El documento describe cómo el pueblo de Israel estaba rodeado de tribus enemigas que querían apoderarse de sus tierras. Sin embargo, tres veces al año todos los hombres dejaban sus casas para reunirse en el centro del país. Dios había prometido proteger a su pueblo mientras se reunían para adorarlo, y preveniría que sus enemigos los atacaran o invadieran sus tierras durante ese tiempo.