2. Origenes
Como la gran mayoría de las mujeres de
los miembros de la dinastía otomana,
tenía una procedencia esclava por lo que
no se conocen bien sus orígenes. Fuentes
italianas indican que nació en Venecia,
llamándose Cecilia u Carmen.
y siendo hija ilegítima de Nicolás Venier y Violante Baffo. Su
padre, un miembro de una distinguida familia de la nobleza
veneciana, era el señor de la isla de Paros en el archipiélago de
las Cícladas; escasas noticias hay en torno a la madre y no está
claro si pertenecía también a la aristocracia como miembro de la
familia Baffo o el de otra familia.[cita requerida] Según otra
versión fue hija de una familia judía sefardí y se llamaba Rachel.
3. Vida
En 1537, el famoso corsario Jeireddín Barbarroja conquistó la isla y Cecilia
fue capturada y vendida en Constantinopla en un mercado de esclavos. Fue
introducida en el palacio de Topkapı, durante el sultanato de Solimán el
Magnífico. Fue introducida posteriormente en el harén de Selim II y fue
elegida como favorita. El 4 de julio de 1546 dio a luz a su único hijo varón,
el heredero al trono que posteriormente sería Murad III. En 1571 se casó
legalmente con Selim II y obtuvo el título de Haseki Sultan siendo la segunda
mujer en la historia Otomana en casarse con un Sultan, teniendo un sueldo
de 1100 aspers diarios y más de 170 sirvientes a su disposición, además
tuvo una gran influencia en los asuntos tanto estatales y del harén, todo
esto en consecuencia del gran amor y respeto que le tenía su esposo y
Sultan Selim II. Fue una de las sultanas más poderosas y ricas del Imperio
Otomano.[cita requerida]
Cuando en 1574 Murad III subió al trono, Nurbanu recibió el título de Valide
Sultan y mantuvo su liderazgo en el asesoramiento de su hijo en las
decisiones políticas. Murió posiblemente de cáncer en el estómago o
posiblemente envenenada por su nuera Safiye Sultan
.
4. Muerte
Cayó gravemente enferma de lo que ahora conocemos
como cáncer de estómago. Murió en 1583 y fue
enterrada al lado de Selim II en el patio de la mezquita
de Santa Sofía. Alrededor de un tercio de su inmensa
riqueza quedó en manos de las mezquitas y las
fundaciones de caridad.