Sebastián quería estudiar música pero el colegio era muy caro. Luego, un amigo le contó sobre un centro cultural gratuito cerca de su casa donde podía aprender. Sebastián se anotó y pudo perfeccionarse en música sin costo, formando incluso una banda con amigos. Más tarde, comprendió la importancia de los impuestos que pagaban sus padres al escuchar una charla, pues ese dinero financiaba lugares como el centro donde estudiaba.
2. Sebastián era un chico de 16 años que vivía con
sus padres, Beatriz y José. El padre trabajaba
como mecánico y la madre era ama de casa.
Sebastián, todos los días en su tiempo libre, se
dedicaba a cantar y a tocar instrumentos como
la guitarra y la batería. Para perfeccionarse en
esto que tanto le gustaba, le pidió a sus papás ir
a un colegio de música al que iban algunos
conocidos de su escuela. Sus padres, sin dudar,
le dijeron que iban a hacer lo posible para que él
también pudiese ir.
3. Al día siguiente, José fue al colegio del que le
había hablado Sebastián. Cuando entró le
pareció muy llamativo, tenía gran variedad de
instrumentos, había muchos profesores, era un
muy buen ambiente y a José le gustó mucho el
lugar. Todo iba muy bien hasta que consultó el
pago mensual, el cual le pareció muy costoso y no
estaba a su alcance.
4. Regresó a su hogar y
le comentó a su
esposa lo que había averiguado y trataron
de encontrar entre ambos una solución.
5. Cuando Sebastián llegó a su casa, luego de
haber estado jugando al futbol en el
polideportivo del barrio, notó que no tenía las
llaves encima, así que tocó el timbre.
-Seguro es Sebastián –dijo el padre.
-Sí, ahora le abro –dijo Beatriz.
-¡Ya llegué pa! ¿Y, qué te dijeron? –preguntó
Sebastián demasiado ansioso por conocer la
respuesta.
6. El padre, con la cabeza gacha, se quedó en
silencio.
-Ma, ¿qué pasó? ¿Acaso son malas noticias? preguntó Sebastián.
-Bueno, hijo, la verdad es que tu padre fue a
averiguar, pero nos pareció muy caro ese lugar
y lamentablemente no podemos pagarlo.
-Está bien, no pasa nada -dijo Sebastián
-Perdonanos por no darte la posibilidad de
estudiar música –agregó José, muy triste.
7.
8. Una semana más tarde, Sebastián fue al parque
a la salida del colegio a jugar a la pelota con sus
amigos.
-Che, Sebastián, ¿qué pasa que estás tan
bajoneado? –le preguntó su amigo.
-Nada, estoy un poco mal porque quería ir a una
escuela de música y resulta que no voy a poder
ir porque es muy cara.
9. -¿Cómo dijiste? ¿Escuela de música? Pero si a
un par de cuadras de tu casa tenés el Centro
Cultural Colegiales, ahí enseñan desde pintura
hasta música, mi hermano fue ahí durante un
tiempo.
- ¿Y qué pasó después? -preguntó Sebastián.
-Dejó de ir a ese lugar porque se dio cuenta de
que la música no era lo suyo, ahora se dedica a
otra cosa.
-¿Y cómo es ese Centro Cultural Colegiales?
¿Hay que pagar mucho? –preguntó con mucha
curiosidad.
10. -No; si de pagar se trata, vos quedate tranquilo
que es gratuito, también ofrecen un montón de
instrumentos para los que no tienen en sus casas.
Lo único que tenés que hacer es anotarte,
presenciar las clases y pasarla bien, nada más que
eso.
-¡Gracias! Me alegraste el día con esta noticia.
Sebastián fue corriendo a su casa a avisarles a
sus papás de lo que se había enterado.
-Hola, ya llegué.
-¡Qué sorpresa que llegues a esta hora!, nos
dijiste que llegabas más tarde.
11. -Sí, lo que pasa es que al final no jugué a la
pelota. Me vine enseguida porque les tengo
una noticia.
-¿Buena o mala? –preguntaron los papás al
mismo tiempo.
-¡¡¡Más que buena!!! Un amigo me contó que
cerca de nuestra casa está el Centro Cultural
Colegiales, donde enseñan música, es casi
como el colegio de música al que quería ir, la
única diferencia es que es gratuito.
-¡Qué lindo, hijo!, si querés mañana mismo
vamos a anotarte.
12. Sebastián, entonces, pudo ir al Centro Cultural
Colegiales, donde hizo muchos amigos y logró
perfeccionarse en música, sin gastar un solo
centavo.
13. Luego de un tiempo, cinco de esos chicos, entre
los que estaba Sebastián, decidieron formar una
banda de rock.
Emocionado, Sebastián contó en su casa sobre su
nueva banda. Pero encontró a su papá en un mal
día, ya que se encontraba enojado por el aumento
del ABL y de algún otro impuesto. Sebastián y su
padre se preguntaban para qué y por qué debían
pagar tantos impuestos.
En la misma semana, un señor con mucha
experiencia, que trabajaba en la AGIP fue al
colegio de Sebastián a darles una charla sobre los
ingresos que tiene el Gobierno de la Ciudad y
hacia donde va destinado ese dinero.
14. Les contó a los chicos que el Estado le exige a
la gente prestaciones en dinero para cubrir
gastos como la educación, la salud, la
seguridad y la justicia y que a esto se le llama
Tributos. Y que gracias a que todos
contribuyen con dinero al Estado, éste puede
realizar desde construcción y mantenimiento
de escuelas, hospitales, obras públicas como
los parques a los que la mayoría de los chicos
van a jugar a la pelota, hasta pagarles el
salario a los trabajadores.
15. Así como también mantener los centros
culturales y muchas otros lugares que están
a cargo del Gobierno.
Y que si aportamos con nuestro granito de
arena, el país va a tener un montón de cosas
como las que nombró el señor de la AGIP que
nos benefician a todos, por eso la
importancia de pagar los impuestos para que
estos se reflejen en obras.
.
16. Ahí Sebastián se dio cuenta de lo importante
que es que su papá pague esos impuestos que lo
tenían de tan mal humor.
Cuando salió de la escuela fue directamente a
su casa y en el almuerzo les comentó lo
sucedido a sus papás y ahí comprendieron que
el dinero que recauda el Gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires no era dinero perdido sino
todo lo contrario, que ellos se veían
beneficiados ya que su hijo estaba disfrutando
del Centro Cultural Colegiales.
17. Años más tarde, Sebastián era parte de
una exitosa banda que participó de los
Festivales de Rock en el Parque Roca,
su padre era el representante de la
banda y su madre, la fan número uno.