Dios creó Puerto Rico como el país más bello del mundo, rodeándolo de mares y dotándolo de cordilleras, fauna, hidrografía y paisajes como un Edén. Llenó a Puerto Rico de gente maravillosa, inteligente y emprendedora. A pesar de los problemas actuales, Dios tiene esperanza en que los puertorriqueños valoren la suerte de haber nacido en un paraíso.