El documento contrasta dos enfoques de los entrenadores de fútbol: los que favorecen la mecanización y el método frente a los que prefieren la creatividad y la improvisación. El autor se ubica claramente en uno de los grupos pero reconoce que ambos enfoques son válidos y que ninguno garantiza el éxito a largo plazo si no se actúa de acuerdo a los propios principios.