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Discípulos de Maldonado
1. Vivir 18/04/2010
Reportaje / El particular ‘voluntariado’ de los aficionados al tiempo
Discípulos de Maldonado
La red de colaboradores que la Agencia Estatal de Meteorología tiene
repartida por toda la provincia proporciona a diario información sobre
temperaturas y precipitaciones de los microclimas burgaleses.
H. Jiménez / Burgos
María Luz Herrán. Quintana Martín Galíndez. Tiene 86 años y lleva 41 registrando los datos
pluviométricos del Valle de Tobalina, primero en su pueblo y ahora en la residencia de mayores donde
vive.
Jesús Javier Matías
José Rodríguez Díaz. Poblado del embalse de Úzquiza. El encargado de explotación de los embalses que
abastecen a la capital colabora desde hace 21 años con la AEMET enviando los datos de la estación
automática.
Jesús Javier Matías
2. Es como todo. El primer día uno lo coge con ilusión, la primera semana se come el
mundo, el primer mes no falla un solo día, el primer año se afana en superarse... Y al
final la pereza le vence y termina por dejarlo. No hablamos de ir al gimnasio ni de
aprender inglés, sino de tomar datos diarios de temperatura, precipitación o velocidad
del viento. Y el mérito de los protagonistas de este reportaje es que llevan varias
décadas haciéndolo de manera altruista y casi sin mácula.
La red de colaboradores que la Agencia Estatal de Meteorología tiene en la provincia de
Burgos conforma una malla de estaciones de medición que a lo largo de los años ha
configurado un conocimiento exhaustivo de los numerosos microclimas provinciales,
pero también un pequeño universo de aficionados a la meteorología que nada tienen que
envidiar a José Antonio Maldonado, el hombre del tiempo por antonomasia.
Paradójicamente, en una época en la que el hombre tiende a concentrarse en las
ciudades y a vivir de espaldas a la naturaleza, la información del tiempo está cada vez
más de moda. Ellos, los colaboradores, hace mucho que tienen cubierta esa demanda.
En el caso de María Luz Herrán son 41 años. A finales de la década de los 60 su pueblo,
Herrán, se quedó sin el cura que hasta ese momento tomaba los datos de pluviometría y
ella tomó el relevo. ¿Por qué fue la elegida? «Pues no sé, había muchos en el pueblo que
entonces no sabían leer o escribir, a mí me gustaba la meteorología y estaba dispuesta a
ser constante».
Esta mujer es un torbellino de vitalidad a punto de cumplir 86 años y no es la jefa, pero
lo parece, de la residencia de mayores Valle de Tobalina ubicada en la localidad de
Quintana Martín Galíndez. En el patio central de esa instalación tiene su pluviómetro al
que visita cada mañana a las 8, hora solar, «que ahora son las 10», aclara Mariluz. «Yo
con esto disfruto mucho, salgo hasta cuando está lleno de nieve y me dicen que dónde
voy pero hay que ser serios, un poco esclava de esto para que no se me olvide».
No tiene veleta ni falta que le hace, porque para saber la dirección del viento le basta la
mera observación: «Cuando se echa la barba en la sierra (nubes bajas agarradas a la
montaña) ya se sabe que sopla del norte». Y lo mismo para hielos, granizos o nieblas.
Eso del cambio climático no le convence mucho, porque «si que es verdad que con tanto
coche hay contaminación, pero yo creo que antes no estábamos tan encima de las cosas
y no nos enterábamos de cuando se inundaba Andalucía o venía una ola de calor en
Francia», relata. Así que Mariluz Herrán es una agnóstica del calentamiento global.
Algo parecido le ocurre a José Rodríguez, responsable de explotación de los embalses
de Arlanzón y Úzquiza. En el poblado que la Confederación Hidrográfica del Duero
tiene junto a este último, una moderna estación meteorológica registra todo tipo de
datos y José los ‘rebota’ a la AEMET. Sobre el cambio climático subraya que «negar
los hechos sería absurdo porque los datos indican que el clima está cambiando, ahora,
respecto si las causas son o no efecto directo del hombre, en eso tengo mis dudas...».
3. José es un gran aficionado a la meteorología, navegante habitual de páginas web sobre
el tema, aunque advierte que hace falta un mínimo de compromiso para la labor de
colaborador: «Esto no es un trabajo ímprobo, pero requiere cierta constancia», apunta.
Al menos él tiene la ventaja de que el día que no está le releva el compañero de guardia.
En las estribaciones de la sierra de la Demanda hay habitualmente dos o tres grados
menos que en la capital y llueve bastante más, así que la estación de Úzquiza le viene de
perlas a la Agencia para completar los datos que recoge en el aeropuerto de Villafría.