Este poema expresa la devoción de Clara de Asís hacia el cuerpo de Cristo en la Eucaristía, viendo su presencia en el pan y el vino como un alimento divino y un escudo contra los enemigos. También reconoce el sufrimiento de Cristo en la cruz y en los enfermos, así como su presencia en la Iglesia como su hogar y en la comunión como una dicha sublime.