Una mujer pobre pidió ayuda en un programa de radio cristiano. Un brujo envió secretarios con alimentos a su casa, instruyéndolos a decir que eran del diablo. Cuando preguntaron a la mujer quién envió los alimentos, ella respondió que no importa la fuente, porque cuando Dios manda, hasta el diablo obedece. La mujer mantuvo la fe a pesar de las intenciones del brujo.