El anciano sabio ayuda a dos hombres a encontrar su camello perdido describiendo sus características distintivas aunque nunca lo ha visto, basándose solo en las pistas que encontró en el suelo del desierto. Los hombres lo acusan de robar el camello y lo llevan ante el juez, pero el anciano explica cómo dedujo las características observando las huellas y restos de comida, convenciendo al juez de su inocencia. Los hombres piden perdón y aprenden que es mejor pensar que acusar a los demás.