Los filisteos celebraron una fiesta para dar gracias a su dios Dagón por haber entregado a Sansón en sus manos. Llamaron a Sansón delante de la multitud para que sirviera de espectáculo. Sansón pidió apoyarse en las columnas del edificio y luego las empujó, haciendo que el edificio se derrumbara sobre los jefes filisteos y matando a más de ellos de lo que había matado durante toda su vida. Sus hermanos lo enterraron luego entre Zora y Estaol.