El color se percibe gracias a la luz, que está formada por radiaciones electromagnéticas de diferentes longitudes de onda, donde cada longitud de onda define un color distinto. Los seres humanos pueden visualizar longitudes de onda entre 380 a 780 nanómetros. Los cuerpos absorben y reflejan estas ondas electromagnéticas de manera selectiva, determinando el color que percibimos; por ejemplo, los tomates nos parecen rojos porque absorben el verde y el azul y reflejan el rojo.