David perdonó la vida a Saúl por segunda vez después de que sus espías le informaran que Saúl y su ejército estaban profundamente dormidos en el desierto. David y Abisai fueron al campamento y encontraron a Saúl durmiendo, pero David se negó a matarlo porque era el ungido de Dios. En cambio, tomó la lanza y vasija de Saúl y los llamó desde una montaña para mostrarle que pudo haberlo matado. Saúl reconoció su error y David dejó ir a Saúl en paz, perdon