Ale Otero stand-up. Pero, un
momento, ¿ya soy una marca? ¿Y si no, qué debería
hacer para serlo?
¿Debo ampliar mi alcance a otros sectores socio-
económicos?
¿Debería delegar mis actividades en las redes
sociales en un Community Manager y tener
un poco de sosiego para sentarme a escribir,
para hacer cosas que no hago normalmente
y estar siempre generando rutinas y contenidos?
Siento que debo seguir en la comedia, me gusta.
El público que va al teatro es distintos al que va
a los bares y distinto al corporativo. Por ello,
no quisiera perder contacto con ninguno porque
de todos me nutro. Pero ¿cómo evolucionar?
¿Cómo reinventarme? ¿Será que crearé
un empresa productora con énfasis
en el trabajo corporativo?
preguntas acerca del futuro
¿Y qué acerca de internacionalizarme?
El humor es universal.
Pero ¿por cuál país empezar?
¿Sería sólo en español?
Son grandes y retadoras ideas.
Y Ale las quiere validar. Como es muy
creativa y está constantemente incorporando
herramientas gerenciales tanto a sus actividades
personales como profesionales, ha ideado
tener su Junta Directiva Personal.
Está formada por personas en quienes
cree y que la quieren tanto como para decirle
las verdades más duras, aunque duelan.
Piensa que sus recomendaciones siempre
le harán bien porque vienen del corazón.
Esa Junta Directiva está formada por su hermana
mayor Ana Isabel Otero, Licenciada
en Administración de la Universidad
Metropolitana, CEO de Analiticom, empresa
de asesoría comunicacional y precursora del
Mercadeo Digital en Venezuela; su papá Miguel
Henrique Otero, Presidente y Editor
del prestigioso diario El Nacional; su esposo
César Oropeza, director de cine y escritor;
sus amigos más cercanos (en su mayoría
comediantes) y sus padrinos del humor Emilio
Lovera, Laureano Márquez y Bobby Comedia.
Ale los ha invitado a almorzar a su casa
un domingo.
Imagínese que usted es un miembro adicional
de esa Junta Directiva y están reunidos con Ale.
¿Qué le diría respecto a sus interrogantes?
Ale Otero: Reinventarse es una opción fue elaborado por los profesores Emilio Guerra y Jonathan Moreno para la enseñanza de
la gerencia/del oficio de emprender. Este caso docente tiene la finalidad exclusiva de servir como base de discusión sobre
experiencias reales en un ambiente educativo. Este caso no implica el manejo efectivo o no de una situación administrativa.
Tampoco tiene como finalidad respaldar posiciones de personas y organizaciones.